Danny Trejo: «Lo único por lo que compito es por ser hoy mejor persona que ayer»
El actor acaba de publicar sus memorias, ‘Mi vida de crimen, redención y Hollywood’, en las que cuenta su vida en detalle, sin dejar fuera nada de lo que hizo mal ni del daño que hizo en la peor época de su vida
Danny Trejo tiene 77 años y dejó las drogas hace 52. Sin embargo, estas no han dejado de formar parte de su vida, ya que casi todo lo que ha hecho detrás de las pantallas ha sido tratar de enmendar sus errores ayudando a otros que pasan por lo mismo que pasó él.
Empezó a drogarse cuando era solo un niño y ya de adolescente entró en la cárcel. Durante 12 años estuvo entrando y saliendo de ella, con condenas más o menos largas, y allí se convirtió en «depredador» por no querer ser «una presa». Su último periodo en la cárcel lo pasó dejando las drogas y ayudando a otros a dar el mismo paso y, desde entonces, ha centrado su vida (la que no vemos en las pantallas) en ayudar a personas que han pasado por su misma situación.
Todo esto lo cuenta en sus memorias, Mi vida de crimen, redención y Hollywood, publicadas por Ediciones Camelot. El actor, conocido sobre todo por las películas de Machete, además de sus apariciones en numerosos filmes, se abre y cuenta cuenta su vida en detalle, sin dejar fuera nada de lo que hizo mal ni del daño que hizo en la peor época de su vida.
¿Por qué has decidido contar tu vida en un libro?
Un camarada de hace 35 años, Donal Logue, me dijo «vamos a intentar escribir este libro». Así que lo escribimos una primera vez y se lo di a la madre de mis hijos para que lo leyera, porque somos amigos desde hace 40 años, y cuando lo leyó me dijo: «Es bueno, pero suenas como un santo, un chico malo que fue a prisión y ahora es bueno. ¿Qué te hizo? ¿Cómo llegaste aquí?». Me dijo que no había hablado de mi madre, ni de mi padre, y ella los conocía. Lo pensé y cuando empecé a escribir fue como una purga. Cuando lo terminé, recuerdo que Donal me dijo «esto es un libro, este eres tú».
¿Crees que contar tu historia puede ayudar a otros que están pasando por lo que tú pasaste?
Honestamente, creo que hay gente en reformatorios, en cárceles, de los que abusaron, que crecieron con mucha violencia, que se pueden realmente beneficiar de esto.
Durante todo el libro, muestras las drogas como el centro de tu vida, ya sea porque consumías o porque ayudabas a otros a dejar de hacerlo. ¿Se puede uno alejar de las drogas para siempre?
Llevo limpio 52 años, serán 53 en agosto. Y hemos ayudado, todos los que trabajamos con el consumo de drogas, a tanta gente que estoy muy orgulloso. Estoy muy orgulloso de poder decir «oye, hay otra manera». Ahora mismo, Mario y yo estamos trabajando con lifers, personas que entraron en la cárcel cuando tenían 16 o 17 años y están saliendo ahora con 45-50 años. Tratamos de encontrarles un empleo y de mantenerlos cerca, porque nosotros no consumimos drogas, no bebemos, así que se pueden deshacer de ese vicio, porque las drogas y el alcohol son una víbora que te puede llevar de vuelta a la prisión.
Hablas también mucho de la gente que te llevó al mundo de las drogas. También tiene que ser difícil alejarse de ellos.
Cuando te das cuenta de la situación, tienes que decir «espera un momento, tengo que buscar un grupo diferente de apoyo, tengo que tener alrededor gente que se preocupe por mí, que no quiera solo que compre o venda drogas». Cuando dejas de consumir, la cultura de las drogas te rodea, y ahora es peor que nunca porque hay drogas que te pueden matar así de rápido, que te hacen volverte loco.
En Los Ángeles, por ejemplo, dicen que tenemos un problema de personas sin hogar y no, tenemos un problema de salud mental y de metanfetaminas. Muchas personas sin hogar toman metanfetaminas, así que deberíamos plantearnos en vez de mandarlos a la cárcel, tratar de encontrar la manera de mantenerlos alejados de las drogas.
Entraste y saliste de prisión durante años y al final acabaste teniendo una buena vida. ¿Crees que la cárcel es un buen sistema de castigo o reinserción social?
Creo que la cárcel me dio un descanso, simplemente. Yo tomaba drogas en la cárcel, tenía un buen vicio de heroína. Pero encontré un programa de 12 pasos en prisión y cuando salí, estuve otra vez con gente que se preocupaba por mí y que no consumía. Porque si yo soy un adicto y salgo con adictos, voy a caer, así que tuve que cortar mis lazos con la gente que tomaba drogas y juntarme con gente que estaba limpia.
Hablas mucho también de las mujeres con las que te casaste y del machismo de entonces. Llegas a decir algo muy duro, que no te importaban sus sentimientos. ¿Cómo lo ves ahora?
Ahora me preocupan los sentimientos de todo el mundo y he arreglado las cosas con las mujeres que seguían vivas. Con toda la ayuda que intento dar a la gente, trato de ser mejor persona hoy de lo que era ayer y seré una mejor persona mañana, eso es en lo único que compito, intentar ser mejor persona que ayer. Pero en todo lo que trabajo es el hoy, que es todo lo que tenemos, un día.
He vuelto a ser amigo de todas las personas en mi pasado a las que hice daño y están bastante orgullosas de mí.
De todo lo que has hecho y cuentas en el libro, ¿de qué te arrepientes?
Creo que una de las cosas sobre el perdón es que primero te tienes que perdonar a ti mismo. No le tengo que pedir a Dios el perdón porque si no me hubiera perdonado, estaría muerto, así que nunca me condenó.
La cárcel es una situación de vida o muerte, así que o eres un depredador o eres una presa, y yo elegí ser depredador, así que hay mucha gente a la que no puedo compensar más que siendo una mejor persona y ayudando a todos los que me rodean. Todos los camaradas que tengo tienen calcetines y ropa térmica porque los repartimos a las personas sin hogar. Cuando me levanto por la mañana digo «diosito, ayúdame a ayudar a gente hoy», ese es el primer rezo, es la manera en que tengo que vivir.
¿Merece todo el mundo una segunda oportunidad?
De toda la gente que hay en la cárcel, solo un 10% pertenece a ese lugar. Hay gente que está psicológicamente ya ida, no pueden salir de prisión, pero creo que hay otras maneras. Nosotros trabajamos con una organización que se llama Second Chance (segunda oportunidad), y hay lifers que salen y les buscamos trabajo y ayudamos a estar limpios.