Ana Merino: “El escritor es un luchador de la literatura”
La escritora madrileña ha ganado el Premio Nadal 2020 por ‘El mapa de los afectos’, una novela donde la bondad es el asidero para la reflexión sobre la supervivencia de nuestra especie
Me encuentro con Ana Merino (Madrid, 1971) en el lobby de un hotel barcelonés donde le traen varias libretas para que pinte. Sí, a mí también me pareció extraño el momento, pero la poeta, dramaturga y catedrática no solo escribe, también pinta; quizás le gusta pintar por su increíble afición a los cómics y las clases que dicta en el Center for Cartoon Studies de Estados Unidos, país donde ha pasado más de 20 años enseñando.
Merino también es la creadora del MFA de escritura creativa en español en la ciudad de Iowa, por donde han pasado varios narradores a formarse y a impartir clases desde que lo creara en 2012. Al comenzar la entrevista no solo me confirma la ardua labor de crear un MFA en español en Estados Unidos, sino que toda la historia le daría para escribir otro libro: “la novela del MFA sería una novela en sí, cómo llegar y buscar financiación, buscar escritores, formar talleristas, generar sinergias. Se inauguró en marzo en 2012 y ha funcionado muy bien. Hemos tenido un montón de estudiantes muy interesantes. Elisa Ferrer -la última ganadora del Premio Tusquets de novela- fue alumna nuestra. La gente tiene mucho talento pero si te dan un espacio y lo riegas entonces tu talento florece”.
Ese espacio y ese florecimiento al que ella invita en los programas de estudio que dirige también se refleja en su propia escritura. El mundo del cómic, la estancia en Norteamérica, así como la observación y el estudio de una sociedad que no es la suya se dejan ver en El mapa de los afectos, ganadora del Premio Nadal 2020 y con la que Ana Merino ha florecido en un nuevo género al que llega desde los años de experiencia como poeta, dramaturga y, por supuesto, como catedrática de estudios culturales y literarios: la novela.
¿Cómo llegas a la creación de esta novela?
Llego a la novela desde la madurez, porque cuando estás en diálogo con escritores todo el rato, analizando cómo los géneros se fracturan y cómo se empapan unos de otros, es el momento de escribir una novela, porque lo que estoy viviendo y la atmósfera que me está envolviendo es una atmósfera de novela, porque me interesan muchas voces de personajes, me interesa problematizar desde la literatura y desde un espacio de personajes y de tramas. Cuando estás en la poesía, estás en la intensidad interior, en el yo poético estás en esas sensaciones, pero lo bueno de la novela es que apela al presente y a los distintos posicionamientos de los personajes. No estás transmitiendo solo una visión, estás jugando con la plasticidad de la realidad humana que está llena de perspectivas, de posicionamientos y de tramas. Llego a ella con una madurez y con un gusto por la escritura, ya que yo he estado escribiendo poemas, diarios, teatro, así que llego desde un reposo y eso es importante en mi caso, porque a mí me ha aportado una mente abierta. También me ha permitido un juego, porque hay un homenaje a la novela de formación, una reflexión sobre las sociedades y los conflictos, una conexión con la historia de la humanidad y una reflexión sobre las edades del ser humano.
¿Estar rodeada de alumnos y escritores incide en que hayas escogido una estructura coral para comunicar mejor?
La novela me pedía que fuese coral, además yo soy muy social y me gustan mucho las voces. Hay un poemario mío, Juegos de niños, que está lleno de personajes, de voces y poesía. La fórmula coral me parece maravillosa y ya la había visto en autores como Rulfo con Pedro Páramo o en Edgar Lee Masters. Cuando quieres apelar al todo universal, el coro de voces enriquece muchísimo, porque construye un solo personaje en todas esas voces que respiran. Llevo haciendo sonar estos textos una y otra vez de forma enloquecida; me encanta cuidar el ritmo. Me interesaba la respiración del texto. También hay que leer mucho, hay que interiorizar, hay que escuchar. Hay mucho de Palomar y de Locas de los hermanos Hernández en esta novela, por lo coral. El concepto de lo coral de Love and Rockets está muy presente en esta novela. Es muy importante comunicar lo literario, que tu propuesta literaria se abra a muchos lectores. El escritor es un luchador de la literatura, que quiere llevar la literatura a todas partes.
¿Qué fue primero la estructura o el título de la novela?
El título vino al final y uno reflexiona sobre muchos títulos. Yo quería construir una pulsión narrativa y El mapa de los afectos me daba eso.
Cada capítulo del libro es un personaje, un afecto. La metáfora del mapa.
Claro, construye mapas porque los lugares son las personas y ese punto vibrante de cada persona, cada visita a cada espacio puede ayudarte muy bien en la construcción de los capítulos, puedes generar intensidad y ese punto de interés. Está mucho en las novelas del siglo XIX, que te dan un título y una clave y tú te metes en esa clave. Además es un mapa temporal; no solo es un mapa de personajes, sino que los personajes maduran en el tiempo y los vemos crecer deprisa pero a un ritmo trepidante que también eso me viene de la poesía, de sintetizar y de generar emoción. No voy a generar diez capítulos si puedo sintetizarlo en uno o dos. Me interesa ese recurso de estilo que también está en los rusos, pero porque también vengo de ese recurso estilístico.
¿También el poema de Idea Vilariño, al principio de la novela, genera esa pulsión de ritmo, de espera, de lo que será la novela?
Con ese arranque doble entre Vilariño y Stan Lee quiero ponernos en emocionalidad de los buenos y los malos, de los adolescentes, que es una mirada de América, de cómo construye sus mitos. Pero no pierdas de vista que vengo de las voces del mundo hispánico, de la poética de la existencia que es lo que nos transmite Idea Vilariño. Y la cita de Stan Lee es un guiño al imaginario de los héroes en el diálogo de los Estados Unidos, ese guiño es una construcción que viene de la juventud que tiene de explicar a través de la mirada de uno de los personajes que lee los cómics de superhéroes. Nosotros siempre vamos a explicar nuestro mundo apelando a distintos mitos.
También la cita de Stan Lee acompañando a la de Vilariño juega con esa duplicidad de los superhéroes. Todos los personajes del mapa son intrínsecamente buenos, sin embargo, se van deconstruyendo en el camino por las decisiones que toman. ¿La perversión de la bondad o el pecado de ser bondadoso y todas las consecuencias que eso acarrea?
Yo creo que naturalmente hay un poso de bondad en el ser humano y las circunstancias y una serie de cosas rompen ese fondo de bondad que es lo que permite la supervivencia; ayudarnos en comunidad, compartir, ese es un fondo de bondad; y de pronto, esas personas con un gran fondo de bondad, tienen que acabar en una guerra porque una sociedad impone una representación del poder a través de la guerra y destruye a los que van, no importa el bando que sea, pero al final es la destrucción de la juventud, de las posibilidades vitales. Eso se puede ver en personajes de mi novela.
Tanto el cómic como la Biblia son libros recurrentes en las lecturas de los personajes de la novela. La figura de Dios está muy presente. ¿Sigue siendo un símbolo presente en la sociedad estadounidense actual?
Está en la cultura estadounidense. In God We Trust aparece en el dólar. Lo que percibo y lo que veo cuando voy por las carreteras y paso por esas iglesias que ha construido la religión interpretando la Biblia a su manera es una retórica que apela a la mitología de la posibilidad de la salvación y del diálogo espiritual. Estados Unidos sigue en profundo diálogo con la espiritualidad y la gente tiende a buscar ese diálogo más allá de la religión. Uno de los personajes del libro busca ese encuentro espiritual con el fantasma de su padre y cómo enfrentamos el más allá. Otro personaje lleva flores a su vecina y va despedirse de ella porque hay que despedirse de los muertos y asumir con naturalidad la vida hacía muerte. También apela a que siempre nos vamos a volver a encontrar, que existe en una perspectiva espiritual que está en todos nosotros.
¿Siempre vamos a repetir las mismas preguntas universales?
Me parece que repitamos porque es natural, porque vendrán nuevas generaciones que verán la muerte en otros, que verán la injusticia y cómo vamos a construir justicia o cómo vamos a generar esa armonía.
No caes en tópicos para pensar que la novela pueda ser comercializable a través de ellos, pero tocas algunos que están en boga y los contrastas. Por ejemplo, el feminismo.
Podemos ver al padre de una de las protagonistas como aliado. A la mujer trabajadora que por mérito se queda fuera de una mejora profesional porque no es cool ni tiene los mismos contactos y se queda fuera del proyecto por no ser feminista. Busca cobijo en la madre, verbaliza su furia y su madre le dice que lo escriba. La madre le explica su punto de vista del feminismo y le da otra simbología al concepto. Hay muchos feminismos en los personajes representados en distintas formas de mujer. Hay cuatro personajes mujeres que se construyen a sí mismas y reflexionan con distintas edades. Hay muchas formas de pensar los avances sociales. Muchos juegos literarios que la literatura me permite llevar a la reflexión humana desde el lado sociológico, político, ideológico, al encuentro con la literatura, porque yo estoy en la literatura y es lo que a mí me interesa. La literatura como punto de reflexión y debate con puntos de encuentros y desencuentros. Son muchos personajes con muchas perspectivas y muchas vivencias, es ese diálogo. Yo no te voy a dar una respuesta, yo te voy a decir: piensa a través de mis personajes. Ese es el concepto del pensamiento literario, tú piensas a través de los personajes.
¿Algunos lo verán como un libro crítico?
Es un libro que persigue el estímulo reflexivo. La crítica en tanto que reflexión literaria. El pensamiento crítico, pero no confundir con que estoy criticando, estoy estimulando el pensamiento crítico que genera diálogo. Estamos hablando de él.
Ante tanta crítica y menos diálogo, con el El mapa de los afectos revives el tema del entendimiento del otro, un tema que en tiempos de extremismos quizás es necesario para reconciliarnos…
Y para sobrevivir y buscar soluciones. Yo creo que no nos va a quedar más remedio que volvernos a encontrar en la fraternidad; el pensamiento positivo, de desarrollo, de ayuda, de encontrar soluciones es la base de la supervivencia de la especie y va a volver. Hay personas que verbalizan desde otros lugares y me parece respetable, pero yo verbalizo desde una reflexión del ser humano y me posiciono en la bondad porque me ha ayudado a desarrollar personajes muy interesantes. En sus matices, en sus momentos de duda, en personajes como Valeria, que es una persona buenísima pero las decisiones que toma hacen daño, pero la vemos y madura, podemos ver esos matices.
¿Ahí está la riqueza de los personajes y del ser humano, en los matices y no en los extremos?
No hay absolutos, y con la edad cambiamos, en perspectiva. Por eso me gusta mezclar personajes. Por ejemplo, cuando llevamos a la periodista con el fotógrafo, que son de dos generaciones distintas, dos formas de ver el mundo, ella está rehaciéndose después de una humillación al ser despedida, mientras él es joven, está viviendo la vida, le gusta disfrutar, sale por la noche, tiene todos esos defectos de una juventud juerguista y este hombre al principio se arrepiente de ir con ella pero al final se da cuenta de cómo ella lo puede ayudar. Eso me interesaba en los personajes, juntar edades, reacciones, diferencias, porque en sociedad somos eso, no solo somos mi grupo de amigos que nos queremos mucho, eso a lo mejor en una red social es así, con los que te ponen me gusta, etc.; sí, con ellos estás en el mundo paralelo y cibernético, pero en la cotidianidad estás con el conductor del taxi, con tu comunidad de vecinos, con los que te tienes que poner de acuerdo para arreglar una tubería. Si no se coordinan todos para buscar una solución y contratar al fontanero o no sé qué, no se arreglan las cosas, se quedan varados. La gente no se da cuenta, pero también es salir de tu zona de confort, tu espacio cibernético, y compartir tus pensamientos, porque al salir de tu zona de confort puede pasar cualquier cosa en cualquier momento, y alguien te echará una mano, aunque no te conozca de nada. Saber que vives en una sociedad donde puedes confiar en los desconocidos y los que te rodean es muy sano y necesario.
Teniendo tantos años viviendo en Estados Unidos, ¿esta novela fue escrita pensando en español?
Pensando en español. Tengo todavía la sonoridad del español. Algunas veces mis conflictos son con la teoría académica del inglés. Cuando escribo sobre teoría del cómic, que he escrito mucho en inglés, a veces empieza a salir vocabulario técnico en inglés. Pero en la novela no, escribir desde la literatura es volver a mi infancia, a los diarios, a mi reflexión sobre las personas, mi cobijo. Hay algo también de búsqueda de un cobijo, algo reconfortante en mi gesto de escribir esa novela. No en el lector, el lector va a encontrar su propio rincón en este mapa pero para mí escribir este mapa era encontrar armonía.
Un mapa literario para generar empatía…
Sí, desde el lugar de la empatía, cómo hemos llegado a esta situación y cómo vamos a poder cambiarlo. Cuando uno cierra el libro, dice: wow, ahora empiezo a ver el mundo con las personas respirando, no solo un mapa de nombres de lugares. Un mapa de seres humanos. La empatía real, que es la empatía de la convivencia, es dialogar. No podemos borrar a una persona del mapa, hay que pensar qué le está pasando y qué soluciones dar porque en el mundo nos vendrán situaciones más graves que la discusión y el enfrentamiento.
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Ana Merino termina la entrevista preguntándome si me firma el libro, algo que pediría pero ella se me adelanta. Se lo doy y saca una cartuchera con muchos colores y empieza a pintar. Mientras seguimos hablando, yo le hago una que otra pregunta adicional, mientras ella pinta, se toma su tiempo para dejar una firma sumamente colorida, que abarca toda la página. Pintar es otra forma de diálogo, otra forma de afecto y de comunicación dentro de la grandilocuencia del mapa de lo literario.