Brexit. El último par de semanas en Londres no se habla de otra cosa. Bueno, sí, algo de Eurocopa, sobre todo lo relacionado con Rusia y los hooligans, el nuevo edificio del Tate Modern, el pavillion de la Galería Serpentine diseñado por Bjarke Ingels, los festivales de verano, la ausencia de clima de verano, lo usual… pero es casi imposible que en algún momento la palabra Brexit no entre en la conversación y la monopolice, mucho más después del terrible asesinato de Jo Cox por un fanático nazi que –según testigos– gritó: “Britain first!” antes de descargar su arma y su odio contra la congresista.
Honestamente no conozco a nadie que quiera separarse de la Unión Europea. También es cierto que soy extranjera y que conozco pocos ingleses fuera de Londres, así que mi visión y mi experiencia están bastante limitadas tanto cultural como geográficamente. Pero no solo la mía, también la de la mayoría de los habitantes de esta enorme urbe multicultural, y al parecer han sido solo los resultados de las últimas encuestas los que han logrado alterar a los londinenses. ¿Subestimaron la importancia del referéndum? ¿Es realmente posible que el Reino Unido deje a Europa? Y de ser así, ¿qué es exactamente lo que va a pasar?
Anna, una amiga alemana de 28 años, residente en Londres desde hace 4 años, por ejemplo, parece muy segura al afirmar que si la mayor parte de los economistas y asesores financieros piensan que el Brexit es una locura, es imposible que efectivamente el Reino Unido abandone a Europa, “al final el dinero siempre es el que manda.” Una lógica arrolladora -pienso- y definitivamente muy alemana. Ahora bien, ¿aplica en caso de referéndum?
La polémica Referéndum-manía
Matthew Hoad-Robson, director creativo de Brickwall la agencia responsable de la campaña pro-UE £1 Brexit Challenge (El Reto Brexit de £1), opina que la oportunidad de que el Reino Unido realmente abandonara a la Unión Europea fue subestimada por todo el mundo, empezando por David Cameron, “ciertamente él no convocaría un referéndum que pensara que no iba a ganar”, y que eventualmente podría significar su salida de 10 Downing Street.
The Economist, titulaba recientemente un artículo: Let the people fail to decide (que se traduce en algo así como: dejen que la gente falle al decidir), cuestionando la idoneidad de poner en manos de los votantes decisiones trascendentales como ésta, con consecuencias que no se pueden revertir luego de 5 años, al contrario de una elección general. Sí, los referéndums hacen que los gobiernos luzcan más democráticos, ¿pero son en estos casos realmente la opción más sensata?
Richard Dawkins, biólogo, autor y uno de los científicos ingleses más célebres dentro y fuera de Inglaterra, comenta en Prospect que los «ignorantes», incluído él por supuesto, no deberían tener voz y sobre todo voto en este asunto: «¿Cómo puedo saber yo qué hacer? No tengo estudios en economía. O en historia. ¿Cómo se atreven a endilgarnos tan importante decisión a ignorantes como yo?» Para esto precisamente es que votamos y pagamos un buen sueldo a los miembros del Parlamento, para que debatan estos asuntos en nuestro nombre y tomen las decisiones pertinentes, agrega.
A pesar de esa pretensión de ser signo de una democracia participativa y lograr que muchos apáticos se involucren en política, existe un peligro real que se plantea cuando los votantes no están en posición de entender a profundidad las consecuencias de su voto, o cuando –recordemos el caso Grecia/Tsipras- votan por algo que está fuera de su control, añade The Economist. Las consecuencias en ambas circunstancias son decepcionantes.
Los europeos están muy descontentos con sus gobiernos y alienados de la política, y ni siquiera esta referéndum-manía ha logrado prevenir el resurgimiento del populismo y el euro-escepticismo, al contrario. Para muestra basta este referéndum que debía ser una pesadilla para los Conservadores y lo terminó siendo para el partido Laborista que ahora –según George Eaton, editor de política de The New Stateman- es el que tiene más que perder.
Los laboristas pierden, pero también Cameron, cuya carrera básicamente depende de obtener el apoyo y el voto de la mayoría de quienes lo adversaron en las pasadas elecciones. Esa es probablemente una de las razones por las que la campaña mediática oficial a favor de la UE le ha dado paso a la voz de líderes como Gordon Brown y Jeremy Corbyn. El primero un laborista rebelde a quien el Reino Unido le debe seguir utilizando la libra en lugar del euro, y el segundo un euroescéptico de toda la vida, que tal vez muy tarde y de manera muy blanda ha decidido apoyar la permanencia de Gran Bretaña en Europa.
Detener la inmigración, retomar el control
Históricamente, cuando los europeos protestan porque han perdido control de sus porosas fronteras, están haciendo referencia a un pasado imaginario, como apunta Robert Winder, autor de Bloody Foreigners: the Story of Inmigration in Britain (Malditos extranjeros: la historia de la inmigración en Gran Bretaña). Si algo caracteriza la historia del continente europeo ha sido la flexibilidad de sus fronteras. Sin ir muy lejos Calais, hogar de la famosa Jungla, fue en tiempos medievales un gran pueblo inglés centro del comercio de algodón.
Sin embargo, líderes que usual y fríamente justifican sus decisiones en incuestionables argumentos económicos como Boris Johnson, Nick Clegg y Nigel Farage, los han dejado de lado esta vez, y parecen haber dado en el clavo de las preocupaciones del “hombre común” capturando a una masa electoral crítica que -según la última encuesta del Evening Standard- ahora encabeza las proyecciones por 6 puntos, al basar la campaña del Brexit en una promesa concreta que los europeístas, pese a todas sus proyecciones apocalípticas, no han logrado igualar: “frenar la inmigración y retomar el control.”
Según la Hacienda Británica (HMRC) aproximadamente un millón de europeos estaban activos en el sistema entre 2013-2014 (pagando impuestos y/o cobrando beneficios), y esos inmigrantes han contribuido aproximadamente con 3 mil millones de libras al sistema, mientras que sólo han empleado 0.5 mil millones en beneficios. Estos números refuerzan la idea propuesta por la campaña Pro-UE acerca de las ventajas fiscales de la inmigración.
Si el Reino Unido decidiera abandonar su tratado de libre movimiento con Europa un déficit de trabajadores –y sus respectivos impuestos- tendría un impacto negativo inmediato en su economía, ya que tres cuartas partes de los europeos trabajando en Gran Bretaña no cumplirían con los requisitos mínimos exigidos a los no-Europeos para obtener una Visa de trabajo.
Pero no es necesariamente a la inmigración europea a la que los brexiters temen ¿no? Basta con ver la portada del Daily Mail:
Más que inmigrantes se trata de refugiados. Refugiados que muchos en Europa han querido representar como invasores y violentos, pero que en la mayoría de los casos son sólo personas huyendo de los horrores de la guerra, la pobreza, la represión y el hambre, y como Robert Winder señala en su artículo The Great Escape (El gran escape) esto no es un cambio puntual que pueda ser controlado, “no estamos hablando de aventureros inmigrantes que quieren probar suerte en Swindon, es un cambio de clima demográfico.”
La inmigración es una fuerza positiva. Los inmigrantes no hacen que los salarios bajen, no roban trabajos, no abruman a los servicios sociales desplazando a los auténticos ingleses, de hecho, todo lo contrario; a la larga expanden la economía y promueven la innovación, añade Winder.
Portadas como la del Daily Mail e imágenes de éxodos masivos y peleas en las fronteras, de las que circulan en Internet, no ayudan a inclinarse por los argumentos de Winder; números como los que esboza Boris Johnson tampoco. Además del tema de la inmigración desbordada, la otra piedra angular de la campaña de Johnson argumenta que el Reino Unido contribuye con £350 millones de libras semanalmente a la Unión Europea. Caroline Crampton en The New Stateman señala que la cifra exacta es difícil de calcular, pero que definitivamente no pasa de 250 millones. También contextualizando un poco, destaca que la economía británica está valorada en 1.82 trillones de libras, por lo que la membresía que el Reino Unido paga a la UE equivale a menos de 1% de su economía anual.
So long, farewell, auf-wiedersehen, good-bye?
Aclaratorias como la de Crampton, contexto, precisiones y otros detalles han probado ser irrelevantes entre los partidarios del Brexit, ya que de acuerdo a la última encuesta del Evening Standard publicada el jueves 16 de junio el 47% de los británicos creen que –entre otras cosas– lo de los 350 millones de libras es verdad.
The Spectator, semanario fundado en 1828 que apoya abiertamente al Brexit, resume bien la percepción de los brexiters de la Unión Europea: una burocracia sobredimensionada que dejó de ser útil hace tiempo y que además no ha sabido manejar la crisis migratoria al no defender a los Estados miembros y no honrar la Convención de Dublin que establece que las solicitudes de asilo deben hacerse en el primer país de la Unión que los refugiados pisen.
El editorial de The Spectator agrega que el Reino Unido no es el único con esta percepción. Según una encuesta realizada por Pew el 71% de los griegos tiene una opinión desfavorable de la UE; en Francia la cifra es 61% y en España, Alemania y Holanda, alrededor del 48%.
Aunque falsa y engañosa, la estrategia #VoteLeave ha dado resultado.
Pero no todo está perdido para los #VoteRemain. Como dicen, las crisis suelen promover la creatividad y esto es exactamente lo que se ha visto en las últimas semanas tanto en Internet como en las calles de Londres.
El fotógrafo alemán Wolgang Tillmans, por ejemplo, creó una serie de afiches Pro-UE, que están exhibidos en la galería de Maureen Paley en Bethnal Green, y que responden a su observación de la situación geopolítica que rodea a Europa y su percepción de que la cultura occidental es un sonámbulo que camina hacia el abismo. “El término sonámbulo,” –señala– “viene del título del libro de Cristopher Clark que describe la Europa de 1914 cuando diferentes sociedades terminaron envueltas en una guerra mundial que ninguna quería. Hoy en día veo que el mundo occidental camina dormido hacia la demolición de las instituciones democráticas, del poder de moderación y de negociación que nos permite vivir las vidas que vivimos.”
Los afiches de Tillmans están disponibles para descargar, compartir en Facebook, imprimir e incluso para convertirse en camisetas Do It Yourself, como una invitación para que la gente se involucre y haga campaña porque, como apunta Tillmans, “todos esperamos lo mejor… pero la esperanza, puede que no sea suficiente.”
La gente de Another Europe is Possible (Otra Europa es posible), una organización compuesta de activistas, políticos, economistas, artistas, abogados y periodistas, que creen firmemente que para cambiar Europa el Reino Unido debe permanecer en Europa, lanzó su campaña el 18 de febrero y en su web han ido compilado información, artículos, videos y también material descargable.
Parte de ese material descargable en la web de AEIP incluye un volante que alude a las ventajas de permanecer en la Unión Europea para poder combatir el TIPP (Acuerdo Transatlántico para el Comercio y la Inversión, TTIP por su siglas en inglés: Transatlantic Trade and Investment Partnership), ¿los héroes de la imagen? Pablo Iglesias y Alexis Tsipras. Curioso, pero no del todo sorprendente ¿no? La izquierda europea cada vez parece más huérfana de figuras relevantes y la dupla Tsipras/Iglesias puede representar para países amenazados por el resurgimiento de la ultraderecha, como el Reino Unido, Francia o Austria, una luz al final del túnel.
En una ciudad conocida por ser un centro neurálgico de creatividad e innovación, era de esperarse que numerosas agencias privadas también se dieran por aludidas y se pusieran en acción. Es el caso de Brickwall, que como nos cuenta su director creativo, tan pronto como supieron que el referéndum era una realidad, quisieron involucrarse y hacer campaña para que Gran Bretaña permaneciera en Europa.
“Tenemos clientes en España, Francia, Dinamarca, Bruselas y Holanda, nuestro Director de Estrategia Jess Henderson ha vivido en Bruselas por casi 10 años y ha trabajado con numerosas instituciones europeas como la EEA, así que es claramente nos interesa que el Reino Unido permanezca dentro de la Unión. Además tenemos personal que viene de Alemania, Polonia, Latvia, Finlandia… y sobre todo sentimos que culturalmente nuestra compañía es europea, por eso rechazamos la idea de levantar barreras y separarnos,” cuenta Matthew Hoad-Robson, Director Creativo.
La campaña de Brickwall es casi tan simple como el mensaje de Boris y lo pone en perspectiva: por cada libra que el Reino Unido envía a Europa recibe 10 libras en forma de puestos de trabajo, tratados de comercio, convenios de precios e inversiones.
También están los activistas anónimos. El lunes pasado el este y el centro de Londres amanecieron inundados de afiches con la imagen uno de los héroes ingleses por excelencia: Winston Churchill. El lema del afiche: Brits Don’t Quit, los ingleses no renuncian. La Reina puede dar fe de eso.
¿Todas estas campañas, afiches descargables y posts en redes sociales tendrán algún impacto real? La respuesta parece ser: sí. Un estudio de YouGov indica que en el caso de este referéndum la edad y la intención de voto están íntimamente relacionados, mientras que los datos recogidos por Pew Research indican que –al menos en Estados Unidos, en 2012– las redes sociales son una parte significativa del proceso que los votantes utilizan para ponderar sus decisiones y “el 85% de los electores entre 18 y 49 años han sido alentados a ir a votar por sus familiares y amigos.”
Es por eso que cuando la web gov.uk anunció un día extra para registrarse para votar debido al colapso temporal de la página, los brexiters estaban furiosos. La mayoría de las inscripciones de última hora eran jóvenes, y según los datos de YouGov si tienes menos de 43 años es mucho más probable que votes a favor de permanecer en la UE.
Otro dato interesante que comparte Barbara Speed en su artículo “The politics of Facebook” en The New Stateman, es que el 3 de junio, último viernes antes de que cerraran las aplicaciones para registrarse como votante, Facebook promocionó entre todos los británicos mayores de 17 años el link a la página de registro gov.uk y el número de registros se duplicó.
Tal vez es la tecnología –y no los políticos– la que logrará que los jóvenes se involucren en política. Resulta, sin embargo, inquietante que plataformas como Facebook, que -según ellos- no se involucran activamente en asuntos políticos, puedan afectar dramáticamente los resultados.
La salida del Reino Unido de la Unión Europea es un hecho sin precedentes y las consecuencias de su potencial salida son complejas y difíciles de predecir, pero de acuerdo a las proyecciones de economistas y politólogos hay algunas cosas más o menos claras:
– El Instituto de Estudios Fiscales predice un deterioro de entre 20 mil y 40 mil millones de libras en las finanzas públicas del Reino Unido para el 2020.
– Gran Bretaña tendría que pasar años renegociando los tratados de comercio.
– David Cameron probablemente pondrá su cargo a la orden y el parlamento tendrá que elegir un nuevo Primer Ministro, probablemente un líder pro-Brexit que tendrá que lidiar con un parlamento pro-UE (454 MPs vs 147).
– El Partido Laborista tendrá que enfrentar la ruptura ideológica que esta campaña ha hecho evidente.
– Escocia probablemente llamará a un segundo referéndum independentista.
– El Reino Unido tendrá que modificar su sistema de permisos de trabajo o el 65% de inmigrantes europeos tendrán que marcharse.
– 1.2 millones de trabajadores británicos que viven en Europa tendrán que también enfrentarse a las nuevas leyes migratorias de sus respectivos países de residencia.
Con mucha incertidumbre se espera en Reino Unido el descenlace de esta tensa espera que aunque zanjará las dudas acerca de si los británicos renuncian o no renuncian, dejará un país divido que deberá aprender a vivir con cualquiera sea la decisión que tome. Marina Hyde, columnista de The Guardian, lo pone de esta manera: «Hay mucha gente que respeto y admiro que están a favor del Brexit -hay mucha gente en mi familia a favor del Brexit. Entiendo sus razones. Pero ellos deben ser capaces también de digerir que un voto a favor del Brexit es también un voto que (Nigel) Farage y muchos otros contarán como propio, un voto por sus pósters, por sus ideas, por su silenciosa malicia, por su pequeñez ante los vastos horrores. ¿Vale la pena?»