Nell Leyshon: “Es posible escribir y ser madre porque el deseo de escribir es tan grande que no puedes renunciar a ello”
Nell Leyshon, la prestigiosa dramaturga inglesa, vuelve a España con una nueva novela bajo el brazo: El Bosque, editada por Sexto Piso.
Muchos lectores conocieron a Nell Leyshon con El color de la leche, novela que tuvo un gran éxito a nivel internacional. Sin embargo, Leyshon ya era entonces una prestigiosa dramaturga inglesa, un referente en el mundo teatral londinenses. Ahora viene a Barcelona con una nueva novela bajo el brazo, El Bosque (ed. Sexto Piso), donde narra la historia de una madre Zofia y su hijo Pawel que son obligados a abandonar su casa en Polonia y a esconderse en el bosque, poco tiempo después de que el marido de Zofia, miembro de la resistencia, salvara la vida de un soldado inglés. Finalizada la guerra, Zofia y Pawel se instalan en Inglaterra; allí cambian sus nombres y dejan atrás su pasado, buscan construirse una vida nueva, pero no es fácil enfrentarse a una nueva cultura y a una sociedad que los mira con recelo.
Tras el éxito de El color de la leche y El show de de Gary, ¿podemos establecer una línea de continuidad entre estas novelas y El bosque?
Todas mis obras son diferentes, me gusta cambiar, me aburro si escribo siempre lo mismo. De hecho, ahora estoy trabajando en una nueva novela que tampoco tiene que ver con lo que he escrito antes. Como escritora, busco siempre personajes nuevos, busco crear un mundo y una historia que me interesan y sobre los que no haya indagado antes. Evidentemente, puede haber puntos en común entre un libro y otro; tanto en El Bosque como El color de la leche, cuento historias duras protagonizadas con por personajes reales.
Y tanto en El show de Gary como en El Bosque encontramos personajes que deben enfrentarse al peso de su propio pasado.
Sí, efectivamente. Esta característica no la comparten con Mary [protagonista de El color de la leche] que vive el momento presente, en el día a día. Es una joven que no ha tenido formación y las personas que carecen de ella suelen no pensar demasiado ni en el pasado ni el futuro, sino que viven en el presente, sin reflexionar en torno a lo que ha sucedido o lo que sucederá.
El exilio es uno de los temas principales del libro y, en concreto, el deseo de comenzar una nueva vida en otro país, borrando el pasado y los propios orígenes. De hecho, es significativo que los dos protagonistas traduzcan sus nombres polacos al inglés para pasar desapercibidos.
Cuando la gente está obligada a huir de su país y a integrarse en un nuevo contexto, precisamente para integrarse, no solo adapta sus nombres, sino también su manera de hablar, su lenguaje. La experiencia del exilio es muy dura y son muchos los que, como mis personajes, mantienen su identidad en secreto: a nivel público, se comportan como los habitantes del país que los ha acogido y solo en privado se permiten hablar en su lengua y conservar sus tradiciones.
De ahí el deseo de Zofia y de su marido de que Pawel se eduque en un internado inglés para que nadie identifique su acento polaco ni su origen.
Sí, los padres no quieren que su hijo pase por extranjero, quieren que, a ojos de todos, sea inglés. Intentan así evitarle toda posible estigmatización. Yo cuento la historia de Zofia y Pawel que, al finalizar la Segunda Guerra Mundial, huyen de Polonia, su país natal, y se instalan en Inglaterra. Su experiencia es comparable a la de muchos otros inmigrantes que hoy en día escapan de sus países y buscan comenzar una nueva vida en otro país y otra cultura. Esa estigmatización del que viene de fuera que Zofia y Pawel sufren se sigue produciendo, hoy más que nunca, con las políticas a favor del Brexit, con el giro a la derecha del país y con las políticas antimigratorias. No nos damos cuenta de que vivimos en un mundo en el que la gente se mueve, cambia de país, no tiene sentido estigmatizar a quien viene de fuera y obligarles a esconder su propia identidad.
El propio origen es el gran secreto de Zofia como también lo es la experiencia de la guerra, un tema del que nadie habla.
Sí, nadie hablaba de la guerra, ni de su experiencia. Nadie quería revelar qué papel había jugado en aquel periodo, prefería dejarlo atrás, como si no hubiera pasado. Hay que tener en cuenta que la guerra nos pone en situaciones límites y nos plantea dilemas terribles: ¿Seríamos capaces de matar para sobrevivir? Durante la guerra lo que importa es sobrevivir y esto es lo que hace Zofia, tratando de seguir con su día a día, limpiando y ordenando su casa. Trata de oponer resistencia a la guerra cuidando de su entorno y cuidándose a sí misma, de ahí que se siga arreglando, maquillándose. Es su forma de conservar su propia dignidad.
Otro de los temas que aborda en la novela es la homosexualidad en la Inglaterra de los años cincuenta, donde se la consideraba un delito.
Sí, hasta casi los años sesenta, en Inglaterra la homosexualidad se consideraba delito y se perseguía. Indudablemente, ahora la situación es completamente distinta, pero sigue siendo difícil para muchos asumir la propia homosexualidad de la misma manera que es difícil asumir para una determinada generación la naturalidad de la homosexualidad. Este es el caso de la protagonista, una mujer que nació en torno a los años veinte y que, cuando su hijo le confiesa que es gay, tiene que cambiar radicalmente de mentalidad. Hay que tener en cuenta que esta mujer, como todas las de su generación, creció en un mundo racista y lleno de prejuicios y se encuentra con un mundo completamente nuevo. Para muchas personas mayores no es fácil cambiar radicalmente de mentalidad y adaptarse a un mundo y a una sociedad completamente nueva. Por otro lado, para aquellos jóvenes de los años cincuenta, ser homosexual era terrible, significaba correr el riesgo de ser detenidos. En los locales en los que se reunían, había siempre policía de paisano esperándoles para poder detenerlos.
Comentaba antes que el Brexit ha traído consigo políticas antimigratorias.
Hasta hace tres años, Inglaterra era un país muy tolerante donde vivía gente de todo el mundo, pero el Brexit lo ha cambiado todo. El giro a la derecha de la política y el apoyo al Brexit ha fomentado el rechazo hacia la inmigración, un rechazo que no se ve en el día a día, en la calle, pero que se hace patente tanto en el momento de votar a partidos de derechas como en las redes sociales, donde los comentarios racistas y anti inmigración son cada vez más frecuentes. Tradicionalmente, las grandes ciudades inglesas han sido de izquierdas y progresistas, pero no el interior y, menos todavía, el norte de Inglaterra, particularmente golpeado por la crisis y el paro. Es ahí donde la derecha y las políticas a favor del Brexit han calado más. No es nada nuevo. Piensa en Trump. Tanto Trump como el Brexit son expresiones de un mismo populismo que encuentra su público entre los menos favorecidos.
¿Cómo cree que va a terminar el Brexit, una historia interminable y marcada por continuas postergaciones?
Es imposible saber qué va a pasar, de lo que no hay duda es que el referéndum que se hizo no era legal. Tenía que ser simplemente un referéndum consultivo, no se tenía que haber tomado el resultado como un mandato. Parte de su ilegalidad reside en que se dijeron muchas mentiras. Si se hiciera un referéndum ahora, sabiendo todas las mentiras que se dijeron, el resultado sería otro: ganaría la opción de permanecer en Europa. El problema último son nuestros políticos: la derecha aumenta y la izquierda está completamente fragmentada. Ante esta situación los ciudadanos no tenemos a nadie que nos represente de verdad y es que la calidad de los políticos, no solo en Inglaterra, sino a nivel global, nunca ha sido tan baja. Trump es el ejemplo paradigmático.
A través de la figura de Zofia aborda un tema muy actual: la dificultad para una mujer de compatibilizar el ser madre con sus aspiraciones laborales o, en este caso, artísticas.
Es muy difícil mantener un equilibrio entre seguir siendo la misma persona de siempre y ser madre. Ser madre implica no tener ego, es un rol muy difícil, sobre todo cuando tienes una personalidad muy fuerte, tienes ambición e inteligencia. Cuidar de un hijo implica horas y horas de dedicación, pero ¿cómo vas a renunciar a todo lo demás? Yo fui a la universidad cuando estaba embarazada de siete meses para estudiar literatura inglesa; tuve el bebé, seguí estudiando y comencé a escribir cuando ya había nacido mi segundo hijo. Era muy complicado escribir y ser madre, ser fiel a mi ambición y a mi deseo de trabajar y cumplir con mi papel de madre. Lo que te quiero decir es que es complicado, difícil, pero, a pesar de todo, es posible escribir y ser madre y es posible porque el deseo de escribir es tan grande que no puedes renunciar a ello. Ahora se impone un modelo de madre perfecta, pero es un modelo falso; hay que romper con todas las expectativas que te imponen desde fuera. Es esencial crearte una vida con tus hijos, pero también con otras cosas que te motiven y te interesan.
En este sentido, socialmente hablando, no se ha progresado mucho: a la mujer se le sigue imponiendo un rol y un modo de conducta.
Sí y, además, en cuanto a imposiciones se refiere, las redes sociales juegan un papel muy negativo. Constantemente están bombardeando a la mujer diciéndole cómo debe ser como madre, qué cuerpo debe tener, cómo se debe vestir….Todas estas imposiciones son fruto del sistema capitalista, puesto que lo único que hacen es decirte cómo debes ser y qué debes comprar para ser tal y como ellos dicen.
A lo largo de su carrera, usted ha alternado la escritura novelística con la escritura teatral.
Son formas de escritura y de expresión completamente diferentes, al menos para mí. Lo que sí puedo decir es que en mis novelas siempre hay bastante diálogo y esto, seguramente, se debe a la influencia que ejerce sobre mí la escritura teatral, donde siempre predomina la acción. A mí me gusta tanto un género como otro, no antepongo uno al otro. Ahora estoy escribiendo una nueva novela y no quiero hacer otra cosa que escribirla, pero me pasa lo mismo cuando estoy trabajando en una pieza teatral: estoy tan inmersa en ella que no quiero hacer nada más.
Fue la primera mujer en escribir una obra teatral para el teatro londinense The Globe. ¿No tardaron mucho en proponérselo a una mujer?
Escribir para el Globe es muy complicado, porque es un escenario enorme con escasa iluminación. Crear una obra para un teatro así es técnicamente complejo y cuando me pidieron que escribiera una obra ya se lo habían pedido antes a muchas otras mujeres, pero todas habían dicho que no, precisamente por la complejidad que suponía. Yo fui la primera en aceptar la propuesta y esto me hizo darme cuenta de que las dramaturgas habían dicho que no porque antepusieron su miedo a no tener las habilidades necesarias para hacerlo. Ningún hombre, sin embargo, hubiera dicho que no, aunque no fuera capaz de llevar a cabo el encargo. Es muy importante que las mujeres no se cohíban, no piensen tanto en que no son capaces de hacer algo y se lancen, como lo haría cualquier hombre con menos habilidades que ellas. Y digo esto porque estoy convencida de que muchas de las dramaturgas que dijeron que no podrían haberlo hecho, pero necesitaban tener una confianza que no tuvieron. Y esto vale para todas las mujeres, tenemos que aprender a confiar en nosotras mismas.
¿El teatro ha sido un mundo tradicionalmente dominado por los hombres?
En Inglaterra las cosas han cambiado muchísimo, sobre todo en el mundo teatral de Londres, que para mí es la mejor ciudad del mundo para el teatro. Ahora no solo hay muchas autoras, sino que muchos de los importantes teatros están dirigidos por mujeres; este es el caso del Globe, actualmente dirigido por Michelle Terry, una mujer brillante.