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Geovani Martins, el escritor que se niega a salir de las favelas: “En Brasil no hay una guerra contra la droga, es contra los pobres”

Martins, que ha decidido seguir viviendo en la favela de Vidigal, considera de gran importancia que se escriba de estos lugares “con otra mirada”

Geovani Martins, el escritor que se niega a salir de las favelas: “En Brasil no hay una guerra contra la droga, es contra los pobres”

Geovani Martins nació en una favela de Río de Janeiro y a los 11 años se mudó a otra. La mayor parte de su vida la ha pasado en Vidigal, una de las favelas más conocidas de Río de Janeiro, cerca de «los barrios ricos», con la desigualdad a tan solo unos pasos. Ahora, con 28 años, ha publicado El sol en la cabeza, un libro de relatos en el que la mayoría de los protagonistas son niños y jóvenes que viven la discriminación por venir de un lugar de exclusión, por su color de piel, por su pobreza.

“Escribo mucho sobre esa temática porque es una experiencia personal, no solo como escritor sino también como ciudadano, está presente”, cuenta el joven autor a The Objective en una sala de las oficinas de Penguin Random House, rodeado de cientos de libros, su entorno natural. “Pasé por una etapa de descubrir otro mundo a partir de ese choque (la mudanza a Vidigal) y empecé a verme de una forma distinta, a percibir de una forma distinta, y eso también influenció mi trabajo por conocer esa desigualdad tan cercana”, explica.

Martins, que ha decidido seguir viviendo en la favela de Vidigal a pesar de haber triunfado como escritor, considera de gran importancia que se escriba de estos lugares “con otra mirada”, “escuchar y poner el oído ante esas otras realidades, proponiendo otras narrativas de los personajes y ponerlos en el centro de sus propias vidas”. Su objetivo no es otro que abrir las mentes de aquellos que ven la favela como un lugar en el que solo caben la droga y la violencia y mostrarles una realidad que desconocen, las vidas de sus habitantes, sus preocupaciones, sus sueños, sus motivaciones, sus frustraciones.

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La favela de Vidigal. | Foto: Leo Correa | AP

El joven escritor está convencido de que la violencia no parte de la favela, sino que se cruza en la vida de sus habitantes por vivir en un entorno de vulnerabilidad social. “Creo que la violencia no empieza en la favela, aunque en las películas, en los periódicos se diga eso”, afirma. “La violencia es algo que forma parte del mundo, es uno de los temas más humanos, una realidad” y, “los lugares que tienen más vulnerabilidad social la sufren más”. Por eso, lamenta que “a veces la violencia se atraviesa delante de la vida de las personas y no hay forma de luchar contra ella”.

Otra historia ya es la droga, una de las grandes protagonistas de los relatos de Martins, que nos ponen en la piel del joven que no entiende por qué lo miran mal en el barrio rico de al lado, la del adolescente que no sabe por qué la Policía solo lo mira a él, la del niño que crece trabajando.

Las favelas son a menudo representadas en los medios de comunicación, en el cine, en los libros, como un espacio peligroso, lleno de droga y delincuencia. Sin embargo, Martins denuncia que esa visión es producto del trato que reciben por parte de la Policía, que criminaliza el consumo de droga solo en los barrios pobres.

Lo que hay en Brasil “no es una guerra de drogas, es una guerra de pobres y de un territorio específico”

“El mundo entero consume droga, a distintas escalas. En Río de Janeiro, si vamos a un barrio noble o rico, las personas le dan a la cocaína y al LSD, lo mismo ocurre en las favelas. ¿Cuál es la diferencia? Que la Policía no va a los barrios ricos, no interfiere en sus vidas”, denuncia con un gesto de indignación. Por eso, considera que lo que hay en Brasil “no es una guerra contras las drogas, es una guerra contra los pobres y de un territorio específico”.

En su opinión, el principal problema en cuanto a la droga en las favelas es la existencia y actuación de la Policía Militar brasileña. “Es una herencia de la dictadura, pero además tiene una herencia que va desde tiempos de la esclavitud, porque actúan como actuaban los esclavistas”.

Sin embargo, tiene claro que la culpa no es de este cuerpo policial, sino de quien lo controla. “¿Quién incentiva a los policías? Los políticos, la sociedad que cubre esta represión, hay un imaginario esclavista que mantiene estas situaciones”.

Es por este motivo que denuncia que se intente cambiar a la gente de la favela, cuando lo necesario es “transformar a la élite económica de Brasil”, porque sin este giro en la percepción “de estas élites económicas, cualquier cambio será imposible, porque la Policía trabaja para ellos, los políticos son ellos”. Con sus relatos, Martins quiere colaborar en la lucha contra este “pensamiento esclavista de quien quiere dividir espacios, de quien se siente amenazado por todo y por nada”.

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Un grupo de militares patrulla en la favela de Rocinha. | Foto: Silvia Izquierdo | AP

Aunque el autor defiende que los brasileños que viven en estas barriadas no son los únicos culpables de los problemas relacionados con la droga y la violencia, tampoco idealiza las favelas. Es muy consciente de que son lugares en los que la mayoría de la población vive en la pobreza, de que “no hay saneamiento básico, no hay colegios cercanos”.

Sin embargo, opina que la solución para vivir mejor no es salir de la favela, sino ayudar a mejorarla. “La convivencia en las favelas es mucho menos agresiva que en otros barrios de la ciudad. Yo, por ejemplo, estaría más oprimido viviendo en un edificio de un barrio rico que donde vivo”, defiende.

“Lo que deberíamos hacer es intentar mejorar ese espacio, sin necesidad de salir, porque visto así es como si nada tuviera de bueno la favela y a mí me encanta, yo sigo viviendo allí a pesar de los problemas que tiene, me encantan mis vecinos, las vistas que tengo desde mi casa”. Por todo esto, no cree que sea necesario “salir de la favela para mejorar tu vida”. Lo ideal sería “mantener ese espacio pero claro, con sanidad, educación, formación…” porque, “si salir de ella es la única manera de ascender, ¿qué le queda a la favela?”.

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Turistas disfrutan de las vistas en una terraza de Vidigal. | Foto: Felipe Dana | AP

Su libro, El sol en la cabeza, se ha convertido en todo un éxito en Brasil y sus derechos ya han sido comprados para ser adaptado al cine. Para muchos jóvenes, se ha convertido en todo un ejemplo de cómo tener éxito sin renunciar a las raíces.

“No creo en la idea de la meritocracia, que dice que cualquier persona que trabaje mucho va a lograr alcanzar su sueño»

“Muchos me dicen que se enorgullecen de mí, porque saben que así aparecerá Vidigal, aparecerá la favela en los periódicos pero no como un espacio de violencia, y a través de mí lo pueden ver con otra mirada, pero es una gran responsabilidad”, dice el escritor, que asegura no sentirse “solo en este camino” porque cuenta con “muchos amigos que son artistas”, también procedentes de las favelas.

A los que quieren seguir un camino similar al suyo, les es sincero: “No creo en la idea de la meritocracia, que dice que cualquier persona que trabaje mucho va a lograr alcanzar su sueño, eso es una ilusión, porque hay personas que trabajan mucho y muy bien pero no alcanzan lo que quieren”. No obstante, sí hay opciones. “Teniendo una mirada abierta puedes hacer algo distinto a lo que se espera de ti”.

Y a los demás, a los que ven las favelas desde lejos, les insiste en que cambiar su percepción “conllevaría un cambio para toda la economía del país, porque comportaría nuevas posibilidades, un nuevo mercado de trabajo, aunque muchos no estén interesados en esos cambios”.

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