'Sex Education': los clichés y tabúes del sexo adolescente en Netflix
La nueva apuesta de Netflix es la serie británica ‘Sex Education’ que indaga en el sexo adolescente de una manera inteligente y con mucho humor.
«Cariño, me he dado cuenta de que estás fingiendo que te masturbas, ¿quieres hablar de ello?».
—Jean Milburn, madre de Otis.
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De todos los tabúes que han existido y continúan transitando en la sociedad, el del sexo es tal vez el más contradictorio. El escándalo ha disminuido y la indignación señorial, cuasi prehistórica al hablar de sexo, enfermedades de transmisión sexual, placer, masturbación y otros, sin tener que censurar las imágenes o palabras del discurso se ha dejado atrás; no obstante, cierto tabú continúa bien sea por sobreinformación, desinformación, ignorancia o todas las anteriores. En pocas palabras, cuando se trata de sexo todavía persisten unos cuantos estigmas y censuras por derribar.
Este año Netflix se ha montado en un escalón ligeramente más alto no solo para dejar atrás los clásicos antagonismos en el sexo, sino para proponer una ingeniosa e informativa conversación acerca de la sexualidad adolescente y la formación/aceptación de la identidad sexual durante la juventud. Sex Education es la nueva serie del canal de streaming creada por Laurie Nunn, cuyo guión enmascarado en una entretenida comedia adolescente entabla un perspicaz diálogo sobre las expectativas, errores y clichés del sexo en la adolescencia, incluyendo el rol de los padres y el colegio en la ecuación.
Moordale y el sexo
Moordale es un pueblo ficticio de Inglaterra y escenario de una sobredosis de feromonas tras culminar el receso de verano. En este contexto la virginidad comienza a verse como algo vergonzoso y la iniciación en el sexo es el tema de conversación entre la mayoría de los jóvenes. La alusión al cliché en donde la adultez está directamente relacionada con la experiencia en el sexo es obvia e ingeniosa. En Moordale todos parecen regresar a clases con información de primera mano en las destrezas del coito, todos menos Otis Milburn (interpretado por Asa Butterfield) y Eric (interpretado por Ncuti Gatwa).
Otis es hijo de una singular y desenvuelta terapeuta sexual interpreta por Gillian Anderson que por más que lo intente no logra masturbarse, una situación irónica totalmente intencional -que involucra a una madre que decora su casa con tótems en forma de vaginas y penes-. Por otro lado, su mejor amigo Eric intenta encontrar su lugar con la claridad que le da ser abiertamente homosexual en su escuela, pero sin hallar precisamente un punto de apoyo para sus ambiciones.
La acción entra cuando Otis se convierte en una especie de consejero sexual de su colegio gracias a la ayuda de Maeve (interpretada por Emma Mackey), una clásica chica mala e inteligente guiada por clichés que no tienen nada que ver con la realidad. Ambos estudiantes forman una precaria consulta terapéutica que tiene lugar en los baños y salones del instituto durante sus recesos y horas libres. De nuevo, la ironía de la situación es totalmente intencional: un chico virgen y sin ningún tipo de experiencia sexual, con problemas para masturbarse y eyacular, se convierte en el comodín predilecto de los estudiantes para aclarar sus confusiones y calamidades sexuales.
Desde una pareja lesbiana con dificultades para sincronizarse en la cama, hasta la incapacidad de un estudiante para eyacular o los complejos de una pareja por contemplarse desnudos sin utilizar la oscuridad como barrera, Sex Education procede como una especie de documental disfrazado de comedia británica que esclarece puntos claves y necesarios durante la iniciación sexual de un adolescente como pueden ser las enfermedades de transmisión sexual, el aborto, las expectativas sexuales y los complejos corporales.
Educación sexual sin finales inesperados
Netflix ha venido formando en los últimos años este target de comedia-drama sexual entre los adolescentes con series como Everything Sucks!, 13 Reasons Why o la primera temporada de American Vandal, sin embargo, ninguna de las anteriores ha sido tan acertada como Sex Education, en donde se plantean las pesadillas sexuales de un adolescente y las herramientas a su alrededor a las que puede o no recurrir en el medio de sus diatribas.
El mismo target de Netflix y Sex Education es la edad promedio con la que la cual los adolescentes españoles pierden su virginidad según el estudio ‘Los jóvenes y el sexo’ realizado en 2017, es decir una media de 17,7 años. Estudio que también concluyó que las mujeres se inician antes en el sexo y que el 18,5% de estas no usaron ningún método anticonceptivo en esa primera relación.
En Sex Education no hay estadísticas, finales inesperados o grandes descubrimientos, pero la serie brilla utilizando las complejidades del cuerpo y la mente humana como puente para explicar con humor y delicadeza que el sexo nunca es solo sexo, y que el discernimiento entre identidad, placer, amor y compatibilidad no tiene nada que ver con tecnicismos o manuales eróticos.
La serie no es solo graciosa y esclarecedora, sino que encierra una empatía particular para con cada uno de sus personajes y su paso por la escuela secundaria, en donde no todo es tan simple y festivo como se ve en la superficie. Entre estos personajes se encuentra Lily, interpretada por Tanya Reynolds, una dibujante de animé erótico obsesionada con perder su virginidad antes de terminar el año, o Adam Groff interpretado por Connor Swindells, el hijo bravucón del director con dificultades para eyacular. Luego está Eric, quien tiene una historia reservada aparte sobre discriminación y aceptación sexual, y así se van añadiendo actores de una sinceridad notable que se tropiezan y levantan en medio de la fiebre sexual de la secundaria.
Los ocho capítulos de Sex Education bastan para aguantar hasta la segunda temporada, que ya ha sido confirmada por Netflix. Mientras tanto, desde el pasado 1ero de enero la serie está disponible en la plataforma para un maratón de fin de semana informativo y necesario.