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Cultura

Olaf Ladousse: «No creo en la creación pura. El lenguaje es para jugar con él»

La editorial Barrett acaba de sacar al mercado ‘Bouquet Garni’, una introducción al universo del polifacético autor belga, pero ya malasañero (hace más de tres décadas que vive en Madrid), Olaf Ladousse. Un universo lleno de artefactos autoeditados, filosofía DIY y experimentación

Olaf Ladousse: «No creo en la creación pura. El lenguaje es para jugar con él»

Es una pena que no hayamos podido coincidir en Madrid para poder pasear con Olaf Ladousse por Malasaña y poder ver la transformación -i.e. gentrificación- del barrio a través de su mirada, la mirada de un diseñador industrial que siente pasión por los objetos, por la funcionalidad estética de las cosas: neones, parkings, antenas parabólicas, aires acondicionados o las nuevas basuras urbanas que son los patinetes eléctricos, tirados de cualquier forma, llaman su atención. También las tintorerías (su preferida: Luna Blanca, en la calle Luna esquina Pizarro). No obstante, cada vez le resulta menos interesante su barrio y, como le gusta caminar, es capaz de darse un paseo de unos cuantos kilómetros con su pareja para poder disfrutar tranquilamente de una cerveza en algún bar auténtico de la ciudad. 

Así que nos queda otra que conversar al teléfono (fjio), una calurosa mañana de finales de julio. Olaf, a pesar de llevar tanto tiempo viviendo en Madrid, conserva un acusado (pero gracioso) acento francés que hibrida una prosodia gala con una sintaxis española. Cosa que es absolutamente coherente con todo su universo (y su autenticidad; fuera de modas): un mundo fascinado por la experimentación, el reciclaje y los cacharros electrónicos.

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Imagen de ‘Bouquet Garni’ vía Editorial Barrett.

A la hora de plantear este proyecto, Bouquet Garni, los editores de Barrett entendieron que la forma más sencilla para estructurar la producción de Ladousse era fijarse en su blog, Blogolaf, en el que, desde el 2009, el artista belga comparte sus diferentes producciones, así como sus intereses, gustos y estéticas underground. Bouquet Garni se ha de entender así como una introducción al universo de Olaf Ladousse y no como una antología, pues esto significaría que se trata de algo cerrado o póstumo, opina Ladousse, quien matiza que es, más bien, «una especie de digestión de mi trabajo por otros».

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Autorretrato. | Imagen de ‘Bouquet Garni’ vía Editorial Barrett.

De las casi 300 entradas del blog (que sigue en activo), se han seleccionado unos sesenta posts, a los que se les ha añadido dos prólogos, uno de Jordi Costa y otro de Galactus, que sirven para contextualizar y, en cierto sentido, perimetrar, las diferentes incursiones artísticas de Ladousse. Además, hay una ingente cantidad de material gráfico que enriquece el libro y lo convierte en un excelente -aunque imprevisto- libro de artista.

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Imagen de ‘Bouquet Garni’ vía Editorial Barrett.

Nos cuenta Ladousse que lo que sí ha propuesto él para el libro es el título. Para él, «cocinar es la cosa más interesante. Si buscas una receta siempre tienes información útil. Así, si la gente no conoce nada de mí, al menos ahí tiene un recetario, a ver cómo lo digieren». Y añade: «El concepto de bouquet garni es el de tres especias – perejil, tomillo y hojas de laurel-, que pones en un caldo y dejas que el caldo coja el sabor y luego lo sacas y cocinas». Con ello, pues, sería una suerte de sabor aromático que se añade al libro. Olaf suele tirar mucho de cosas culinarias para sus proyectos. Por ejemplo, su famoso manual Sopa de ortigas. Cocínate un doorag se basa en esta premisa. Se trata de un guía para iniciarse en el arte del circuit bending (técnica que consiste en cortocircuitar dispositivos electrónicos de bajo voltaje, que se alimenten de baterías, para utilizarlos con fines creativos). Ladousse enseña ahí cómo con un soldador, algo de estaño, un pequeño juguete sonoro (valen los de los chinos) y algunos componentes electrónicos, cualquiera se puede fabricar un doorag, un objeto sonoro de bajo coste para realizar música experimental y que él utiliza en sus conciertos con Los caballos de Düsseldorf.

Preguntado sobre si él suele cocinar, nos cuenta Ladousse que no, que no cocina demasiado. Paradoja que, sin embargo, no es extraña en el mundo del artista belga, pues confiesa que «me interesa más la música que cualquier otra cosa. La mayoría de mi tiempo estoy escuchando música».  Pero, sin embargo, nos advierte: «no soy músico”.

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Doorag. | Imagen de ‘Bouquet Garni’ vía Editorial Barrett.

La fuerza de lo sencillo

«Por desgracia, tenemos que reciclarnos sin parar. Nadie puede escoger un oficio y dedicarse a eso, a menos que tenga mucha suerte», nos dice Olaf Ladousse. Quizá de ahí que su producción abarque tantas cosas: ilustración, diseño de portadas, fanzines, música o exposiciones. «Tenemos que asumir que a lo largo de tu vida vas a tener que hacer mogollón de trabajo porque te piden ser flexible e intercambiable», añade. Y por eso hace muchas cosas, por la propia inercia de tener que ganarse la vida. Principalmente a Ladousse lo que le interesan son los objetos. Lo que pasa, nos dice, es que «me gusta la música y más o menos me gano la vida con los dibujos».

Sin embargo, no cree que los doorags sean lo que más le representa a él como artista, aunque «creo que seguramente es lo que hago mejor porque he sido formado para hacer objetos», sentencia. Y añade: «Los doorags son bonitos y en la peña del circuit bending es algo que está un poco de moda. Porque ahora los aparatos electrónicos son muy difíciles de intervenir». De ahí también que Olaf Ladousse opte por reciclar objetos: «Si tiro de los objetos electrónicos es porque es más sencillo recuperar uno que fabricarlo de cero», nos dice. Sencillez y accesibilidad, pues.  Y economía, claro.

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Olaf. Imagen cedida por Editorial Barrett.

El juego de la experimentación

«Cuando experimentas e intentas hacer algo, si tú lo tienes muy claro, realmente no estás experimentando. Simplemente estas tratando de llegar al resultado más cercano a lo que tienes en mente. Yo no funciono así, intento hacer cosas que me gustan», nos dice Ladousse sobre su forma de trabajar. Y añade: «La experimentación es un juego, pero también es algo práctico, porque te acabas encontrando con cosas que no esperabas. Mis cosas tienen un grado de defecto que es aceptable y me interesa. Juego con eso». Es necesario precisar, no obstante, que experimentar no significa dejarlo todo en manos del azar o el acierto imprevisible, sino que «realmente el control sobre la experimentación lo tienes porque hay un momento en el que tú decides que ahí en un punto paras. Y decides si el fallo lo guardas o no y cuándo está acabado».

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Imagen de ‘Bouquet Garni’ vía Editorial Barrett.

Y sucede lo mismo con las entradas de su blog, posts cuyos textos aparecen siempre en tres idiomas (español, inglés, francés). Los idiomas que más o menos domina Ladousse, nos dice. Funciona así: «Hay un tema que me interesa, hay una imagen para ilustrar el  blog y obviamente que la referencia que voy a utilizar para un español o un extranjero no es lo mismo. Juego con eso y sobre todo me hace gracia que cada uno de los textos no sea exactamente una traducción. Es como cuando ves una traducción de subtítulos y conoces el idioma original y ves que hay unas diferencias, unos matices… y así, si entiendes los tres idiomas entenderás más, te dará el post más información o distinta». Para Ladousse el sentido de esta creación triple se halla en el hecho de que «cuando tienes una idea y es un poco confusa y no sabes cómo decirlo, pues, al final, las ideas en lugar de articularlas en un solo texto las vas repartiendo. Para mí es más práctico porque a veces cuando estoy buscando una palabra me viene en un idioma o en otro», apunta Ladousse. Reflexión que, de paso le sirve para esclarecer su poética: «No creo en la creación pura. El lenguaje es para jugar con él». Todo tiene sus raíces, pues.

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Imagen de ‘Bouquet Garni’ vía Editorial Barrett.

Ser moderno a fuerza de ser anacrónico

A Ladousse le fascina todo lo analógico, pero por una razón. Nos dice: «Hay técnicas que uno domina. Entonces te resulta más fácil. Mientras que si tienes que seguir la novedad, las técnicas nuevas, has de estar siempre actualizando la última novedad, el último programa. Tienes que estar detrás de la tecnología todo el tiempo. Es interesante también, pero si tengo una idea y lo puedo solucionar de la forma más sencilla pues tiro de lo que sé hacer, de lo doméstico».

Y es que sucede que, además, «con la tecnología al final todo el mundo hace las mismas cosas». Y nos pone un ejemplo: «Ahora todos los grafistas e ilustradores intentan tener una textura que está hecha a mano, pero que no está hecha a mano. Pero es mucho mejor hacerla directamente a mano, ¿no?». Pues eso.  

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