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El monstruo que provocó la escritura de Paul Auster

Paul Auster escribe una extensa biografía sobre un autor poco conocido, para muchos el más grande de la literatura estadounidense, Stephen Crane

El monstruo que provocó la escritura de Paul Auster

Edu Bayer | Cedida por la editorial

El escritor norteamericano Paul Auster vapea un cigarrillo electrónico mientras atiende a los medios por videollamada. Se encuentra del otro lado de la pantalla para hablar sobre su nuevo libro de no ficción titulado La llama inmortal de Stephen Crane y publicado por el sello Seix Barral y traducido por Benito Gómez Ibáñez.

«¿Quién recuerda a Stephen Crane hoy?», se pregunta Paul Auster al inicio del libro, y es que para el escritor estadounidense rescatar del olvido al también escritor y periodista Stephen Crane no fue una tarea fácil.

Crane nació a finales del siglo XIX y murió en 1900. Tuvo una vida corta: murió de tuberculosis a los 28 años y sus obras completas pueden leerse durante un puente festivo. Sin embargo, su figura cambió la escritura de afamados escritores del siglo XX como Ernest Hemingway o Joseph Conrad.

El monstruo que provocó a la escritura de Paul Auster
Portada del nuevo libro de Paul Auster. | Imagen: Seix Barral

La arqueología de Stephen Crane

Auster había leído La roja insignia de valor en el instituto como lo hacen todos los que pisan la secundaria estadounidense y, tras releer el relato de Crane El monstruo, supo que ahí tenía un personaje de estudio.

Fue así como se metió de lleno en la biografía del autor durante tres años, mientras ansiaba no dormirse entre textos académicos y las pocas biografías que encontraba con datos falsos del autor. «En 1923 se publica la primera biografía de Stephen Crane y el escritor inventó datos que no existen. Esa biografía estuvo en el mercado durante 30 años. Fue una arqueología llegar a lo real en Crane y salir de los mitos que habían creado las anteriores biografías inexactas», afirma Auster.

A diferencia de las novelas cortas de Crane, la biografía de Auster sobre el escritor roza las 800 páginas donde su propia obsesión promueve de entusiasmo a los lectores. «Quise explicar a mis lectores quién era para mí, el mundo de Crane. Es una aproximación como escritor», dice el estadounidense.

Al igual que Crane, Auster es de Newark y su escritura también es reconocida por su inventiva, no es de extrañar que la figura de Stephen Crane como periodista también lo entusiasmara. «Crane se adelantó en ver la noticia. Él hacía un boceto, como un artista, presentaba una escena».

Para el autor de Trilogía de Nueva York, el trabajo de Crane como periodista no era como el de ahora, ya que no podía verificar sus fuentes, por lo tanto, su inventiva, desvelaba un tono poético en la escritura de sus noticias y eso le daba relevancia entre los dieciocho periódicos en inglés que se publicaban en esa época en Nueva York. «Crane vivió la edad de oro del periodismo en Estados Unidos, cuando se imprimían cuarenta periódicos diarios», dice el novelista.

Stephen Crane, un joven inspirador

Para Auster todo parecía innovador en la escritura de Crane, tanto es así que una generación después obras como Maggie: una chica de la calle y La roja insignia del valor llegaron a inspirar a grandes narradores como Hemingway o Scott Fitzgerald.

La rudeza taciturna en la narrativa estadounidense que Hemingway pareció descubrir solo después de la Gran Guerra, no fue solo relatada por la experiencia del autor, también fue narrada por Stephen Crane muchos años antes. El estoicismo de los supervivientes de la Primera Guerra Mundial no lo inventó Hemingway, Crane había sido el pionero, recreando la atmósfera emocional con su imaginación o desde su experiencia al cubrir la guerra hispanoamericana en Cuba, además de inspirarse al beber de fuentes históricas, como lo afirma Auster.

Pero, «¿cómo llegó a ser tan bueno siendo tan joven?», se pregunta Auster en la videollamada a la vez que insinúa que Crane es original porque evoca la experiencia interior en forma de experiencia exterior como un Ulises moderno. No es de extrañar que Henry James lo llamara maestro y que quizás solo Salinger llegase a tener la misma precocidad entre los escritores estadounidenses.

A pesar de su pubescencia y de su importancia, Stephen Crane no ha llegado a Hollywood. «John Huston adaptó La roja insignia del valor, pero parece increíble que en el cine de este país no se hayan interesado por hacer una película sobre una vida como la de Crane, que es una vida de película» afirma Auster.

La llama inmortal de Stephen Crane desvela no solo la sinceridad, el desafío y el derrotismo que recrearon la vida del autor de La roja insignia del valor, también demuestran el evidente amor que Auster tiene por una figura como la de Crane, al intentar seducir al lector con una monumental biografía donde se demuestran los ardores y sismos psicológicos de ese escritor que al parecer fue demasiado genial para su tiempo.

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