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Cultura

Andrés Suárez y Elvira Sastre y su proyecto más ambicioso: "¿Por qué la poesía no puede llenar el WiZink?"

El 21 de noviembre, en el WiZink Center de Madrid, presentan como actuación única ‘Desordenados’, un espectáculo poético por parte de Elvira Sastre y musical por parte de Andrés Suárez

Andrés Suárez y Elvira Sastre y su proyecto más ambicioso: «¿Por qué la poesía no puede llenar el WiZink?»

Es un hecho que la palabra –el arte de la palabra– está en crisis. Sufre un menosprecio. Los estadios y las salas de conciertos se abarrotan de chicos y chicas, de jóvenes y no tan jóvenes, que idolatran a un tipo, o a una tipa, que falta el respeto a la mujer y que te dice, por ejemplo, qué físico perseguir. En muchos casos, el reguetón y el trap ocupan la mayor parte del tiempo de las parrillas de las radios fórmulas musicales, dejando, si acaso, un escaso porcentaje para la canción de autor o el resto de géneros que, de una forma u otra, cultivan la palabra y forman y educan desde lo positivo.

Y en estos tiempos jodidos, hay dos genios que han tenido una ambiciosa idea, la de llenar el WiZink Center –con un aforo de 15.000 personas– de poesía. Una bonita locura que se materializará el 21 de noviembre en el antiguo Palacio de los Deportes de Madrid. Los que han perdido la cabeza son el cantautor Andrés Suárez y la poeta Elvira Sastre que presentan como espectáculo único Desordenados, un paso más allá del desnudo emocional al que nos tienen acostumbrados.

«Es un proyecto que, básicamente, nos hemos inventado y que consiste en mezclar su música con mi poesía y crear algo nuevo en base a eso. No es un poema musicalizado ni una canción con poesía, es una tercera cosa, que todavía no sabemos muy bien qué es, y estamos en proceso de descubrirlo», cuenta Sastre a este periódico.

Son las 18:00 de la tarde de un martes de sesión de investidura. También son tiempos jodidos para la política. Suena el timbre de la redacción. «Soy Elvira», dice Andrés Suárez al otro lado del telefonillo con el humor gallego que le caracteriza. La complicidad entre ellos se palpa. Se quieren y admiran. Lo suyo es una historia de amor por las palabras bonitas, una de esas veces en las que el destino hace de las suyas y sale bien.

Y así, con el aire acondicionado con la temperatura más baja que nos permite –aunque no se note– , comenzamos a desordenar esta calurosa tarde de julio.

En la era del reguetón y el trap, ¿no es un poco arriesgado intentar llenar el WiZink de poesía en unos tiempos en los que la palabra parece que sufre un menosprecio?

Elvira Sastre: Yo llevo unos pocos años publicando poesía y estoy ya un poco cansada de escuchar que la poesía no gusta, no llega, que es un género minoritario. Lo que veo son las librerías llenas de gente joven que va a comprar libros de poesía, los recitales llenos y en redes mucho interés. No es que no guste, lo que pasa es que no hay nadie que se atreva a acercarla de esta manera. Nosotros confiamos en ella y vemos que por separado funciona, así que, ¿por qué no pensar que a un público grande no le puede llegar? No podemos dar por hecho que no va a funcionar.

¿Podría verse Desordenados ampliado en alguna gira?

Elvira Sastre: Nuestro trabajo, esfuerzo y energía está centrado en el WiZink. De momento, no se va a llevar a otras partes, es una fecha única, pero quién sabe, si funciona lo podemos llevar a otras partes de España e incluso sacarlo a Latinoamérica o hacerlo libro. Pero eso, ahora, es secundario.

Han aparecido muchos autodenominados poetas, sobre todo, en redes sociales. ¿Está en poesía todo permitido?

Elvira Sastre: En la literatura está todo permitido mientras haya alguien que lo quiera leer, nadie es quien para juzgar el trabajo de otros. Además, hay muchos libros que pueden funcionar de puente para llegar a otros autores más asentados, con una calidad más evidente.

Andrés Suárez: Yo fui muy criticado cuando publiqué mi libro, Desde una ventana, y entonces dije lo siguiente, de lo cual me enorgullezco profundamente: no necesariamente un cantautor es un poeta. Yo no me puedo sentar al lado de Elvira Sastre o Téllez, y decir que soy poeta, se me caería la cara de vergüenza. Ser poeta es el máximo exponente al que el ser humano puede aspirar, creo que no hay nada más allá de la poesía. Por ello yo defino nuestro espectáculo como un espectáculo poético por la parte de Elvira, y musical por mi parte.

¿Y cuál es la diferencia entre ser cantautor y ser poeta?

A.S.: Yo no sé describir el mar.

E.S.: El hecho de que exista la palabra poema y canción ya implica una diferencia. Hay canciones que están cargadas de poesía, al igual que hay poemas que tienen muchísima música aunque no suenen. Son dos artes que por separado tienen muchísimo valor y fuerza y cuando se juntan forman una tercera cosa, distinta, y que es lo que Andrés y yo estamos buscando sin que esos dos conceptos se mezclen.

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Foto: Beatriz Guillén | The Objective

¿Es la escritura un proceso personal de diálogo con vosotros mismos?

A.S.: En mi caso sí, porque todo lo que canto me sucedió, porque no soy guionista. Mi vía de escape, mi refugio es ese recuerdo que puedo inmortalizar en tres minutos y medio. Y eso me salva y me hace un poco mejor. En mi caso es mi contacto con la realidad.

¿Y no te agobia el hecho de que te tengan que pasar cosas constantemente para poder escribir?

A.S.: (Risas) Pero es que yo soy muy intenso, a mí me pasan cosas todo el rato, soy muy Walt Disney. Estoy muy concentrado en estar vivo.

E.S.: Yo es que creo que todo parte de la emoción, todos los días sentimos algo, aunque sea rabia, aburrimiento, felicidad, tristeza… Siempre vamos a tener un sentimiento porque estamos vivos y no siempre tenemos que vivir una gran historia de amor para poder escribir una gran canción o un gran poema. Se trata de buscar esas emociones, bucear en ellas y ver qué puedes contar.

Como habéis contado, muchas cosas que escribís son cosas que habéis vivido y que son dolorosas. ¿Percibís el hecho de escribir como un ejercicio de sanación?

E.S.: Es la base, para mí la poesía es un desahogo. Yo escribo de dentro hacia fuera y únicamente por mí, porque me hace falta y porque lo necesito para entenderme, para comprender las cosas que pasan, y seguiría escribiendo aunque nadie me leyera, porque lo necesito.

A.S.: Absolutamente. Yo de mis abuelos me despedí en una canción. Lo que no pude hacer en vida lo hice a través de una canción.

¿Es vuestra terapia?

E.S.: Sin duda, y más barato que un psicólogo.

¿Se escribe mejor desde el amor o desde el desamor?

A.S.: A mí lo que me interesa de Serrat, de Sabina o de Aute es que estén profundamente jodidos. Cuando estoy enamorado me dedico a practicar el amor, entonces, en el momento en el que pierdes una historia que necesitabas no perder, o te engañan, o alguien se va, hay palabras que aparecen de forma exquisita.

E.S.: Yo creo que el arte en sí, ya sea escultura, pintura, cine, música o poesía es un refugio. Yo acudo a un poema cuando necesito que me ayude en algo, cuando estoy pasando un mal momento, cuando hay algo que no entiendo. Por eso creo que funciona más cuando tus emociones son un batiburrillo de cosas, porque creo que cuando estás feliz, solo estás feliz, y cuando estás triste puedes estar enfadado, nostálgico…

¿Habéis sufrido mucho por amor?

(Risas)

E.S.: Un poquito.

A.S.: Un poco, soy cantautor, así que imagínate.

¿Qué es el amor?

E.S.: Es calma, es estar tranquilo. Es como un mar cuando son las 8 ó 9 de la tarde y está tranquilo.

A.S.: Para mí es la más dulce canción que no acaba, la pena es que acabe.

¿Qué sabéis ahora del amor que no sabíais con 18 años?

A.S.: Supongo que te proteges más, ya no sientes de forma descorazonada y desprotegida.

E.S.: Mi primera experiencia amorosa fue un desastre, fue un amor platónico que nunca llegó a ningún lado, pero me entrenó para enfrentarme a esas tristezas en las que yo me siento muy cómoda porque me enseñan muchas cosas. Pero todo en comparación con esa primera historia es maravilloso. Ahora soy consciente de la suerte y lo difícil de tener un amor correspondido, que te quieran y querer a la vez es algo tan complicado que suceda y tan mágico a la vez que lo aprovecho mucho más.

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Foto: Beatriz Guillén | The Objective

Estamos en pleno debate de investidura. ¿Qué valoración hacéis de la situación política actual? [Entrevista realizada el 23 de julio, dos días antes de la sesión de investidura]

E.S.: Yo es que estoy tan metidísima que lo estoy pasando hasta mal, estoy todo el día enganchada. Tengo sentimientos muy encontrados. Creo que las cosas no se están haciendo bien, porque no puede ser que hayan pasado tantos meses y sigamos sin Gobierno. Me escama mucho que cueste tanto formar un Gobierno. Una sociedad ideal sería esa a la que no le cueste pactar y llegar a un acuerdo a partir de ideologías distintas, pero es una utopía. En este país estamos muy divididos todavía, hay dos bandos y están muy igualados; entonces, no se puede pretender que gobierne sólo uno de una ideología porque va a haber una mitad de la población que no va a estar bien. Pero más allá de todo eso, los que están al mando deberían dar lecciones de educación, de mediación, de empatía y de saber hablar y discutir cuando haya que hacerlo, porque tú puedes no estar deacuerdo con alguien pero la educación debería primar sobre todo eso. Todavía hay mucho camino, yo era muy muy fan de Manuela Carmena y me rompió la vida en dos que no pudiera salir reelegida. Ha sido un gran golpe que nos va a echar mucho para atrás y va a haber que sacar fuerzas de donde haya para conseguir reponernos a todo eso.

A.S.: Afirmo todo lo que ha dicho Elvira y añado que vivimos en tiempos de ira. Como persona de izquierdas no entiendo como cada vez estamos más divididos. Yo vengo de una ciudad muy pequeña, Ferrol, donde creo que es la ciudad donde mejor se cantaba de este país, me recuerda mucho a Cádiz. Sin embargo, ahora ya nadie canta. Hay silencio. Hay mala hostia en los bares. Esa ira tan profunda hasta el punto del odio nos va a llevar a un lugar muy oscuro.

Parece que vivimos siempre en un ámbito político-dialéctico que favorece el choque

A.S.: Exactamente. Cuando vi los debates no escuché a mi país. Escuché a cuatro tipos, a cuatro egos, enfrentándose entre ellos. ¿A alguien le interesa la sanidad, Madrid Central? ¿Alguien va a hacer algo o solo se van a centrar en joder a título personal? Me parece peligroso.

E.S.: En este país han intentado convencernos de que somos borreguitos, pero no somos conscientes del poder que tenemos. A mí me pueden decir que ahora puedo entrar a contaminar Madrid Central con mi coche, pero yo puedo decidir no hacerlo y coger la bicicleta o irme por otro sitio. Nosotros somos muchos, ellos son cuatro, como quien dice. Hay que practicar la generosidad, la solidaridad y la empatía desde nuestras casas.

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Foto: Beatriz Guillén | The Objective

¿Cómo valoráis la división de la izquierda en España?

E.S.: A mí me gustaría que estuviera unida. La izquierda en nuestro país siempre ha estado muy confrontada y al final creo que hay un espíritu más crítico en la izquierda que en la derecha, por eso hay esas peleas. Hay que ser críticos, pero también abiertos al diálogo y a buscar una buena situación para el país y no para los partidos.

A.S.: A mí la fragmentación de la derecha también me parece alucinante. Me producen algo de risa ambos bandos. A ver si nos tomamos un gin-tonic todos y llegamos a una conclusión, pero de verdad.

¿A quién os gustaría ver como ministro/a de Cultura?

E.S.: A Manuela Carmena. Pero la veo desde ministra de Cultura, hasta presidenta de vecinos como a presidenta del mundo. Me ha encantado su gestión en Madrid, ha hecho las cosas muy bien y la cultura la ha llevado a un sitio que nadie se atreve a llevarla. Necesitamos gente así.

A.S.: Yo me he sentido muy desamparado en muchos momentos de mi vida, sobre todo, cuando vivía en Galicia. Aquí en Madrid sentí que con Manuela se defendía la cultura. Cuando yo llegué a Madrid, lo que ahora son tiendas de ropa eran teatros; y en Santiago de Compostela, por ejemplo, había 67 bares para tocar y ahora queda uno. Ahora creo que es el momento de que muchos de nuestro gremio nos cabreemos de una vez y demos un buen golpe en la mesa y decir «hasta aquí llegasteis», como han hecho otros sectores y no les ha ido tan mal.

¿Y por qué no se hace?

A.S.: Es una gran pregunta que voy a plantearme hoy a lo largo del día, porque no lo sé, de verdad. Pero creo que hay que hacerlo. Deberíamos de darnos de baja todos una temporada y vaciar los teatros de verdad, porque no hay nada más que impedimentos. Estamos en el país más rico culturalmente del universo. No puede ser que te pilles un avión 13 horas hasta Argentina y Serrat tenga una estatua y sea Dios y aquí no.

E.S.: Yo he viajado mucho por Latinoamérica y me han alucinado siempre las ferias del libro, que son multitudinarias, incluso tienen entrada, cuestan dinero. Y en México no he visto una calle principal que no tenga al menos cuatro librerías y estén llenas. Además, sucede una cosa curiosa, y es que a los artistas españoles allí los tratan muy bien, yo creo que tengo más público en Latinoamérica que aquí y allí todavía no han llegado mis libros. Allí piensan que venimos de un país en el que nos tienen endiosados o que hay un respeto mayor por la cultura, se sorprenden cuando cuento la verdad, no se lo pueden creer. Piensan que España es otra cosa, que estamos a la vanguardia, y es importante contar la verdad y de alguna manera meter un poco más de presión, porque parece que tienes que salir, triunfar y ya volver. Y eso no puede ser.

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Foto: Beatriz Guillén | The Objective

¿Y cuál es la raíz del problema, es algo educacional?

E.S.: Parte mucho del apoyo de las instituciones, y también de la educación. En Argentina, en los institutos se da literatura latinoamericana, española, japonesa… Y aquí, por el contrario, hace unos meses dijeron que iban a quitar a todos los autores latinoamericanos. En mi instituto las lecturas no iban más allá de las obligatorias, me enseñaban  los poetas más clásicos y ahí se quedaba. Yo voy a Argentina y tengo amigas que saben de libros el triple que yo porque se lo han enseñado en los colegios y crecen con un respeto increíble por la cultura que aquí no tenemos. Es lo que decía antes, nos quieren convertir en borreguitos y que no seamos cultos para no ser libres.

A.S.: Es que interesa tenernos como borregos. El otro día en el Libertad 8, a un chaval de 13 años que iba con una guitarra y que sueña con ser cantautor, le dije que su guitarra era igual que la de Silvio Rodríguez y me dijo que ese quién es. Primero me enfadé, y luego en frío, pensé: «¿Dónde suena Silvio Rodríguez, Enrique Urquijo, Antonio Vega, Manolo Tena…?». No interesa. Interesa Maluma. Esa generación que tanto nos brindó ha caído absolutamente en el olvido. Yo entiendo que el reguetón genera mucho dinero, pero hemos perdido.

Es incoherente que para el cine exista una calificación por edades de entre siete y 18 años, pero para las canciones que se están oyendo con ese tipo de contenido, haya barra libre.

A.S.: Yo no tengo nada contra ningún tipo de música siempre y cuando no insulte a la mujer, porque premiar y aplaudir estas canciones es de ser muy cabrón. Esos videoclips no distan mucho del cine erótico, y un chaval de 12 ó 13 años que vea eso quizá piense que eso es la realidad y que hay que tener ‘x’ tipo, ‘x’ físico y estar en un yate con 15 mujeres. ¡Váyase usted a la mierda!

E.S.: El gran truco del reguetón es que muchas veces la letras no se entienden pero su música te invita a bailar. Y es responsabilidad de las discográficas, de los compositores y de los medios crear este tipo de música pero con letra que te eduque, porque se puede hacer. La responsabilidad está primero en ellos, el que lo consume es el último responsable.

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