Suicidios, mentiras y crueldad: La vida secreta de Carlos Castaneda
El escritor e investigador Manuel Carballal ha publicado ‘La vida secreta de Carlos Castaneda. Antropólogo, brujo, espía, profeta’, la primera biografía completa del enigmático gurú
Solo quería un sobresaliente, pero acabó siendo una las figuras más influyentes del siglo XX e inspirando a músicos como Jim Morrison o John Lennon, a cineastas de la talla de Oliver Stone y George Lucas, o al propio Fellini, quien protagonizó junto a él una delirante odisea por el desierto no exenta de presuntos fenómenos sobrenaturales. Pero Carlos Castaneda, el último Nahual, logró mucho más que eso: Hizo creer a millones de personas que Don Juan, el brujo yaqui que supuestamente conoció un buen día en una estación de autobuses, según relata en la excelente novela ‘Las enseñanzas de Don Juan’, existió realmente y lo inició en los misterios de un linaje de brujos toltecas que acechaban, dominaban el arte de ensoñar y podía acceder a la Otra Realidad dando un salto al vacío. Y se convirtió en un profeta. Más que eso, en un Mesías para muchos. Protagonizando tras su muerte en 1998 –los nahuales no mueren, se queman desde dentro- una espiral de suicidios de los que aún nadie se ha responsabilizado.
Quince años después de la tragedia, el criminólogo, escritor e investigador Manuel Carballal, fundador de la revista El Ojo Crítico, se embarcó en la ardua tarea de escribir su biografía, algo que nadie había conseguido hasta la fecha porque Castaneda se encargó de manipular su pasado y convencer a sus futuros acólitos para que eliminasen cualquier dato de su historia personal con la excusa de combatir el ego. Su odisea de cinco años le llevó a bucear en archivos del gobierno norteamericano y la CIA, viajar a Perú y a Costa Rica y buscar infatigablemente a familiares, antiguos compañeros de piso, seguidores del Nahual e incluso a los chamanes que lo inspiraron para crear al mítico Don Juan Matus. Sí, siento decepcionaros… Don Juan, dice Carballal, es como James Bond, un personaje hecho de muchos otros que sí existieron. Compilando la verdadera historia del gurú de los gurús en el libro ‘La vida secreta de Carlos Castaneda. Antropólogo, brujo, espía, profeta’. Y embaucador.
“Conocí a Castaneda en el 1994 por Concha Labarta, que era periodista y fue redactora y directora de las revistas Más Allá y de Karma 7 –y miembro destacado del grupo español de seguidores del gurú–. Concha nos invitó a Javier Sierra y a mí a una reunión con motivo de la visita del Nahual a España; yo me impliqué más porque las brujas me señalaron como uno de los elegidos para seguir sus enseñanzas y estuve vinculado a la organización algunos años. Pero unos meses después de que Concha Labarta muriese recibí un artículo muy grave sobre Castaneda de uno de los colaboradores de El Ojo Crítico y pensé que de ser cierto lo que contaba, mi amiga había perdido los últimos años siguiendo una falacia. Conocer la verdad fue lo único que me permitió seguir adelante”, me cuenta Carballal, quien fue iniciado en la tensegridad, una serie de movimientos y ‘pases mágicos’ practicados por quienes siguen el ‘camino del guerrero’ y cuyo aprendizaje cuesta verdaderas fortunas.
– ¿Crees que Concha hubiese dejado de creer si hubiera leído el libro? –le pregunto.
– Y cualquiera que lo lea, su vida deja de ser un enigma. Porque la clave de Castaneda está en encajar las piezas de su biografía en sus libros para entender cuándo los escribió y por qué. También él fue un poco víctima de sus circunstancias.
O mejor dicho, del negocio editorial. Y aquí se desarrolla una inquietante historia que crece y crece como una telaraña y empezó el día en que un hombre llamado Carlos César Arana Castañeda emigró desde la mágica ciudad peruana de Cajamarca a San Francisco. «Cajamarca es una ciudad como mi Galicia, donde la superstición está muy arraigada. Castaneda perseguía un sueño: Ser ‘alguien’ en Estados Unidos. Atrás dejaba una mujer con la que se casó por poderes y una hija a la que nunca reconoció, Charito, el verdadero motivo de que al convertirse en millonario decidiese borrar su pasado».
“Cuando César ‘el negro’, como lo llamaba su familia, llegó al puerto de San Francisco no tenía ni estudios ni dinero, y empezó a ganarse la vida con trabajillos de taxista o vendedor de libros hasta que consiguió entrar en la facultad de Psicología, pero abandonó porque un profesor le dijo que nadie querría entrar en la consulta de un psicólogo con sus rasgos de inmigrante. Entonces se matricula en la Universidad de UCLA para estudiar Antropología, porque ya entonces le interesaba mucho el mundo paranormal y en Cajamarca había muchas supersticiones que luego pondría en boca de Don Juan. Un profesor prometió un sobresaliente a todo el que entrevistase a un indígena de verdad y solo se presentaron tres trabajos, uno de ellos el de Castaneda, que llegó con una obra de arte, el germen de ‘Las enseñanzas de Don Juan, y quedó tan impresionado que le pidió que lo ampliase”, cuenta. Publicada por UCLA en 1968, ‘Las enseñanzas de Don Juan’ no fue una obra de ficción; Castaneda, como explica Carballal, ya tenía contactos con chamanes entonces, sus amigos lo conocían como ‘el brujo’, era fan de Timothy Leary, el padre de la revolución psicodélica, y había leído a Huxley y a Puharich, el parapsicólogo de la CIA y autor ‘Los hongos sagrados’, que fue una gran influencia para el futuro Nahual.
Ni UCLA ni las editoriales que publican sus libros se han responsabilizaron de los suicidios y asesinatos inducidos por los libros de Castaneda.
Pero entonces llegó Michael Korda, el cazatalentos de Simon&Schuster, una de las grandes editoriales de Estados Unidos, y lo que parecía la prometedora carrera de un antropólogo con vocación de novelista llamado a convertirse en un Tolkien de su época, se le fue de las manos. “De la noche a la mañana pasó de ser un inmigrante peruano buscándose la vida a millonario, y Korda le animó a continuar la saga porque estaba siendo un éxito. Pero en los cuatro primeros libros Castaneda insiste siempre al final que no hay nada más que contar. Y ya no hay vuelta atrás. Mujeres, dinero, fama… Portadas de Rolling Stone. ¿Quién puede resistirse a ser una celebridad?”.
Ni en su primer ‘ensayo’ ni en los siguientes facilita ni una grabación ni una nota de su trabajo de campo, argumentando que tomó apuntes de memoria o utilizando un truco que consistía en anotar directamente en un papel que guardaba en su bolsillo durante sus encuentros con Don Juan Matus, el indio yaqui. Y por increíble que parezca, logró que la prestigiosa UCLA diera por científicos sus trabajos y le otorgasen el título de doctor con la que sería su tercera y exitosa obra ‘Viaje a Itxlán’.
“En los 60’ Leary la había armado parda con su revolución psicodélica y fue expulsado por dar LSD a los estudiantes creyendo que había descubierto un atajo para acceder a estados superiores de conciencia. Pero en 1967 empiezan a publicarse los primeros estudios clínicos sobre sus efectos colaterales, como los suicidios de jóvenes convencidos de que podían volar; y el primer estado donde se prohíbe su consumo es California, entonces gobernada por Ronald Reagan. La juventud norteamericana está perdida cuando llega Castaneda y les ofrece con su libro otro camino que lleva al mismo lugar: las drogas chamánicas. UCLA sabía que iba a ser un éxito su libro y lo publicaron sin más, luego tuvieron que darle el doctorado por las mismas razones, para no desacreditarse. Así legitimaron su discurso, que es algo que no ha conseguido ningún otro gurú, y jamás han admitido ser cómplices de lo que ocurriría tras la muerte de Castaneda, los incontables suicidios, como tampoco lo han hecho las numerosas editoriales, también españolas, que publican sus obras alegando con una total desfachatez que no importa si lo que en ellas cuenta sucedió en realidad o fue una metáfora”, subraya el investigador.
¿Un espía de la CIA?
Durante años se extendió el rumor de que Carlos Castaneda trabajaba para la Inteligencia norteamericana, una fantasía que él mismo alimentó, igual que hizo con su ficticio origen brasileño o su juventud en Italia, solo que esta vez llegó un paso más allá confesándole a sus amantes y esposas que había trabajado como sicario para la CIA en España -en sus últimos días trató de escribir un libro sobre este hecho fantasioso-.
Carballal consultó los archivos de la CIA, durante meses insistió de una embajada a otra, hasta llegar a la conclusión de que jamás fue un agente secreto, pero sí un apasionado de las películas de espías. Sus más de doce obras publicadas lo prueban: “El error que cometieron muchos de los que intentaron rastrear el pasado de Castaneda fue pensar que se inspiraba en obras anteriores, cuando basó gran parte de sus ideas, como ‘El arte del acecho’ o ‘El desatino controlado’, en el cine bélico y de espionaje. Pero además hay otro hecho que lleva a confusión y es que la CIA en los 60 estuvo reclutando antropólogos en las universidades. Las operaciones de guerra psicológica empezaron con la Guerra de Corea, en la que tampoco participó como militar”.
Lo que no se le puede negar al hombre que inventó a Don Juan Matus fue su talento literario y su genialidad para crear universos fantásticos que nutren nuestra hambre de maravilla: Cuando sus obras se pusieron de moda, miles de jóvenes norteamericanos cruzaban la frontera en busca del brujo, pese a que a Time publicó en 1973 un extenso reportaje revelando que su biografía era falsa y numerosos antropólogos y expertos en chamanismo desmintieron algunos de los datos que aportaba en sus libros, como que los yaquis consumían peyote, cuando eran los huicholes, así como las numerosas contradicciones en las que incurre de una obra a la siguiente. Y él sale airoso de todas las críticas, haciendo hablar a Don Juan del arte del engaño como parte del camino del guerrero. “Lo bueno de las tradiciones esotéricas es que si arrancas un versículo de su contexto puedes decir cualquier cosa. Cuando Castaneda decía: ‘Don Juan dijo…’, tenía tanto peso como cuando un sacerdote cita a Cristo. Las revelaciones no son democráticas, son la verdad. Su segunda esposa, Margaret Runyan, llegó a admitir que en los 70’ era poco menos que Dios”, resume Carballal, que a lo largo de su carrera como experto en criminalidad asociada a las creencias religiosas ha destapado multitud de fraudes de curanderos y supuestos chamanes.
Castaneda obligaba a sus devotos a borrar su historia personal, romper los lazos con su familia y practicar un celibato del que él se quedó al margen.
Con Margaret Runyan el futuro gurú tuvo un hijo por encargo, Carlton Jeremy Castaneda, que aparecería mencionado en algunas de sus obra. El Nahual se había sometido ya a una vasectomía para evitarse problemas y pidió a un amigo que preñara a su esposa. Y también decidió, tras el reportaje de Time, que no volvería a dejarse fotografiar para evitar que su hija biológica pidiera la herencia. Por supuesto que jamás lo confesaría; sería Don Juan quien hablaría de la necesidad de borrar la historia personal y romper los lazos familiares, y por eso también sus acólitos no se dejaban tomar fotos y, en el caso de su grupo de brujas, el cuarteto o quinteto de mujeres que aseguraban pertenecer al linaje de Don Juan y haber sido iniciadas por él junto a Castaneda, cambiaron de nombre unas cuatro o cinco veces, lo que dificultó la investigación. Hoy la mayoría de ellas siguen en paradero desconocido.
Una tragedia en ciernes
En el neonahualismo tolteca, la religión que fue inventando el profeta de la contracultura a través de sus obras, la prueba definitiva de la conversión en brujo era saltar un abismo para acceder a la Otra Realidad. Y para muchos devotos de Castaneda sería la última. Manuel Carballal recoge en ‘La vida secreta de Carlos Castaneda’ casos como el de Janine Emery, que había leído con pasión los libros del Nahual y sus brujas y estaba convencida de que era una guerrera, tanto que decidió dar ese salto al vacío y lanzarse desde un puente; desde luego, no llegó a la segunda atención, como ocurría en la ficción.
También se cometieron homicidios: un hombre asesinó a su cuñado convencido de que estaba vampirizándole la energía y en la sentencia judicial las obras del Nahual figuran como inducción al crimen. El número de víctimas del hambre de fantasía es imposible de cuantificar, como también las cartas desesperadas que llegaban a Cleargreen, una de las empresas de Castaneda que aún hoy dirige Carol Tiggs, la mujer Nahual, la única de sus brujas que no desapareció tras la muerte del líder.
Hasta mediados de los años 90’ el engaño podía mantenerse: Carlos Castaneda se encontraba en plena forma, tenía numerosas amantes – sus guerreros debían ser célibes y las mujeres cortarse el pelo y rechazar la maternidad-; organizaba reuniones y seminarios donde se comportaba de forma cruel y humillaba a los participantes, igual que hiciera con él Don Juan para acabar con su ego, y se sacó de la manga coitos rituales y cuanto le era útil para doblegar la voluntad. Pero lo que nadie podía esperar, a pesar de sus achaques de los últimos años, fue que muriese de cáncer en 1998 como cualquier ser humano. Cleargreen ocultó un par de meses la tragedia sin saber cómo reaccionar y para entonces las brujas del Nahual ya habían desaparecido de la faz de la Tierra. “Logré localizar a Ulrich Thal, hermano de su favorita, Florinda Donner (Regina Thal), y él no tenía ninguna duda de que se suicidó como las demás por el peso de la culpa”, resume. Unos años después la muerte del Nahual se descubrió en el desierto de California el cadáver de una mujer devorado por los coyotes y al tiempo se identificó como Patricia Lee Partin, la llamada ‘explorador azul’, hija espiritual de Castaneda y materialización, según el neonahualismo, de un “ser inorgánico”.
“Si Castaneda hubiese tenido ambición política, habría llegado a ser presidente de Perú” – Manuel Carballal
Curiosamente, a pesar de que Carlos Castaneda fue incinerado y que existen grabaciones de cómo su salud se fue deteriorando, muchos de sus seguidores siguen pensando que tenía un doble, como McCartney o Elvis… Otra de las historias que el gurú alimentó durante su vida, cuando hizo creer a su segunda esposa, Margaret Runyan que la dura discusión que habían mantenido en un hotel no existió nunca, o que fue ‘el otro’ quien la protagonizó. “Entrevisté a una pareja de devotos que asistían a sus clases nocturnas y que se dedicaron a seguirlo y grabarlo en sus últimos días enfermo y encorvado. Pero ellos también pensaba que era su gemelo, que había un Castaneda nacido en Cajamarca y otro que era el verdadero Nahual, el doctor de UCLA. La existencia del doble fue refutada por el investigador y criminólogo, quien durante meses recopiló muestras caligráficas y las envió a expertos en documentoscopia, concluyendo que solo hubo un Carlos Castaneda.
Una búsqueda peligrosa
Durante la exposición de este complejísimo entramado, el autor hace a menudo paralelismos entre el Nahual y un coetáneo suyo, Charles Manson, que en los años 60, en aquella misma California, tenía su propio grupo de seguidores muy parecido al del brujo. “Ambos se llamaban Carlos, eran bajos y tenían un aspecto similar. La diferencia es que Castaneda consiguió algo más increíble que inducir a sus devotos al asesinato, que llegasen a suicidarse”, dice. Al igual que Manson, Osho o Marshall H. Applewhite, líder de la secta ovni Heaven’s Gate, Carlos Castaneda era magnético y muy seductor. Cuando Carballal lo conoció en 1994, se mantenía en plena forma pese a su avanzada edad porque practicaba artes marciales y tensegridad y tenía un discurso muy convincente –“si hubiese tenido ambiciones políticas, no me cabe la menor duda de que habría conseguido ser presidente de Perú”-. Pero además contaba con el respaldo académico de un doctorado en UCLA que le otorgaba lo que siempre quiso: “respeto” y “credibilidad”. ¿Fue por ese motivo que miles de mujeres y hombres cultos y con carrera universitaria cayeron bajo su embrujo y creyeron que solo convirtiéndose en guerreros se salvarían de ser devorados por el águila?
“Un conocido actor español me contó que la reina Sofía, muy aficionada a la parapsicología, era buena amiga de Castaneda” –Manuel Carballal
“La mayoría de movimientos espirituales –apunta el criminólogo- dirigen sus mensajes no al intelecto, sino a las emociones. El periodista Pepe Rodríguez decía que era porque el corazón está más cerca de la cartera, aunque el dinero no es el único móvil. Para caer dentro de este tipo de organizaciones se requiere que tengas curiosidad espiritual y seas una persona sensible; excepto los psicópatas, cualquiera puede caer si se nos ataca en el momento oportuno”. Y es difícil no dejarse seducir por ideas tan potentes como el camino del guerrero de Castaneda, cuando incluso muchos de nuestros ídolos se dejaron seducir por el gurú rockstar, que tuvo una asombrosa habilidad para trenzar con mitos e ideas ajenas el corpus del neonahualismo tolteca al punto de afirmar que todos en algún momento lo hemos parafraseado.
Expresiones como “el camino del corazón”, “plantas de poder” e incluso el famoso “que la fuerza te acompañe” de ‘La Guerra de las Galaxias’ –George Lucas estudió antropología antes de dedicarse al cine y también quedó prendado por los libros de Castaneda– se las debemos a él. Referencias a obras como ‘Una realidad aparte’, ‘Las enseñanzas de Don Juan’ o ‘El arte de ensoñar’ aparecen en series de culto –‘Lost’, ‘Fringe’, ‘True Detective’, ‘Los Simpson’-. Y ni siquiera la realeza queda a salvo del hechizo… “Ramón de León, que sigue siendo devoto del grupo costarricense, recibió el encargo de buscar productor para la película del Nahual y llegó hasta España para reunirse con gente del cine. Me habló de un conocido actor español que habría estado en la reunión y cuando logré llegar hasta él me contó que la reina Sofía fue una buena amiga de Castaneda, lo cual no me extraña porque sé por otras fuentes que es muy aficionada al misterio y ha organizado conferencias de parapsicología y ufología”, explica Manuel Carballal.
– ¿Te preocupa cómo pueden reaccionar los devotos de Castaneda con tus revelaciones? Cleargreen sigue haciendo mucho dinero y sus libros son un éxito –le pregunto.
– Lo tengo asumido –contesta-. Hace años que me enfrento a juicios con sectas y videntes. Pero pienso en mi amiga Concha y sé que estoy haciendo lo correcto. Es importante que exista este libro para que los lectores completen las piezas del puzle y escojan si quieren seguir creyendo.