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Claudio Biern Boyd: «Todavía hay amigos de mis hijos que me culpan de haber llorado con la muerte de David el Gnomo»

El 19 de agosto se estrena una versión actualizada del clásico televisivo de los ochenta ‘D’Artacán y los tres mosqueperros’

Claudio Biern Boyd: «Todavía hay amigos de mis hijos que me culpan de haber llorado con la muerte de David el Gnomo»

Claudio Biern Boyd y Toni García | A Contracorriente

A Claudio Biern Boyd (Palma de Mallorca, 1940), de niño, solo había una asignatura que se le resistiese. Al pie de sus notas impecables, «un cero peludo» ponía de manifiesto, invariablemente, su ineptitud para el dibujo. Con este término, se refiere a los palitos que el profesor le incorporaba a su calificación para que no escribiera delante un uno y lo convirtiese en un 10. Paradójicamente, el productor, guionista y director ha pasado a la historia por su paternidad de los personajes de animación que forman parte de la educación sentimental de toda la generación que cursó EGB. Entre los más destacados, Ruy, el pequeño Cid, Willy Fog y David el Gnomo.

Este viernes, 19 de agosto, estrena una versión actualizada de su clásico televisivo de los ochenta D’Artacán y los tres mosqueperros. Con esta entrega en formato de largometraje, dirigida por su brazo derecho Toni García, el creador sigue la línea de Disney en su regodeo en los recuerdos de la infancia para atraer a padres e hijos a los cines. Para esta actualización de las aventuras de los canes mosqueteros, ha contado con el guionista estadounidense Doug Langdale, responsable de títulos catódicos recientes de Scooby-Doo, Kung Fu Panda y Las tortugas ninja, y para la banda sonora, con Vanessa Garde, discípula de John Williams. Biern ha vuelto a revivir el lema nacional de Suiza incorporado a su novela más famosa por Alejandro Dumas: Uno para todos y todos para uno. 

¿Cuáles fueron propios sus referentes infantiles en el mundo de la animación?

He sido cinéfilo y devorador de libros toda la vida. Nací hace 80 años. De pequeño vi muchos cortos de cinco minutos de El pájaro loco, Tom y Jerry, Mickey Mouse, y todas las películas de mi icono máximo, Disney: Dumbo, Cenicienta, Bambi, Blancanieves… Como nos hacía sufrir… Siempre utilizaba relatos ya conocidos y trágicos de los hermanos Grimm y Perrault, donde a los cinco minutos mataban a la madre o la bruja hacía una maldad. 

Sufrimiento sólo comparable en nuestra televisión a cuanto murió Chanquete en Verano azul o usted mató a David el Gnomo.

Fue un fallo táctico, todavía hay amigos de mis hijos que me acusan de haberles hecho llorar. Pero había que terminar el guión. ¿Quién no firmaría con llegar a los 400 años convertido en cerezo, sin impuestos, la presión de Hacienda y de los bancos? Además se cierra el círculo, David y Lisa vuelven a la naturaleza. Era preferible matarlo a él de un infarto y a ella de una insuficiencia cardiorrespiratoria. Pero con esa decisión cometí un error, ya que la serie tuvo un éxito enorme y yo mismo me cerré la posibilidad de una segunda temporada.

Claudio Biern Boyd: “«Todavía hay amigos de mis hijos que me culpan de haber llorado con la muerte de David el Gnomo»
Imagen de ‘D’Artacán y los tres mosqueperros’ vía A Contracorriente Films.

Antes de crear tus propias producciones, gestionaste los derechos en España de series como Marco, La Abeja Maya, Los PicapiedraEl Oso Yogui, Vickie El Vikingo y La Pantera Rosa.

De las que nombras, la que más me enganchó fue La pantera rosa, que Mirisch Geoffrey pintara de rosa a un felino que inspira terror, que no hablara y fuera todo gags. Me pareció la sublimación de la animación. Se convirtió en un referente instantáneo.

¿Qué supuso para usted conocer en persona a su creador, Blake Edwards?

Como llevaba el merchandising del personaje en España, tuve la suerte de que los de la productora me invitaran a Suiza al estreno de El regreso de la pantera rosa (1975). Muchos periodistas españoles no hablaban inglés, así que hice de traductor. Establecí muy buena relación con el compositor de la banda sonora, Henry Mancini, con Blake Edwards y con Peter Sellers. Tengo fotos con todos ellos. Edwards era un hombre bastante distante, pero un genio. Ahí están El guateque (1968) y Victor Victoria (1982). Aquello fue una experiencia brutal. En una cena con orquesta, Sellers le pidió al batería que le dejase su sitio y se puso a tocar como no te puedes imaginar. Aquel día me di cuenta de que comparado con el actor europeo de entonces, los actores americanos y británicos eran muy completos: estudian arte dramático, cantan, bailan, tocan el piano… Hollywood es una escuela donde hay una dura competencia y los intérpretes han de usar todas sus habilidades.

¿Cómo surgió la idea del pastelito Pantera Rosa?

Porque un día hablando con el director comercial de Bimbo, Lamberto Fernández, en paz descanse, caímos en que no había bollos de fresa. Lleva 45 años en el mercado. 

También es responsable también de las reservas de calcio de toda una generación.

Efectivamente, me siento responsable del desarrollo del consumo de yogures en España, porque cuando visité Danone por primera vez era un producto muy conservador, casi de farmacia, de lechería. Cuando les propuse hacer promociones me miraron como si estuviera loco. A base de insistir conseguí hacer una prueba en la provincia de Málaga, donde por la compra de cuatro yogures, se regalaba un adhesivo de Warner Bros. Fue un éxito, a partir de ahí hicimos campañas de Marco, D’Artacán, Willy Fog, David el Gnomo… Todas mis series arrasaban. Me contaban los vendedores que las madres venían con los niños a esperar al repartidor y cogían antes el álbum que los yogures.

Claudio Biern Boyd: “«Todavía hay amigos de mis hijos que me culpan de haber llorado con la muerte de David el Gnomo» 2
Imagen de ‘D’Artacán y los tres mosqueperros’ vía A Contracorriente Films.

Imagino que antes el termómetro eran sus propios hijos.

Sí, sobre todo las escuelas de mis hijos, donde hacía pruebas con las clases del diseño de personajes, los guiones y los storyboards. Pedíamos permiso y les pedíamos opinión a 25, 30 alumnos. Sus pareceres nos hicieron cambiar, por ejemplo, los colores de los personajes.

¿Cuánto tuvo que ver con las bandas sonoras?

Como traje a España series italianas como Sandokán y Orzowei, e iba con mis hijos iba a ver las películas de Bud Spencer y Terence Hill, me enamoré de sus compositores, los hermanos Guido y Maurizio de Angelis. Así que me fui a Roma, les conocí y nos hicimos tan amigos que soy padrino de uno de los hijos de Guido. Nuestra colaboración arrancó con Banner y Flappy, continuó con El bosque de Tallac, Las aventuras de Tom Sawyer y les pedí hacer D’Artacán. Yo no estoy dotado para la música, así que iba a allí, ellos componían y yo les decía esto me gusta, esto no, y ayudaba en las letras. Todas han sido hits. Han pasado 38 años y cualquier persona de cierta edad te canta D’Artacán y David el Gnomo. Es increíble.

Lo increíble es que tampoco dibujaba bien.

Te voy a corregir, no dibujaba. Pero cuando era pequeño leía a Julio Verne, Emilio Salgari, Alejandro Dumas, Karl May, Edmundo De Amicis y los imaginaba. Veía perfectamente, por ejemplo, a Sandokan, a Yanez y a la perla de Labuán en las selvas de Sarawak. Eso me ha facilitado tener clarísimo lo que quiero, pero con el inconveniente de que no lo sé hacer. Por ejemplo, para hacer D’Artacán, con 25 pesetas me compré una enciclopedia de perros de Salvat. Con las razas de perros de aquel libro y lo que iba pariendo mi imaginación, fui dando vida a diferentes personajes con distintas razas caninas y haciendo que Alejandro Dumas se revolviese en la tumba. Solo hubo dos excepciones: Milady y Richelieu, que además son los malos. Ella es una gata, porque los odio. Y él, un zorro, porque pasaba los veranos en un pueblo donde había mucho campesino que se quejaban de que por la noche le había entrado uno y se le había comido las gallinas. 

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Imagen de ‘D’Artacán y los tres mosqueperros’ vía A Contracorriente Films.

¿Llegaste a tener en la vida real algún perro de la raza de los mosqueperros?

Ahora mismo tengo un bulldog francés que si se viese en la serie, se cabrearía, ya que su raza integra la guardia de Richelieu, porque son franceses y pequeñetes. 

¿Y por qué elegiste a un beagle para el personaje de D’Artacán?

Como homenaje al personaje que más admiro, Snoopy. Tengo todas las obras completas. En una tira de cuatro secuencias Schultz condensa una filosofía de vida, una candor, una simpatía, una sencillez del trazo… Es maravilloso.

¿Dónde está el origen de tanta nostalgia en las generaciones actuales?

Yo estoy sorprendidísimo. Hace meses que es nombrar al personaje y que automáticamente surja una sonrisa. Es alucinante lo positivos que son los recuerdos de aquellos pases de mis series los sábados a las 15.30 en TVE. Así que la película reúne en torno al personaje los recuerdos de los padres, los tíos y los abuelos de la infancia de ahora. Los críos de hoy son muy distintos a los que eráis niños hace 40, pero hemos hecho miles de pruebas y admiten a D’Artacán como héroe. En un preestreno que hicimos en Huesca, me puse en un palco para ver las reacciones del público. Vi entrar matrimonios con niños de dos o tres años y temí una gran cantidad de pipís, de tengo sed, de me estoy aburriendo y volvamos a casa, pero en los 90 minutos no se movió nadie. Me gratifica muchísimos haber conseguido que una familia compartan una experiencia, con lo difícil que es en la actualidad ver algo conjuntamente, con un niño con la tableta, la niña con TikTok, el padre con videoconferencia y la madre en Twitter.

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