William Klein, el fotógrafo que reinventó el canon retratando la diversidad de la calle
Todas las vidas creativas de William Klein reunidas en una retrospectiva: el pintor abstracto, el retratista de la calle, el director de cine, el fotógrafo de moda juntos en el Espacio Fundación Telefónica.
El Espacio Fundación Telefónica acoge la primera retrospectiva dedicada en España al prolífico fotógrafo, que navegó entre el arte abstracto, el cine y la moda reinterpretando de manera constante su propia obra.
Famoso por sus influyentes instantáneas de calle, William Klein (Nueva York, 1928) es un artista multidisciplinar en el sentido más amplio de la palabra. Cultivó el arte abstracto, el fotoperiodismo, la fotografía de moda, el documental, el cine de ficción o los anuncios de televisión. Todas estas “vidas creativas” quedan reunidas ahora en la exposición del Espacio Fundación Telefónica William Klein. Manifiesto, la primera retrospectiva dedicada al fotógrafo en nuestro país.
Dentro del marco de la XXII edición de Photo España, esta muestra está compuesta por cerca de 200 obras que van desde sus primeras pinturas a sus experimentos abstractos, pasando por sus célebres series de fotografías de Nueva York y otras capitales del mundo, sus películas y su trabajo para la revista Vogue. Un reflejo de su constante afán por experimentar y reinterpretarse que le ha convertido en uno de los fotógrafos más influyentes de la Historia y un hábil retratista de la contemporaneidad.
Tal y como cuenta la comisaria, Raphäelle Stopin, mientras recorre la retrospectiva, esta exposición no sigue un orden estrictamente cronológico sino más bien temático, comenzando por sus primeras obras a mediados de la década de los años 50. Tras estudiar en la Sorbona y frecuentar el taller de Fernand Léger, Klein inicia su carrera como pintor, demostrando ya interés por la abstracción y la geometría. Aunque el estilo de su maestro apenas influirá en el joven, sí lo harán sus temas –el mundo obrero, la ciudad moderna, la densidad– y su recomendación de salir al a calle a crear.
Tras sus primeras exhibiciones, y a petición de un arquitecto italiano, Angelo Mangiarotti, Klein desarrolla un conjunto de paneles giratorios de madera montados sobre rieles que serían el germen de su posterior producción fotográfica. “Klein estaba documentando el giro con largas exposiciones cuando empezó a prestar atención a las partes abstractas que se encontraba”, explicó Stopin. “Jugando con los fundamentos de las imágenes, las luces y las sombras, se dio cuenta de la potencialidad que la parte abstracta tenía en la fotografía. Así que podemos decir que comenzó con la fotografía abstracta desde la pintura”, añadió.
Klein se planteó recrear las geometrías blancas y negras resultantes en el laboratorio, iniciando un corpus de composiciones abstractas que expone en el Salón des Réalités Nouvelles de París. Alexander Liberman, director artístico de Vogue en Estados Unidos, será uno de los visitantes y su futura llave para regresar a Nueva York. “Desde el principio estaba dispuesto a exponer su trabajo de maneras diferentes, lo que muestra su pensamiento global”, apuntó la comisaria sobre la inicial interrelación de su obra con la arquitectura o el diseño. “No es nada fetichista y reinterpreta su obra constantemente: la fotografía original es solo un patrón que puede modificar y explorar”, añade.
De vuelta a su ciudad natal, y bajo el mecenazgo de Liberman, Klein comienza a pergeñar su revolución. “Nueva York 1954-1955 es la parte central de la exposición por la importancia que tuvo no solo en la carrera de Klein sino en la historia de la fotografía”, señala en este punto Stopin. Equipado con una cámara de 24×36 y un objetivo gran angular, el fotógrafo comienza a retratar a comunidades hasta entonces ignoradas. Sirva como muestra una instantánea con cuatro rostros, que en opinión del fotógrafo muestran la identidad de la ciudad: “la madre judía, luego la afroamericana, el policía irlandés y finalmente el latino”.
El lenguaje Klein rompe abruptamente con el formalismo y la estética predominantes y la exposición trata de reflejarlo rodeando al visitante de su impactante obra. “Utiliza una lente de 28 milímetros y se coloca muy cerca de la gente, de manera que quedan desenfocados y se puede observar tanto la textura de la piel como el grano del filme”, explica la comisaria. “La forma del encuadre da la impresión de que no se puede contener todo lo que se quiere fotografiar. Siempre son fragmentos” de unas calles y unas personas en movimiento. “También se interesa por los rasgos de la ciudad”, desde grafitis y neones a señales de tráfico o anuncios. El propio fotógrafo explica su método en un documental posterior en el que cuenta cómo preparaba algunas instantáneas o dónde buscaba la acción.
En 1956 Klein publica esta serie de fotografías en un libro, maquetado por él mismo y también expuesto, elevado inmediatamente a los altares de la fotografía. Su éxito le lleva a repetir la fórmula en Roma 1956, Moscú 1959-1961, Tokio 1961 y durante muchos años su amada París, que sirve de puente para la siguiente serie de la muestra.
“Es un punto clave de la exposición porque se ve todo el pensamiento de Klein sobre su propia obra”, cuenta Stopin sobre Contactos pintados, una nueva interpretación de su archivo fotográfico realizada en los años 90 y que la muestra ejemplifica con una instantánea de la capital francesa y, a su lado, su revisión años después. “Ya en su estudio podemos ver cómo juega con todo el vocabulario de los fotógrafos utilizando la pintura: marca las fotografías igual que se hacía en las hojas de contactos”, que servían para visualizar todas las tomas de una misma película fotográfica, “rodeando en rojo la buena y tachando la anterior y la posterior”. De aquí surge cierta idea de narrativa que bebe de su trabajo en el cine “porque siempre hay tres instantáneas: la anterior, la elegida y la siguiente. Esto te lleva al momento en que se tomó la foto y la acción que se estaba desarrollando cuando fue tomada”, señala la comisaria, que recrea este modelo en la zona de proyecciones, dividida también en tres partes.
La muestra se acerca al final con una sección dedicada al trabajo de Klein como director de nada menos que 21 películas –cortometrajes, mediometrajes y largometrajes– en los campos de la ficción y el documental, y cerca de 250 anuncios publicitarios. Ocupa un lugar destacado Qui êtes-vous, Polly Maggoo? (1966), una sátira sobre la sociedad del espectáculo protagonizada por una modelo explotada y humillada en un reality televisivo. Entre las piezas se encuentra uno de los imposibles trajes metálicos utilizados en la cinta.
Como ocurre con toda la obra de Klein, esta sección también dialoga con la siguiente: la exposición termina mostrando su trabajo como fotógrafo de moda. El guiño: la protagonista de Polly Maggoo, la modelo Dorothy McGowan, protagonizó varias de sus instantáneas para Vogue.
La exposición William Klein, Manifiesto podrá visitarse del 8 de junio al 22 de septiembre. El Espacio Fundación Telefónica ofrecerá, asimismo, actividades paralelas para todos los públicos como visitas comentadas sin reserva previa a partir del sábado 15 de junio, talleres infantiles o conferencias.
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Foto de portada: ‘Bikini’, Moscova River’s Beach, Moscow 1959 ©William-Klein vía Fundación Telefónica.