Folklore gallego y electrónica: el 'Embruxo' de Baiuca
Con solo 30 años Alejandro Guillán ha reunido pasado, presente y futuro con Baiuca. Su fórmula: mezclar tradición y cantares gallegos con música electrónica. Tras su aplaudido debut, Solpor, un disco que baila al ritmo del carnaval o habla de la emigración, publica Embruxo, un trabajo que bebe del misticismo, los ritos… y las voces de las pandereteiras Lilaina. Para descubrir este universo sonoro y las canciones que inspiraron su último trabajo, el artista ha confeccionado una playlist especialmente para The Objective
En su Instagram Baiuca se define a sí mismo como un mago galego, y sin duda, lo que ha conseguido hacer Alejandro Guillán con su vanguardista proyecto musical parece cosa de meigas. Primero, porque ha logrado fundiendo de una forma tan orgánica como natural el folklore gallego con la electrónica. Segundo, porque ha acercado tradiciones y coplas que cantaban las abuelas en la lumbre a los jóvenes clubbers de su tierra natal, el resto de España y parte del extranjero. Y tercero, porque ha puesto en el mapa, junto a otros muchos artistas, la olvidada tradición musical del norte de la Península Ibérica.
Nacido en Catoira, un pueblo de Pontevedra, hace 30 años, Guillán se inició en la música de niño tocando el clarinete y la gaita. En la adolescencia se alejó del folklore y, como cualquier chaval de su edad, se acercó a sonidos más actuales como el rock, el pop y la electrónica. Pero cuando en la veintena se mudó a Madrid la tierra volvió a llamarle y aquella famosa Morriña, título de uno de sus primeros singles, cristalizó en un proyecto, Baiuca, y su primer disco, Solpor (2018).
«Desconecté de la música tradicional no tanto por la tradición en sí como por la música que se hacía. La revisión del folklore a través de nuevas músicas o instrumentos que fusionaban esa tradición con otra cosa me parecía que ya no tenía nada que ver con mi generación ni con la música que escuchábamos. Y parte del objetivo del proyecto era poder reconectar a la gente joven con esta tradición y su cultura», explica el artista. «Desde los 17 hasta los 24 años crecí haciendo otra música y aprendiendo a usar los programas de ordenador, tocar los sintetizadores y todo eso» dice sobre Álex Casanova, su anterior propuesta musical. «Fue un proceso de aprendizaje de otras músicas y al cumplir los 25, la madurez me lleva a repensar lo que quiero hacer y empezar con Baiuca», añade.
El primer paso fue volver a los discos que escuchaba con 12 años, empezando por un referente global como Carlos Núñez. «Claro, si tenemos en cuenta que Julio Iglesias es medio gallego, entonces es él el gallego más internacional, pero hablando de tradición y cultura gallega, Carlos Núñez es el exponente global», bromea Guillán. El caso es que volviendo a esta música, Baiuca fue creciendo, tomando de aquí y de allá lo que le interesaba y desechando lo que sentía caduco. «Quería llevar mi música a un punto experimental que hasta entonces no había tocado y por eso me parecía muy interesante, por un lado, volver a la música de raíz, y por otro, juntarla con la electrónica, buscar las conexiones y ese tribalismo que se crea entre la música tradicional y el mantra electrónico. Eran dos universos que quería tocar y que me parecía que podían congeniar y convivir muy bien», explica.
Su particular reinterpretación del folklore gallego llegó no solo al público objetivo, digamos, los jóvenes gallegos, sino que traspasó fronteras llevándole a tocar en México, Marruecos, Portugal, Francia, Italia o Reino Unido. Todo esto con una música que normalmente apenas llega a los circuitos más comerciales dada la prevalencia de los sonidos del sur tanto en España como en el mundo. «Todo el folklore del norte ha estado olvidado y no ha tenido la oportunidad de evolucionar y relacionarse con otras músicas, por eso creo que ahora es el momento», afirma Guillán en este sentido.
Misticismo gallego y folktrónica
Si con Solpor (2018, Raso Estudio) Baiuca demostró la validez y atractivo musical de su proyecto con un disco que bailaba al ritmo del carnaval gallego o narraba la emigración, este Embruxo (2021, Raso Estudio) va un paso más allá alejándose de los samples para abrazar las percusiones y las voces de Lilaina. «La forma de cantar de Lilaina, con ese poderío, creo que no la hay en ninguna parte del mundo», cuenta Guillán sobre sus frecuentes colaboradoras. «No hay reivindicación feminista pura, pero sí creo que este disco tenía que tener una visión femenina por lo importantes que son las mujeres en la cultura gallega: en realidad, las mujeres son las transmisoras y las que mantuvieron toda esta tradición desde nuestros ancestros», dice adelantando el concepto de su nuevo trabajo: la cultura espiritual y el misticismo gallego.
«Los ritos y los mitos son temas que tienen mucha fuerza y, en muchos casos, tienen relación con nosotros y siguen vivos. Por ejemplo, a través del cristianismo, que demoniza a ciertas mujeres para convertirlas en brujas por interés propio, o se apropia de fechas paganas significativas como el solsticio de verano para celebrar San Juan», explica el artista. «También hay una forma de enfocar culturalmente la vida y la muerte, con un punto de retranca e ironía, que es distinto a otras partes del mundo», añade sobre otro de los temas principales de su disco, inspirado en las cantigas y los mitos de siglos pasados, meigas y Santa Compaña incluidas, además de poesía del siglo XIX y principios del XX como la de Luis Amado Carballo, Manuel Curros Enríquez o Rosalía de Castro, o los cancioneros tradicionales. Y muchas canciones, entre ellas, las de esta playlist que el artista ha creado para The Objective.
Este espíritu mágico impregna todo el imaginario visual de Embruxo, cuyo arte ha sido diseñado por Adrián Canoura. El artista también firma el enigmático y hipnótico videoclip de Veleno, tema en el que Baiuca colabora con el inclasificable artista asturiano Rodrigo Cuevas. El flautista-gaiteiro Cristian Silva o el percusionista Xosé Lois Romero también participan en este elepé, que Baiuca ofrecerá en directo dos formatos: un propuesta con banda junto a Lilaina y su directo solo, más cercano al «ambiente más nocturno».
Son muchos los músicos que, desde distintos rincones de la geografía española, están recuperando y reinterpretando el folklore y la música de raíz. Como los andaluces Califato 3/4, a los que Baiuca menciona, igual que ellos hicieron cuando charlaron con The Objective. Como preguntamos entonces, ¿nos estamos reconciliando con nuestro pasado a través de la música? «Una cosa es el independentismo, que habrá gente a la que le joda, como pasa mucho en el centro, pero no entiendo que a la gente le joda que la cultura de cada lugar tenga un protagonismo cada vez mayor», responde Guillán rotundo. «Yo creo que la gente en un mundo tan global quiere sentirse identificada con las músicas y con la cultura que le es más cercana. Para mí Galicia es un país y siempre lo fue, da igual que tenga una relación y forme parte de una cosa más grande que hoy se llama España, porque tiene una identidad tan propia y la música me emociona tanto que tengo ese sentimiento de pertenecer a un lugar diferente y especial», sentencia.
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