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Villa San Giovanni, penúltima parada del sueño sirio

Atrás dejan la barbarie, el hambre, la violencia. Una cruenta guerra que ya suma tres años y millones de muertos y desplazados. Quienes primero huyeron de Siria se refugiaron en los países vecinos, al otro lado de la frontera. Pero la situación empeora a un ritmo galopante y estos países de acogida se han visto desbordados. Ahora, la travesía es más larga. Su destino es Europa. Así, Villa San Giovanni (Reggio Calabria, Italia) se ha convertido en una estación de paso para refugiados sirios. Su última parada antes de coger el tren que les lleve al norte de Europa.

Villa San Giovanni, penúltima parada del sueño sirio

Esta familia de refugiados sirios Espera el tren de la medianoche para llegar al norte de Europa (Romina Arena/The Objective)Desde el 14 de mayo por la estación de Villa San Giovanni (Reggio Calabria, Italia) pasaron centenares de refugiados sirios. Casi cada noche desde entonces con el Comité de Solidaridad con los Inmigrantes, Co.S.Mi., y los “Payasos clandestinos” damos ayudas a grupos de 70 o 100 personas que cuentan con muchos niños, bebés con apenas unos días de vida y mujeres embarazadas de siete u ocho meses. Llegan de Sicilia, se van por Milán y desde allí quieren alcanzar sus destinos de migración: el norte de Europa.

Cuando llegan a la estación tienen que esperar una hora y media a que llegue el tren de la noche. Nos dimos cuenta, relata Romina Arena a Investigations, que sin nosotros estarían solos, sin asistencia, sin informaciones, sin la posibilidad de hablar con alguien. Nadie. La policía no habla inglés y tampoco árabe. Sustituimos a la Cruz Roja, a Protección Civil, a las instituciones que deberían estar preparadas para manejar este tipo de emergencias, situaciones que nunca antes se habían visto en la ciudad. Gracias a una red de solidaridad que espontáneamente se formó en la región, recogemos alimentos y ropa, tratamos de contactar con médicos voluntarios para que visiten a los que tienen trastornos, velamos para que sus derechos sean respetados y que nada malo ocurra con la policía.

Los “payasos clandestinos” tienen espectáculos para los niños, les permiten pasar una media hora entre serenidad y alegría regalando globos colorados en forma de perros, de flores y de espadas. Las noches las pasamos así: distribuyendo cosas, escuchando cuentos, regalando sonrisas a los niños, tratando de entender las razones profundas que empujan a este viaje tan tremendo a gente que escapa de la guerra, de la muerte… dejándolo todo bajo las bombas y los gases.

Son familias numerosas las que emigran, las que se ven forzadas a huir. Son familias que cuentan con hasta nueve hijos. Verdaderos clanes que buscan una esperanza de rescate. Hay también niños sin padres que se lanzan a la deriva en solitario; hombres que dejan a sus familias en Egipto por el miedo de no saber qué se encontraran en este viaje desafortunado. Ninguno de ellos tiene una idea política especifica -o no quieren hablar de esto-, ni sobre los rebeldes ni tampoco sobre Bashar al-Assad. Al final, te convences de que la guerra y la muerte no tienen color.

Sí quieren hablar, en cambio, de cómo ha sido su travesía hasta llegar a Italia. Sin embargo, en cada grupo sólo hay una o dos personas que hablan un poco de inglés y traducen para  aquellos que sólo hablan árabe. Raramente hay mujeres que hablan inglés. Nos cuentan del viaje tremendo que enfrentaron pagando 2000 dólares por cabeza, poco más de 1.400 euros. Centenares de personas se ciñen durante tres o siete días al espacio reducido de la embarcación en la que viajan: los que se quedan en la estriba se sofocan, se quedan sin luz ni aire; los que están arriba tratan de combatir el frío, la sal del mar, el calor del sol. Llegan deshidratados, con costras por las insolaciones, con gripe, fiebre o dolores de estómago por no comer y por beber agua sucia. Muchos de ellos nos cuentan que los escafistas se pierden con frecuencia a lo largo de la ruta porque están bebidos o drogados y eso les condena a pasar muchos más días dando vueltas por el mar, desorientados.

Todos tienen prisa por alcanzar su destino: los que tienen todavía mujeres e hijos en Egipto o Libia. También los que tienen hijos con trastornos y enfermedades. Los primeros porque cuando lleguen a Suecia, Noruega, Alemania o Bélgica quieren volver a juntarse con sus parientes; los segundos por qué saben que si tienen que hospitalizarse en Italia perderán mucho tiempo.

Refugiados sirios por el mundo

Es un viaje peligroso, duro, en condiciones extremas. Parten del norte de África. Su primer destino es Italia. Ya en Europa se preparan para iniciar la segunda parte de su travesía por el viejo continente. Una vez en el norte de Europa habrán logrado dejar atrás su pesadilla. La historia se repite una y otra vez. Cada vez más. En 2013, según Amnistía Internacional, 10.680 sirios arribaron en la costa italiana desde Egipto, Libia y Turquía. Un goteo que no cesa. Continúa como continúa la guerra civil que lleva tres años sembrando la violencia y la barbarie en Siria. La historia de los refugiados que llegan a Europa tiene, finalmente, un final feliz. Al menos, todo lo feliz que pueda considerarse la idea de abandonar tu hogar, tu país. Son muchos los que no logran sobrevivir y perecen en el Mediterráneo. Italia no es el destino final de estos refugiados sirios. Es un alto en el camino. Su nuevo reto será cruzar el continente europeo. Allí tomarán un tren a Suecia o Noruega. En estos países, a muchos, les esperan familiares o amigos que ya han pasado por su misma situación.

Según ACNUR, la Agencia de la ONU para los refugiados, desde que comenzó el conflicto sirio, más de 2,6 millones de personas se han convertido en refugiadas, han abandonado sus casas y han buscado un refugio seguro en países vecinos. A elos se sumaría los más de 6,5 millones de sirios que se han desplazado dentro del país. Los niños son los principales afectados por este conflicto: 5,5 millones de menores están desplazados. Otros 10.000 han fallecido.

Los países al otro lado de la frontera son su principal vía de escape, su primera opción. Líbano acoge ya en 2014 a más de 1 millón de sirios. Jordania alberga el segundo mayor campo de refugiados del mundo: Za’atari. Acoge a más de 100.000 personas que han huido de la guerra. La situación de los refugiados en los países vecinos empeora a medida que el conflicto se encrudece y los sirios dejan atrás su país cruzando hacia el otro lado de la frontera. Por eso, cada vez son más los refugiados que tratan de alcanzar Europa. A finales de octubre de 2013, 55.000 personas procedentes de Siria han pedido asilo en la UE. Son el 2,4% de los refugiados sirios.

Romina Arena

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