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Nunca te ganarás la vida con la guitarra, John Lennon

Cuando John Lennon nació, las bombas alemanas caían sobre Inglaterra. La leyenda cuenta que su tía Mimi llegó hasta el hospital cubriéndose por la metralla, parando a cada paso, en un esfuerzo homérico por ver al pequeño salir del vientre de su hermana.

Cuando John Lennon nació, las bombas alemanas caían sobre Inglaterra. La leyenda cuenta que su tía Mimi llegó hasta el hospital cubriéndose por la metralla, parando a cada paso, en un esfuerzo homérico por ver al pequeño salir del vientre de su hermana. Todos quisimos creer en la belleza de aquel relato, pero la dichosa documentación de la época lo fulminó de un plumazo: no hubo bombardeos en Liverpool aquella noche, 9 de octubre de 1940, en que llegó el músico más grande de la canción popular británica. Con permiso de Paul McCartney.

La contraportada de ‘John Lennon/Plastic Ono Band’, con el rostro del pequeño John.

Cuando John Lennon nació, su padre estaba en el mar, faenando. Apenas lo vio en su vida: envió dinero a casa en los primeros años, se preocupó por él un par de veces y perpetró un intento torpísimo de secuestro –desbaratado por la madre– cuando el pequeño tenía seis años. El padre alegó que se iba con él unos días de vacaciones, pero la madre descubrió que el viaje no era a Oxford, sino a Nueva Zelanda, y que tampoco serían unos días, la temporada sería más larga. Aquel desafío supuso la ruptura definitiva del matrimonio.

Curiosamente, Alfred Lennon no se esforzó por recuperar el amor perdido de su hijo hasta que John irrumpió como un héroe de la música. John sacó entonces su orgullo de león herido; rechazó todas sus disculpas y archivó el caso sin opción para las alegaciones. Años después reconoció que de pequeño pensaba en él como un muerto. El único padre que conoció John se llamaba Julia.

Cuentan los biógrafos que Julia era rebelde e inquieta, que era baja de estatura y que amaba la música, que se enfrentó a su familia para casarse con Alfred y que más tarde sufrió un abandono que los padres pronosticaron. Jamás aprobaron su forma de vida y su afición por los bares. Su hermana Mimi reclamó con éxito la custodia del niño y acabó dándole a John una casa y una disciplina militar que sorteó como pudo.

“La guitarra está muy bien, pero nunca te ganarás la vida con ello” – La tía Mimi, a John Lennon

Todavía no era adolescente John cuando descubrió que su madre no vivía tan lejos e inició una aproximación desesperada para ganarse el amor negado. Ella le daba todo aquello de lo que su tía le privaba: la libertad de la música, una guitarra. La tía Mimi nunca fue tan permisiva, esperaba del joven un futuro más digno. “La guitarra está muy bien”, le advirtió, “pero nunca podrás ganarte la vida con ello”. John visitaba a su madre cada día, a menudo a espaldas de la tía, hasta el día de su muerte.

John Lennon cumplió los dieciocho huérfano de padres. Un conductor atropelló a Julia mientras cruzaba la calle, a tanta velocidad que su cuerpo aterrizó a 30 metros. John digirió con desesperación la noticia: “La perdí dos veces. La perdí cuando tenía cinco años y la perdí cuando estaba recuperando la relación con ella”. Julia fue su primera musa y a ella le escribió las canciones de amor más bellas. “La mitad de lo que digo no tiene sentido”, susurra en el White Album. “Pero lo digo sólo para llegar hasta ti”.

Nunca te ganarás la vida con la guitarra, John Lennon
John Lennon, en 1964, con Paul McCartney y Ringo Starr en Central Park (Nueva York). | Foto: AP

Cynthia, la primera esposa de John, confirmó que el trauma de su infancia lo acompañó de adulto como una sombra. Dijo de su marido que era un hombre colérico y que perdía la cordura cada vez que bebía. “El alcohol le sentaba muy mal”, contó en una entrevista para El Mundo. “Hacía aflorar ese dolor. Aunque John consiguió un gran éxito como artista y era feliz con la música, jamás logró superar del todo su infancia”.

Al menos su madre tuvo el tiempo para admirar el talento inusual de su hijo: John actuó ante ella con aquella banda a la que llamó The Quarrymen. Los testigos contaron que Julia bailó como una loca, llevada por el rock and roll y por el entusiasmo de su hijo, le gritaba piropos y silbaba sin parar. Aquella fue una fiesta salvaje. Julia fue la única que trató de convencer a John para intentarlo, ante todo y contra todo. The Quarrymen no era más que una banda de amigos, vecinos que iban al colegio juntos y ensayaban por las tardes. Pero John Lennon vivía para la música. Poco después conoció a Paul y todo cambió: el nombre de la banda, el rumbo de su vida, el siglo entero. Todo cambió y John debió pensar entonces en las viejas palabras de su tía. Lo siento, querida Mimi, pero estabas equivocada.

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