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Los secretos de la Guerra de los Seis Días, el enfrentamiento que transformó el mapa de Oriente Medio

La Guerra de los Seis Días deparó una nueva realidad. Derrotó a Egipto, Jordania y Siria, y así triplicó el tamaño del mapa y reunificó Jerusalén.

Los secretos de la Guerra de los Seis Días, el enfrentamiento que transformó el mapa de Oriente Medio

Y al séptimo día, descansó. Como si del Génesis se tratara, la victoria fulminante de Israel en la Guerra de los Seis Días deparó una nueva realidad. No sólo logró garantizar su pervivencia, al derrotar a los ejércitos de Egipto, Jordania y Siria en tres frentes, sino que triplicó su tamaño y reunificó la ciudad de Jerusalén, dando acceso a los judíos a su lugar más sagrado: el Muro de los Lamentos. Hoy, cincuenta años después, todavía debe lidiar con las consecuencias de ese triunfo que la convirtieron en una fuerza de ocupación.

“Estamos aquí asentados con dos poblaciones: una que goza de todos los derechos y otra a la que se le niegan. Este cuadro con dos tipos de ciudadanos es muy difícil de defender, incluso en el contexto especial de la historia judía. El mundo se pondrá de parte de un movimiento de liberación de un millón y medio (de palestinos para la época)”.

Estas premonitorias palabras enunciadas por el ministro de Exteriores de entonces, Abba Eban, tan sólo cinco días después de terminado el conflicto bélico, y que ponen de manifiesto el dilema de Israel al encontrarse sobre una suerte de “barril de pólvora”, fueron recién reveladas por el gobierno israelí, que desclasificó miles de archivos con motivo del medio siglo de la guerra que se desarrolló entre el 5 y el 10 de junio de 1967. Los tensos debates realizados en el seno del gabinete ya no son más secreto de Estado.

Grabaciones de vídeo, fotografías y más de 15.000 páginas que recogen, entre otros documentos, las transcripciones de 36 reuniones del comité ministerial de Seguridad de Israel, pueden ser consultadas desde el pasado 18 de mayo en la web del Archivo Nacional.

 

 

“¿Por qué el período de espera fue tan largo y por qué se decidió atacar? ¿Hasta qué punto logró el gobierno manejar la guerra o los eventos ocurrieron con demasiada rapidez?”, estas son tan sólo algunas de las preguntas que, como ha destacado el archivista estatal Yaakov Lazovik, hallan respuesta.

Así, por ejemplo, se puede leer que el 2 de junio de 1967 el jefe del Estado Mayor de las Fuerzas Armadas, el general Isaac Rabin, alertaría sobre la necesidad de actuar pronto ante un conflicto que lucía inminente; en caso contrario, “existiría un grave peligro para la existencia de Israel y la guerra será difícil, dolorosa y con múltiples víctimas”, apunta el periódico israelí Aurora.

 

En el principio era el miedo

Israel se anticipó y atacó esgrimiendo el derecho a la autodefensa al ser una pequeña nación rodeada de países hostiles que se equipaban militarmente y declaraban abiertamente sus intenciones belicistas. El presidente egipcio, Gamal Abdel Nasser, afirmaría el 26 de mayo de 1967 que “nuestro objetivo básico es la destrucción de Israel, el pueblo árabe quiere luchar”. Al finalizar ese mes, le secundaría su par iraquí, Abdul Rahman Aref, al referir que “nuestra meta es clara: borrar del mapa a Israel”.

No sólo eran palabras. No cesaban los ataques sirios sobre poblaciones agrícolas israelíes desde la privilegiada situación que le ofrecía la meseta del Golán. Egipto, que selló alianzas con Siria, Jordania, Líbano e Irak, exigió la retirada de las fuerzas de paz de las Naciones Unidas de la frontera con Israel y bloqueó el paso de buques israelíes por el estratégico Estrecho de Tirán, único punto de acceso al Mar Rojo a través del Golfo de Aqaba, hecho este que fue considerado causal de guerra.

El ministro de Defensa israelí, Moshe Dayan, que sin sospecharlo entonces se convertiría en el héroe de la contienda, advertía que “hay un límite para nuestra capacidad para derrotar a los árabes”, al tiempo que el primer ministro Levi Eshkol temía una “verdadera masacre”, reseña el diario Haaretz.

A la acometida le antecedió la angustia ante una eventual derrota, que podría significar la aniquilación de Israel, pero pronto el miedo se trocaría en euforia y arrogancia, como se evidencia en los archivos desclasificados, tras lograr conquistar en tan sólo seis días el Sinaí, los Altos del Golán, la Franja de Gaza, Jerusalén este y Cisjordania.

La Guerra de los Seis Días permitió a Israel capturar numerosos territorios que le proporcionaron una vasta profundidad estratégica en el frente sur ante Egipto (el desierto del Sinaí), un obstáculo natural en el frente norte contra Siria (los Altos del Golán) y Cisjordania, que además de brindar profundidad también protegía a Israel de Jordania (en beligerancia formal hasta 1994) y de Irak, que representó una amenaza para Israel hasta la Guerra del Golfo de 1991. No obstante, este frente oriental empieza a tener importancia cuando se ‘cierra’ el frente sur tras la paz con Egipto (1978)”, explica Guillem Colom, profesor de Ciencia Política de la Universidad Pablo de Olavide, a The Objective.

 

Los secretos de la guerra que hace 50 años transformó el mapa de Oriente Medio 1
Soldados israelíes frente al Muro de los Lamentos en Junio de 1967. | REUTERS/ Ministerio de Defensa israelí / Handout

 

Un dilema en el tiempo

Los acontecimientos se sucedieron aceleradamente. En tan sólo tres horas, Israel se hizo con el control aéreo y en 36, se abrió paso a la Ciudad Vieja de Jerusalén. Si bien en los documentos de la época revelados por el gobierno israelí se entrevé que este estaba dispuesto a devolver la península egipcia del Sinaí y la meseta del Golán siria a cambio de un acuerdo de paz, Jerusalén no entraba en discusión. La ciudad santa no ha sido vista por Israel como territorio ocupado, sino liberado, reunificado, al considerarla como la capital eterna de los judíos al reposar allí el único vestigio del antiguo Templo de Salomón.

Para Ferran Izquierdo Brichs, profesor de Relaciones Internacionales de la Universitat Autònoma de Barcelona, el objetivo israelí, en junio de 1967, no era la paz sino la expansión, cuya materialización representaba un problema.

“Si Israel anexionaba los territorios de la Franja de Gaza, Jerusalén y Cisjordania, la sociedad israelí se encontraría en una disyuntiva sin solución. O se perdería la esencia judía del Estado con la incorporación de la población palestina, o la democracia desaparecería si los palestinos no eran considerados ciudadanos de Israel”, dice Izquierdo.

“La solución fue mantener la ocupación militar sin anexionar los territorios palestinos a Israel, y al mismo tiempo empezar la política de colonización de estos territorios para modificar la realidad demográfica y facilitar una futura anexión. En la actualidad, el proceso colonial continúa creciendo, y más de medio millón de colonos viven en Cisjordania y en Jerusalén este”, agrega.

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Israel en 1967 y ahora. Arriba: las posiciones árabes bajo fuego para despejar el terreno para la toma israelí. Abajo: el barrio de Wadi al-Joz al este de Jerusalen y de fondo el Monte de los Olivos. | Foto: REUTERS/Government Press Office/Handout vía Reuters (top)/Ronen Zvulun.

 

Ahora bien, más allá de asegurar su pervivencia, desde el punto de vista militar y de seguridad, ¿qué beneficios obtuvo Israel de esa victoria relámpago?

“Aunque influyó en la doctrina de seguridad israelí y proporcionó profundidad estratégica, pues antes era fundamental la transferencia del conflicto a los vecinos porque Israel no se podía permitir el lujo de una contienda en su territorio, la Guerra de los Seis Días no tuvo grandes efectos en los principios tácticos ni operativos de las Fuerzas de Defensa de Israel, que continuaron basados en la defensa a escala estratégica, la predilección por guerras cortas y decisivas por razones demográficas y una disuasión más que evidente gracias al desarrollo de armas nucleares”, señala Colom, doctor en Seguridad Internacional y máster en Relaciones Internacionales.

Colom indica que el efecto más importante fue aislar a Israel en caso de conflicto convencional a gran escala, aunque venía con un coste añadido. “El control de estas áreas que proporcionaba profundidad estratégica sentó las bases de la Guerra de Yom Kippur (1973) y, en cierta medida, fue después el detonante del conflicto de baja intensidad en los territorios palestinos y en el sur del Líbano”, agrega.

La Guerra de los Seis Días dio pie para que el Consejo de Seguridad de la ONU elaborara en noviembre de 1967 la resolución 242, que desde entonces rige las negociaciones de paz entre israelíes y palestinos al establecer como base de las mismas la devolución de los territorios a cambio de la paz.

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Aeronave israelí reparte provisiones a los soldados en el frente. | Foto: REUTERS/Israeli Defence Ministry/Handout

Del panarabismo al nacionalismo palestino

Pero, del otro lado, ¿cómo la derrota de la coalición árabe afectó el sueño del nacionalismo panarábico y de qué modo repercutió en el arraigo de una conciencia palestina?

“La derrota y las pérdidas territoriales barrieron muchas de las ilusiones de un mundo árabe unido. El Egipto de Nasser había sido vencido. En aquel contexto, el Movimiento para la Liberación Nacional de Palestina (Fatah) empezó a hacer oír su voz”, afirma Izquierdo, autor de Breve introducción al conflicto palestino-israelí.

Hasta 1967 Fatah había sido un grupo pequeño y con poca influencia, pero la derrota le dio la razón: no se podía confiar en los Estados árabes. Los grupos guerrilleros palestinos, con Fatah al frente, pasaron a controlar la Organización por la Liberación de Palestina (OLP) y su lucha. Las organizaciones palestinas crecieron sobre todo en los campos de refugiados. Así, la identidad política palestina se fue consolidando sobre todo en el exilio. El objetivo central de los grupos palestinos era que el mundo no olvidara su existencia, ni las reivindicaciones de recuperar sus tierras y de crear un Estado independiente”, explica Izquierdo a The Objective.

Como muchos otros movimientos de liberación y anticoloniales de aquella época en Asia, África y Sudamérica, los palestinos siguieron la lucha armada, puntualiza Izquierdo, quien añade que “la vía militar o de atentados terroristas no dio resultados ante el poder israelí; al contrario, se reveló contraproducente”.

Con el fin de abonar perspectiva histórica sobre el actual conflicto palestino-israelí y hacer accesible a las nuevas generaciones la Guerra de los Seis Días con motivo de sus 50 años, el Ministerio de Exteriores de Israel creó el proyecto @Tweeting67 en Twitter, con cuentas ficticias de los personajes históricos involucrados que reviven la contienda al tuitear en una conversación social diseñada por D.J. Shneiweis, quien ha reconocido a la agencia EFE “que la gente ya no lee libros y nos damos cuenta de que hay muchos aspectos de lo que ocurrió en 1967 que siguen siendo relevantes pero no son conocidos”.

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