Ciberactivismo africano: un ejemplo para todo el mundo
La muerte en 2008 del presidente de Guinea-Conakry, Lansana Conté, que se mantuvo en el poder desde 1984 hasta ese mismo año, originó un conflicto político del que la sociedad civil no pudo quedarse al margen. La presidencia del país recayó en el entonces presidente de la Asamblea Nacional Popular (ANP), Aboubacar Somparé, que tenía la obligación de convocar elecciones en un periodo de 60 días. Sin embargo, seis horas después de la muerte del presidente Conté, un grupo de militares capitaneados por Moussa Dadis Camara tomó una emisora de radio para leer un comunicado en el que disolvían las instituciones republicanas, incluida la Constitución. Un golpe de Estado en toda regla. Asimismo, en el comunicado, Camara aseguró que se iba a crear un Consejo Nacional por el Desarrollo y la Democracia y se nombraría a un militar como presidente y a un civil como primer ministro, quedándose él mismo al margen de los comicios. No obstante, transcurrido un año, en el mes de septiembre, el militar anunció su intención de presentarse a las elecciones, prendiendo así la mecha del pueblo guineano, que veía peligrar su sistema democrático.
La muerte en 2008 del presidente de Guinea-Conakry, Lansana Conté, que se mantuvo en el poder desde 1984 hasta ese mismo año, originó un conflicto político del que la sociedad civil no pudo quedarse al margen. La presidencia del país recayó en el entonces presidente de la Asamblea Nacional Popular (ANP), Aboubacar Somparé, que tenía la obligación de convocar elecciones en un periodo de 60 días. Sin embargo, seis horas después de la muerte del presidente Conté, un grupo de militares capitaneados por Moussa Dadis Camara tomó una emisora de radio para leer un comunicado en el que disolvían las instituciones republicanas, incluida la Constitución. Un golpe de Estado en toda regla. Asimismo, en el comunicado, Camara aseguró que se iba a crear un Consejo Nacional por el Desarrollo y la Democracia y se nombraría a un militar como presidente y a un civil como primer ministro, quedándose él mismo al margen de los comicios. No obstante, transcurrido un año, en el mes de septiembre, el militar anunció su intención de presentarse a las elecciones, prendiendo así la mecha del pueblo guineano, que veía peligrar su sistema democrático.
El 27 de septiembre de 2009, en la capital se convocó una manifestación pacífica en pro de la democracia en la que participaron alrededor de 50.000 personas. La guardia presidencial disparó contra los manifestantes, disolviendo la manifestación y dejando más de 1.200 personas heridas. El líder de la oposición, Sidya Touré, que convocó la manifestación, fue detenido y su casa registrada. Al día siguiente, cuando Touré fue liberado, en el Estadio Nacional 28 de septiembre, donde se había convocado la protesta, la policía y el ejército abrieron fuego, asesinando a 157 personas congregadas en el estadio y los alrededores que únicamente reclamaban ejercer su derecho democrático y a tener unas elecciones dignas y legales. Sólo del interior del estadio se sacaron 87 cuerpos.
Periodismo ciudadano
Fodé Sanikayi Kouyaté fue uno de los manifestantes que estuvo presente en esos fatídicos días. Se acercó a uno de los pocos medios internacionales que decidieron hacerse eco de lo que estaba ocurriendo. En concreto, Fodé se puso en contacto con una cadena francesa que cubría todo lo que allí acontecía. Esta emisora empezó a seguir los acontecimientos a través del propio Fodé, que se convirtió de la noche a la mañana en periodista ciudadano. De esta manera, cumplía así una de sus metas, casi sin querer. Él siempre quiso escribir y vivir de las letras, aunque estudiase Derecho, pero le era bastante difícil que los periódicos guineanos publicasen sus textos. Fodé tuvo que pagar un alto precio por difundir esta información y hacer uso de la libertad de expresión. Las declaraciones y fotografías que fue filtrando a la cadena francesa le costaron muchos problemas con el gobierno golpista, por lo que tuvo que exiliarse a Mali. Allí se percató del alcance mundial del movimiento de los blogs, un movimiento que todavía no se daba en Guinea-Conakry.
Cuando regresó a su país, lo primero que hizo fue construir una comunidad de blogueros, aunque al principio no le fue fácil. Fue contactando con amigos para invitarlos a unirse a esta comunidad, contándoles que a través de esta actividad se podía crear conciencia y empoderar a la ciudadanía para movilizarla. De esta forma nació en 2011 la Asociación de Blogueros de Guinea (Ablogui), de la que el mismo Fodé es presidente, aunque no fue hasta 2015 cuando empezaron a tener mayor conciencia sobre lo que significaba esta actividad. La primera acción colectiva que llevaron a cabo fue participar de forma activa en las elecciones, influir en el proceso democrático para que los comicios fueran más transparentes. Crearon entonces GuineeVote.
Un primer proyecto de movilización ciudadana
GuineeVote es una plataforma de acción ciudadana que se encargaba de comparar los programas electorales de los candidatos desde diferentes ángulos. Para ello, se apoyaron en una plataforma desarrollada años antes en Kenia, Ushahidi, que les permitía mapear y recoger toda la información electoral. Pusieron en marcha una red de E-observadores, unos 465 ciudadanos, entre los que se encontraban representantes de todas las grandes ciudades. Su rol era constatar las irregularidades y recogerlas en la plataforma. A pesar de que el gobierno había presionado para que todos los medios firmasen un documento que les impedía publicar los resultados parciales que se iban dando durante los comicios, Fodé, en representación de la plataforma GuineeVote, no lo firmó, oponiéndose a la censura de su país. Él defendía que a ellos, como blogueros y movimiento social, no les podían prohibir publicarlos, por lo que decidieron que fuesen los propios ciudadanos que informasen y publicasen fotos sobre los resultados porque tenían el derecho de hacerlo. Compraron y suministraron smartphones a los e-observadores, que informaban cada vez que se hacía un recuento verbal en los colegios electorales a través de Twitter y de otras redes sociales.
La información en los medios de comunicación estaba mucho más atrasada. Fueron los ciudadanos los que gestionaron todos los datos que llegaban de las ciudades del país a través de los e-observadores, para “controlar” lo que estaba pasando, reportarlo a las autoridades y poder hacer algo antes de que se acabase el proceso electoral, en lugar de hacer un resumen de lo que había pasado a lo largo de la jornada. A través de un hashtag en Twitter y un grupo de Facebook, reportaron las irregularidades de la votación, como la falta de sobres en los colegios electorales, el horario de los mismos y los resultados parciales. #GuineeVote consiguió más de 8.000 tweets durante la semana que duró el proceso, lo que permitió a muchísimas personas que no estaban en Guinea-Conakry a seguir lo que allí acontecía. Con esta herramienta pretendían superar el principal obstáculo que tienen los medios guineanos independientes: el acceso a la información pública. Querían suplir así la falta de transparencia que vivía el país desde el golpe de Estado. En el proyecto también colaboró el senegalés Cheikh Fall, uno de los blogueros y ciberactivistas más influyentes de Senegal, amigo de Fodé y presidente de Africtivistes, una organización supranacional que se creó con el fin de integrar y hacer posible un encuentro de ciberactivistas de todo el continente.
Que se cumplan las «promesas»
Fue tal el éxito del proyecto de GuineeVote, que decidieron continuar durante el mandato del nuevo presidente electo con la web Lahidi.org. La palabra “Lahidi” significa “promesa” en el idioma local. Esta plataforma es un fiscalizador de las promesas electorales, es decir, que controla si las promesas electorales del presidente actual, Alpha Conté, y de su gobierno se llevan a cabo. Se trata de un proyecto extensible, que se ha multiplicado por toda África y el resto del planeta, como el Mackymetre senegalés. El objetivo del proyecto también es desentrañar qué significan las promesas electorales, que suelen estar poco definidas. Una vez las entienden, las explican en la web. Por ejemplo, una de las promesas que más desconfianza está provocando, es el regalo de tabletas a los estudiantes que decidan continuar con sus estudios en la universidad.
Ambos proyectos tienen un objetivo muy claro: controlar que no se violen los principios democráticos y proteger a la ciudadanía; en ningún caso, como en más de una ocasión se les ha acusado, la idea es publicar información que sea sensible para el gobierno o que comprometa la seguridad del Estado. Por lo tanto, Fodé y el resto de blogueros y ciberactivistas guineanos no tienen miedo a que su actividad se ponga en peligro al utilizar herramientas como Facebook o Twitter, lo peor (o mejor) que les podría pasar es que el movimiento tenga mayor alcance.
Otros casos de África subsahariana
La respuesta de la sociedad civil y el ciberactivismo guineanos no son los únicos ni los primeros que se han dado en África. Para contextualizar el proyecto pionero de ciberactivismo africano debemos viajar desde Guinea hasta Kenia. Es el caso del anteriormente mencionado Ushahidi (“testimonio” en swahili), que también nació en medio de un brote de violencia en el país, esta vez a raíz de las elecciones presidenciales de 2007 que no contentaron a la ciudadanía. Esta herramienta la desarrollaron blogueros y programadores informáticos y permitió que periodistas ciudadanos colaborasen subiendo archivos a la plataforma a través del teléfono móvil, mapeando las zonas de conflicto, confirmando y desmintiendo noticias y obteniendo información en tiempo real. Al estar desarrollada en código abierto, esta herramienta no solo se replicó en países africanos como Guinea, sino que naciones de otros continentes, como Haití o Chile, utilizaron su estructura para desarrollar mecanismos digitales que ayudasen en la organización y gestión de la catástrofe que los terremotos ocasionaron en ambos países latinoamericanos. Más de 150 países han utilizado este tipo de herramientas.
En Costa de Marfil, en el año 2010, los blogueros más activos del país se propusieron fomentar el debate de las elecciones y calmar la situación antes de que se conociesen los resultados electorales. Sin embargo, unos actos violentos en el país les indujeron a coordinar la ayuda en esas zonas, a través de hashtags como #CIV2010. En Senegal, dos años después del conflicto marfileño, la comunidad bloguera senegalesa, con Cheikh a la cabeza e inspirados por las acciones de sus vecinos marfileños, comenzaron a retransmitir los resultados electorales a través del hashtag #SUNU2012 obligando al presidente del momento, Abdoulayé Wade, que aceptara la derrota electoral. Estos acontecimientos demuestran la capacidad de la ciudadanía africana para autogestionarse, y cómo a través de las herramientas digitales que han ido surgiendo con el desarrollo tecnológico, se han podido llevar a cabo acciones de activismo social para defender los valores y la integridad de la democracia.
África no es un único territorio donde viven muchas personas en países llenos de aldeas. Resulta complicado que los países occidentales, dentro de su etnocentrismo, amplíen sus miras. África es un continente muy grande, donde viven unos 1.000 millones de personas en 54 países diferentes que hablan alrededor de 2.000 lenguas distintas. No hay una única realidad africana, sino un compendio de realidades, que pueden ser diferentes unas de otras, pero que no dejan de mirar lo que ocurre en su entorno. El empoderamiento de las sociedades de los países que el eurocentrismo ha querido olvidar pasa por la movilización social y su apoyo en las nuevas tecnologías. El ejemplo del ciberactivismo africano podría servir de guía a escala global en un momento donde los valores de la democracia y de la verdad se ven comprometidos hasta en las principales potencias mundiales.