María Bastarós se estrena en la novela con una historia de violencia, en clave de género y a la española
Entre la realidad y la ficción, el relato periodístico y el western, la España vacía y las grises urbes, María Bastarós teje un inquietante thriller en Historia de España contada a las niñas.
En su primera novela, Historia de España contada a las niñas, María Bastarós construye un desgarrador relato galardonado con el premio Puchi Award, un proyecto de La Casa Encendida y la editorial Fulgencio Pimentel.
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Entre la realidad y la ficción, el relato periodístico y el western, la España vacía y las grises urbes, María Bastarós teje un inquietante thriller en Historia de España contada a las niñas. Combinando sin pudor géneros, lenguajes y diferentes voces, esta vigorosa novela coral construye un despiadado relato sobre nuestra historia reciente que ha logrado alzarse con el premio Puchi Award en su segunda edición.
“Soy historiadora, y normalmente escribo desde la investigación, buscando el rigor, con lenguaje académico. Hace un par de años empecé a hacer poemas de ficción y me pareció muy liberador. Este libro es la mezcla de ambas tendencias: mi interés por los sucesos reales y la historia y mi deseo de experimentar con las ficciones”, explica Bastarós a The Objective. “El título es un poco una vacilada, pero con fundamento: obviamente este libro no es un manual de historia ni una crónica -aunque tiene retazos de ambos-, pero creo que en conjunto dibuja un paisaje que encaja bastante con el de la historia de nuestro país en clave de género. Una historia en la que la violencia hacia la mujer constituye casi una forma de folklore, pero trufada de mecanismos de resistencia y sabotajes”, añade.
De este modo, Bastarós presenta a un rosario de personajes –que poco a poco van conformando una conmovedora saga familiar– por medio de breves pinceladas que el lector irá descifrando a medida que avance. Dos hermanas secuestradas. Una contradictoria conferenciante. Una joven aparentemente perfecta en medio de una crisis existencial. Una pícara superviviente. Un matriarcado de origen desconocido. Un niño atravesado por el destino. Una pareja marcada por un horrible suicidio. Unos seres desnortados que, en opinión de la autora, solo necesitan que los dejen en paz. “Y eso en este mundo de leyes y expectativas y redes sociales y control constante es prácticamente imposible”, afirma.
Todos se revelan a través de un suceso, una conversación de Whatsapp, una noticia o un diálogo casual, retales que muestran sus miedos, motivaciones, traumas del pasado o secretos. Los lugares también son parte central de la historia, ya sea por su peso en la narración o su influencia en este plantel de almas. “Muchas tramas se originan a partir de descripciones de lugares más o menos reales -los lugares me interesan muchísimo, normalmente más que las personas- como las de Beratón, Nuez de Ebro o Tonopah (Arizona), sitios que me han impactado de alguna forma y que han acabado generando contextos y personajes completamente ficcionales”, cuenta Bastarós. “Tal vez las tramas para las que más fielmente me he documentado son la de las apariciones ovnis de Robledo de Chavela y la de la médium Josefa Tolrá”. Y hablando de noticias inspiradas en noticias reales, señala: “la adolescente que salta desde la azotea de un edificio bebe de un caso que sucedió en Zaragoza y que fue muy traumático a nivel local, Valeria y Miranda tienen mucho del monstruo de Amstetten, y los chats de Whatsapp están directamente inspirados por el reciente caso de La Manada”, añade.
La violencia, en particular la ejercida contra las mujeres, es uno de los ejes de Historia de España contada a las niñas, no solo como denuncia sino como una forma de arrojar luz sobre la construcción y las imposiciones de los roles de género. “Las mujeres son las receptoras de violencia más habituales, pero también se habla de la violencia que se inculca en el macho y de cómo esa violencia lo pervierte”, señala la autora, que aclara: “No he querido representar a los personajes que la sufren como simplemente víctimas de esas violencias. Son víctimas, claro, y algunas están en evidente situación de abuso, pero son muchísimas más cosas, generan sus mecanismos de supervivencia y tienen emociones que trascienden ampliamente esa condición. Hay una tendencia a aplanar a los personajes en el papel de víctima, y nada más lejos de la realidad: las víctimas pueden ser crueles, brillantes, tener sentido del humor, apropiarse de la violencia, resignarse, sorprender. La condición de víctima no anula la complejidad del ser humano”.
La mayoría de los personajes –que no todos– son mujeres. Y de aquí surge otro debate candente: ¿los relatos protagonizados por hombres siguen siendo la norma y los liderados por mujeres un nicho creado por y para ellas? “Para mí un gran problema, al menos en ficción, es que los hombres, los personajes masculinos, han acaparado la épica y el humor. Los elementos activos de las historias, los que generan acontecimientos, son casi siempre varones, y los personajes femeninos se limitan a orbitar alrededor. Es sencillo: un personaje masculino es sólo eso, un personaje masculino al que se puede adornar con cualquier virtud y cualquier tara, pero un personaje femenino viene revestido de un montón de asunciones de género y parece que limita más a la hora de crear”. En su caso, “Tanto los personajes masculinos como femeninos deben ser poliédricos para que me resulten atractivos, es una cuestión creativa más que ideológica, aunque la creación de personajes femeninos de ficción complejos y con su propio universo sea necesaria y tenga frutos que van más allá de lo literario”.
Además de escritora, María Bastarós (Zaragoza, 1987) es gestora cultural, historiadora del arte, conferenciante y fanzinera. Lo que en parte explica que, escribiendo, se permita romper la cuarta pared o, en este caso, saltar de las páginas e increpar al lector con indicaciones sobre cómo imaginar una escena o notas al pie que recuerdan su autoría y eliminan cualquier rastro de un narrador omnisciente ajeno a la historia. Sobre lo primero, señala: “Yo trabajo normalmente desde la gestión cultural y el arte contemporáneo, y mi imaginario es muy visual: fotografía, performance, cine, series, internet. El arte y el cine están muy presentes a lo largo del libro -en un determinado momento se habla de Abel Azcona, Louise Bourgeoise o Hasta que llegó su hora– y las descripciones estéticas de algunas escenas obedecen un poco a esa necesidad de comunicarse de forma visual. Tanto la estructura del libro como la importancia de los diálogos o de lo visual tienen un poso muy cinematográfico”. En referencia a su presencia relatora, apunta: “Imagino que obedece a un deseo de comunicación sincera entre tanta trama estilo thriller. El papel del narrador es algo que trabajo mucho como historiadora: cómo todos esos relatos que creemos o aprendemos como verdades con mayúsculas se crean a partir de narrativas elaboradas por personas o colectivos con intereses concretos. Qué intereses hay detrás de cada narrador y, en consecuencia, de cada historia, es algo que aparece en varias ocasiones a lo largo del libro”.
El objetivo de Puchi Award, un proyecto de La Casa Encendida y la editorial Fulgencio Pimentel, es premiar las propuestas de libro más libres, brillantes y renovadoras, centrándose únicamente en su osadía y su vinculación con los distintos lenguajes del presente. Bastarós cumple con esto y además, atrapa al lector en el misterio de sus complejos personajes, que navegan entre la prostitución, el arte contemporáneo, el feminismo new age, el veganismo o las raves. Sin ánimo de hacer más spoilers, atrévanse a hincarle el diente.