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Cultura

Concierto ilustrado: la música de Lorena Álvarez y el arte de María Hesse se abrazan en un estimulante viaje sensorial

Las melodías de la cantautora se entrelazaron con los dibujos de la ilustradora en una experiencia visual y musical tan especial y evanescente como un amor estival

Concierto ilustrado: la música de Lorena Álvarez y el arte de María Hesse se abrazan en un estimulante viaje sensorial

Lukasz Michalak | Veranos de la Villa

Poco a poco agoniza un verano que ha seguido marcado por aquella quimera retórica llamada «nueva normalidad». Las noches empiezan a extenderse y la resaca de la ola de calor parece suavizarse. Madrid sigue medio vacío y aquellos amores que el verano trajo con el optimismo de los días largos y la circunstancial lejanía del frío, se acercan sin remedio hacia un final anunciado por la perspectiva del regreso a la vida que quedó en standby al saltar las hogueras de San Juan.

Dos meses después, con la amenaza de septiembre a la vuelta de la esquina, la fugacidad de esos romances veraniegos se vuelve más palpable y efímera que nunca. Sin embargo, aún queda tiempo para revivir algún que otro apasionamiento furtivo como el que se vivió anoche entre música y pintura en el patio central del Conde Duque, dentro del contexto de los Veranos de la Villa de Madrid. Donde las canciones de Lorena Álvarez se abrazaron con las ilustraciones de María Hesse en una experiencia sensorial tan especial y evanescente como un amor estival.

En un escenario íntimamente aderezado con un sofá de terciopelo granate y plantas con forma de palmera, esperan en el lado izquierdo los instrumentos con esa calma tensa que precede a la fiesta. A la derecha, pinturas, pinceles y agua descansan sobre una mesa dispuestos a mezclarse, derramarse y crear. En el fondo, una gran pantalla sobre la que se proyectará el dibujo. Cae la noche y comienza el vuelo imaginario a través de los sentidos.

Concierto ilustrado, un viaje sensorial de la mano de Lorena Álvarez y María Hesse 1
Foto: Lukasz Michalak | Veranos de la Villa

Las melodías alegres y sosegadas oscilan en esa dualidad de claroscuros con otras más melancólicas y agresivas, pero dejando siempre un regusto agradable y sanador. Una sensación que potencian y acompasan con vertiginosidad las imágenes que se proyectan detrás, creadas y compuestas por María Hesse. Pinceladas tan suaves y delicadas como bruscas y violentas juegan con el goce visual de observar cómo las líneas y los colores se transforman en historias regadas dulcemente por la voz de Lorena Álvarez.

Entre canción y canción, la naturalidad y el desparpajo de Lorena juegan con la timidez de un público cohibido por la obligación de permanecer sentados en sus sillas. Lamentablemente, la liberación de los sentidos no puede satisfacerse con el placer del baile. «Estaba pensando en deciros que os levantéis y bailéis pero me han recordado algo que pasó con Sergio Dalma y creo que prefiero evitar una lapidación pública… Aunque este parece un buen sitio para lapidar a alguien…», bromea la cantautora asturiana.

Concierto ilustrado, un viaje sensorial de la mano de Lorena Álvarez y María Hesse 2
Los pechos abiertos en canal de los dibujos de María Hesse muestran agujeros abiertos que resplandecen y oscurecen. Foto: Lukasz Michalak | Veranos de la Villa

Ironía ácida e imágenes sangrientas y mordaces reflejan los peligros de un amor tóxico en canciones como Burro, Si tú eres mi hombre o Novias. El intimismo, la soledad y la melancolía que contienen Aborrezco lo que adoro, La huerta de mi padre, Envidia o La nube, combinan con la alegría y el entusiasmo de Manolo, Romance de la huida, Persona y Soy un olmo. En la pantalla, los pechos abiertos en canal de los dibujos de María Hesse muestran agujeros desgarrados que resplandecen y se oscurecen, tan viscerales y crudos que contrastan con los bellos motivos florales que envuelven sus ilustraciones.


Al final de la exhibición, el romance expira con un bis pactado, un último éxtasis a ritmo de punk en El bosque tenebroso de mi mente, una canción sobre el triunfo de la luz en las tenebrosas profundidades del alma. Su melodía también remueve y agrieta el pecho con el rápido rasgado de guitarra y el retumbante golpeo del bombo. Un último abrazo desesperado que completa una especie de catarsis sensorial y emotiva dejando un regusto complaciente y liberador.

Concierto ilustrado, un viaje sensorial de la mano de Lorena Álvarez y María Hesse 3
Foto: Lukasz Michalak | Veranos de la Villa

A la salida, permanece la sensación de aturdimiento, como si todavía quedaran resquicios de esa ensoñación dulce y ligera que se ha balanceado durante toda la noche en el patio principal del Conde Duque. La mente se resiste a bajar del vuelo libre de la imaginación, que se ha vuelto tan real que el busto de Clara Campoamor en la puerta parece esbozar una sonrisa.

El vacío de las calles tras el espectáculo refleja la noche de un domingo de finales de agosto en la capital. El viaje sensorial ha terminado y esta pequeña ilusión de amor estival se desvanece con la misma suavidad con la que se presentó. Pero, por un momento fue agradable recordar aquella sensación de dejarse llevar por la fugacidad y la pasión de un capricho de verano entre dos formas distintas pero complementarias de entender el arte.

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