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Bill Brandt, el fotógrafo que quería ser reconocido como artista

La Fundación Mapfre dedica al artista una gran retrospectiva de 186 imágenes que abarca toda su trayectoria

Bill Brandt, el fotógrafo que quería ser reconocido como artista

Buscadores de carbón en East Durham (fragmento) | © Bill Brandt / Bill Brandt Archive Ltd

Bill Brandt fue un hombre extraño que mantuvo partes de su vida ocultas. Le gustaba jugar con la faceta surrealista y nunca se mostró claramente. Este misterio que le envolvía también se aprecia en unas fotografías en ocasiones siniestras que transmiten desasosiego. «Siempre le atrajo Gran Bretaña y en 1933, cuando se instala en Londres, ser alemán no era demasiado popular así que empezó a decir que había nacido en el sur de Inglaterra», explica Ramón Esparza, comisario de la retrospectiva que acaba de recalar en la Fundación Mapfre de Madrid tras su paso por el centro KBr de Barcelona. La muestra reúne 186 instantáneas positivadas por el propio fotógrafo que recorren todas las disciplinas que abordó durante su trayectoria.

De joven aprende los rudimentos de la fotografía en Suiza en un momento en el que se está tratando de tuberculosis en Davos. Con 28 años Brandt «trabajaba para una galería de Viena con una fotógrafa que se dedicaba a hacer retratos de galería», comenta Esparza. En un momento dado tiene la oportunidad de fotografiar a Ezra Pound. Aquel retrato de 1928, en el que se aleja de los convencionalismos de la época por su formato «muy cuadrado y de contrastes muy fuertes», fue su caballo ganador. A Ezra Pound le gustó tanto que escribió una carta de recomendación para que pudiera «trabajar con Man Ray».

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Desnudo, Londres, 1952. | Foto: © Bill Brandt / Bill Brandt Archive Ltd vía Fundación Mapfre.

Traslado a París: del estudio de Man Ray a trabajar por libre

Tan solo dos años después Brandt se traslada a París para trabajar en el estudio del fotógrafo surrealista pero «solo duró tres meses», aprecia Esparza. «Man Ray era un celoso de sus trucos y no quería enseñarle todo lo que sabía, como la solarización, que en realidad la descubrió Lee Miller, y mantiene sus secretos en el cajón». En este contexto, Brandt decide dejar el taller de Ray y empezar a trabajar por su cuenta.

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Desnudo, Baie de Anges, Francia, 1959. | Foto: © Bill Brandt / Bill Brandt Archive Ltd vía Fundación Mapfre.

Así es cómo empieza a colaborar con revistas aunque «estaba aprendiendo a salto de mata», advierte el comisario. Sin embargo, en aquel París Bill Brandt se empieza a relacionar con el grupo de fotógrafos húngaros del que forman parte dos de los autores más importantes de la época: Brassaï y André Kertesz. Se empapa bien de sus ideas y durante esta época sus imágenes «están relacionadas con las teorías del surrealismo». En la exposición, este grupo de imágenes aparecen dispuestas como «una especie de cuaderno de tareas porque todo lo que menciona Freud en su interpretación de los sueños aparece en imágenes como las del globo surtidor o las farolas y otros elementos en posición vertical». También habla de la muerte y el doble inspirándose, de manera más o menos directa en las teorías del psicólogo.

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Joven del East End bailando «The Lambeth Walk», marzo de 1939. | Foto: © Bill Brandt / Bill Brandt Archive Ltd vía Fundación Mapfre.

La sociedad inglesa de las dos clases

En 1934 Brand se traslada con su mujer a Londres, ciudad en la que deja atrás sus raíces (se inventa un nacimiento británico y cambia de nombre) y donde se encuentra con esa sociedad de dos clases. Es, recuerda el comisario, «la época dorada de los semanales ilustrados, que son los que mayor demanda de fotografías y fotógrafos generan». Y Brandt aprovecha esa visibilidad para hacerlo a su manera pues «no era un fotógrafo que se centrara o apegara a la realidad más inmediata, a los sucesos y a las noticias sino que va a otros temas en los que muestra su interés por el país». Sin embargo, en esta época Brandt está muy influido por las novelas y por lo que había leído sobre Inglaterra por lo que «proyecta sus ideas sobre sus encargos», precisa Esparza.

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Sirvienta y sirvienta segunda preparadas para servir la cena, 1936. | Foto: Bill Brandt vía Fundación Mapfre.

Dos años después de su llegada a Londres el fotógrafo publica el libro English at Home, un volumen en el que contrapone las dos clases sociales del país. Por un lado, retrata a las clases acaudaladas y en la página de al lado muestra esas mismas actividades realizadas por las clases obreras. «Hay que tener en cuenta que viene de una familia rica y eso le permite acceso a un mundo mucho más restringido que las clases bajas. La ideología de los medios es buscar el impacto humano pero él puede entrar en las casas de las grandes fortunas».

De hecho, cuando le encargan las fotografías de la doncella perfecta no tiene más que ir a casa de su tío, un banquero adinerado, para retratar cómo trabajan. Sin embargo, y a pesar de la naturalidad que transmiten sus imágenes hay que destacar que son representaciones. En ocasiones es testigo de escenas que le llaman la atención y Brandt las retiene para volver días después con sus amigos y familiares.

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Rampa en Halifax, 1937. | Foto: © Bill Brandt / Bill Brandt Archive Ltd vía Fundación Mapfre.

Un giro tras la Segunda Guerra Mundial

Tan solo transcurrieron dos años de The English at Home cuando Brandt lanza un nuevo libro, A Night in London, una edición que bebe del Paris de Nuit de su admirado Brassaï y en la que Brandt nos ofrece una visión nocturna de la ciudad. Sin embargo, con el estallido de la Segunda Guerra Mundial el fotógrafo realiza uno de sus trabajos más importantes: fotografía a londinenses durmiendo en las estaciones de metro de la ciudad.

Terminada la contienda «intenta separarse del trabajo de los medios y busca reconocimiento como artista», apunta Esparza. En este contexto, el Reino Unido «sienta las bases sobre las que se genera una gran clase media y la base de la paz social». Esta Inglaterra deja de interesarle visualmente y «empieza a buscar otros terrenos como el campo, los paisajes que aparecen en la literatura inglesa o el desnudo». Pero también se lanza a desarrollar una actividad profesional en la que abarca la moda o los retratos, disciplina esta última que le da la oportunidad de inmortalizar a artistas como Henry Moore, Georges Braque, Antoni Tàpies o Francis Bacon.

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La catedral de San Pablo bajo la luz de la luna, 1942 y Estación de metro de Elephant and Castle, 1940. | Fotos: © Bill Brandt / Bill Brandt Archive Ltd vía Fundación Mapfre.

Para sus últimos desnudos, a los que regresa en la década de 1940, realiza una gran investigación formal. Brandt lleva a sus modelos al exterior y relaciona las formas del cuerpo humano con las rocas que encuentra en la playa. Es curioso porque se puede ver un desarrollo formal que se acaba enlazando con la escultura moderna de Henry Moore y Barbara Hepworth», destaca el comisario de la exposición.

En definitiva, a Bill Brandt le gustaba componer sus imágenes y poder hacerlo libremente. Aunque quizá la mejor manera de llegar a comprender cómo entendía la profesión es a través de una frase del propio Brandt: «no me interesan las reglas ni las convenciones: la fotografía no es un deporte».

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