Diario Vivo: el periodismo irrumpe en los teatros
Iñaki Gabilondo, Rosa Montero o Sergio del Molino son algunos de los narradores que se han subido al escenario gracias a esta iniciativa. Para contar historias verdaderas, impactantes y, en la medida de lo posible, inéditas.
La atmósfera que se genera en la entrada de un teatro es única. Esas personas que esperan impacientes a que empiece la función comparten algo. Saben que, en las próximas horas, todas ellas serán partícipes de una historia que nadie más conocerá. Se miran de reojo, hay cierta complicidad. Porque el teatro tiene algo de reunión, de consenso entre todos los desconocidos que aceptan pasar una noche juntos. Una noche única, en la que vivirán la misma experiencia. Y, aunque no vuelvan a coincidir nunca más, esa experiencia compartida será un recuerdo para todos y cada uno de los que estuvieron allí.
Diario Vivo es una de esas noches únicas: con el mismo espíritu de reunión que caracteriza al teatro, el periodismo irrumpe en escena. Las tablas se convierten en una suerte de confesionario, y los narradores comparten con el público historias verdaderas, impactantes y en la medida de lo posible, inéditas. En su mayoría son periodistas, pero también participan escritores, fotógrafos, artistas y personas de cualquier procedencia que se pueda imaginar.
Cada Diario Vivo es efímero e irrepetible: no se reproducirá, no podrá filmarse, y por ello no se verá después en ninguna red social o pantalla. El espectador sólo podrá llevarse a casa un folleto y el recuerdo de las historias representadas. Historias que nunca se han compartido así con el público: Mayte Carrasco contando que debe su vida a un yihadista, Iñaki Gabilondo explicando que ayudó a evitar que chocaran dos trenes o Sergio del Molino confesando que en las Hurdes llamaban al gran Buñuel «hijo de puta». Estas son solo algunas de las historias que han subido al escenario gracias a Diario Vivo. Y las que quedan.
Vanessa Rousselot, cofundadora de la iniciativa, asegura que quieren ofrecer un panorama diverso de narradores: personajes más reconocidos con otros más jóvenes o principiantes, pero todos con una historia valiosa que contar. Historias muchas veces anónimas, que hacen que uno se plantee cómo es posible no haberlas escuchado antes, que hacen que inmediatamente quieras agradecer a Rousselot y compañía por haberlas rescatado y haberles dado un micrófono para que salgan de su escondite.
Los responsables de Diario Vivo ejercen de «comité editorial», como en cualquier diario: «A veces nos acercamos a grandes narradores que tienen muchas historias que contar, y otras veces nos acercamos a la historia directamente y buscamos a la mejor persona para contar esa historia». Eso sí, después siempre hay un trabajo del relato mano a mano con el autor, pues como quiere dejar claro Rousselot, «Diario Vivo no es un micro abierto, son relatos trabajados entre el autor y el comité editorial para encontrar la mejor forma escénica de contarlos».
Sin embargo, los espectadores no sabrán quiénes son los narradores del espectáculo hasta su mismo comienzo, pues el componente sorpresa es una de sus señas de identidad. «Al principio sí que publicábamos los nombres porque nadie conocía Diario Vivo, pero ahora ya no lo hacemos. Es una apuesta muy grande, quizá arriesgada por nuestra parte, pero lo hacemos con convicción. Por ahora funciona porque el público juega al juego, confía y sabe que trabajamos mucho cada espectáculo. Diario Vivo es el poder de las historias, no es el poder de las estrellas (risas)», sentencia Rousselot.
Inspirándose en iniciativas como Pop-Up Magazine en EEUU o Live Magazine en Francia, Diario Vivo nació hace casi cuatro años en España de la mano del periodista François Musseau. «Cuando François y yo vimos el Live Magazine en Francia nos impactó muchísimo este género», confiesa Vanessa Rousselot: «Como periodistas, él de prensa escrita y yo de documentales, nos pareció fascinante el poder de estas historias contadas en el escenario, que duran a lo mejor siete u ocho minutos pero que te impactan hasta el punto de que años después las puedes recordar».
Y es que, durante la última década, Musseau ha desarrollado varias actividades que a él le gusta definir como «iniciativas de comunicación directa»: un Café filosófico, un Cabaret literario y artístico y, finalmente, Diario Vivo, que combina la narración de lo real y esa magia escénica. Todas ellas, iniciativas que nacen al calor del auge del storytelling.
Porque Diario Vivo pretende volver a la esencia de las historias, recuperar la poderosa oralidad. Sus narradores se convierten en una suerte de cuentacuentos ancestrales con historias humanas, pertinentes, universales. En un mundo digital, saturado de «tweets» y «likes», cada vez es más difícil practicar una escucha activa, estar en el momento. Sólo este tipo de escucha atenta, generosa, permitirá que las historias nos dejen una huella imborrable. Así, por una noche, solo por una noche, apaguen sus teléfonos móviles, escuchen y recuerden.