Summer in Mara, el 'wholesome' bien entendido
Lo ‘wholesome’ llega para quedarse y va más allá de una estética pastel y personajes adorables. Summer in Mara es un buen ejemplo de ello.
La palabra wholesome se ha hecho un hueco rápidamente en el vocabulario online. Se puede traducir como “saludable”, algo que nos llena de energía más a nivel anímico que físico, mediante el énfasis en la positividad y la amabilidad. Nos encontramos series y películas que se describen como wholesome, música, libros. Hasta memes. Y, por supuesto, juegos wholesome.
Al mundo del videojuego le encantan las etiquetas, ya sea para definir nuevos subgéneros o para clasificar tendencias, así que no iba a saltarse esta. Plataformas como Steam empiezan a plagarse de juegos wholesome; hace apenas unos días, ha tenido lugar el Wholesome Direct, un evento online en el que se presentaron decenas de títulos independientes que siguen esta línea. Aunque lo más destacable de todos ellos fue, a simple vista, la homogeneidad visual. El wholesome corre el mismo peligro que otras estéticas populares, como el ciberpunk: el de acabar reducido a casillas que marcar, ingredientes que mezclar sin más propósito que el de adscribirse a un contexto, dejando la idea a un lado. Donde uno pone neones y gabardinas, el otro hace lo propio con colores pastel y música agradable. Parece que basta ese pack de inicio para subirse al carro.
Pero no es suficiente con decorar la fachada. Hay que saber colocar los muebles. Entender el concepto y transmitirlo, y si es posible hacerlo desde la espontaneidad. Lo wholesome puede resultar de mucha ayuda en tiempos difíciles, tanto colectivos como individuales, pero también quedarse en un pastiche a lo Mr. Wonderful si se interpreta como un simple barniz. En este sentido, hay un título patrio que, por el momento, tiene todas las papeletas para convertirse en adalid de esta tendencia: Summer in Mara, del estudio valenciano Chibig, que tendremos con nosotros el próximo 16 de junio.
Son ya varios los hitos de los que puede presumir Chibig desde que comenzara el desarrollo de este juego, el cuarto en su portfolio, allá por 2015. Dos exitosas campañas de financiación colectiva, en Kickstarter e Indiegogo; la primera de ellas llegó a recaudar el 900% del objetivo previsto. Y hace apenas tres meses, en marzo, su presentación dentro del programa Nindies, con el que Nintendo destaca juegos independientes de próxima aparición para su consola Switch.
No es fácil verse incluido en este catálogo selecto, un mérito que garantiza un impulso de visibilidad entre la comunidad de aficionados. Aunque lo cierto es que el éxito parece casi garantizado en Switch: después de la locura colectiva en torno a Animal Crossing: New Horizons, Summer in Mara será una parada inevitable para los entusiastas del life simulator de animales parlantes.
Desde el pasado viernes, como antesala de la aventura completa, podemos jugar al prólogo de Summer in Mara en Steam. Un recorrido junto a la protagonista, la pequeña Koa, por la isla de Mara, que nos sirve para aprender las mecánicas principales del juego. Estas no solo beben del citado Animal Crossing, sino también de otra franquicia extremadamente popular, Harvest Moon. Sin olvidarnos del sucesor espiritual de esta, el entrañable Stardew Valley.
Al igual que todos los mencionados, Summer in Mara nos propone existir en un entorno bucólico, y una experiencia basada en la no violencia y la comunión con la naturaleza. Sin embargo, es mucho más autoconsciente que sus referentes previos. Aunque el prólogo que podemos jugar dura apenas veinte minutos, y se centra sobre todo en enseñarnos cómo llevar a cabo las tareas básicas (cosechas, construir herramientas, cocinar o pescar), los diálogos que Koa comparte con la anciana que la ha cuidado desde que era un bebé, Haku, nos ofrecen pinceladas de esa declaración de intenciones.
La naturaleza que nos rodea no es un simple almacén de recursos de los que valernos. La explotación de nuestro entorno no se lleva a cabo de modo indiscriminado (uno de los aspectos que ha sido duramente criticado de Animal Crossing: New Horizons). “Todo lo que tenemos es prestado”, nos dice Haku, una idea sobre la que merece la pena reflexionar a muchos niveles. Si talamos un árbol, lo justo es que después plantemos una semilla para compensar. Y que demos las gracias por la madera que nos permite encender una antorcha o fabricar una caña de pescar. Todo está conectado, y Haku no vacila al explicarnos que nuestro deber es ayudar a los demás, dejando claro que ese “demás” no se restringe únicamente a los seres humanos. Nuestro papel como habitantes de la isla no nos coloca en una posición de superioridad: antes bien, somos sus guardianes, y nuestro amor por ella debe ser un reflejo de nuestra propia autoestima.
Tanto la breve explicación del worldbuilding por parte de Haku como el teaser que vemos al finalizar el prólogo nos dejan claro que Summer in Mara no se quedará solo en la experiencia relajante que proponen sus primeros minutos: nos aguarda una historia con multitud de rincones que explorar y personajes adorables que conocer. Los toques Ghibli son bastante evidentes, como confirmó el responsable de comunicación y escritor del juego, Diego Freire, en una entrevista concedida a RedBull. Freire lo compara con El viaje de Chihiro, pero a la inversa. Nuestra Koa, en lugar de entrar en un mundo de fantasía, sale de él para enfrentarse a nuevas experiencias y peligros.
No cabe duda de que Summer in Mara es un paso adelante, mucho más ambicioso, con respecto al anterior trabajo de envergadura de Chibig, Deiland. Un título con reminiscencias de El Principito de Saint-Exupéry en su estética, que nos permitía cuidar de un pequeño planeta, explorar la galaxia y acabar con algún que otro bicharraco. Pero todo ello, de nuevo, con esa rúbrica wholesome, mucho antes de que la palabra adquiriera la presencia que tiene en la actualidad.
Quedan pocos días para que podamos embarcarnos en este viaje a Mara, y descubrir el mundo que le rodea través de la inocencia de Koa. Todo apunta a que será uno de esos rincones donde sanar el corazón por un rato, y probablemente un espejo en el que otros wholesome-wannabe deban mirarse.