Mads Nissen: «Un gesto de cariño puede ser tan importante como una medicina que te salve la vida»
El fotógrafo danés se ha alzado con el World Press Photo of the Year 2021 por ‘The First Embrace’, una imagen que nos habla de cariño y anhelo en plena pandemia de coronavirus
The First Embrace es la imagen del año. La fotografía ha sido la ganadora del World Press Photo of the Year 2021, y retrata a Rosa Luzia Lunardi, una anciana de 85 años que recibe su primer abrazo de la mano de su enfermera, Adriana, tras cinco meses de aislamiento por la pandemia.
Detrás del objetivo está Mads Nissen, periodista y fotógrafo danés que descubrió la fotografía a los 17 años, cuando vivía en Mérida (Venezuela), y que desde entonces ha hecho de la cámara su herramienta de denuncia social. De hecho, Nissen ya obtuvo este mismo galardón en 2015, con el retrato intimista de una pareja homosexual en Rusia, que en 2013 había aprobado una ley «contra la propaganda de relaciones sexuales no tradicionales».
Porque si hay algo que empape la fotografía de Nissen es precisamente ese difícil equilibrio entre las temáticas sociales y políticas y una perspectiva íntima, cercana, que busca la empatía. Por eso, el abrazo entre Rosa y Adriana a través de la «cortina de los abrazos» (una idea que tuvo la residencia brasileña Viva Bem para que sus pacientes no tuvieran que seguir renunciando al cariño) se convierte en algo más que una imagen entrañable.
The First Embrace nos habla de un abrazo amargo, interrumpido por esa gigante masa de plástico, por un país que cerró 2020 con 7.7 millones de casos de coronavirus[contexto id=»460724″] y 195.000 muertes. Mientras tanto, su presidente, Jair Bolsonaro, lo llamaba una «simple gripe» y negaba la gravedad de la pandemia. Fue entonces cuando Mads Nissen se dio cuenta de que había que hacer algo, de que la situación que se estaba viviendo en Brasil era una historia para contar.
En primer lugar me gustaría preguntarte por la historia detrás de The First Embrace. ¿Cómo conociste a Rosa, la mujer de la imagen que recibe su primer abrazo tras cinco meses de aislamiento por el COVID-19?
Bueno, he de decir que tengo una conexión muy fuerte con América del Sur. Mi mujer es colombiana, yo viví muchos años en Venezuela y siempre he amado los países de este continente. Así que, cuando en agosto del año pasado las cosas se pusieron muy mal en Brasil, empecé a preocuparme. Y cuando estás así de preocupado, con el corazón roto, en cierta forma, lo único que puedes hacer como fotógrafo es coger tu cámara e ir para allá. Fotografíe los cementerios, fui a los hospitales, estuve en las ambulancias… Presencié todo ese lado oscuro de la pandemia, pero supe también que quería transmitir algo de esperanza, retratar algo de esa cultura latinoamericana que tanta importancia da a la intimidad, a la cercanía, y que aquí (en el norte de Europa) a veces hemos dejado de lado durante la pandemia por preocuparnos solo de la logística, como si las relaciones humanas fueran algo secundario. Pero a veces un gesto de cariño, un acto de amor puede ser tan importante como una medicina que te salve la vida.
Entonces me enteré de que había algunas residencias de ancianos en Brasil que utilizaban esta «cortina de los abrazos». Primero fotografié a algunas familias que se reencontraban con sus mayores, y saqué algunas fotos muy impactantes, pero el problema es que tenían una calidad malísima: la luz era terrible, la habitación estaba desordenada, el plástico no salía bien…
Entonces encontré Viva Bem: una residencia en un entorno espectacular, en un pueblecito a las afueras de São Paulo, donde consideraban que nadie podía quedarse sin su abrazo, incluso aquellas personas que no tuvieran familiares o estuvieran completamente solas. Este era el caso de Rosa, que recibió su primer abrazo tras cinco meses de aislamiento de la mano de Adriana, una de las enfermeras de la residencia. Desde el principio supe que la foto sería muy simple: no me interesaba tanto contar cómo funcionaba la cortina de plástico, sino ir directamente a la emoción, a ese sentimiento de anhelo y amor.
Personalmente creo que The First Embrace es una fotografía muy potente porque genera por un lado esa sensación de cariño, de ternura; y, al mismo tiempo, no deja de estar presente la ansiedad que se deriva de esa cortina de plástico gigante, un recordatorio constante de que el afecto humano tiene un nuevo obstáculo que afrontar
Sí, ¡gracias por decirlo! Es que esta fotografía no tiene que ser solamente bonita, fue tomada en un contexto muy difícil, con tres o cuatro miles de personas muriendo en Brasil. La situación es terrible en muchos sitios, incluso para la gente que no ha perdido nadie, todos hemos sufrido de alguna manera u otra las consecuencias de esta pandemia: perder un trabajo, estar aislado… Yo llegué a fotografiar a un anciano que estaba en el hospital tras contagiarse porque sus nietos le habían abrazado. Es una enfermedad con la que puedes llegar a matar a un ser querido simplemente por darle un abrazo.
Como fotógrafo, ¿cómo crees que está afectando la ausencia de contacto físico a las relaciones humanas? ¿Cómo se reflejan estos nuevos comportamientos en tus imágenes?
Es fascinante, ¿verdad? En lengua danesa tenemos una expresión que quiere decir algo así como «hambre de piel». Es muy interesante, porque yo por ejemplo, que tengo una mujer y dos hijos, recibo contacto físico constantemente, pero imagina la gente que vive sola, o que son personas de riesgo… Creo que las consecuencias que esto va a tener en todos nosotros todavía no somos capaces ni de imaginarlas. Pero, desde luego, la ausencia de afecto y contacto humano va a tener un impacto enorme en la sociedad, porque ya no nace de lo que nos prohíben los gobiernos, sino que nace del miedo, de un lugar muy profundo de nuestros instintos.
Se ha dicho de tus imágenes que son todo «empatía e intimidad», pero al mismo tiempo suelen retratar situaciones de desigualdad o violaciones de derechos humanos. ¿Cómo logras combinar esa perspectiva íntima con temáticas tan complejas y muchas veces incómodas?
Yo creo que mi deber es intentar entender a todos aquellos que fotografío, ser empático, y ya se encargará el resto del mundo de juzgarlo. Y no solo empatizar con aquellos con los que simpatizo o estoy de acuerdo, porque eso es lo fácil, y entonces caemos en este mundo blanco y negro, o rojo y azul, donde todos nos gritamos unos a otros. Por ejemplo, he fotografiado durante años el conflicto de Colombia con las FARC, y he tratado siempre sentir empatía hacia aquel que estaba al otro lado: ya fuera el expresidente Juan Manuel Santos, los guerrilleros, activistas de los derechos humanos, productores de coca o los jóvenes que trabajan como asesinos a sueldo. Eso es lo que amo de este trabajo, que no soy un político, no tengo que proponer soluciones fáciles ni juzgar a nadie. Lo que puedo hacer es intentar que la gente abra su corazón y trate de entender cómo se siente el otro, cómo ha llegado hasta esa situación.
Trabajas para el diario danés Politiken, y tus imágenes han estado en medios como Time, Newsweek, CNN, National Geographic o The Guardian. Como fotoperiodista, ¿prefieres centrarte en los detalles pequeños u ofrecer una imagen mayor, desde una amplia perspectiva?
Bueno, yo creo que la belleza está en la mezcla de las dos cosas. Si sacas fotos desde un helicóptero, entonces no es algo muy personal. Pero si solo te centras en el nivel personal, entonces la imagen carece de perspectiva o contexto, que son también necesarios. A mí por ejemplo me gusta trabajar con temáticas sociales, pero siempre tengo la necesidad de convertirlas en algo concreto, íntimo. Porque creo que si no puedo sentir lo que fotografío, si solo puedo verlo, entonces el público tampoco sentirá nada y pasará de largo. Quizá el problema de la sociedad actual no es tanto la falta de información, sino la apatía, lo abrumador de tener demasiada información y no querer saber nada de ella.
Recibiste también el World Press Photo of the Year en 2015 con el retrato de Jon y Alex, una pareja homosexual en Rusia. Ser homosexual o transgénero en este país es cada vez más complicado. ¿Cómo conseguiste convencerles para que salieran en tus fotos?
Yo creo que si has trabajado mucho en un tema y la gente siente que eres sincero, que puede confiar en ti y que no estás intentando utilizarles para tu propio beneficio ni vas a juzgarles, es increíble cómo abrirán sus puertas para ti. En el caso de Jon y Alex eran amigos de un amigo mío, les conocí en un bar y luego les expliqué que llevaba fotografiando la homofobia y la violencia derivada de esta en Rusia durante años, pero que necesitaba también una imagen que hablara de amor, «y vosotros chicos parecéis estar verdaderamente enamorados», les dije. Así que fui con ellos a casa y tomé esta foto.
Hay algo que los seguidores de la fotografía siempre se preguntan: ¿cómo es posible conseguir esa atmósfera aparentemente natural y cercana cuando el tipo de foto que se quiere conseguir está normalmente premeditado?
Bueno, yo tengo ideas y emociones en mi cabeza que me gustaría plasmar, pero nunca sé cómo van a quedar reflejadas, y hay veces que te quedas decepcionado y otras felizmente sorprendido. En el caso de imágenes íntimas, yo me he formado con una escuela de fotógrafos que nos animaban a salir a la calle, conocer a gente nueva y volver al día siguiente con la foto de un desconocido desnudo. Así que estoy acostumbrado a fotografiar este tipo de escenas más íntimas o personales, que nos permitan conocer a la persona que hay detrás. Aunque claro, en el caso de la foto de Jon y Alex, por ejemplo, hubo gente a la que le pareció muy provocativa. Es interesante ver que países como Rusia o Arabia Saudí prefieren publicar fotografías de bombas suicidas con niños y víctimas por todas partes en vez de una foto de una pareja que se quiere, como esta.
¿Hay algún tema que quieras fotografiar y aún no hayas podido, algún futuro proyecto, un sueño pendiente?
Me gustaría centrarme en el cambio climático, aunque es realmente difícil darle una imagen más humana y vincular este tema a las emociones, pero creo que es lo más importante en este momento. Como periodista, con la cantidad de posibilidades que se me ofrecen, tengo también una responsabilidad, hay que poner la energía y los recursos donde más se necesiten. Y el cambio climático es sin duda algo urgente.