Celia Rico Clavellino: “Hasta que las mujeres no tengamos la posibilidad de escribir y de dirigir nuestras películas, ciertos temas no se abordarán”
Celia Rico Clavellino estrena en el Festival de Cine de San Sebastián su primer largometraje: Viaje al cuarto de una madre, protagonizado por Anna Castillo y Lola Dueñas
“Anna Castillo es una de las actrices sobre la cual más se habla ahora, pero ¿cómo no hablar de ella si es una actriz increíble?”, comenta Celia Rico Clavellino llena de entusiasmo. Castillo protagonista junto a Lola Dueñas su primer largometraje, Viaje al cuarto de una madre, presentó en el Festival de San Sebastián. Se trata de una película intimista acerca de la estrecha, algo claustrofóbica y algo castrante, relación entre una madre viuda y su joven hija, que se siente atrapada en el pequeño pueblo andaluz en el que reside y donde trabaja como planchadora, trabajo que en su día realizó su madre. Ante la joven no hay otra vida que no sea emular el modelo de una madre que, tras enviudar, se ha encerrado en casa y ha dejado su trabajo como planchadora y como costurera.
La película narra el lento despertar de estas dos mujeres que, de una manera u otra, deben hacer punto y aparte, salir del refugio en el que se ha convertido su casa y construir una nueva vida. Gracias a Viaje al cuarto de una madre, la directora confiesa haber cumplido un sueño: hacer una película y poder “trabajar con Lola Dueñas, una actriz con la que siempre soñé hacer una película”.
Con ecos del director japonés Yasujirō Ozu, a quien reconoce que es una importante inspiración para hacer películas y hacerlas de una determinada manera, pensando que «se puede hacer cine con dos personajes y una mesa». «Supongo que me gusta mucho su forma de hacer porque son películas sencillas que, con argumentos mínimos, hablan de algo complejo, de la vida en su curso, impredecible, con sus misterios, sus arbitrariedades, sus conquistas y sus decepciones», apunta Celia Rico Clavellino, para quien Viaje al cuarto de una madre supone un gran estreno luego de haber dirigido el corto Luisa no está en casa, con el cual ganó un Premio Gaudí al mejor corto.
¿Cómo es estrenar una primera película?
Siempre que pienso en lo que significa hacer una película, recuerdo unas palabras de Herzog que dice: “Filmar películas es un procedimiento atlético, no estético, y las rodillas y muslos deben estar dispuestos a trabajar veinticuatro horas diarias». Me parece un consejo alocado, pero a la vez muy sensato. Hay algo muy físico -además de mental- a la hora de hacer cine.
para quien hacer una película es un procedimiento atlético y no estético. Me parece curioso entender el proceso de hacer una película no solo como un acto de creatividad, sino también como un acto de resistencia, porque lo es. El proceso es tan largo, pasa por muchas fases y, a veces, es difícil no desanimarte por el camino. Y es que como dice Ozu: “»En el oficio de director se sobrecarga el cuerpo o el espíritu: si ambos no son robustos, es imposible salir adelante».
¿Imagino que lo más difícil, sobre todo en estos años de recortes, es encontrar financiación?
En mi caso, por suerte, no ha sido tan difícil. Mi un caso, sin embargo, es una excepción, puesto que, como te decía, la película ha tenido la suerte de ir consiguiendo la financiación dentro de los plazos ideales. En este sentido, no he tenido la ansiedad que muchos tienen al ver que no llega el dinero y la incertidumbre de no saber si el proyecto saldrá adelante o no. Además, yo no tenía mucha prisa por rodar, prefería esperar a tener todos los elementos aliados necesarios antes de poner la maquinaria en marcha. Mi experiencia ha sido positiva, pero es evidente que la financiación es la parte más complicada en el momento de poner en marcha el proyecto. Como directora, la parte más difícil, al menos para mí, es materializar en 4 o 5 semanas de rodaje aquella historia y aquellos personajes sobre los que has estado trabajando a lo largo de dos años o más.
¿Cuánto bebe esta película de tu anterior corto? En ambos trabajos encontramos personajes femeninos que deben tomar decisiones y, sobre todo, romper lazos: en el corto, es una mujer que, tras años de matrimonio, rompe con su marido y, en la película, tenemos una joven que busca emanciparse y romper con el modelo que representa su madre…
Hay bastante relación entre ambos trabajos. A parte de la idea de la casa como lugar de protección y de confort, la idea de romper con un vínculo está presente en los dos trabajos, aunque de manera distinta, puesto que no es lo mismo el vínculo de una mujer con su marido que el de una madre con una hija. Creo que tanto el corto como la película sitúan a los personajes en una encrucijada cotidiana que les obliga a tomar decisiones. Me interesa mucho explorar lo que supone el tomar decisiones, pues es precisamente en el momento de la toma de una decisión cuando aparecen todas las contradicciones. Además, el corto y la película tienen en común el hecho que, a partir de una encrucijada, de un momento de ruptura, intento encontrar la armonía en las relaciones humanas.
Y como comentas, la armonía aparece cuando se rompe el vínculo o se establece una distancia.
Sí, exacto. Lo que intento mostrar es que cambiar de situación o de tipo de relación puede tener, en una primera lectura, una connotación negativa o dolorosa, pero, con el tiempo, cuando nos adaptamos a la nueva circunstancia, surgen nuevas cosas más positivas, que no hubieran aparecido si no se hubiera tenido la valentía de romper con lo conocido. Mi búsqueda de la armonía tiene que ver con darle la vuelta al dolor y buscar lo que se esconde detrás y, para ello, he creado dos personajes que tienen mucho miedo, pero que, en un momento dado, deciden enfrentarse a él tomando decisiones, puede que erróneas, pero sí esenciales para darle la vuelta a sus vidas. En este sentido, los personajes son miedicas y, a la vez, valientes y este doble carácter es lo que les hace ser personajes complejos.
Las dos protagonistas, son dos mujeres que, en cierta manera, representan la cara y la cruz de una misma moneda.
Sí, las dos mujeres, interpretadas por Lola Dueñas y Anna Castillo, son madre e hija, pertenecen a dos generaciones distintas y, sin embargo, a pesar de la edad que las separa, son muy parecidas, aunque la hija, Leonor, no sea muy consciente de ello. En efecto, Leonor no solo no se identifica con el modelo de su madre, sino que quiere huir. De ahí que proyecte una supuesta vida mejor fuera de casa, en Londres, y cuando emprende el viaje se da cuenta que no encuentra una realidad mejor a la que ha dejado atrás. Encuentra una realidad distinta, pero no mejor. El alejarse fuera de casa le hace darse cuenta que debe encontrar su propio modelo, sin tener que rechazar lo que representa su madre. Dicho de otra manera, debe romper con su madre, para volverse a acercar a ella y comprenderla.
Y lo que se encuentra Leonor en Inglaterra es una realidad que se han encontrado muchos jóvenes que se van fuera en busca de trabajo: precariedad y muchos obstáculos para empezar una nueva vida.
Sí, efectivamente. Hay muchas películas sobre el hacerse mayor y el emanciparse y la mayoría de ellas tienen un tono ilusionante, como si el ser joven y tener la posibilidad de construirse una vida implica siempre el vivir experiencias positivas. En la realidad, ser joven y tener frente a ti experiencias nuevas no implica forzosamente que todo vaya a ser ilusionante ni que esas experiencias vayan a ser necesariamente buenas. Emanciparse, comenzar una vida nueva, es asomarse a un precipicio, a un abismo. Me gustaba la idea de que a Leonor no tenía que irle forzosamente bien fuera, pues, al final, todo aquel que se ha ido de casa y se ha ido a otro país sabe que los comienzos nunca son fáciles.
La película está ambientada en Constantina, un pueblo de Granada. Los pueblos son los enclaves más afectados por la marcha de muchos jóvenes.
Es algo inevitable, es algo a lo que no se puede poner remedio. Salir del pueblo o salir de la casa materna es como salir del útero: es algo a lo que estamos predestinados. Y el hecho de que salir del pueblo sea algo que atañe a todos los jóvenes hace posible que la historia de Leonor no sea una historia única, sino la de muchas otras chicas de su edad. Por otra parte, ambientar la película en el pueblo me permitía crear dos ambientes distintos: por un lado, el ambiente claustrofóbico, cerrado, donde todos te conocen y todos conocen tu historia. Por otro lado, el ambiente de protección y de compañía que hay en el pueblo, donde difícilmente estás sola, porque siempre estás rodeada de que gente que te conoce y está a tu lado.
Y lo paradójico es que, si bien el pueblo tiene un papel fundamental en la película, casi toda la acción se reduce a la casa.
Sí, la película transcurre mayormente en una casa y, por tanto, la podríamos a ver rodado la película en una casa cualquiera, sin necesidad de ir al pueblo. Sin embargo, para mí era importante ir al pueblo para poder colocar a las actrices en el lugar en el que se desarrolla la historia y para que pudieran sentir el ambiente y convivir con la gente del pueblo. Esto ayudó a crear el ambiente de la película.
El hecho de rodar en tu pueblo, Constantina, tuvo que ser todo un acontecimiento para los vecinos.
Lo fue. Mi productor, siempre me decía que hay que rodar ahí donde te quieren. Y eso hice y encontré una enorme predisposición, todo el mundo quería colaborar y colaboró. Los figurantes son gente del pueblo, hay parte del equipo que contratamos en el pueblo, los vestidos fueron cosidos por las costureras del pueblo, mi madre y mi tía participaron también…. Yo tenía el deseo de rodar en mi pueblo y, al hacerlo, sin darme cuenta, fusione la ficción con mi propia vida y las dos cosas se entremezclaron.
En tu corto y, ahora, en tu película, las mujeres son las protagonistas. Como comentan algunas actrices, ¿faltan historias sobre mujeres?
El escribir historias protagonizadas por mujeres no es, en mi caso, algo premeditado. Yo escribo sobre cosas y emociones que conozco de forma directa o indirecta y, por ello, creo personajes femeninos. Al fin y al cabo, estoy dentro de un cuerpo de mujer. Claro que podría haber escrito sobre la relación entre una hija y un padre, pero quería abordar el tema de la unión física entre dos cuerpos y esta unión solo se puede establecer con la madre.
Te lo pregunto ya no como directora, sino como espectadora.
Para un hombre es más fácil escribir historias protagonizadas por hombres, historias que giran en torno al hombre, ¿qué sucede entonces? No creo que el problema esté en los personajes, sino en las personas que escriben las historias y en las personas que dirigen estas historias. En el momento en que más mujeres escriban y dirijan, habrá más personajes femeninos, se contarán más historias y se abordarán más temas que tienen a la mujer de fondo. A veces pienso, ¿cuánto se ha hablado de ciertos temas, como la menopausia, por ejemplo, que afectan directamente a las mujeres? Pues se ha hablado muy poco. ¿Por qué? Porque quienes escriben y dirigen son principalmente hombres. Por tanto, hasta que las mujeres no tengamos la posibilidad de escribir y de dirigir nuestras propias películas, ciertos temas no se abordarán.
¿Has encontrado mayor dificultad en tu trayectoria por el hecho de ser mujer?
De una manera soterrada, puede que sí. El problema es que muchas veces no sabes dónde está el origen de este freno, si está en el otro, en uno mismo, en el contexto. A lo mejor, al no haber tenido tantos referentes de mujeres directoras ha hecho que yo no me proyecte como directora, que yo pensara que fuera posible que yo dirigiera una película. Además, a parte de la cuestión de género, hay también una cuestión económica o de clase: el cine o la cultura, a menudo, ha estado en manos de la gente que se lo podía permitir. Por tanto, cuando no provienes de una clase privilegiada, difícilmente te proyectes como directora. Piensas que tu lugar no está en la dirección, sino detrás, trabajando para otros.
Sin embargo, hay una percepción generalizada de que el cine implica dinero, glamour, lujo… aunque, en verdad, sea mera apariencia.
Se ha proyectado, sobre todo desde Hollywood, una imagen del cine muy vinculada al glamour y al dinero, pero que, en realidad, no tiene nada que ver con el cine y que, quizás, hace que la gente piense que dedicarse al cine implica estar rodeado de glamour. En realidad, el cine como profesión es muy precario y está lleno de incertidumbres: un día sacas una película, pero, luego, ya no consigues sacar la siguiente. A mí me gustaría que dejáramos de proyectar esa imagen, me gustaría que hubiera menos alfombras rojas y menos trajes y que la conexión de la gente con el cine fuera a través de las películas y no a través de las personas que ponen su rostro.