Alicia Asín, CEO de Libelium: "A las mujeres nos faltan referentes y no podemos permitirnos parar ahora"
Esta ingeniera informática es jefa de una de las empresas más punteras del mundo en Internet de las Cosas y ganadora del segundo premio a Mujer Innovadora de la UE
Alicia Asín (Zaragoza, 1982) es ingeniera informática, CEO de una empresa punterísima en Internet de las Cosas, madre, y ganadora del segundo premio a Mujer Innovadora de la Unión Europea. Poca cosa. Llega a la entrevista cinco minutos antes, no mira el reloj pero está atenta al tiempo acordado: tiene la agenda apretada cada vez que viene a Madrid desde la capital aragonesa, donde tiene la sede Libelium.
Asín ha conseguido en poco más de una década convertir una compañía que nació como una spin-of de la Universidad de Zaragoza en una referencia mundial de una de las últimas grandes revoluciones tecnológicas. La multinacional zaragozana trabaja en 140 países, da empleo a 55 personas y factura seis millones de euros al año. Y, según su CEO, es ahora cuando está muy bien posicionada para navegar la gran ola.
Libelium fabrica sensores que recopilan y transmiten datos tan variados como la calidad del agua en piscifactorías vietnamitas, el rendimiento de los cultivos verticales de Singapur o el uso de las plazas de aparcamiento en Huesca.
Las ciudades —e incluso países— inteligentes se han convertido en los últimos años en la obsesión de alcaldes y gobernantes: cómo utilizar la tecnología para optimizar la gestión, reducir los costes, aumentar la transparencia.
Pero esta inteligencia no sería posible sin los dispositivos que logran que objetos cotidianos reúnan información, se conecten a la red, la transmitan. «El ferrocarril fue una auténtica revolución, permitió la movilidad de pasajeros y mercancías, pero primero hubo que construir las vías. Aquí pasa lo mismo: los datos son el nuevo petróleo, pero se necesitan sensores que los recopilen«, explica la directiva.
En este vídeo puedes ver la entrevista con Alicia Asín.
En 2006, como si fueran presos de una rabiosa premonición, Alicia Asín y David Gascón, dos estudiantes en su último año de Ingeniería Informática, se lanzaron a desarrollar una tecnología convencidos de que cambiaría el futuro. Se imaginaban un mundo totalmente conectado: «Una ciudad llena de nodos por todas partes, sensores en parques y jardines para monitorizar el riesgo, en las farolas para controlar la luminosidad, en las aceras para detectar el nivel de peatones… Es un poco la visión futurista que tuvimos y en la que empezamos a trabajar».
—¿Cuándo va a notar la gente en la calle que está viviendo en una ciudad así?
—Es muy relativo. Los verdaderos beneficios dependerán de la ciudad en la que se esté. Por ejemplo: en Buenos Aires, un ciudadano te responderá que una ciudad inteligente es la que integra cámaras videovigilancia para asegurar la seguridad; en Japón, que sea capaz de responder rápidamente antes los desastres naturales, en Pekín será la contaminación ambiental… y si nos vamos a ciudades europeas: mejor movilidad y una reducción de costes. Entonces, estamos en un punto donde vamos viendo pequeñas aplicaciones en muchísimas ciudades, especialmente en España, tanto de parking asistido, gestión inteligente de residuos o de control medioambiental. Creo que una vez tengamos todas las aplicaciones desplegadas sobre el terreno, lo mejor es que habremos instalado una nueva cultura de datocratización, que es acostumbrarnos a que todo tiene que tener unos datos de respaldo.
Asín va más allá, no se conforma con las ventajas habituales (mejorar la calidad de vida de los ciudadanos, ser más sostenibles y reducir costes), está convencida de que el mayor legado de las smart cities será una democracia de mejor calidad. Tan segura está que así lo tiene fijado en su perfil de Twitter —»A dream: Smart Cities promoting democracy and transparency»—.
—¿Cómo podrían las ciudades inteligentes promover la democracia y la transparencia?
—Ayudando a abstraer al máximo la parte ideológica, donde es más difícil el consenso, especialmente en España, y añadiendo razón donde hay puntos pasionales. Si somos capaces de argumentar por qué necesitamos regular para favorecer mejores formas de movilidad dentro de las ciudades… Al final es una manera de dar datos a los ciudadanos, no una campaña de marketing para convencerlos de una manera u otra.
«Peatonalizar una calle no debería tener que ver con ser de izquierdas o de derechas»
En Madrid se desató un profundo debate y una movilización ciudadana cuando el equipo entrante del Partido Popular en el Ayuntamiento decidió suspender Madrid Central, la medida estrella de Manuela Carmena para crear una zona de bajas emisiones. «En España somos superpolarizables y todavía demasiado ideológicos: ideologizamos sobre absolutamente todo cuando realmente hay cuestiones que son meramente técnicas. Peatonalizar una calle no debería tener que ver con ser de izquierdas o de derechas, habrá criterios ambientales y técnicos que nos puedan decir si eso es lo que hay que hacer o no, independientemente de lo que tú creas en otros aspectos en tu vida. Yo tengo el sueño de que podamos acabar evaluando a nuestros políticos en torno a indicadores de rendimiento como evaluamos a los CEO de las empresas».
Pese a que en España nos falta recorrido y entrenamiento a la hora de saber interpretar los datos, la directiva mantiene desde hace años que nuestro país es el Silicon Valley de las smart cities: «A lo mejor hay gente que lo lee y piensa: ‘La verdad es que yo mucha tecnología por aquí no veo’. Pero cuando se habla de Silicon Valley la palabra por excelencia es ecosistema y eso es lo que se ha instalado en España. Aquí durante el año del boom de las smart cities, que era 2009-2011, estábamos en plena crisis económica y esto fue un revulsivo que favoreció que muchas empresas se plantearán buscar innovación y fondos en otros sitios».
«No nos autoengañemos por que se hable tanto de feminismo, hay que seguir trabajando»
En 2014, Asín se convirtió en la primera mujer en recibir el Premio Nacional de Jóvenes Emprendedores, que otorga la Confederación Española Jóvenes Empresarios. Su discurso sobre la necesaria presencia de mujeres en los puestos de decisión se mantiene intacto con los años.
«Creo que nos faltan referentes de mujeres líderes en el campo de la tecnología y la ciencia. Estamos en el buen camino, pero no podemos permitirnos el lujo de parar ahora en esta búsqueda. Yo sé que hay mucha gente que el tema del feminismo se le hace ya aburrido, de otra vez, qué pesadas que son… Pero es que yo estoy en muchas reuniones donde sigo siendo la única mujer y donde las mujeres que hay están muchísimos pasos por debajo de los puestos importantes de toma de decisiones. No nos autoengañemos por el hecho de que se hable tantísimo del tema, estamos en el buen camino, pero hay que seguir trabajando».
En Libelium hay cinco mujeres y tres hombres en el comité de dirección. Pero al mirar el departamento de ingeniería, la propia Asín reconoce que es un «desastre»: solo una chica. «Nosotros nunca aplicamos cuotas, pero aunque quisiéramos, no podríamos, porque no nos llegan ni currículums y eso es una prueba de este descenso dramático de las matriculaciones de chicas en carreras técnicas».
Que las chicas se matriculen en Ingeniería, Matemáticas o Física es uno de los principales caballos de batalla de esta directiva. No se cansa de repetirlo, no es una cuestión de apetencias. Asín se revuelve ante la excusa manida para no actuar y cambiar el panorama: que a ellas les gusta la enfermería y a ellos la ingeniería. «Pues no. Porque hay un matiz: estamos yendo a un mundo que está cada vez más digitalizado, entonces la tecnología va a tener un papel cada vez más decisivo en todas las empresas y las decisiones. Los puestos mejor remunerados van a estar asociados a carreras tecnológicas o a gente que tenga un background fuerte en tecnología, que sea capaz de trabajar con esas nuevas herramientas, si las chicas no acceden a esas carreras, se van a quedar más fuera todavía de esos procesos de selección y la brecha salarial no va a hacer más que incrementarse».
Hablamos de maternidad, dirección de empresas y conciliación. Asín defiende el teletrabajo y la baja maternal «razonable» como posibles soluciones. No esconde, sino que resalta, que las primeras beneficiadas del teletrabajo son las empresas, pero que esta medida permite que la mujer embarazada no se descuelgue: «Algunas dicen, joder, es que me cogería una excedencia, me cogería la lactancia, pero es que va a haber proyectos donde no me van a involucrar, no voy a estar ahí y luego ya no voy a ser capaz de ponerme al día. Así que el teletrabajo también hace que puedan estar más tiempo conectadas».
Sobre la baja maternal, añade: «Las primeras seis semanas son obligatorias, pero las otras 10 las puedes transformar en 20 a media jornada y es algo fantástico para volver a estar en contacto y volver de una manera paulatina al trabajo. Creo que es algo mucho más racional que lo que tenemos ahora».
No puede ser algo aislado, claro, y Asín aboga por guarderías más asequibles, que puedan permitir estas modalidades de unas horas para que las parejas dejen de hacer cuentas de si compensa más pagar una guardería o que uno de los dos deje de trabajar. Porque esa renuncia será la de la mujer. «Por muchos pasos que estemos avanzando socialmente el cuidado de los hijos cae en las mujeres».
Tras los 45 minutos pactados con la directiva y una conversación más similar a una clase sobre tendencias tecnológicas, futuro y liderazgo; la pregunta:
—¿Te consideras un referente?
—Un referente uno nunca se considera, te considerarán los demás. A lo mejor hay chicas que me consideran un referente para ellas y habrá otras que me consideren un antirreferente. A mí me llegaron a decir una vez, una antigua compañera que me encontré: «Que sepas que te sigo, que yo te apoyo, que no todas tenemos por qué ser buenas madres». Y entiendo que también habrá gente que piense así.