Mujeres y niñas, víctimas de una pandemia mundial: la violencia machista
Mariana, Silvia, Mirella, Isabel, Lucinda, María, Lisa, Ascensión, Ana, Paqui, Soraya, Victoria, Silvia, Tatiana, María del Carmen, Cristina, Yolanda, Rosario, Marina, Lucía, Jana, Aránzazu, Teresa, Karla, Alexandra, Carmen, Benita, Arantza, Juene, Flori, Ada Graciela, Estefanía, Jaqueline, Celia y Juana, son sólo algunas de las mujeres que este 25 de noviembre no podrán participar en el Día Internacional de la Eliminación de la Violencia contra las Mujeres que se conmemora en todo el mundo.
Mariana, Silvia, Mirella, Isabel, Lucinda, María, Lisa, Ascensión, Ana, Paqui, Soraya, Victoria, Silvia, Tatiana, María del Carmen, Cristina, Yolanda, Rosario, Marina, Lucía, Jana, Aránzazu, Teresa, Karla, Alexandra, Carmen, Benita, Arantza, Juene, Flori, Ada Graciela, Estefanía, Jaqueline, Celia y Juana, son sólo algunas de las mujeres que este 25 de noviembre no podrán participar en el Día Internacional de la Eliminación de la Violencia contra las Mujeres que se conmemora en todo el mundo. Ninguna está ya para expresar su repulsa contra esta lacra. Todas han sido asesinadas por hombres que, mediante la violencia, se apropiaron del derecho a decidir por ellas.
Campaña de Naciones Unidas
“La violencia contra las mujeres y niñas es una violación de los derechos humanos, una pandemia de salud pública y un serio obstáculo para el desarrollo sostenible. Supone importantes costes para familias, comunidades y economías. El mundo no puede permitirse pagar este precio”, ha dicho Ban Ki-moon, Secretario General de Naciones Unidas, en su mensaje de este 25 de noviembre.
Efectivamente, no podemos permitírnoslo y sin embargo, cada día son muchas las mujeres y niñas que son asesinadas, violadas, abusadas, maltratadas en todos los países del mundo. Por eso desde Naciones Unidas se invita a todos los gobiernos, a los políticos, a las administraciones y al conjunto de los ciudadanos a tener presente que:
– La violencia contra las mujeres es una violación de los derechos humanos
– La violencia contra las mujeres es una consecuencia de la discriminación contra las mujeres, de hecho y de derecho, y una forma de mantener la desigualdad entre hombres y mujeres.
-La violencia contra las mujeres afecta e impide el progreso en muchas áreas, incluida la erradicación de la pobreza, la lucha contra el VIH/SIDA, la paz y la seguridad.
-La violencia contra las mujeres y niñas no es inevitable. La prevención es posible y esencial.
-La violencia contra las mujeres sigue siendo una pandemia global.
Uno de los mayores desafíos para prevenir y acabar con la violencia contra las mujeres y niñas en el mundo es la significativa falta de financiación, denuncia la ONU. Como resultado, hay una importante carencia de recursos para prevenir y acabar con la violencia contra mujeres y niñas. «Es necesario que los recursos se dediquen para lograr un cambio real en las vidas de mujeres y niñas».
Pinta tu mundo de naranja
La campaña ÚNETE para poner fin a la violencia contra las mujeres de la Secretaría General de las Naciones Unidas, administrada por ONU Mujeres, ha proclamado el 25 de cada mes como “Día Naranja”: un día para actuar a favor de generar conciencia y prevenir la violencia contra mujeres y niñas. Iniciado y dirigido por la Red Mundial de Jóvenes ÚNETE, el Día Naranja hace un llamamiento a activistas, gobiernos y socios de la ONU para movilizar a la población y poner de relieve las cuestiones relacionadas con prevenir y poner fin a la violencia contra mujeres y niñas, no sólo una vez al año, el 25 de noviembre, sino cada día.
Las escalofriantes cifras en España
En nuestro país, en lo que va de 2016 han sido asesinadas 40 mujeres, aunque hay 4 casos que están pendientes de investigación y no se han incluido oficialmente como crímenes machistas, según el Ministerio de Sanidad, Servicios Sociales e Igualdad. Las medidas legales, como afirman las organizaciones de mujeres, los partidos políticos y el propio Gobierno a través de entidades como el Instituto de la Mujer, han mejorado en los últimos años con órdenes de alejamiento, detenciones de los agresores, endurecimiento de las penas de cárcel, juicios rápidos.
En cuanto a la coordinación y la personalización en la atención a las víctimas, a partir de la puesta en marcha de la primera Estrategia Nacional para la Erradicación de la Violencia contra la Mujer en 2013, los datos reflejan una mejora de estos aspectos, según ha asegurado esta semana la ministra de Sanidad, Servicios Sociales e Igualdad, Dolors Montserrat, quien ha destacado el hecho de que «el teléfono de atención a las víctimas 016 ha vuelto a batir un récord, con 65.787 llamadas de enero a septiembre de este año». Además, han aumentado los contratos bonificados para mujeres víctimas de violencia.
Queda mucho por hacer y siguen fallando las medidas de alejamiento, en parte, reconocen los expertos porque muchas mujeres bajan la guardia y acaban volviendo con sus maltratadores, pero también por la ausencia de inversiones que permitan un mayor control de los denunciados. El caso más reciente es el de Juana, que fue asesinada el 17 de noviembre por su ex marido en la localidad leonesa de La Virgen del Camino. El matrimonio estaba separado y sobre el marido pesaba una orden de alejamiento, pero ella decidió «por humanidad» volver a vivir con él para cuidarle de un cáncer en estado avanzado. Él, que no tuvo ninguna humanidad, la mató y después se suicidó.
El caso de Juana no es una excepción, como tampoco lo es que muchas víctimas no hayan denunciado antes malos tratos, amenazas y acaben siendo portada de los telediarios cuando sus maridos, ex maridos, novios, ex novios han acabado con sus vidas. En este sentido, autoridades, expertos, organizaciones, fuerzas de seguridad coinciden en la «importancia y necesidad» de denunciar».
Para ello, es fundamental la prevención y la educación. «Concienciar a la sociedad para que no viva como normales comportamientos machistas”, decía el otro día la ministra, partidaria de cambiar la cultura de la desigualdad entre mujeres y hombres. Dos días antes del asesinato de Juana, el Congreso de los Diputados dio un paso muy importante al aprobar por unanimidad una iniciativa propuesta por PP y PSOE, a la que se sumaron los demás grupos de lograr un Pacto de Estado contra la violencia machista.
Un pacto que proteja a las mujeres, a las niñas y a los hijos de víctimas de malos tratos. Un pacto que condene los comportamientos machistas desde la escuela. Un pacto que aparte de la sociedad a los maltratadores, a los asesinos. Porque las cifras son escalofriantes: Año 2007: 71 mujeres asesinadas; Año 2008: 84 mujeres asesinadas; Año 2009: 68 mujeres asesinadas; Año 2010: 85 mujeres asesinadas; Año 2011: 67 mujeres asesinadas; Año 2012: 57 mujeres asesinadas; Año 2013: 57 mujeres asesinadas; Año 2014: 59 mujeres asesinadas; Año 2015: 64 mujeres asesinadas; Año 2016: 40 mujeres asesinadas.
Asignatura pendiente en todo el mundo
La violencia contra mujeres y niñas se produce en España, sí, pero también en el resto de los países, con situaciones inimaginables en las que muchas veces las víctimas son niñas, objeto de todo tipo de violencia psicológica y física.
El caso más reciente de brutalidad contra las mujeres que dio la vuelta al mundo es el de Lucía. Tenía sólo 16 años cuando varios hombres la drogaron, la violaron y la empalaron. Murió a las puertas de un centro hospitalario de Mar del Plata el 8 de octubre. La descripción del horror sufrido por esta joven a manos de sus asesinos violadores sacó a las calles de Buenos Aires y de otras ciudades argentinas a miles de personas bajo una persistente lluvia para protestar, para gritar “Ni Una Menos”, para exigir “Basta Ya” de abusar de las mujeres. Una denunciar que traspasó las fronteras. En otras muchas ciudades de numerosos países, sobre todo de Latinoamérica, el caso de Lucía se convirtió en algo personal para millones de personas de países donde el respeto a las mujeres y niñas brilla por su ausencia. Vestidas de negro, como símbolo contra la violencia machista, contra el terrorismo hacia las mujeres, pretendían remover las conciencias de políticos y gobiernos de medio mundo a los que exigen medidas urgentes y efectivas para que no haya más Lucías en ninguna parte del planeta.
Si Latinoamérica se movilizó entonces contra el arraigado machismo y violencia que sufren a diario mujeres y niñas con abusos, violaciones y maltrato físico y psicológico, en otras partes la mujer, sencillamente, ni siquiera puede salir a la calle a manifestarse, ni siquiera puede salir a la calle si no es tapada desde la cabeza a los pies, ni siquiera puede ir junto a un hombre – siempre unos pasos detrás -, ni siquiera puede votar, ni siquiera puede estudiar. Pero sí puede ser violada, torturada, lapidada y vejada con la impunidad que dan unas leyes medievales hechas por y para los hombres. Las niñas, en algunos países, son vendidas, son intercambiadas a temprana edad por sus padres que las entregan a cambio de cuantiosas dotes a hombres mayores, convirtiéndolas en objetos sexuales enmascarados tras una boda. Esta es la realidad de millones de personas estigmatizadas por haber nacido mujer.
Así que, sin duda, queda mucho por hacer y en este 25 de noviembre, las ciudades de medio mundo se movilizan contra esta lacra, edificios emblemáticos lucen con pancartas y colores simbólicos a favor de la igualdad y del respeto a los derechos de las mujeres y niñas. Como ha dicho Ban Ki-moon, «hoy vamos a pintar de naranja el mundo, como símbolo de un futuro brillante para mujeres y niñas. Con inversiones podemos mantener encendidas estas luces, defender los derechos humanos y eliminar la violencia contra las mujeres y niñas para siempre».