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María Castejón: «En el cine necesitamos todo tipo de mujeres, te gusten o no»

En su libro ‘Rebeldes y peligrosas de cine’ la crítica de cine María Castejón busca referentes femeninos entre las vaqueras, las guerreras, las vengadoras, las femme fatales y las madres con el objetivo de ensanchar nuestra mirada, reivindicar a todas esas mujeres incómodas y fuera de la norma y reapropiarnos de ellas. Desde Wonder Woman a Mae West, pasando por las Cazafantasmas, Imperator Furiosa de ‘Mad Max’ o Catherine Tramell en ‘Instinto básico’

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'Detective con medias de seda'

Rebeldes y peligrosas son las mujeres que en el cine se alejan de las normas, destruyen y dinamitan los mandatos de género y encarnan nuevos referentes. Pero romper con lo impuesto, asegura María Castejón, tiene un precio. En su libro, titulado precisamente Rebeldes y peligrosas de cine, la autora reflexiona sobre estos sorprendentes, muchas veces desconocidos y a menudo olvidados personajes, desde vaqueras del Salvaje Oeste y guerreras de acción a vengadoras que no se conforman con ser sufridas víctimas, poderosas femme fatales e incluso madres y amas de casa, mujeres que por obligación o por vocación obligan al público a enfrentarse a situaciones incómodas ensanchando nuestros imaginarios y ampliando tanto las representaciones posibles como sus interpretaciones y significados.

«A veces identificamos todo lo que puedan ser lecturas feministas o reivindicación de referentes feministas en unos límites cinematográficos súper marcados que tienen mucho que ver con ser víctimas o ser mujeres empoderadas», explica Castejón, crítica de cine, investigadora, programadora y docente especialista en representaciones de género en el audiovisual. «Con este libro quería expandir esos límites y analizar otro tipo de géneros cinematográficos que quizá no nos habían interesado tanto, como el western, la acción o la violencia, para hablar de otros temas, como la sexualidad en Wonder Woman», añade sobre la superheroína, tan criticada por salvar el mundo con su minúsculo y seductor traje como alabada por convertirse en un referente indiscutible para las niñas de todo el mundo gracias a sus dos recientes últimas películas, estrenadas en 2017 y 2020.

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Gal Gadot en ‘Wonder Woman 1994’ (2020).

«Me parece una lectura un poco pobre de Wonder Woman considerarla solo una mujer sexualizada», señala Castejón sobre la amazona, cuya mítica genealogía conecta en el libro con la historia de las sufragistas. «Reapropiarnos de ella es lo más subversivo que podemos hacer. Y a mí también me gusta ver a una tía buena en roles de acción porque hablamos de cine, de fantasía, de pasar un buen rato. El cine sirve para denunciar, pero también para soñar. Y no hay que olvidar que los superhéroes también están sexualizados, Superman tiene su tableta y va en calzoncillos», remata.

En este sentido, uno de los mayores descubrimientos de Castejón a lo largo de Rebeldes y peligrosas de cine es que «lo estético también es político». Y pone varios ejemplos. «Esa épica que tiene ver Geena Davis en Memoria Letal tirándose de un edificio y dándole a una metralleta para hacer un agujero en el hielo. O el poder visual que tiene el personaje de Catherine Tramell en Instinto básico y la actriz Mae West son importantísimos», asegura mientras recuerda a una de las ídolas de sus páginas. 

«Junto con las Kardashian creo que Mae West es la única mujer que ha tenido el control del dinero y la creación. Hizo 12 películas en pocos años, por su irreverencia hicieron el Código Hays de censura», fue una de las poquísimas actrices que realmente decidió sobre su carrera, pues no solo escribió sus interpretaciones, sino que siempre elegía a sus compañeros de reparto, y se convirtió en la actriz mejor pagada de Hollywood en los años 30 habiendo superado la cuarentena.

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Mae West en la película ‘I’m No Angel’ (1993) vía IMDB.

Por qué indagar en las vidas de las actrices para entender el cine

Tal y como transcurre la conversación, se estructura este ecléctico y metódico ensayo, un título que, lejos del academicismo, combina análisis de género y temáticas con biografías de las actrices, una valiosa fuente de información para entender «cómo es su vida en una industria machista desde sus cimientos», esto es, de qué forma han tratado de abrir grietas en el discurso patriarcal o cómo han sido sometidas por él. 

Es el caso de Geena Davis, que después de protagonizar Thelma y Louise (1991) y descubrir el enorme impacto que tuvo en la vida de millones de mujeres decidió fundar el Instituto Geena Davis sobre Género en los Medios para investigar la representación de las mujeres en los medios. O Kathleen Turner, que pasó de ser una sex symbol en la década de los años 80 gracias a títulos como Fuego en el cuerpo (1981) o Tras el corazón verde (1984) a ser ridiculizada en los medios a comienzos de los 90 por engordar, cambio físico provocado por una enfermedad que casi llegó a incapacitarla, artritis reumatoide, la medicación que tomaba y el alcohol.

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Susan Sarandon y Geena Davis en ‘Thelma y Louise’ (1991).

«Hay un sector de la crítica que no quiere saber nada de esto y nos ven como unas locas que van a destrozar los cimientos de la historia del cine cuando se trata de tener una mirada más rica», afirma Castejón sobre su aproximación al celuloide. Porque la autora analiza, por supuesto, el hecho cinematográfico, pero también el contexto en que se produce y la recepción, especialmente por parte del público masculino más retrógrado. 

Buena muestra de esto último son los boicots que sufrieron Cazafantasmas (2016) o Mad Max: Fury Road (2005). En el primer caso, por colocar en el centro a un plantel de mujeres escasamente sexualizadas, Melissa McCarthy, Kristen Wiig, Leslie Jones y Kate McKinnon, tres de ellas mayores de 40, una negra y otra lesbiana. Y en el segundo, por permitir a Charlize Theron subvertir el orden patriarcal de un icono de la acción como Mad Max como Imperator Furiosa, visibilizando, además, la esclavitud sexual a la que son sometidas las jóvenes de la ficción postapocalíptica. Mientras, las espectaculares protagonistas de Ocean’s 8 (2018), Sandra Bullock, Cate Blanchett, Anne Hathaway, Mindy Kaling, Sarah Paulson, Rihanna, Awkwafina y Helena Bonham Carter, salieron indemnes, repitiendo también fórmula, en este caso la del gran robo, pero ambientando el golpe en un entorno feminizado como una gala de moda. 

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Charlize Theron en ‘Mad Max Fury Road’ (2015).

«Toda la reacción alrededor de Mad Max: Fury Road y Las cazafantasmas indica que vivimos en una sociedad sumamente patriarcal y que el tema de la acción hasta ahora ha sido un coto masculino. Mientras nosotras habíamos estado con nuestros melodramas, nuestras historias y nuestras problemáticas como madres y mujeres con crisis no hemos sido ningún tipo de peligro», explica Castejón sobre el rechazo de ciertos hombres a estos productos. Tal y como señala en Rebeldes y peligrosas de cine, mientras los personajes femeninos de acción fueron «rollo Los ángeles de Charlie, jóvenes, buenorras, alocadas e inofensivas», no hubo ninguna oposición. «Además, estas películas llegan a un público muy grande, no son películas de ensayo, sino que tienen una promoción impresionante y después de estrenarse en cines llegan a todas las plataformas. Hablamos del mainstream y eso multiplica su impacto», añade. 

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Imagen vía Editorial Lengua de Trapo.

Reivindicando las genealogías y las mujeres incómodas

Esta conquista progresiva de espacios y géneros es, en opinión de Castejón, «una evolución lógica que tiene mucho que ver con la cuarta ola del feminismo, caracterizada precisamente por el cambio en las ficciones» y la utilización de los medios de comunicación y las redes sociales como instrumento de protesta y visibilidad. Por eso, insiste en la necesidad de establecer genealogías y buscar referentes que en ocasiones no están tan lejos. 

«Mucha gente no sabrá quién es Cecilia Bartolomé o Josefina Molina, cineastas de la Transición que están vivas. En este país tenemos que saber que de 1977 hasta 1981 Vámonos, bárbara, Gary Cooper que estás en los cielos y Función de noche dinamitaron completamente el modo de representación patriarcal y no las conocemos. Son un testimonio histórico de lo que supone ser mujer en ese momento, moverte entre todos los dictados de la dictadura, valga la redundancia, y de repente tener que ser modernas como si nada hubiera pasado», señala Castejón.

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Imagen de ‘Gary Cooper que estás en los cielos’ (1980). |  © Pilar Miró P.C. Archivo Lluís Benejam

Lejos de la subversión, en 2021 dos de las favoritas en la carrera de los Oscar son Glenn Close y Amy Adams, dos reconocidísimas actrices de cuya capacidad interpretativa nadie osaría dudar que, no obstante, han logrado colarse entre las apuestas después de afearse para protagonizar Hillbilly, elegía rural. Algo que ya ocurrió con la mencionada Charlize Theron en Monster. O Nicole Kidman en Las horas. «Los Oscar y todo lo que tiene que ver con Hollywood es algo muy simbólico y un referente muy importante. Y a las mujeres les dan el premio cuando se desfiguran o hacen de madres que sufren un montón porque siguen rigiendo estos cánones de representación súper patriarcales», cuenta Castejón. 

«El tema de la sexualidad y de la belleza en las mujeres es un arma de doble filo: por un lado, te lo exigen, sobre todo en el cine, pero, por otro, en las películas, una mujer que está buena y es inteligente es muy peligrosa. Estos esquemas y mecanismos de representación perviven», añade la autora. Y hablando de Glenn Close, ella representó, precisamente, esta amenaza –y cómo debía ser castigada– en Atracción fatal (1987) frente al triunfo de la independencia y la sensualidad mostrados por Sharon Stone en Instinto básico (1992).

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Isabelle Huppert en ‘Elle’ (2016).

En resumen, «en el cine necesitamos todo tipo de mujeres, te gusten o no». Y en el capítulo dedicado a la violencia recuerda a algunas las más rompedoras: desde las vengadoras de MS. 45 (1981) o A cruel picture (1973) –en la que, por cierto, se inspiró Quentin Tarantino para escribir Kill Bill (2003-2004)– a Elle (2016) o Paulina (2015), víctimas de violencia sexual que no hacen lo que se espera de ellas. 

«Más allá de películas catárticas donde me violan, cojo una escopeta y me lío a pegar tiros, hay otro tipo de representaciones que nos remueven porque no son cómodas», señala Castejón. «Como el personaje de Mildred Hays, interpretado por Frances McDormand, en Tres anuncios en las afueras (2017). No es una madre que se queda en su casa llorando la pena de que han violado y asesinado a su hija. Es una madre que dinamita la noción de víctima y dice a la sociedad, ¿qué carajo estáis haciendo para resolver el crimen de mi hija?», añade. 

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Frances McDormand en ‘Tres anuncios en las afueras’ (2017).

Para terminar, Castejón aboga de nuevo por una mayor diversidad en la representación de todo tipo de mujeres, en particular las madres y las amas de casa, a las que dedica el último capítulo, y que habitualmente se movían entre «la mala madre que refuerza el orden patriarcal de la buena madre porque es castigada o la madre abnegada o súper valiente». En general, «hay que incluir el tema de la diversidad y dinamitar el referente de mujer blanca heterosexual de clase burguesa», concluye. 

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