El feminismo abre grietas en la mayor feria de arte contemporáneo de Latinoamérica
Zona Maco Sur se ha convertido por primera vez en el espacio para mostrar la lucha diaria de las mujeres contra la violencia, el miedo y los abusos
El espacio para hablar de feminismo está recto y al fondo en la feria de arte contemporáneo más importante de Latinoamérica. El área es como una grieta en un muro compacto por la que entran los gritos de las mujeres contra la violencia, el miedo y los abusos. Zona Maco, que se celebra durante una semana en el Centro Citibanamex de la Ciudad de México, recibe alrededor de 50.000 visitantes cada edición y cuenta con 210 expositores de una veintena de países.
Este año se ha creado por primera vez la Zona Maco Sur: un espacio para mostrar el trabajo de artistas que «amplían los marcos de actuación del arte» y «abarcan prácticas que habían sido sistemáticamente pasadas por alto por ubicación geográfica, raza o género». Este sector es casi una declaración de intenciones de la feria, después de la oleada de críticas que recibió el año pasado por solo incluir a un 25% de creadoras en el catálogo.
Los 16 chalecos creados por la artista peruana Ana de Orbegoso están colocados como estandartes. “Vivas nos queremos”. “Grito por la que no puede”. “Existo resisto”. Algunos mensajes van estampados sobre una tela de lentejuelas o de flores de colores, otros están bordados o decorados con encaje. “La violación es tortura”. “Ni puta ni tuya”. Cada mensaje es como hacer estallar un jarrón en una feria repleta de muebles de diseño, de baúles de Louis Vuitton y de selfies en superficies reflectantes. «Basta».
“Nos han dicho mucho que este sector debería estar en el centro y ser la declaración oficial de la feria, en vez de estar aquí al final. Mucha gente ni siquiera ha llegado a verlo”, dice a The Objective Gabriela Rosso, directora de la galería Rofa Projects que ha expuesto el trabajo de De Orbegoso.
La artista, que reside en Nueva York, cuenta que empezó con este proyecto tras la marcha de 2017 de las mujeres contra Trump. “Siempre he sido activista y he ido a las marchas feministas. Vi que aquello era un momento especial y tuve el temor de que se convirtiera en una moda y se diluyera el mensaje. Así que me pregunté cómo podía ayudar yo desde mi plataforma a que la conversación se fijara”, explica. A partir de ahí a proyectar fotografías tomadas en las manifestaciones en la calle, en los museos o en los bares. Finalmente las iluminó sobre mujeres.
Después llegaron los chalecos: “La idea es que pudieran ser como un clóset mental. Cada día eliges lo que vas a ponerte porque vas a reflejar algo con ello. Ponerte uno de estos chalecos es como colocarte tus determinaciones, tus afirmaciones. Te vistes y sales con ellas. Porque si nosotras no nos lo creemos no lo va a hacer nadie”.
Cada prenda –que tiene un precio de venta de 1.000 dólares— tiene una tela y un mensaje distinto para mostrar la diversidad de mujeres. Pero, por dentro, todos llevan cosida una cita de la filósofa francesa feminista Simone de Beauvoir: “El día que una mujer pueda no amar con su debilidad sino con su fuerza, no escapar de sí misma sino encontrarse, no humillarse sino afirmarse, ese día el amor será para ella, como para el hombre, fuente de vida y no un peligro mortal”.
Durante la entrevista con De Orbegoso no dejan de llegar mujeres a hacer fotos a la obra y posar con los chalecos. La directora de la galería cuenta que han recibido multitud de felicitaciones y de mensajes de mujeres emocionadas, además de propuestas para tejer alianzas con colectivos. “Hay violaciones cada minuto. Se ha normalizado la violación. No estamos hablando ni siquiera de la brecha salarial, sino de que no nos maten, queremos salir a la calle sin miedo”, proclama Rosso. Ambas, galerista y artista, coinciden: “La gente está lista para el feminismo, este es el momento”.
Las frases como dardos de De Orbegoso dejan paso en el stand contiguo a una revolución de color al óleo de la artista emergente turca de Çagla Ulusoy. Cambia la forma, pero el mensaje sigue siendo el mismo: sacar a la luz la lucha diaria de las mujeres contra la violencia.
Ulusoy lleva tres meses viviendo en Ciudad de México después de terminar un máster en Pintura en el Royal College of Art de Londres. Para esta exposición quería un tema universal que representará a todas las mujeres. Eligió el miedo. «Las mujeres tienen miedo tanto en Estambul y México como en Londres o Madrid. Reciben amenazas y viven situaciones peligrosas solo por ser mujeres», cuenta junto a los potentes cuadros que ha pintado en este período en la ciudad.
La artista, de 30 años, explica que su forma de reaccionar contra la violencia es el arte. En esta exposición en Zona Maco buscaba celebrar con los colores la fuerza y la valentía de las mujeres.
Cuando llegó a la capital mexicana, Ulusoy se cruzó con la llamada revolución Diamantina. El 12 de agosto de 2019, cientos de mujeres se manifestaron frente a las instalaciones de la Secretaría de Seguridad de Ciudad de México para exigir que se castigara a los cuatro policías acusados de violar a una menor de edad en el norte de la ciudad. Las manifestantes arrojaron brillantina rosa al secretario de Seguridad Ciudadana, Jesús Orta Martínez. A partir de ese momento, la diamantina se convirtió en un símbolo de lucha y resistencia.
La artista turca quedó «impresionada por la forma en que las mujeres mexicanas habían respondido al miedo con paz y belleza: embelleciendo la crueldad de la realidad«. «El color pasa a ser una protección para ellas», explica fascinada.
En esta exposición Ulusoy recrea escenas diarias que tienen que atravesar las mujeres —como andar solas por la noche— y trata de quitarles ese miedo con formas y colores. «Poner color es casi caricaturizar algo que se nos ha impuesto a las mujeres como agresivo. Es mi forma de lidiar con lo que da miedo«, cuenta la artista. Uno de los objetivos es recordar que la cultura del miedo se suele utilizar para controlar a las mujeres.
Junto a exposiciones en lenguaje inclusivo —»Ellxs, nosotrxs y todxs«— y el tratamiento del amor en todas sus formas, la española Ángeles Agrela presenta su proyecto El favor de las bellas en Zona Maco Sur.
Durante los últimos años, la artista andaluza ha estado investigando sobre el papel de las mujeres en la historia del arte y cómo han sido representadas por los hombres. Según sus palabras: “Creo que es necesario que nosotras aportemos una visión contemporánea propia a esta representación de lo femenino por medio del arte”.
Así en una serie de dibujos, Agrela representa a adolescentes cuya boca, ojos o rostro completo están tapados por masas de pelo. Trata de reivindicar a las mujeres que a lo largo de la historia del arte solo han aparecido como objetos, calladas, tapadas. Además, busca imágenes que nos hagan «reflexionar sobre cómo podemos construir una identidad distinta a la heredada de los museos, la impuesta por la publicidad o la que nos prometen desde las redes sociales».
¿Qué poder tienen este tipo de exposiciones para mejorar la realidad de las mujeres? «Lo primero es que causan una reflexión. Y también que sirve para apoyar a movimientos, para que sigamos hablando del tema y unamos esfuerzos», responde segura la artista Ana de Obregoso.
Y su galerista, Gabriela Rosso, apunta y concluye: “El arte tendría que estar para abrir preguntas y generar cambios. Todo arte es válido, sí, pero debería ser un instrumento de transformación».