Laura Bates: "El machismo está tan presente que no nos damos cuenta”
La autora británica defiende el feminismo como herramienta de progreso necesaria para los hombres en su visita a Barcelona
Laura Bates fundó con 25 años la página Everyday Sexism Project y desde entonces no ha dejado de recibir mensajes de mujeres que cuentan sus experiencias con el machismo. Hay casos de acoso sexual, de mensajes inapropiados, de chantajes. Han pasado siete años desde entonces y Bates se ha convertido en una voz autorizada del feminismo en Reino Unido, donde es colaboradora habitual en medios como The Guardian y donde recibió la Medalla del Imperio Británico en 2015 por sus esfuerzos para que la igualdad entre hombres y mujeres sea efectiva. “Quería hacer visible lo invisible”, nos cuenta Bates desde Barcelona, donde es una de las invitadas por Kosmopolis, el festival de literatura celebrado en el CCCB. “Sabía que tanto jóvenes como adultas estaban sufriendo acoso y abuso sexual a diario y que, sin embargo, como sociedad había una actitud de negarlo”.
El éxito de su proyecto no tardó en expandirse por otros países, como España, donde la editorial Capitán Swing publicó Sexismo Cotidiano, un libro que combina ensayo y cosmología tuitera para dejar sobre el papel miles de mensajes que han ido llegando a la web. “Creo que el machismo está en todas partes”, continúa. “Está en los medios de comunicación, en la industria del cine, en la infrarrepresentación de las mujeres en la política, en el modo en que se nos presenta en la publicidad, en los estereotipos que aparecen en libros y televisiones y juguetes. Es un problema universal y eso lo convierte en invisible. Está tan presente que no nos damos cuenta”.
La proliferación de afines al feminismo ha crecido muchísimo en los últimos tiempos. En España pudimos comprobarlo en las dos últimas concentraciones masivas en el Día de la Mujer en Madrid. Las autoridades locales estimaron que asistieron 150.000 personas en 2018. La cifra se incrementó hasta las 350.000 en 2019. Algo está cambiando, antes no era tan sencillo. Bates cuenta que cuando ella tomó la iniciativa, hasta las amigas eran recelosas.
“Estoy ilusionada porque las conversaciones están cambiando”, sonríe. “Cuando comenzamos no ocurría esto. Nos mandaban callar, decían que exagerábamos, que sobreactuábamos. Ahora hay conversaciones más serias y profundas sobre el asunto. Muchas supervivientes me dicen que este proyecto les ha dado fuerza y apoyo, que les ha hecho denunciar los ataques sexuales al descubrir que no tenían culpa de que las atacaran. Esto me hace sentir esperanzada de cara al futuro, pese a que soy realista y sigo viendo los mensajes que llegan cada día”.
«Habría que revisar los estereotipos de tipo duro que no llora porque nos afectan a todos»
En este sentido, aun cuando el encuentro se hace demasiado breve —concede diez minutos entre disculpas y a toda prisa, con el coche esperándola para ir al aeropuerto—, se felicita por la reacción tan poderosa del feminismo en España. Eso sí, no ignora los ataques que recibe por parte de sectores más conservadores y de partidos como Vox, que emplea términos como feminazis y sustituye el concepto de violencia machista por violencia doméstica. Este posicionamiento no sorprende en Bates. “Es previsible que mucha gente quiera retroceder mientras el progreso se impone”, argumenta. “Hay un gran componente de miedo alimentado por un grupo de personas a través de la confrontación. Por eso es tan importante que reconozcamos que el tipo de progreso que deseamos es beneficioso para todos, hombres y mujeres, como individuos. No es como los medios lo han mostrado a menudo, esta no es una batalla de sexos”.
Lo dice con mucha seguridad. Bates defiende que el feminismo no es una-cosa-de-mujeres. De hecho, es el arma mejor acreditada para combatir eso que se conoce habitualmente como masculinidad tóxica. “Hay que crear herramientas para reconocer hasta qué punto el sistema actual instala determinadas creencias de masculinidad sobre los chicos”, plantea. “Hay problemas de salud mental que son derivaciones de esto, hay un vínculo con las cifras de suicidios [en España, el 74,5% de los suicidios los cometieron hombres, según los datos del Instituto Nacional de Estadística en 2016]. Habría que revisar los estereotipos de tipo duro que no llora, básicamente porque son negativos y porque nos afectan a todos. Esta no es una cuestión de atacar a los hombres, esto va de cambiar cosas que a ellos también les afectan directamente”.
Le pregunto por las estadísticas de su página, si conoce el porcentaje de hombres y mujeres que la visitan. El nivel de interés suele ir vinculado al nivel de compromiso. Bates se disculpa, dice que carece de esos datos. “No tengo un registro porque Google Analytics no da esa clase de información”, se disculpa. “Sin embargo, te puedo decir que recibimos un gran número de historias de jóvenes y adultos, miles y miles, que a menudo hablan de experiencias propias, sobre todo violencia sexual. Incluso en áreas donde la mujer ejerce su poder sobre el hombre. También mensajes donde nos dicen hasta qué punto la página les ha abierto los ojos ante el machismo”.
Bates ha recibido ataques de todo tipo, se ha marchado enfurecida de debates televisados, ha soportado críticas de feministas y antifeministas. Por supuesto, eso ha conducido a la joven británica a sufrir momentos de desesperación y duda. “Pero cuando cientos de miles de personas confían en ti para contar estas historias”, replica, “sientes una responsabilidad que te anima a cambiar las cosas; cuando me siento exhausta, el trabajo de otras mujeres a mi alrededor me hace reunir fuerzas y mantener mi esperanza en el futuro”.