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Alianza contra Netanyahu sacude el tablero electoral israelí

El sistema de sufragio en Israel fue diseñado para garantizar la pluralidad y representatividad de todos los factores de una nación en la que el electorado no sólo se divide entre izquierda y derecha o entre conservadores y liberales, sino además entre religiosos y seculares, sionistas y no sionistas, sefardíes y askenazíes e, incluso, entre judíos y no judíos

Alianza contra Netanyahu sacude el tablero electoral israelí

Israel asiste el 17 de marzo a una de las elecciones más reñidas de los últimos tiempos. Está en juego la continuidad del primer ministro conservador Benjamín Netanyahu, quien dirige el país desde 2009, o su relevo por la propuesta de centroizquierda de Isaac Herzog y Tzipi Livni que busca poner fin a los mandatos del Likud, iniciados en 2001, para detener lo que consideran como un creciente aislamiento internacional y dar nueva oportunidad a las conversaciones de paz con los palestinos, con un enfoque aparentemente más diplomático, de menor confrontación.

Los comicios ocurren en un momento significativo: la relación con Estados Unidos, su gran aliado en el mundo, está maltrecha por las diferencias ante el diálogo emprendido por Washington con Irán, cuyo programa nuclear es considerado por Israel como una amenaza existencial.

A este desencuentro se suma el estancamiento de los esfuerzos en la búsqueda de un acuerdo con la Autoridad Palestina, lo que ha aumentado la tirantez con la Casa Blanca. Netanyahu no ha dado muestras de estar muy interesado en el tema y, de hecho, durante su gestión ha permitido el aumento de los asentamientos de los colonos en zonas consideradas parte del futuro Estado palestino, lo que es un factor más de desavenencia con el gobierno de Barack Obama.

Internamente, la situación de la economía y, en especial, el alto costo de las viviendas – entre los más altos del planeta– son uno de los aspectos más mencionados por los candidatos. La austeridad también está presente en la agenda electoral y ha dado pie a una versión local de los indignados.

El sistema electoral israelí es complejo pues apunta a garantizar la pluralidad y representatividad de todos los factores de una nación en la que el electorado no sólo se divide en izquierda y derecha, conservadores y liberales, sino además entre religiosos y seculares, sionistas y no sionistas, sefardíes y askenazíes e, incluso, entre judíos y no judíos. Los representantes de cada facción política ante la Kneset, el parlamento unicarmeral israelí, se distribuyen proporcionalmente según los sufragios recibidos por cada organización.

Estas normas electorales tienden a dificultar que un solo partido se haga con la mayoría absoluta, por lo que para gobernar se deben conformar alianzas, cuya creación resulta favorecida porque a la hora de otorgar los puestos en el Parlamento se permite la suma de votos entre las organizaciones que las integran, al ser consideradas como una misma lista. La aplicación del método de representación proporcional D’Hont, que tiende a beneficiar las listas más votadas, es otra razón a favor de la creación de coaliciones.

Históricamente, el partido que logra la mayor cantidad de sufragios no suele sobrepasar las 35 curules –en contadas ocasiones han llegado a 40– y para gobernar éste y sus aliados deben sumar 61 escaños. Es por ello que los israelíes afirman que están condenados a negociar y conciliar diferencias.

Además de la existencia de coincidencias ideológicas o programáticas, el apoyo de un partido a la conformación de una coalición estable se suele hacer a cambio de la designación de un ministro en un sector de interés.

Para la 20ª legislatura que se inicia este 2015 acuden 26 partidos unidos en un complejo sistema de alianzas. Los más grandes van a la búsqueda de mejorar o, en su defecto, intentar retener las curules alcanzadas en 2013, mientras que los más pequeños pretenden mantener su participación en la Kneset. En todos los casos es fundamental obtener al menos el 3,25% de la votación total, pues es el mínimo exigido por ley para que un partido tenga representación en el Parlamento.

Pero, ¿quiénes son los principales partidos en contienda? 

Likud: El partido gobernante es nominalmente de centro derecha y la facción conservadora más antigua. Llegó por primera vez al poder en 1977, bajo la dirección del ex primer ministro Menachem Begin, y actualmente está liderado por el primer ministro Benjamín Netanyahu. El Likud es secular y ha dominado el panorama político israelí desde 2001, salvo el mandato de Ehud Olmert con Kadima entre 2006 y 2009, momento desde el cual Netanyahu se ha convertido en el hombre fuerte de la nación con dos gobiernos consecutivos y la esperanza en estos comicios de lograr un tercero, aunque en esta ocasión incluso miembros de su partido han llamado a no votar por él.

En las elecciones anteriores, el Likud fue en una sola lista con el partido de derecha Israel Beitenu, pero en esta oportunidad irán separados. Propone una economía de mercado capitalista de agenda liberal, apoya los asentamientos de colonos y defiende que los palestinos tengan libertad en sus territorios, pero se opone a la creación de un Estado palestino porque, desde su perspectiva, pone en riesgo la seguridad de Israel. Tiene un acuerdo de asociación de votos con la formación la Casa judía (HaBayit HaYehudi).

HaBayit HaYehudi: La Casa Judía es un partido de derecha que plantea la idea del sionismo religioso y la ortodoxia. Gran impulsor de las colonias, sigue a Naftalí Bennett, quien al igual que el líder de Israel Beitenu, Avigdor Lieberman, era integrante del Likud antes de crear su propio movimiento político. Es aliado del oficialismo.

Israel Beitenu: La organización política de ultraderecha laica está encabezada por el actual ministro de Asuntos Exteriores, Avigdor Lieberman, a quien se le conoce por comentarios que han sido tildados de racistas y anti-árabes. Para muchos, el partido representa los intereses de la inmigración judía rusa, aunque Lieberman nació en Moldavia. Es un gran defensor de los asentamientos en zonas que considera como israelíes. Hasta hoy es un aliado del oficialismo y para estas elecciones conformó un acuerdo de asociación con Kulanu.

Kulanu: Es un partido que comanda el ex ministro Moshe Kahlon. Se define como una organización de centro y su foco de interés principal es el igualitarismo económico. Propugna una mejor calidad de vida, lo que retóricamente resulta muy atractivo para la clase media y trabajadora. A pesar de considerarse con una ideología centrista, tiene un acuerdo de distribución de votos con los ultraderechistas de Israel Beitenu. Kahlon asegura que se sumará a la coalición que lo haga ministro de Finanzas. Es el partido bisagra de la elección.

Haam Itanu: También es conocido como Yachad. Es un partido religioso y su ideología es sionista y de derecha. La facción de Eli Yishai es el resultado del fracaso del extinto Otzma LeYisrael en 2013 y de la escisión de los partidarios de la Casa Judía –que consideraban a Naftali Bennett como poco derechista o fuerte– y del Shas, del cual proviene Yishai. Tiene un ideal de la judeidad de la tierra y el pueblo de Israel.

Shas: La ultraortodoxia sefardí –parte de la diáspora que abandonó España en 1492 y se asentó en el norte de África y en Medio Oriente– se agrupa alrededor de la llamada Asociación Internacional de los Sefardíes Observantes de la Torá. Actualmente cuenta con el liderazgo político de Ayeh Deri y la visión espiritual del rabino Ovadia Yosef. El partido, que en este momento está en la coalición de Netanyahu, ha formado parte en ocasiones anteriores de gobiernos de izquierda. Son escépticos ante la posibilidad de lograr la paz con los palestinos.

Yahadut Hatora: La ultraortodoxia ashkenazi –originaria del centro y este de Europa– se reúne políticamente en torno al partido Judaísmo unificado de la Torá. Su principal representante es Moshe Gafni y su foco es el mantenimiento de la identidad judía religiosa de Israel. Sus políticos no tienen una postura militante sobre asentamientos ni sobre Palestina. En el sistema de alianzas electorales acude a los comicios con un acuerdo de distribución de votos con su par religioso, el Shas.

Yesh Atid: La agrupación Hay Futuro se asume en el centro del espectro político de la nación. Fue la gran revelación en los comicios de 2013 al lograr desplazar al laborismo, la histórica contraparte del Likud, y obtener el segundo mayor número de escaños: 19 puestos. El partido del periodista Yair Lapid centra su atención en los problemas socioeconómicos de Israel y fue ese discurso el que lo impulsó en la legislatura anterior. Su propuesta de mejor gobierno iba acompañada por la reanudación del diálogo con los palestinos para el posterior establecimiento de su Estado, lo que a su vez le garantizaría la paz a Israel. Lapid se unió a Netanyahu en la coalición de gobierno y obtuvo el Ministerio de Finanzas, en el que estuvo hasta 2014. Si bien redujo el déficit fiscal del Estado, sus políticas de austeridad hicieron mella en su popularidad.

Unión Sionista: La agrupación de centro izquierda surge de la unión del Laborismo israelí, muy maltrecho en las últimas elecciones tras grandes resultados en décadas anteriores, y Hatnua, un partido de centro que surgió de los restos del centrista Kadima con el que gobernó en su última legislatura el ex primer ministro Ariel Sharon y su sucesor Ehud Olmert.

El partido Laborista, miembro de la Internacional Socialista, es el gran heredero de los partidos Mapai –del propulsor de la creación del Estado de Israel, David Ben Gurion– y de Alineación, que fue liderado por la única mujer que ha gobernado la nación, Golda Meir. Ha tenido otros reconocidos primeros ministros como Isaac Rabin y Shimon Peres. El laborismo israelí es socialdemócrata, sionista y miembro observador de los partidos europeos socialistas. Isaac Herzog y Tzipi Livni han vuelto a traer a la diezmada izquierda a la vida y son los representantes del principal oponente que ha debido enfrentar Netanyahu en estos comicios. Tienen como gran propuesta la solución de dos Estados.

Meretz: El partido político de izquierda secular, socialdemócrata y sionista, tiene como principal figura a Zahava Gal On. La agrupación, que estuvo bastante afectada por las divisiones internas en las elecciones pasadas, se define como pacifista, defensora de los derechos humanos y propulsora de la justicia social, así como de la solución de dos Estados, la libertad religiosa y el ambientalismo. Para esta legislatura hará alianza con el principal grupo opositor, la Unión Sionista.

Lista Árabe Conjunta: La organización es el resultado de la unión de los partidos árabes: Hadash, de ideología de extrema izquierda y liderada por Ayman Odeh, y Balad, formado por árabes seculares y dirigido por Jamal Zahalka con una propuesta antisionista y promotora del panarabismo secular. A esas dos organizaciones se suman algunos sectores del Movimiento Islámico y disidentes del partido Lista Árabe Unida. Todos los grupos que integran este gran movimiento árabe están de acuerdo con el reconocimiento del Estado palestino y la igualdad entre los judíos y los árabes que deciden ser ciudadanos israelíes. Es la primera vez que todos los partidos árabes-israelíes, que representan a 20% de la población del país se postulan en una misma lista, con la que aspiran alcanzar 15 de los 120 puestos de la Kneset. Han prometido dar su apoyo a la Unión Sionista para evitar la reelección de Netanyahu.

Manuel Tovar

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