'¿Podrás perdonarme algún día?', las memorias de una falsificadora literaria
Lee Israel encarnada por Melissa McCarthy es el centro de la película ‘¿Podrás perdonarme algún día?’ las memorias de una falsificadora literaria.
El negocio de la escritura no es tan empobrecedor –monetariamente- como algunos lo tiñen, y aunque debe ser de gran ayuda no hay que ser J.K Rowling o escribir sobre vampiros adolescentes para poder ganarse la vida contando historias. Así como las demás disciplinas, el mundo de la literatura tiene muchas más aristas y caminos de los que se encuentran a la vista del lector diario, por ejemplo el negocio de los coleccionistas de cartas escritas por autores famosos, o el de la compra y venta de documentación original para los más aficionados.
En la década de los noventa, una escritora en particular se dio a conocer por haberse dedicado a falsificar y vender cartas de autores y personalidades ya fallecidas para sobrevivir no solo a su estanque económico sino también al creativo. Es así como bajo el agudo performance de Melissa McCarthy cobra vida Lee Israel en la película ¿Podrás perdonarme algún día?, las memorias de una falsificadora literaria.
Dirigida por Marielle Heller –directora de El diario de una adolescente-, escrita por Nicole Holofcener y Jeff Whitty, y basada en la memoria de Lee Israel del mismo nombre, la película nominada a los Premios de la Academia, entre muchos otros, en categorías como Mejor Guión Adaptado, Mejor Actriz y Mejor Actor de Reparto ha sido una ventana hacia perspectivas y cementos diferentes en el mundo de las letras, en donde no todo es sobre la página en blanco y el bloqueo del escritor.
Lee Israel en el mundo real
Lee Israel fue una autora estadounidense cuya carrera despega con la publicación de la biografía de la actriz Tallulah Bankhead en 1972, y la de la periodista y personalidad Dorothy Kilgallen en 1979, libro que estuvo en la lista de los más vendidos del New York Times. Su tercer libro, una biografía sobre la magnate de cosméticos Estée Lauder publicada en 1985 fue la más desafortunada de sus obras en el mundo editorial, coincidiendo con un periodo específicamente duro de dificultades económicas y alcoholismo por parte de Lee. Y es gracias a esta situación, y a la imposibilidad para pagar el tratamiento de su gato enfermo, que comienza un juego de creaciones y falsificaciones que termina en las manos del FBI.
Su tropiezo con tres cartas de Fanny Brice mientras investigaba sobre la actriz en La Biblioteca para las Artes Escénicas en el Lincoln Center llevan a Israel a vender su contenido por $40 cada una. El golpe de suerte duró poco, por lo que la escritora decidió falsificar el correo y las cartas personales escritas por décadas atrás por autores y personalidades distinguidas para luego revenderlas por sumas que, dependiendo de su contenido, rondaban entre los $100 y $200.
Entre sus más famosas estafas resaltan los nombres de Noël Coward, Louise Brooks, Edna Ferber, Lillian Hellman y Dorothy Parker, creando una rueda de plagios que incluso tras su muerte todavía circulan en el mercado con la doble intriga de quién es el autor verdadero. Para asegurarse de que sus falsificaciones parecieran auténticas la escritora llegó a comprar numerosas y antiguas máquinas de escribir, cada una decorada con una etiqueta que incluía los nombres de los falsificados: Dorothy, Noël, Eugene O’Neill, Bogart, Louise Brooks y solía acudir a las bibliotecas para remover el papel vintage de la parte posterior de los diarios del período en que las cartas a falsificar habían sido escritas. Lee también rastreaba los escritos reales y ya publicados para duplicar las firmas exactas en sus falsificaciones.
Fueron más de 400 cartas cuidadosamente falsificadas y recreadas a su antojo literario creativo, el cual la misma autora consideró luego como su mejor trabajo. “Soy mejor Dorothy Parker que Dorothy Parker”, llegó a decir.
Falsificaciones e imputaciones
Las falsificaciones de Lee del actor y compositor Noël Coward fueron tan convincentes que terminaron en una colección de cartas del autor en 2007, publicadas por Alfred A. Knopf y descrita como la «primera y definitiva colección de cartas de Coward”. No obstante, fueron precisamente las imitaciones del escritor las que acabaron con tres años de falsificaciones literarias, al tratar el tema de su homosexualidad con una libertad inusual para la época.
El punto culminante de Lee, sin embargo, fue una carta falsificada de Ernest Hemingway que finalmente condujo a su captura, declarándose culpable de conspirar para transportar bienes robados en el comercio interestatal en junio de 1993. Su condena fue de seis meses de arresto domiciliario y cinco años de libertad condicional, junto con la prohibición de entrada a numerosas bibliotecas de la ciudad.
“Israel es, por supuesto, su mejor personaje, si yo fuera bibliotecario, no dejaría pasar por la puerta a Lee Israel, pero ciertamente me aseguraría de tener su último libro en los estantes. Si fuera un editor, la firmaría para escribir una biografía de Louise Brooks, y no sólo para mantenerla fuera de problemas”, escribió el crítico Thomas Mallonaug sobre las memorias de Lee en The New York Times.
La película es sin duda una invitación a adquirir las memorias de Israel, que de nuevo se venden bien en el mercado y cuyo título proviene de una de las tantas cartas que esta falsificó de Dorothy Parker en donde escribe: «Alan me dijo que escribiera y me disculpara. Así que lo estoy haciendo ahora, mientras se viste para nuestra cena con pavo y los chicos al otro lado de la calle. Tengo una resaca que es una verdadera pieza de museo; estoy segura de que debo haber dicho algo terrible. Para ahorrarme este tipo de esfuerzos en el futuro, estoy pensando en hacer circular algunas cartas que digan: ‘¿Podrás perdonarme algún día?’.”
Dato curioso, la nueva edición del libro como promoción de la película cuesta un promedio de $13-15, pero precisamente la primera edición, la original y la que contiene esa portada blanca con la frescura de una pieza para conservar tiene un valor de hasta $300 en el Internet. Por eso, y mientras tanto, te damos a leer un abrebocas de las memorias de Israel en donde confiesa cómo en el mundo de los comerciantes literarios no todo es lo que parece.
Ladrillos y palomas
Por si aún quedara alguna duda, esta es la contundencia con la que Lee Israel habla de su fabulosa capacidad de falsificación.
«Si con la última carta usted se imaginó al dramaturgo urbano en Suiza, sosteniendo un cigarrillo y enfundado en una chaqueta, dedicado a la escritura de una carta en la década de 1960 en un rincón acogedor del Chalet Coward, la casa que compró en los Alpes para aprovechar las ventajas de Suiza y sus leyes fiscales un poco más suaves ubicada en Les Avants, Montreux, justo al bajar la montaña desde David Nivens en Château d’Oex, donde Coward recibió a invitados que incluían a Marlene, Garbo, George Cukor, Rebecca West y un grupo al que Elaine Stritch llamó alguna vez Todas las Damas Edith… usted está equivocado.
Todas las cartas aquí reproducidas, junto con cientos como ellas, fueron elaboradas por mí, concebidas, escritas, mecanografiadas y firmadas en mi apartamento estudio a la sombra de Zabar, en el Upper West Side de Nueva York, entre 1991 y 1992. Una habitación con una vista no del esplendor alpino, sino de ladrillos y palomas, un modesto apartamento que tomé en la primavera de 1969 con el avance de setecientos cincuenta dólares que GP Putnam’s Sons me había dado para escribir mi primer libro, una biografía de Tallulah Bankhead. Vendí esas cartas a varios comerciantes de autógrafos, primero en la ciudad de Nueva York y expandiéndome pronto en todo el país y el extranjero por setenta y cinco dólares el barril.»