Andrea Marcolongo: «Ser libre significa tomar posición»
La autora del interesantísimo fenómeno literario ‘La lengua de los dioses’ (Taurus, 2017) regresa cargada de palabras (99 para ser exactos) y una osada invitación a detenerse, mirar y aprender
El nuevo proyecto de la escritora y periodista italiana Andrea Marcolongo es un lexicón muy personal compuesto de 99 palabras cuyo significado creemos conocer: desde amar, catarsis, paradoja o ambición, a lechuza, chiste y eclipse.
Etimologías para sobrevivir al caos. Viaje al origen de 99 palabras (Editorial Taurus, 2021), el resultado de una exploración como de un ejercicio de compilación de años notas y cuadernos de Marcolongo, desvela las raíces de esas palabras, pero no lo hace de manera técnica o especializada, es más bien un diccionario conversado, un autobiodiccionario en el que los étimos se mezclan con reflexiones y anécdotas, con citas, con usos curiosos, con derivas absurdas, y en el que está siempre presente la fascinación de Marcolongo por las lenguas, especialmente por el griego antiguo y su manera fulminante, sintética e irónica de pensar el mundo.
El de Marcolongo es un proyecto a contracorriente que invita a detenerse, a observar, a aprender, a dejar que el alma se hable a si misma eligiendo muy bien las palabras, entendiendo que el espejo de la lengua que utilizamos nos refleja solo a nosotros mismos. Es un llamado a vivir como filólogos en una época de perversión de significantes, a liberar a esas palabras que han sido tomadas como rehenes para designar cosas que en su origen no tenían ganas de designar, a entender la etimología como un ejercicio de militancia y resistencia.
Solo el «lenguaje», recuerda en su libro Marcolongo, «tiene la fuerza y el talento de dar forma a las cosas y de plasmar la realidad (…) demos, a nosotros y a la realidad, un nombre. Y mantengámonos así bien anclados en la existencia».
Creo que has creado un nuevo género, el autobiodiccionario. ¿Cómo surgió la idea? ¿Llevas tiempo «acumulando” palabras, anotándolas en cuadernos?
Me gusta muchísimo esa definición. Voy a usar esta definición que le has dado a mi libro por todas partes. ¡Gracias! Bueno, este libro nace de la curiosidad. Creo que cuando se estudia griego y latín no se estudia etimología, o no mucho, así que es de hecho una curiosidad que tengo desde pequeña. Ayer justamente al llegar al aeropuerto de Madrid decía que soy hipersensible a las palabras, las veo, las escribo en mi cabeza… Además, vivo entre muchas lenguas latinas porque soy italiana, vivo en Francia, tengo un novio español y he estudiado griego y latín. Y sí, este libro nace efectivamente en mis cuadernos, me apuntaba las palabras y mis amigos me decían «qué rollo», «qué obsesiva», y yo insistía en contarles de dónde venían las palabras y bueno, aunque a ellos no les importaba demasiado, igual pensé escribir un libro con todo eso.
En la edición original en italiano el título es Alla fonte delle parole: 99 etimologie che ci parlano di noi (En el origen de las palabras: 99 etimologías que nos hablan de nosotros), ¿por qué se incluye «sobrevivir al caos» en la edición en español?
Esto sucede a veces. El título francés es como el español y pasa porque las palabras cambian sobre la base de quien las utiliza. El latín es el mismo pero, francés, italiano, español, tenemos diferentes culturas y bueno, se adapta a sus idiosincracias. Y eso pasó con los libros.
Pensé que podría tener con el contexto en el que está saliendo el libro en español…
No, y es gracioso porque cuando el libro salió en Italia no existía la pandemia. Era la época feliz en la que no conocíamos la pandemia. Luego, salió en Francia en marzo 2020, justo en el momento previo, y ahora aquí en España. Pero el caos al que hace referencia en todo caso no está referido a la pandemia sino al caos que tenemos en la cabeza todos nosotros constantemente.
Me parece que el libro además de ser un homenaje a las palabras y a su etimología es también un homenaje a filósofos, lingüistas, pensadores y a «usuarios» notables de las palabras.
Son 99 pequeñas historias y sí, dentro de cada una de esas historias no solamente hablo de referentes históricos o lingüisticos, también hay cantantes, artistas, escritores y personas que me han inspirado y me han vinculado con ciertas palabras. Desde Marguerite Yourcenar hasta Virginia Woolf, pasando por Cervantes. No sé, es un poco mi vida: escribir y encontrar aquí y allá las palabras necesarias para hacerlo.
Decía Borges que el original siempre es infiel a la traducción. ¿Fue complejo el proceso de traducción este libro?
En este caso concreto diría que no justamente por el tema del que habla y por las lenguas a las que ha sido traducido. Este libro no se puede traducir al inglés o a las lenguas germánicas como mis libros anteriores. Porque las maneras de pensar son diferentes, pero mientras lo escribía ya lo estaba yo pensando en francés, en español, en portugués y por eso tal vez no sido difícil.
En esta época hay términos que parece haberse alejado especialmente de sus significados, hay mucha distorsión, intencionada o no. Como estudiosa de la evolución de las palabras te parece que esto sea algo que está especialmente acentuado en esta época o que es algo que sucede siempre y que cada época distorsiona a gusto.
Pues mira, las palabras para empezar, cambian cuando cambian las personas que las hablan, que las pronuncian, cuando cambia la manera de pensar. Hace 2000 años en la antigua Grecia también cambiaban, y de hecho, es una fortuna que lo hagan porque si no lo hicieran significaría que no estamos evolucionando y terminaríamos con una lengua muerta. Las lenguas no nacen para ser escritas en el diccionario, nacen para ser usadas. Lo relevante es que cuando una lengua cambia merece la pena detenerse a observar cómo es ese cambio. Ver si van a mejor, a peor, observar hacia qué dirección están mutando.
¿Qué piensas del rol que juegan las redes sociales en la hipersimplificación de todo, incluido el lenguaje, los mensajes?
No soy tan crítica ni tan catastrofista de las redes sociales. Las redes sociales son un contenedor. Hoy tenemos las redes sociales, hace 2000 años teníamos la placa de mármol o un pergamino. Son un contenedor, el contenido lo ponemos nosotros. Un tweet responde a una necesidad de brevedad, en Pompeya hace dos mil años las personas que escribían en las paredes —y no digo cuando escribían versos de Homero, sino cuando escribían una lista de compra— tenían que ser breves y no hacerlo en verso. Así que el contenido es nuestra responsabilidad. Lo que más me preocupa es que esa manera de crear contenido para las redes sociales la estamos aplicando a nuestra manera de pensar. Tenemos mayor dificultad para concentrarnos, paradójicamente hemos transformado en tweets todas nuestras otras formas de comunicación con los demás.
Al requerir esa brevedad, terminamos suprimiendo palabras, matices… eso me recuerda a la invitación que haces en el libro a que cada uno sea responsable de tomarse el tiempo de saber con qué términos y palabras se está asociando…
Sí, sin la hipocresía de decir que «es culpa de internet», porque un pensamiento vulgar es vulgar en internet y en un pergamino. Un pensamiento que merece la pena compartir es igual en internet que por la calle o en el libro.
Proponer este viaje al origen de la palabras, un viaje reflexivo, con detenimiento y sin prisas, justo en una época que exige brevedad, rapidez, productividad… ¿no te parece ambicioso?
Sí, y me gusta mucho que uses la palabra ambicioso, que es una de las del libro, porque ambicioso etimológicamente no quiere decir snob o pretencioso o superior, la palabra viene de ambire y significa «ir a dar una vuelta» y ver lo que hay ahí. Y creo que nosotros los lectores tenemos muchas ganas de comprometernos intelectualmente con lo que pensamos. De hecho mi experiencia con los mismos libros lo demuestra, hay más de un millón de libros vendidos sobre algo que yo pensaba era una cosa de locos. De la antigua Grecia hasta hoy nuestro cerebro es el mismo, ha cambiado la tecnología, han cambiado muchísimas cosas, pero nuestro cerebro, nuestra manera de organizar nuestros pensamientos por medio de palabras es la misma.
Dentro de las palabras del libro hay alguna que hoy especialmente quieras destacar.
Hoy diría libertad. Libertad etimológicamente no significa hacer lo que te de la gana cuando te de la gana, eso es anarquía, la anarquía animal, del bosque, de la selva, la ley del más fuerte. Libertad etimológicamente significa tener el derecho y el deber de escoger dónde quieres estar. Ser libre significa tomar posición. Da igual cuál, pero tomar una posición.
Finalmente, si tú fueses el algoritmo de Google, y pensando que, como dicen, uno escribe con su biblioteca, ¿qué autores o autoras te gustaría que salieran en tus «relacionados»? Si te gusta Andrea Marcolongo, también disfrutarás…
¡Oh dios! ¡Son tantos! En todos mis libros siempre cito a Marcel Proust, no me puedo equiparar a Proust, pero es alguien que me gusta muchísimo. Me gusta también muchísimo Fernando Aramburu. Y tengo un amigo, escritor francés, Sylvain Tesson, él también acaba de publicar un libro en español. Él es un escritor de aventura, de hecho, como yo. Yo también soy una escritora de aventura. Ya que estamos ayudando al algoritmo, pues me gustaría de hecho estar asociada a los escritores, no a los especialistas, porque lo clásico son solamente mis gafas para ver el mundo.
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¿Cuál es su palabra favorita en español? ¿Qué canción cantaría en un karaoke? ¿A quién le gustaría invitar a cenar? ¿Qué aprendió a hacer durante la cuarentena? Andrea Marcolongo, responde a 11 Preguntas Random.