Chiquito de la Calzada también es político: esto leerán los millennials en 2019
Caballo de Troya y Temas de hoy estrenan sus propuestas editoriales para 2019 con las que quieren hacer hueco a la generación nacida entre finales de los ochenta y los noventa y «establecer una conversación con nuestra actualidad»
Desde hace unos años -como quien grita “¡eureka!” ante un gran hallazgo o clava la bandera en un territorio que toma como propio- la generación millennial es tema constante de conversación y marketing. La arenga no cesa: todo el mundo está pendiente de las querencias y necesidades de estos jóvenes y, al mismo tiempo, se les acusa de ser narcisistas, egocéntricos, quejicas y frágiles cual finos-finísimos smartphones precipitados al suelo. Mientras todo esto ocurre, otros, más avezados y vivos, dicen que no, que en quien hay que fijarse (esto es, que a quien hay que comprar) es a la generación Z, la nacida, dicen algunos sociólogos -porque en esto siempre hay controversia- entre el 1995 y 2010.
La industria editorial no vive ajena a estos vaivenes.“Un editor es como un lector que viene del futuro”, dice Marcel Ventura. No sabemos si Ventura viene desde tan lejos: sabemos, eso sí, que tiene 32 años y que va a liderar la reinvención de Temas de hoy, mítico sello de Planeta que, si bien hasta ahora era un consabido cajón de sastre, va a dedicarse “sostenidamente” a los “jóvenes adultos”. Bien pensado, es un término que nos une y pone de acuerdo a todos, porque apela a lectores y lectoras cuya generosa franja de edad oscila entre los primeros veinte y los 35 años. Un target que sustituye a etiquetas acaso más confusas y que plantea una pregunta: ¿qué importa hoy a estos, que son muchos y diversos, pero hijos de la crisis todos?
Género, clase, ansiedad, humor, identidad, duelo… los temas que importan a los lectores jóvenes
“En efecto, este es el primer caso reciente de un sello que se va a dedicar sostenidamente a pensar en ese lector nuevo adulto”, confirma Ventura, que en esta peripecia editorial está acompañado por otros dos editores de 28 y 25 años –Sergio Siendones y María Sobrino, respectivamente: los “lectores ideales” que imaginan-. Hasta ahora, Planeta no había reparado “de forma sostenida” en ese perfil. Tienen en mente a editoriales como Blackie Books, Ediciones Hidroavión, Reservoir Books o Malpaso para poner en marcha un catálogo que solo en 2019 va a traernos 35 títulos que buscan “establecer una conversación con nuestra actualidad” -y por “nuestra” se refiere a una “plural, atomizada, diversísima”-. “Este va a ser un primer año donde queremos descubrir cuáles son esas trincheritas para pelear, para discutir, para divertirnos también”, anuncia Ventura.
Hablando de etiquetas y de generaciones, Antonio J. Rodríguez, periodista, escritor y editor, apunta que “una generación no sustituye la subjetividad individual, pero la subjetividad individual nunca es una isla y siempre está ligada a un contexto”. Rodríguez, recientemente acuñó en El País un término para un conjunto de voces, en su mayoría femeninas, nacidas entre los ochenta y noventa (Cristina Morales, Aixa de la Cruz, Lucía Baskaran, María Sánchez, Sabina Urraca, Berta García Faet…): La generación. El otro gran grupo editorial en España, Penguin Random House, también tiene su propuesta en este sentido. Desde que Luna Miguel y Antonio J. Rodríguez -nacidos en 1990 y 1987 respectivamente- son los editores invitados de Caballo de Troya -también lo serán, según lo anunciado, en el 2020- el sello de las voces noveles ajustó un poco más los requisitos ante el envío de manuscritos: valoraría positivamente que los autores postulantes perteneciesen a la generación de los editores residentes (esto es, nacidos en la década de los noventa y también hacia finales de los años ochenta), así como la no ficción como género literario. Todo ello en aras de buscar el riesgo, la experimentación e historias cargadas de feminismo, combate e ironía, prestando especial atención a aquellas voces provenientes del periodismo, escuela a la que pertenecen tanto Miguel como Rodríguez.
Libros combativos: “una conversación con lo público”
Luna Miguel y Antonio J. Rodríguez han tenido que ser mucho más selectivos que sus compañeros de Temas de hoy: este 2019 “solo” publican seis historias. Ha sido “muy difícil” y el resultado queda tal que así: Game Boy, de Víctor Parkas (febrero); Cambiar de idea, de Aixa de la Cruz (marzo); ama, de José Ignacio Carnero (abril); Había una fiesta, de Marina L. Riudoms (mayo); Listas, guapas, limpias, de Anna Pacheco (septiembre); y, por último, Cómica, de Abella Cienfuegos (octubre).
De acuerdo con su carta de presentación, con esta selección, Luna Miguel y Antonio J. Rodríguez quieren, más que “construir” un catálogo joven, “delimitar el escenario” al que, como creadores y editores, también ansían pertenecer. Urge encontrar ese hueco hasta ahora tan complicado de habitar: el que tenían que ocupar, por derecho, los autores de finales de los ochenta y noventa, cuyas narrativas están atravesadas por la precariedad económica y por las reflexiones sobre el género.
Y eso está muy presente en los textos. Si bien, “una novela no es manifiesto político, o por lo menos no los títulos de Caballo de Troya que aparecerán en los próximos meses”, aclara Antonio J. Rodríguez que “todos estos -los debates relacionados con las corrientes identitarias pero también con la clase social- son temas que están definiendo la conversación pública de mucha gente ahora mismo, y que por lo tanto es inevitable que permeen en el trabajo de lo que están haciendo los escritores actualmente”.
“La cuestión generacional aparece de forma poliédrica a lo largo de la colección con matices anímicos muy distintos: hay mucho humor y muchos humores, hay mala leche, hay una sentimentalidad honda y poética, hay un afán provocador, hay autocrítica…”, resume. La percibimos en los relatos del periodista Víctor Parkas, que reflexiona sobre nuevas y viejas masculinidades, llevando la suya propia (y, por lo tanto, sus privilegios) a juicio; en las memorias de Aixa de la Cruz, a punto de cumplir los treinta y con varios libros publicados, que continúan el tono confesional de su reciente Diccionario en guerra (La Caja Books, 2018) y que son, en definitiva “agudas reflexiones sobre diversos temas de calado social” en las que la autora despliega “un estilo literario rico y combativo”.
Por su parte, Anna Pacheco y José Ignacio Carnero nos recuerdan las misiones que nuestros mayores -intuyendo que seríamos los primeros en romper el pacto generacional- parecían encomendarnos en un mundo de supuestas libertades en riesgo tras una feroz crisis económica y con un machismo aún desvelándose. Ambos exploran en su genealogía y orígenes para hablar sobre ideas políticas, construcción social de género y clase, expectativas cumplidas e incumplidas y sobre memoria familiar. Por último, Marina L. Riudoms y Abella Cienfuegos escriben, respectivamente, sobre juventud, feminismo y sexo con aires a la primera Despentes; y sobre orígenes humildes a través de una humorista de stand up comedy en Nueva York, lo que dará pie también a reflexionar sobre la era Trump, identidad, feminismo, raza y duelo, un tema que comparte con Carnero.
Temas de hoy está en línea con Caballo de Troya: van a publicar textos políticos, sí, pero entendiendo la política “más allá de lo partidista”, como “una conversación con lo público”. “Es evidente que si el libro número uno de la colección es una historia de transexualidad, violencia y masculinidad (Un hombre de verdad, de Thomas Page McBee; ya a la venta), ponemos un foco importantísimo en la conversación sobre género.
Queremos hablar mucho de masculinidades tóxicas, y ese feminismo queremos verlo también con humor, como en los Juegos reunidos feministas (de Patricia Escalona y Ana Galván; saldrá en febrero). Queremos hablar de la ansiedad y la depresión (Cosas que piensas cuando te muerdes las uñas, de Amalia Andrade; febrero), queremos hablar de la lectura y de la importancia de lo público (La biblioteca en llamas, Susan Orlean; marzo), queremos tocar temas como el suicidio y la tristeza (Por qué lloran las ciudades, de Elisa Levi; ya a la venta), queremos hablar de la construcción de la identidad femenina en contraposición con las relaciones tóxicas masculinas (Cuerpos malditos, de Lucía Baskaran), queremos hablar de música: hay muchas editoriales con maravillosos libros de rock, nosotros queremos enfocarnos un poquito más en el hip hop y en la electrónica (Deja que te combata, de Nathy Peluso; abril)”, sintetiza el editor. Cree que todos estos libros “tienen una conversación política de fondo”: entiende que “un catálogo es una conversación política con las cosas, incluso desde el humor de lo nostálgico también haces una reflexión sobre el país en el que estás. Es decir, Chiquito representa algo muy importante para lo que es España y lo que ha sido el cambio de los noventa hasta hoy (Las legendarias aventuras de Chiquito, de Sergio Mora; marzo)”.
Y aún habrá más: en septiembre publicarán un libro de Magnus Hirschfeld, “el primer terapeuta en acuñar la palabra “travesti” a principios del siglo XX”; otro de Bruce Schneier (Click aquí para matarlos a todos) “en la onda de Black Mirror: Schneier es un experto en seguridad de internet y la premisa de este libro es que mientras más dispositivos estén conectados a internet, más fácil va a ser para un hacker acabar con el mundo, literalmente”. Incluso la gentrificación -desde luego, uno de nuestros temas de hoy- tendrá su hueco, abordada desde una perspectiva periodística “gonzo de mierda” -nos concede permiso Ventura para ponerlo así-: “en Barcelona pillamos a Pol Rodellar, que se fue a pasar una temporada en carrer Parlament” y contará “su experiencia de traicionar su espíritu punki, envejecer y entregarse al vermú, a los restaurantes veganos y a las peluquerías de perros” (Cristina Daura pone las ilustraciones); en Madrid, con la calle del Pez de fondo, “tenemos a Xavi Sancho, que ha hecho un ejercicio muy divertido para ilustrar la locura, el delirio, la gentrificación y la estupidez” (ilustrado por Fernando del Hambre).
Mayoría femenina sin “espíritu de cuota”
“Suele decirse que la igualdad también consiste en que haya jefas incompetentes, de la misma forma que hay un montón de jefes incompetentes. Creo que ocurre algo parecido si hablamos de mujeres escritoras: es posible, bajo mi punto de vista, que el boom que estemos viviendo nos acerque un poco más a la igualdad”. En catálogo de 2019 de Caballo de Troya lo componen cuatro mujeres frente a dos hombres, pese a que todavía llegan más manuscritos firmados por hombres que por mujeres a las editoriales posiblemente debido a, según Rodríguez, un “fenómeno derivado del hecho de que históricamente los hombres experimentamos una mayor inclinación a la logorrea -estimamos que lo que tenemos que decir tiene más valor, somos menos cautos a la hora de hablar porque sobre nosotros recae menos fiscalización, y en consecuencia solemos ser más temerarios, etcétera-“.
Sin “un espíritu de cuota detrás”, en Temas de Hoy han “tenido mucha dificultad para pillar una voz masculina” que les “apasione”. “En diez meses leyendo manuscritos, no pillamos y seguimos sin pillar una voz masculina que nos apasione”, afirma Marcel Ventura, tajante, admitiendo al mismo tiempo que el “periodo en estos últimos dos años maravillosos de lucha y combate femenino” puede estar favoreciendo “que estemos viendo lo que están escribiendo las mujeres”.
(Coda) Dos temas generacionales a considerar: la tecnología y la tristeza
El de Hirschfeld es el único libro de los mencionados en el que la tecnología -y sus problemáticas- se menciona específicamente. En los demás se la espera, pero no está como centro o conflicto. Antonio J. Rodríguez cree que esto ocurre porque “hemos llegado a un momento en que las nuevas tecnologías son para muchas personas lo que el agua para el pez: no le prestamos mucha atención porque simplemente está ahí, como el aire, el sol o las bocas de incendio. Evidentemente, las nuevas tecnologías son importantes en la vida diaria, y en consecuencia cobran importancia en la literatura actual, pero su naturalización necesariamente comporta un papel secundario, de la misma manera que así lo tienen el aire, el sol o las bocas de incendio…”.
Por otro lado, se hace necesario mencionar que la tirria -antipatía, ojeriza- al millennial existe (una “generación absurdamente criticada desde ciertas tribunas”, dice Antonio J. Rodríguez), y se manifiesta, por ejemplo, en el ataque a su queja y su tristeza -justificada o no (¿habría que justificarla, en realidad?)-, propia de cualquier generación joven, pero agravada acaso por la incertidumbre económica y laboral. Elisa Levi y Amalia Andrade, en Temas de hoy, son exponentes de ello. Su editor, Marcel Ventura, cree que “habitar la tristeza es cualquier cosa menos quejarse” y las defiende alegando que sus libros “son profundamente vitalistas”. “Tener un tema triste no significa tener un libro triste, o un desenlace con una muerte no es necesariamente un final triste: sentirse arropado por cualquier emoción creo que es lo más maduro que se puede hacer y me parece que muchos de los libros que estamos publicando apuntan a eso”. “Déjenme estar triste, no tiene nada de malo no encontrar la clave de la felicidad rápidamente o automáticamente”, concluye. En esas estamos.