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Series españolas con vocación global: el florecimiento de las coproducciones internacionales

La televisión global ha convertido a la industria española en generadora de éxitos y en un laboratorio de proyectos con vocación viajera

Series españolas con vocación global: el florecimiento de las coproducciones internacionales

White Lines | Netflix

Gigantes del streaming como Netflix, Amazon o HBO, grupos tradicionales patrios como Televisión Española, Atresmedia y Mediaset, y productoras españolas como The Mediapro Studio, Bambú u Onza trabajan juntas en decenas de proyectos. Desde The Head, un thriller ambientado en la Antártida y grabado en Tenerife. A un biopic sobre Hernán Cortés. Repasamos cómo han surgido algunos de estos llamativos proyectos, las estrategias de internacionalización de nuestra industria en este mundo de televisión y series globales, así como las posibilidades y los peligros de este nuevo escenario de la mano de Javier Méndez, jefe de contenidos de The Mediapro Studio, el director Jorge Dorado y la profesora de la UOC Judith Clares.

 

La televisión global ha convertido a la industria española no solo en generadora de éxitos mundiales como La casa de papel o Élite, sino en un interesante laboratorio de proyectos con vocación viajera. Como Kosta, un nordic noir grabado entre Finlandia y Fuengirola con Fran Perea como protagonista. The Head, una terrorífica serie ambientada en una base científica de la Antártida donde El Profesor Álvaro Morte interpreta a un solitario y misterioso cocinero. O White Lines, un thriller de Álex Pina coproducido por los responsables de The Crown sobre la desaparición de un DJ de Manchester residente en Ibiza.

Las razones detrás de estos pastiches son varias y responden tanto a la reciente revolución del streaming, su necesidad de producir de manera incesante para llenar sus catálogos y así atraer a nuevos suscriptores; como a los crecientes costes que deben asumir las empresas locales para ofrecer contenidos de calidad exportables a otros territorios. Pues la coproducción permite repartir tanto la inversión como los posibles riesgos que conlleva crear una serie, aumentar las opciones de explotación en otros mercados y encontrar público para las propuestas más innovadoras. Véase aquí el caso de The Mediapro Studio.

En 2015 la estrategia internacional de la compañía empezó a ocupar titulares cuando anunciaron su entrada en The Young Pope (2016), una serie donde comparten créditos con el gigante paneuropeo de origen británico Sky, la prestigiosa cadena de televisión por cable estadounidense HBO y los vecinos franceses Canal+. La idea: dar rienda suelta a la imaginación del cineasta italiano Paolo Sorrentino, que venía de ganar el Oscar por La gran belleza, con un protagonista de fama (y atractivo) global como Jude Law, en una serie sobre las intrigas del Vaticano y la crisis de fe de Occidente, grabada en inglés e italiano. Alabada de manera unánime por crítica y público, en la segunda temporada, The New Pope (2020), repitieron la fórmula sumando al elenco principal a John Malkovich y cameos de la talla de Sharon Stone y Marilyn Manson.

“En España tenemos una producción bastante consolidada y tampoco hay mucho espacio para crecer, pero con la aparición de las plataformas han surgido clientes nuevos”, cuenta Javier Méndez, jefe de contenidos de The Mediapro Studio, sobre el grupo detrás de series patrias como Estoy vivo, Vis a vis o Águila roja. “Nosotros no somos plataforma, así que trabajamos con clientes o socios generando contenidos dentro del estudio. Y surge la posibilidad de hacer acuerdos de coproducción con otros países a los que les interesa hacer contenidos diferentes con talento español o latinoamericano, que tenemos en la casa. Canales lineales como YLE. No todo es Netflix o Amazon”, aunque también trabajen con ellos.

Este es el caso de la mencionada Kosta (2020), una coproducción de The Mediapro Studio junto a la cadena pública finlandesa YLE y la productora nórdica MRP recién estrenada en Orange TV. ¿La premisa? En la colonia de 25.000 finlandeses que vive en Fuengirola desaparecen varias personas. Una policía finesa retirada decide ir a investigarlo y allí se encuentra con un agente local interpretado por Fran Perea, una estrella en Finlandia gracias al éxito, primero, de Los Serrano –ojo, una producción de Globomedia, ahora parte de Mediapro– y, después, de su música.

“Buscando conceptos nuevos dentro de la estrategia de internacionalización de los contenidos del grupo, una idea era buscar historias dentro de estos grupos de extranjeros que viven en comunidades costeras en España. De hecho, pensamos en hacerlo como un formato exportable: británicos en la Costa del Sol, suecos en Canarias, alemanes en Mallorca. Queríamos explorar qué pasa en esos grupos tan cerrados, cómo se traen un trozo de su país al nuestro y cómo por fuera todo es alegría, pero cuando rascas hay problemas”, continúa diciendo Méndez.

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Imagen de ‘Kosta. The Paradise’.

El vencedor fue este nordic noir malagueño cuyo subtítulo, The Paradise, hace referencia a ese edén finlandés en la Costa del Sol. “Trabajamos meses en los guiones. Nuestra única obsesión era hacerlo bien y que fluyera de manera natural. No hacer un pudín”, añade sobre esta serie, que grabada en inglés, finés y español batió récords en su estreno en Finlandia. En un país de 5,5 millones de habitantes, los ocho episodios fueron vistos por más de dos millones de personas y un 40% de espectadores contactó con la ficción en algún momento.

También en Orange TV debutó recientemente The Head, un esfuerzo conjunto de HBO Asia, Hulu Japón y The Mediapro Studio donde detrás de las cámaras brilla el talento español con los guionistas Àlex y David Pastor y el director Jorge Dorado, mientras que delante podemos ver un elenco con intérpretes de todo el mundo. Los escoceses Katharine O’Donnelly y Chris Reilly, el japonés Tomohisa Yamashita, el irlandés John Lynch, los daneses Alexandre Willaume y Laura Bach, la sueca Sandra Andreis, la estadounidense Amelia Hoy, el alemán Richard Sammel y el británico Tom Lawrence, además del español Álvaro Morte.

“Esta mezcla de diferentes nacionalidades nace de la propia historia. Porque la base de la Antártida tiene una nacionalidad concreta, en este caso danesa, pero gente de todas partes podría aplicar ahí”, explica Dorado, que reprodujo la estación científica en Tenerife y grabó los exteriores en Islandia. “Es verdad que eso luego te permite hacer una serie desde España para el mundo. Ahora mismo yo creo que en el audiovisual todas las barreras se han roto, el terreno de juego se ha abierto y la verdad es que es algo maravillosos porque te permite tanto exportar lo local como jugar a lo internacional desde casa. Esta serie está en lo segundo, pero Mediapro está haciendo un esfuerzo especial en las dos direcciones”, cuenta el director sobre esta serie grabada en inglés y danés.

Respecto al talento latinoamericano que Méndez destacaba, este año también estrenarán Las Bravas F.C., una idea original del guionista español Flipy sobre un equipo femenino de fútbol y el primer título del acuerdo de coproducción que Mediapro ha firmado con Turner Latin America; y Los Internacionales, un thriller inspirado en una banda de ladrones colombianos real que en 2001 viajó a Argentina en plena crisis del corralito para aprovecharse de la situación de crisis económica y social, que en este caso coproducen junto a Viacom International Studios. “Hay un apetito muy grande por el contenido en español, sin renunciar a la posibilidad de hacer otros contenidos para plataformas no tan globales”, remata el director de contenidos en este sentido.

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Imagen de ‘Las chicas del cable’ vía Netflix.

Los mil y un acuerdos entre las televisiones tradicionales, las productoras y las plataformas de streaming

Volviendo al principio, en 2015 también comenzó el desembarco de gigantes internacionales en España con la llegada de Netflix, a la que seguirían Amazon, HBO, Sky, Apple o Disney+. Aquí se encontraron con una industria madura capaz de producir series de calidad a un precio más que competitivo, de manera que los acuerdos de todo tipo empezaron a proliferar. “Hemos asistido al boom de la producción de series, que viene ligado al crecimiento de plataformas, a la cada vez mayor oferta y la necesidad de que cada una de ellas tenga contenido propio que las diferencie respecto a las demás”, explica Judith Clares, profesora de de los Estudios de Ciencias de la Información y de la Comunicación de la UOC (Universitat Oberta de Catalunya). “Respecto a las coproducciones, cada vez es más fácil exportar o internacionalizar el contenido y las plataformas con presencia mundial atacan a nichos globales. De este modo, un producto que a nivel nacional podía tener un público minoritario en una plataforma puede amasar una audiencia mayor porque en otros territorios existe público con los mismos gustos”, añade.

Así pues, Netflix acudió a Bambú para repetir en Las chicas del cable la fórmula de los dramas de época que tanto éxito le había dado en Antena 3 en series como Gran hotel y Velvet. También se hizo con series ya testadas en la misma cadena como la omnipresente Casa de papel o Paquita Salas, estrenada en Flooxer. También participó en El ministerio del tiempo y Fugitiva, ambas de Televisión Española, o La catedral del mar, de Atresmedia, con la idea de retener sus derechos de emisión. Y hablando de esos nichos, solo hay que ver la interminable lista de proyectos recientes del gigante del streaming para constatar su apuesta por llegar a todos: desde la juvenil comedia femenina Valeria a la fantasía adolescente La monja guerrera. O la citada White Lines, un thriller coproducido por Vancouver Media, la productora del creador de La casa de papel, Álex Pina, y la británica Left Bank Pictures (The Crown).

Siendo su esfuerzo productor menor, Amazon se ha lanzado a adquirirlo todo. Desde títulos individuales como Hernán, una coproducción de la española Onza Entertainment y la mexicana Dopamine protagonizada por Óscar Jaenada. A media docena de producciones de Mediaset. Amazon está estrenando, de forma exclusiva y durante un mínimo de seis meses, las segundas temporadas de El pueblo y Señoras del (h)AMPA, novedades como Caronte, Madres y Desaparecidos o las docuseries De la vida al plato y La familia del baloncesto. De hecho, todavía no hay noticia de cuándo llegarán estos títulos a Telecinco.

Amazon también produce junto a TVE y Ganga Cuéntame cómo pasó, que ofrece en su plataforma; y la próxima Inés del alma mía, adaptación de la novela homónima de Isabel Allende desarrollada por la pública junto a Boomerang TV y Chilevisión. Con Atresmedia ha trabajado en Pequeñas coincidencias y actualmente lo hace en La templanza, la primera serie original del gigante del comercio electrónico en España. Aunque su proyecto propio estrella en nuestro país sea El Cid, una serie desarrollada junto a Zebra Producciones donde el actor de La casa de papel Jaime Lorente interpretará Rodrigo Díaz de Vivar.

Siendo su nombre sinónimo de prestigio, HBO España ha optado por fichar directores de cine y creadores televisivos ya reconocidos para sus series españolas. La esperada Patria es una producción de Alea Media, compañía de Aitor Gabilondo participada por Mediaset, donde el creador ha parido éxitos como El Príncipe,  Allí Abajo o Vivir sin Permiso. Álex de la Iglesia es el artífice de la próxima 30 monedas. E Isabel Coixet de Foodie Love.

Aunque estas relaciones puedan parecer novedosas, Clares recuerda que España lleva años exportando sus contenidos y coproduciendo internacionalmente. “No creo que sean alianzas nuevas, simplemente han entrado nuevos agentes. Y las cadenas y las productoras, igual que antes vendían su producto a televisiones de otros países o a otros territorios europeos, ahora lo hacen a las plataformas. Sencillamente explotan las opciones de negocio que tienen enfrente”, afirma.

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Imagen de ‘Patria’ vía HBO España.

Entre las cuotas europeas y la falta de transparencia, ¿cómo saber si estas series realmente se ven?

Cabe señalar que en 2018 el Parlamento Europeo aprobó una nueva directiva que obliga a las plataformas de streaming a ofrecer un mínimo del 30% de producción europea en sus catálogos, incluidos contenidos producidos en países europeos no comunitarios y coproducciones. Exigencia que prácticamente ya cumplen. Según el Observatorio Audiovisual Europeo, las películas y las series europeas constituyen el 26% de todo el contenido disponible en los servicios de suscripción de vídeo bajo demanda (SVOD). Asimismo, en España la Ley General de Comunicación Audiovisual obliga a las televisiones y todos los prestadores de servicios de comunicación audiovisual a destinar el 5% de sus ingresos de explotación a financiar obras audiovisuales europeas.

Para Clares, estas cuotas no influyen de forma determinante en las estrategias de producción de estos gigantes pues ahora mismo “plataformas como Netflix coproducen en España porque les interesa y tienen usuarios que quieren ver esos productos”. Pero aprovecha para abrir otro melón: el de la falta de transparencia. “Cuando anunciaron la central de producción en Madrid yo veía una oportunidad. Esto sigue siendo cierto, pero hablando con productores y, sobre todo, con distribuidores el problema que ven es que puedan retener el talento y que sus títulos queden olvidados en sus inmensos catálogos. Dependerá mucho de las plataformas y de cómo las promocionen que nosotros como público vayamos a encontrarlas”, cuenta la profesora.

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Imagen de ‘O sabor das margaridas’.

 

De este modo, la ventana global puede ser una oportunidad, como demuestra la notoriedad alcanzada por una producción gallega como O sabor das margaridas; o una tumba, al quedar sepultados los títulos por decenas de miles de competidores. “White Lines, por ejemplo, ha quedado diluida en el catálogo de Netflix. Y eso que Álex Pina ya es conocido y sale en medios. Pero una producción más pequeña al final pasa desapercibida”, defiende Clares, que coincide con muchos expertos en que esta burbuja podría desinflarse pronto. “Yo creo que producir tanto, a la larga, no puede ser sostenible. Por eso la parte de política de protección del audiovisual europeo debe repensarse y ver cómo se resitúa en este marco. Porque si tenemos contenido en estas plataformas, pero no se visualiza, salimos perdiendo. Y si no tenemos datos de visualizaciones y de audiencia, no podemos saber si el producto resulta rentable o no. El sector no tiene manera de saber si su contenido se está rentabilizando, ni forma de pedir unos beneficios que vayan en consonancia con lo exitosa que pueda resultar”, continúa diciendo Clares.

“Es más, el peligro es que si el productor hace directamente tratos con las plataformas de SVOD y no pasa por ventanas como la televisión o un agente de ventas que mueva el contenido en distintos territorios, este producto queda encarcelado en las plataformas. Y los distribuidores y las cadenas tradicionales se pueden quedar huérfanos de contenido. Hay muchas cosas de este nuevo modelo que deberían seguir repensándose y no quedarnos deslumbrados porque sean grandes empresas internacionales”, concluye la profesora de la UOC.

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