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Cada día mueren 4.500 niños por falta de acceso al agua limpia

La falta de acceso a un agua segura y a los sistemas de higiene y saneamiento básico cuesta la vida cada año a 3,5 millones de personas, 361.000 niños y niñas menores de cinco años, una cifra mucho más elevada que las causadas por accidentes automovilísticos y el sida juntos, ya que la falta de acceso al agua potable afecta al 12% de la población mundial, según datos del Consejo Mundial del Agua –World Water Council, WWC–.

Cada día mueren 4.500 niños por falta de acceso al agua limpia

Reuters

La falta de acceso a un agua segura y a los sistemas de higiene y saneamiento básico cuesta la vida cada año a 3,5 millones de personas, 361.000 niños y niñas menores de cinco años, una cifra mucho más elevada que las causadas por accidentes automovilísticos y el sida juntos; ya que la falta de acceso al agua potable afecta al 12% de la población mundial, según datos del Consejo Mundial del Agua World Water Council, WWC–. Más del 80% de las aguas residuales generadas por la sociedad, retornan al ecosistema sin tratamiento previo con un impacto muy negativo sobre la salud, la desnutrición y el medio ambiente. De esta forma, cada año 1.800 millones de personas están en riesgo de contraer enfermedades como diarrea, cólera, disentería o polio, por el consumo de aguas contaminadas por excrementos.

Desde Acción contra el Hambre nos cuentan que cuatro millones de personas mueren cada año –más de 7.500 al día– como consecuencia de las agudas diarreas que sufren provocadas por la carencia y ausencia de condiciones higiénico-sanitarias a la hora de defecar. “De esas cuatro millones, un millón y medio son niños menores de cinco años”, nos apunta Pablo Alcalde, responsable de Agua y Saneamiento e Higiene de la organización internacional. Esto se traduce en más de 1.800 muertes de pequeños por día por enfermedades diarreicas debido a la falta de saneamiento, –únicamente la neumonía y las infecciones respiratorias son más mortales–.
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Cuatro millones de personas mueren cada año por no tener acceso a un váter. | Foto: Babu Babu / Reuters
Este año, el lema escogido para el Día Mundial del Agua es ‘Aguas residuales, ¿por qué desperdiciar agua?’, un eslogan con el que se busca la reducción de las aguas residuales a la vez que se fomenta su reutilización. Cabe destacar que, en la actualidad, más de 663 millones de personas no tienen acceso a agua potable en las proximidades de su hogar, motivo por el que al cabo del día tienen que desplazarse a kilómetros de distancia para lograr abastecerse. Son las poblaciones más vulnerables las que pagan las consecuencias de un mal tratamiento de aguas grises y negras (jabonosas provenientes de uso doméstico y fecales de los inodoros respectivamente), por carecer de los recursos e infraestructura adecuados para gestionarlo correctamente, lo cual se ve agravado en las situaciones de crisis humana. “Las aguas residuales son un foco de infección por contener heces, residuos médicos, pesticidas agrícolas y sustancias químicas potencialmente tóxicas”, afirma Pablo Alcalde. “Como consecuencia directa de los conflictos, los desplazados a menudo se instalan en zonas donde no tienen otra forma de acceder al agua que a través de los recursos contaminados”, añade.

 

El tratamiento de aguas en los asentamientos de refugiados


La crisis de Siria, ha provocado que los países vecinos como Líbano, que asume 1,5 millones de refugiados, hayan aumentado en un 30% el número de individuos a los que abastecer con agua y con sistemas de gestión de aguas residuales adecuados. “Tras 15 años de guerra civil (1975- 1990), Líbano es un país que carece de conexiones de agua básicas para el 20% de su población. Las redes son poco fiables y sólo el 8% de las aguas residuales son tratadas con efectividad”, afirma Lucía Villamayor, gestora de los proyectos de Agua, Saneamiento e Higiene de Acción contra el Hambre en Zahle, Líbano.

 

«663 millones de personas no tienen acceso a agua potable»

Seis años después del comienzo del conflicto sirio, los refugiados se agrupan en asentamientos informales donde siguen tomándose medidas propias de las emergencias. Como explica Villamayor, “las aguas residuales se acumulan primeramente en tanques y pozos ciegos, los cuales requieren de frecuentes y costosos servicios de recogida o, más a menudo,  van a parar a puntos de vertido donde no son tratadas en absoluto. En muchos asentamientos los servicios de recogida no son suficientes y las aguas negras se desbordan al lado de las letrinas”.

Innovación y sostenibilidad contra los riesgos sanitarios

Frente a la falta de tratamiento, Acción contra el Hambre apuesta por soluciones sostenibles e innovadoras que permiten reducir los riesgos sanitarios en los asentamientos, detener el deterioro de los recursos naturales y controlar el gasto en los servicios de recogida. “Muchas veces este tipo de trabajo es poco visible ya que trabajamos en zonas donde la vulnerabilidad es muy alta”, explica Pablo Alcalde, “sin embargo, este tipo de acciones son las que permiten a la población avanzar”, añade.

 

Filipinas: ‘Zonas de Defecación Cero’

El 8 de noviembre de 2013 el supertifón Haiyan, de vientos de más de 300 kilómetros por hora, arrasó la zona central de las islas Filipinas, dejando tras de sí más de 6.000 fallecidos, miles de desaparecidos, 4 millones de personas desplazadas y afectando severamente a la vida de unos quince millones de personas. Los daños en viviendas, infraestructuras y medios de vida fueron tan devastadores que Haiyan ha sido considerado el peor desastre que se recuerda en Filipinas. Desde entonces la ONG, además de apoyo nutricional y asistencia psicosocial, trabaja en garantizar el suministro de agua potable, en la rehabilitación de redes de saneamiento y en la formación de las comunidades en el mantenimiento de las mismas. “La declaración de ‘Zonas de Defecación Cero’ (ZOD) al aire libre ha sido una de nuestras mayores apuestas para promover la higiene”, destaca Alcalde. Desde entonces, 493.042 personas han conseguido apoyo en agua, higiene y saneamiento, 5.544 letrinas han sido construidas en los lugares de evacuación y 71 barangays o barriadas se declaran ‘Zona de Defecación Zero’.

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UNA ALDEANA CONTRUYE SU PROPIA LETRINA CON LA FORMACIÓN DE ACCIÓN CONTRA EL HAMBRE. | Foto: GREGORIA CANATOY / ACCIÓN CONTRA EL HAMBRE)

Mauritania: saneamiento liderado por la comunidad

El trabajo de la organización en Mauritania es una labor de “sensibilización” tratando de convertir a la comunidad en líderes de su propio proyecto de saneamiento: “se trata de mostrar a la población la necesidad de la autoconstrucción de este tipo de infraestructuras, lo que llamamos villas libres de defecaciones al aire libre, que tienen un alto impacto en la mortalidad por diarrea”, destaca el responsable de Agua y Saneamiento e Higiene de la organización internacional.  De esta forma, intentan superar el enfoque clásico en el que los ingenieros de una organización humanitaria llegan y construyen letrinas.

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VARIOS NIÑOS SE ARREMOLINAN ALREDEDOR DE UNA LETRINA EN MAURITANIA. | FOTO: JOSÉ LUIS DIAGO / ACCIÓN CONTRA EL HAMBRE
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ALBAÑILES LOCALES CONSTRUYEN SUS PROPIOS ASEOS EN MAURITANIA. | FOTO: JOSÉ LUIS DIAGO / ACCIÓN CONTRA EL HAMBRE

 

Naciones Unidas ha querido resaltar con el Día del Agua del 22 de marzo la urgente necesidad de que el agua sea tratada y, en la medida de lo posible, reutilizada, para prevenir enfermedades y muertes.

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