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Mili Hernández: “Mi librería nació para salvar vidas, de la misma forma que la 'Oscar Wilde' y la 'Gay’s the Word' me salvaron a mí”

Mili Hernández es la fundadora de Berkana, la primera librería especializada en temática LGTBQI en España, y de la editorial Egales

Mili Hernández: “Mi librería nació para salvar vidas, de la misma forma que la ‘Oscar Wilde’ y la ‘Gay’s the Word’ me salvaron a mí”

jiroe | Unsplash

Hablar de Berkana es hacerlo de la primera librería especializada en temática LGTB fundada en España. Su artífice, la incansable activista lesbiana Mili Hernández, se atrevió a montarla en 1993 y, no contenta con eso, decidió crear también la editorial Egales, para atender así la demanda de sus clientes de la época. Siempre digo que nosotras fuimos editoras por necesidad”, comenta la librera y copropietaria de un sello independiente que estos días celebra su 25º aniversario.

Por desgracia, y como otros muchos (pequeños) negocios históricos, Berkana ha pasado por momentos bastante complicados desde que abrió sus puertas. El último en 2017, cuando sus dueñas —Mili Hernández y Mar de Griñó— estuvieron a punto de verse obligadas a echar el cierre al negocio debido a la enorme crisis económica. Para evitarlo, Mili y Mar pusieron en marcha una campaña de crowdfunding en la plataforma GoFundMe y la respuesta de la gente fue increíble: en apenas diez días, lograron recaudar algo más de trece mil euros. Pero está claro que el negocio editorial, como también pasa con el activismo reivindicativo, se basa en una lucha constante.

Allá por 1993, después de vivir en el extranjero durante más de una década, te animaste a abrir la que sería la primera librería especializada en cultura homosexual de España y América Latina. ¿Cómo fueron sus comienzos en Malasaña?

La apertura de la librería fue fruto de esa inconsciencia mía al venir de una ciudad como Nueva York, donde entonces vivía, y pensar que había que abrir una librería así en España. Yo conocía España por lo que veía cuando venía de vacaciones, pero no conocía la realidad. Fueron tiempos duros, porque aquí no había ni lectores, ni libros. Pero yo pensaba “cómo no va a tener Madrid una librería LGTB”, y fue así como decidí montarla. En el año 1993 España había cambiado, pero la realidad LGTB estaba aún muy en el armario. Aun así, yo sabía que había que esperar y estaba convencida de que una librería así era muy necesaria.

Mili Hernández: “Mi librería nació para salvar vidas, de la misma forma que la 'Oscar Wilde' y la 'Gay’s the Word' me salvaron a mí” 1
Mili Hernández y Mar de Griñó frente a Berkana, librería gay y lesbiana. | Foto cedida por Mili Hernández.
Unos meses después de abrir, os mudasteis a la plaza de Chueca, que entonces era una zona a evitar, y le disteis a ese barrio una identidad propia…

Así es, Berkana fue el primer negocio que generaba visibilidad durante el día. Aparte, Chueca estaba muy degradado por la droga y muy abandonado por el Ayuntamiento. Los locales estaban vacíos, porque nadie quería montar un negocio en la zona, y nosotras llegamos allí sin ser conscientes de lo que iba a pasar. Todos los negocios que había hasta aquel momento eran locales de noche donde tenías que tocar un timbre para entrar. Visibilidad lésbica no había ninguna aún. Por eso, sí que cambiamos un poco la realidad. Sobre todo, la cambiamos cuando decidimos hacer un ‘mapa gay’ de la zona. Lo hicimos porque mucha gente venía de fuera a la librería, los fines de semana, preguntando por un local para comer o un sitio para tomar un café. Cuando nosotras nos instalamos allí, mucha gente que pensaba poner un negocio para gais y lesbianas venía a la librería para preguntarnos “¿y no habéis tenido problemas? ¿No os ha cerrado el Ayuntamiento ni habéis sufrido ningún ataque?”, y yo les decía “pues no”. Ahí fue cuando empezaron a abrir una serie de negocios que cambiaron la realidad del barrio por completo. Todo eso unido, claro, a un movimiento que estaba sufriendo un relevo generacional, y también al hecho de que los colectivos empezaban a ser mucho más activos y visibles.

Los primeros años de Berkana fueron difíciles, ya que no existían libros para rellenar vuestras estanterías y los clientes todavía no habían perdido el miedo a ser visibles. ¿Qué encontraba uno en vuestros primeros escaparates?

En nuestros primeros escaparates uno encontraba a los autores gais españoles, principalmente a Eduardo Mendicutti, Luis Antonio de Villena, Terenci Moix, Álvaro Pombo y Leopoldo Alas. En cuanto a las chicas, encontrabas el páramo [ríe]. Tenías a Virginia Woolf y punto. Y de ensayos, casi nada. Esos libros los clientes ya los tenían, porque estaban en las estanterías de todas las librerías generales. Llegaban gais que nos preguntaban “¿pero no tenéis algo así que cuente nuestra historia?”, y lesbianas que decían “¿no tenéis algo que no sea Virginia Woolf, que estamos hartas de que todas nos suicidemos?”. Ahí fue cuando pensamos que había que hacer algo.

Aquella circunstancia es la que os animó a crear, conjuntamente con las dueñas de la barcelonesa librería Cómplices, el sello Egales. ¿No es así?

Claro. Yo quería tener una librería y lo de la edición me venía grande. Pero era lo que la gente nos pedía y nos pusimos manos a la obra, porque una librería como la nuestra tenía que dar servicio a gais y lesbianas. Montamos Egales y, al principio, hacíamos un poco libros a medida de lo que nos pedía la gente. Las chicas nos pedían novelas de amor con final feliz y los chicos querían novelas con referentes. Luego la cosa iría cambiando e iniciamos la colección de ensayo con Identidad y diferencia sobre la cultura gay en España (1997), que era un retrato de la sociedad LGTB en aquella época. Poco a poco, Egales fue tomando forma y hoy ya cuenta con cuatrocientos títulos.

Podría decirse que Berkana ha sido una librería política desde sus inicios. ¿A qué episodios de homofobia os habéis enfrentado en todos estos años?

Somos una librería y editorial activistas. Creo que el hecho de crear una editorial sabiendo que íbamos a publicar lo que la gente quería es activismo puro. Homofobia hemos sufrido, pero no se puede denunciar porque es muy difícil probarla. Hemos ido a presentarles nuestros libros a librerías que nos han dicho: “Está muy bien esta editorial, pero es que yo no tengo clientes gais y lesbianas”. Y tú les dices: “¿Pero cómo que no? Si eres la única librería de esta ciudad pequeña. Los gais no vienen aquí moviendo el bolso, ni las lesbianas aparcan el camión en tu puerta”. Aquello me lo dijo una librería muy importante, que luego se arrepintió muchas veces de haberme dado esa respuesta. La homofobia, en un tema como el nuestro, es muy sutil. Y esa es la peor homofobia que existe. Nadie te va a decir “Yo no quiero estos libros porque son de maricas”. Simplemente, no los cojo y ya está. ¿Por qué no los cojo? Porque soy una librería y tengo libertad para elegir lo que quiero o de pensar que esto no se va a vender. Aún hoy hay librerías que no han cogido un libro de la editorial Egales en nuestros veinticinco años.

Mili Hernández: “Mi librería nació para salvar vidas, de la misma forma que la 'Oscar Wilde' y la 'Gay’s the Word' me salvaron a mí”
«Poco a poco, Egales fue tomando forma y hoy ya cuenta con cuatrocientos títulos.» | Foto cedida por Mili Hernández.
En todo este tiempo, Berkana ha acompañado y ayudado a muchísimos gais, lesbianas, bisexuales y transexuales, además de funcionar como punto de información y ayuda para el colectivo. ¿Recuerdas alguna anécdota en especial?  

Muchas. Una es la historia del teniente coronel Sánchez Silva, que [en el año 2000] vino a mi librería para salir del armario públicamente. Él era cliente mío. Yo no sabía que era militar y un día me invitó a comer porque quería hablar conmigo. Me dijo: “Soy teniente coronel y quiero salir del armario. ¿Me puedes ayudar? ¿En qué medio crees que podría contarlo?”. Yo le dije que podía ponerle en contacto con El País o El Mundo, pero me dijo que quería hacerlo en un medio gay, y entonces le comenté que tenía dos opciones, Shangay o Zero. Entonces, le puse en contacto con el director de Zero y con el redactor jefe de la misma revista, y así lo hizo.

Otra ocurrió hace unos tres años, en la Feria del Libro de Madrid. Me vino una chica joven y me contó que tenía un hijo de cuatro años al que le gustaba vestirse de mujer. Me dijo: “Yo no tengo ningún problema. Él incluso va a la guardería así, pero soy una mujer separada y cuando va con la familia de mi marido ellos le regañan mucho y le hacen quitarse todas las coronas y sortijas que lleva puestas”. Yo le di información y un montón de números de teléfono, porque estaba claro que estábamos ante el caso de un crío que necesitaba ayuda y al que le podían destrozar la vida. Luego me enteré que los padres en efecto fueron y que se estaba atendiendo ese caso. Que una madre se tope casualmente con la librería Berkana y que así se pudiera ayudar a ese niño es algo que me llena de orgullo y satisfacción. A fin de cuentas, mi librería nació para eso, para salvar vidas, de la misma forma que la librería Oscar Wilde de Nueva York y la Gay’s the Word de Londres me salvaron la vida a mí. A ellas les debo mi salud mental.

Lograsteis incluso que la literatura LGTBI tuviera un espacio en la feria del libro de Guadalajara (México), ¡casi nada!

Sí, recibíamos muchos emails de gente de Latinoamérica y yo tenía muy claro que esto era puro activismo y que había que echarles un cable. Además, publicamos muchos libros de autores latinoamericanos. El caso es que empezamos a ir a esa feria del libro y fue tal la acogida, y tal el cariño de la gente, que no hemos dudado ningún año en ir. Al principio no era rentable, pero a mí me encanta México y, además, desde que vamos allí hay mucha gente a la que le está llegando y ayudando esa literatura LGTB.

Durante años fuiste también la organizadora de las fiestas del Orgullo gay en Chueca. ¿A qué esperan ya para darle tu nombre a una plaza o calle?

[Risas]. Creo que hay muchos activistas a los que se la tienen que dar antes que a mí. Yo fui organizadora porque era miembro de la junta directiva del colectivo LGTB+ de Madrid (COGAM), de la cual Pedro Zerolo era presidente, y me tocaba planificar la manifestación. De hecho, desde COGAM cambiamos un poco el modelo de manifestación, que luego se ha pasado tres pueblos. Yo había estado en Nueva York en 1994, por el 25º aniversario de Stonewall, y al regresar a España le dije a la junta directiva que había que cambiar la mani. “No podemos celebrar la manifestación en la calle Preciados un martes o un miércoles, porque nadie nos ve y parecemos un grupo de militantes gritando como locas y sin capacidad de atraer a otra gente”, les dije. Teníamos que darle visibilidad a la cosa, si queríamos que el gay y la lesbiana le perdieran el miedo a venir a una manifestación. Fue así como propuse cambiarla al sábado más cercano al día 28 de junio, [día del Orgullo LGTBI] y hacerla un poquito más lúdico-festiva. A mí me tocó organizar aquella manifestación que te comentaba. Me tocó contratar la primera furgoneta que llevó música en una manifestación en COGAM, y también pedir los permisos a la delegación del gobierno. La luz del escenario que se montaba en la plaza de Chueca se enchufaba a mi librería, por cierto. A ver, tenemos que reconocer que Berkana, como librería, fue en sus inicios protagonista de muchas cosas, algo de lo que me siento muy orgullosa. Yo pienso que hemos llegado hasta aquí porque las personas gais, lesbianas y transexuales perdieron el miedo. Eso es lo que nos ha hecho fuertes y es lo que hace que el discurso retrógrado y homófobo de partidos como VOX, y parte del PP, no cale. Hemos convencido a una sociedad, les hemos dicho quiénes éramos y que tenemos el derecho a ser iguales ante la ley.

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