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Cultura

Road 96, la frontera es el destino

Un road-trip inspirado por autores como Tarantino o los Coen, con un mensaje político que elige el optimismo

Road 96, la frontera es el destino

Si existe un debate tan recurrente entre los aficionados al videojuego como el de si los juegos son arte, es el de si son o no políticos. Es inevitable que vuelva a surgir una y otra vez, y en el fondo muestra que el entorno de reflexión crítica va siendo cada vez más diverso: son muchos los espacios de conversación, fundamentalmente online, que se alejan de los análisis superficiales —más cercanos a «guías de compra»— y se esfuerzan por comprender el medio como parte de una esfera cultural específica, a la que influye en tanta medida como se deja influir. En este sentido, como cualquier manifestación humana, es imposible situarlo en un estadio de «cero absoluto»; la política se encuentra inserta en él desde el mismo momento en que selecciona una visión específica social y discursiva

Hay títulos en los que el mensaje político se advierte de modo muy evidente, por supuesto. Desde cualquier Call of Duty o Battlefield, hasta experiencias contestatarias como Papers, please o Need a packet?, sin olvidarnos de un titán como el RPG Disco Elysium. Son estos últimos ejemplos, los que proceden del mundo independiente, los que suelen enarbolarse como punta de lanza por mostrarnos sus intenciones claras, con metáforas que no tardan en quitarse la máscara. La mayoría de los títulos que reflexionan sobre coyunturas políticas lo hacen desde una óptica amarga o pesimista, a veces rayando en lo nihilista. No se les puede culpar de ello, teniendo en cuenta los tiempos que vivimos. Por eso es cuanto menos refrescante encontrarnos un juego que toma deliberadamente el camino contrario como es Road 96, del estudio francés Digixart

Concebido como un road-trip de corte narrativo y diseño procedural —es decir, que cada partida que juguemos se genera de manera diferente y única—, Road 96 es el alumno más aventajado, hasta el momento, de la escuela de Dontnod y sus Life is Strange. Aunque no han sido estos quienes han inaugurado las historias de este tipo, desde luego, sí han popularizado una manera de narrar muy característica que Digixart ha sabido comprender a la perfección. En Road 96 encarnamos a un adolescente anónimo que decide lanzarse a la carretera que da nombre al juego para cruzar la frontera de su país, Petria. Los convulsos momentos políticos que vive la región, en la que un gobierno de corte claramente reaccionario oprime las vidas y las esperanzas de sus ciudadanos, están llevando a muchos jóvenes a tomar ese camino. Naturalmente, es algo que el gobierno no puede permitir, por lo que tanto la policía como grupos organizados de partidarios del régimen tratan de encontrar a estos rebeldes e impedir que se marchen. Nuestro viaje, por tanto, no será nada sencillo.

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Imagen de ‘Road 96’ vía Steam.

Podremos elegir cómo queremos recorrer el camino: a pie, haciendo autoestop, tomando el bus o un taxi. Cada método tendrá sus riesgos, por supuesto, y tendremos que estar atentos a nuestra salud y el dinero que nos quede en la cartera. Nuestras elecciones también determinarán nuestros encuentros: las partidas en Road 96 se articulan en torno a una serie de escenas y personajes que conformarán la totalidad del camino. Algunos serán aliados inesperados. Otros, peligros en potencia. En la mayoría de los casos, nos veremos involucrados en las vidas de personas que se enfrentan de un modo u otro al régimen, ya sea de modo directo, mediante la rabia o la desesperación, o cuestionando el orden de las cosas. 

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Imagen de ‘Road 96’ vía Steam.

Hemos dicho antes que Road 96 elige tomar un camino diferente a lo habitual, y es que, aunque nuestro viaje no esté exento de problemas, en todo momento lo afrontamos con esperanza y optimismo. Con la energía que nos da la juventud. En nuestras conversaciones, podremos elegir el tono de nuestras respuestas para dejar clara nuestra postura vital y nuestra ideología: podemos ser rebeldes que muestren su descontento de manera combativa, inconformistas o individualistas que solo desean escapar para tener un futuro mejor.

Pese a las vicisitudes y los riesgos del camino, la posibilidad del cambio, la luz al final del túnel, siempre estarán ahí para nosotros. 

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Imagen de ‘Road 96’ vía Steam.

Como jugadores, tantas veces acostumbrados a historias que pretenden «abrirnos los ojos» mediante el drama, este enfoque de Road 96 representa un soplo de aire fresco. No siempre enfrentarse a ficciones políticas actuales —aunque el juego tiene lugar en los 90, resuena a la perfección en nuestro contexto contemporáneo— tiene por qué dejarnos el ánimo destrozado.

Tal vez no estemos del todo de acuerdo; es cierto que el tono se mueve en una frontera que hace que peque de ingenuo en ocasiones. Sin embargo, ingenuo no significa banal en este juego. Si algo nos ofrece Road 96 en este sentido es una inyección de energía, un recuerdo vigorizante de ese tiempo en el que la honestidad de la juventud nos proporcionaba fuerzas. Teniendo en cuenta que no siempre es fácil encontrarlas en nuestra vida real, se agradece contar con un espacio como este, en el que sentimos que nuestro camino importa. En el que tenemos las herramientas para cambiar el mundo. Aunque pueda parecer lo contrario, el optimismo es una manera valiente de contar una historia. 

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