Lucía Fernanda, hija de Antonio Carmona: «Pertenecer a la etnia gitana, musicalmente te aporta mucho»
La nieta del gran Habichuela e hija de Antonio Carmona se entrega a la rumba urbana en su primer disco, Yelem
La primera vez que me puse a escuchar el repertorio musical de Lucía Fernanda pensaba que me iba a adentrar en las profundidades del flamenco y ya estaba dispuesta a taconear, palmear y recogerme el pelo en un moño para dejar salir la canastera –quedaos con este concepto– que llevo dentro. Pero lo que escuché me sorprendió. La nieta del gran Habichuela e hija de Antonio Carmona se entrega a la rumba urbana en su primer disco, Yelem, con frescura y autenticidad, en un trabajo donde la fusión es la clave. «Intento que sea música innovadora, y que la producción sea una fusión entre el sonido actual y el sonido de mis raíces y de donde vengo», nos cuenta la artista en Sony Music, donde nos cita para charlar de su último trabajo.
Lucía ha mamado la música desde que nació. Es casi una obviedad que viniendo de la familia que viene no terminase entregada a los acordes. Pero la llamada no le vino hasta hace realmente poco, hace dos años, de una forma «más madura» y como «decisión propia», relata la joven de 24 años, que antes de decantarse finalmente por esta profesión asegura que ha trabajado de «muchas cosas», como camarera en Inglaterra o de producción en rodajes para «saber qué es lo que quería». «Quería tener experiencia laboral para saber qué me gusta y qué no. En España, con 18 años tienes que saber en qué carrera meterte, es muy pronto, luego puedes arrepentirte y puede que hayas perdido mucho tiempo de tu vida», se explica.
Lucía Fernanda se apellida Carmona Orellana –su madre es Mariola Orellana, representante de Marta Sánchez o Lolita Flores–, pero ella ha querido prescindir de ambos y darse a conocer por su nombre a secas con la intención de ser valorada por su música, no por su apellido ni ser ‘hija o nieta de’. «En la entrevistas me suelen hablar mucho de mi padre, pero la gente de mis redes me habla más de mi música y de mis canciones, no me relacionan todo el rato con mi padre», relata la artista, que matiza que musicalmente apuesta por hacer su propio camino: «Me gusta separar la familia de la música, hago mi música a mi rollo, soy muy independiente».
De su abuelo, el gran Pepe Habichuela, dice echarle mucho de menos: «Es pureza, puro sentimiento. Me dan ganas de llorar cada vez que escucho la guitarra de mi abuelo. Es muy bonito venir de esa guitarra, de ese toque tan puro y auténtico». Y al mítico grupo Ketama –del que es vocalista su padre–, lo define como sus «dioses», su «vida entera» y «todo lo que aspiro a ser».
Son muchos los palos que domina Lucía Fernanda, pero si alguno le corresponde por derecho natural es la rumba urbana. En Yelem, encontramos coros, muchas palmas y mucho buenrollismo, como en La Manta o Bailando con mi gente, un tema con mucho descaro, una letra alegre y abundante en guiños musicales a sus referentes artísticos. «Canastera» es como ella se define, un concepto al que también le dedica tema en su álbum debut junto a Moncho Chavea. «Canastera es un estilo de vida, una forma de ser, un sentimiento puro y de libertad», explica quien estudió música en Cambrigde y a quien también pudimos ver en el Tiny Desk de C. Tangana junto a su padre y otros artistas reconocidos, como La Húngara o Kiko Veneno.
De esta grabación, recuerda que fue «algo muy bonito»: «Se creó un ambiente muy guay y desenfadado, muy auténtico. Una energía muy bonita», y sobre una futura colaboración con El Madrileño reconoce que eso «tiene que ser decisión de él, ya que estamos en niveles muy distintos de nuestra carrera. Yo estoy empezando», relata humildemente la joven, que asegura que su objetivo es «poder hacer música siempre y superarse cada día».
Así, la rumba y fusión son las claves de su álbum debut, que toma su nombre del conocido himno gitano –gelem, gelem–, con el cual pretende hacer una oda a sus raíces: «Pertenecer a la etnia gitana musicalmente te marca e influye mucho», reconoce la artista, que también aprovecha la ocasión para hablar del racismo y, aunque asegura que a ella ser gitana no le ha supuesto un obstáculo en su carrera, como sí le ocurrió al cantante Nyno Vargas que contó su experiencia en una entrevista con este periódico, hace hincapié en que «fuera de la música hay más racismo hacia los gitanos y es más difícil ir superándote».