11 de septiembre, el día que estremeció a Occidente
Los atentados del 11 de septiembre provocaron 3.016 muertes (incluyendo a los 19 terroristas suicidas), dejaron más de 6.000 heridos, marcaron el comienzo del siglo XXI
Saltaron las alarmas a las 8:19 de la mañana, momento en que la azafata del vuelo 11 de American Airlines de Boston a los Ángeles Betty Ong llama al centro de operaciones de la aerolínea para informar de que se han producido apuñalamientos en la zona de primera clase y de que la cabina del piloto no contesta. Teme que el avión haya sido secuestrado. Minutos más tarde, a las 8:46, el boeing se estrella contra al Torre Norte del World Trade Center de Nueva York. La confusión es máxima en los primeros instantes. Los medios de comunicación barajan la hipótesis de un atentado, pero la confirmación no llegaría hasta las 9:02, cuando el avión que cubría el vuelo 175 de United Airlines de Boston a los Ángeles impacta contra la Torre Sur. La esperanza de que fuera un accidente se desvaneció en ese momento.
Los atentados del 11 de septiembre provocaron 3.016 muertes (incluyendo a los 19 terroristas suicidas), dejaron más de 6.000 heridos, marcaron el comienzo del siglo XXI, estremecieron a Occidente e iniciaron una nueva forma de entender el terrorismo.
Los ataques
Si bien la imagen que ha quedado como icono ya no solo del 11 de septiembre sino del terrorismo en general es la de las Torres Gemelas de Nueva York, fueron cuatro los aviones que participaron en el ataque. Además del vuelo 11 de American Airlines y del 175 de United Airlines que se estrellaron contra el World Trade Center, un tercer boeing impactó contra el Pentágono y un cuarto se precipitó en un campo de Pensilvania.
En el atentado del avión que atacó el epicentro del poder militar estadounidense perdieron la vida 189 personas. En el siniestro del único aparato que no llegó a su destino final, que era el Capitolio o la Casa Blanca, fallecieron 44. Las 2.783 víctimas mortales restantes perecieron en el ataque de Manhattan.
Los responsables del 11 de septiembre
Inmediatamente después del ataque terrorista más letal de la historia, todas las miradas recayeron sobre la organización yihadista Al Qaeda, liderada por Osama Bin Laden. Inicialmente, Bin Laden negó tener algo que ver con los sucesos, pero en 2004 admitió ser el responsable y que la motivación principal fue la participación de Estados Unidos en la Guerra de Líbano de 1982.
La siguiente declaración forma parte de un comunicado en vídeo de Bin Laden emitido en 2004 y cuya transcripción dio la vuelta al mundo.
«Os digo que Alá sabe que nunca se nos había ocurrido atacar las torres, pero después de que [la situación] se hiciera insoportable y fuéramos testigos de la opresión y tiranía de la coalición estadounidense-israelí contra nuestro pueblo en Palestina y Líbano, se me ocurrió.
Los acontecimientos que afectaron a mi alma de manera directa empezaron en 1982, cuando Estados Unidos permitió a los israelíes invadir Líbano y la Sexta Flota de Estados Unidos les ayudó. Empezó el bombardeo y muchos murieron y otros fueron aterrorizados y desplazados y yo no podía olvidar esas escenas conmovedoras, sangre, miembros cortados, mujeres y niños tirados por todas partes. Casas destruidas junto con sus ocupantes y edificios demolidos sobre sus residentes. Cohetes lloviendo sobre nuestros hogares sin piedad. La situación era como un cocodrilo que se encuentra con un niño indefenso sin más poder que sus gritos. ¿Entiende el cocodrilo una conversación que no incluya un arma? Y todo el mundo vio y escuchó pero no respondió.
En esos momentos difíciles, burbujearon en mi alma muchas ideas difíciles de describir, pero al final produjeron un sentimiento intenso de rechazo a la tiranía y dieron a luz a una resolución fuerte de castigar a los opresores. Y mientras veía esas torres demolidas en Líbano, me entró en la mente la idea de que deberíamos castigar al opresor de la misma manera y que deberíamos destruir torres en Estados Unidos para que probaran algo de lo que nosotros hemos probado y para impedir que mataran a nuestras mujeres y niños».
Consecuencias
El 11 de septiembre de 2001 «es cuando el mundo toma conciencia de que existe un terrorismo que ya no es local, es un terrorismo global, capaz de actuar en cualquier región del mundo», explicó recientemente en una entrevista para TVE Miguel Ángel Ballesteros, director del Instituto Español de Estudios Estratégicos.
Ante el temor desatado, Estados Unidos inició la Guerra de Afganistán, cuyo objetivo declarado era encontrar a Osama Bin Laden, enemigo público número uno. Washington acusaba al emir del Estado Islámico de Afganistán (que llegó a controlar casi la totalidad del país) de no entregar a Bin Laden y a otros miembros de Al Qaeda. El yihadista fue encontrado y abatido en la ciudad pakistaní de Abbottabad el 2 de mayo de 2011 gracias al contacto de un miembro de su círculo con la CIA. Llevaba años recluido en una casa fortificada. La cercanía del complejo con una academia militar sugirió que quizás hubiese recibido ayuda del ejército o del servicio de inteligencia de Pakistán, o de ambos.
El yihadismo después del 11 de septiembre
Pero el yihadismo no murió con Bin Laden. La organización que hoy preocupa más ya no es Al Qaeda, que sigue activa bajo el control de Aymán al-Zawahiri, sino el denominado Estado Islámico, el Daesh, que ya estaba fundado antes de la muerte de Bin Laden.
¿Cómo surge el Daesh? «Cuando los americanos entran en Afganistán, se produce una diáspora» en Al Qaeda, explica Ballesteros en la entrevista con TVE. Uno de los miembros de la organización que huye entonces del país, Abu Musab al Zarqawi, se instala en Irak poco antes de la invasión estadounidense. Allí crea Yama’at al-Tawhid wal-Yihad (Organización de Monoteísmo y Yihad). Posteriormente, recluta a policías y militares expulsados del ejército de Sadam Hussein.
«Se junta el agua y el aceite: alguien que no era yihadista de ideología, como eran los militares de Sadam, pero que sí que saben combatir, con alguien que tiene la ideología yihadista. Esos militares le explican a Al Zarqawi que es fundamental controlar el territorio». Ahí aparece el Estado Islámico de Irak, que practica un terrorismo «que ya no se oculta» sino que «quiere controlar territorio». Cuando los estadounidenses abandonan Irak en 2011, con este Estado Islámico de Irak ya debilitado, el grupo «vuelve a coger fuerza» y se traslada a Siria, un país «más proclive» para hacer la yihad y controlar terreno porque se encuentra consumido por la Guerra Civil. «Pero ahí ya hay un grupo de Al Qaeda, el frente Al Nusra«. Fruto del choque entre ambas fuerzas aparece el monstruo del Daesh.
Memoria
Mientras, Nueva York intenta cicatrizar pero no quiere olvidar el 11 de septiembre. El espacio sobre el que se levantaban las torres gemelas ha sido sustituido por dos piscinas con cascadas artificiales en recuerdo de las víctimas y la Zona Cero acoge un museo sobre los atentados. Los nombres de los fallecidos están inscritos en paneles que rodean las dos piscinas.
Es, según la organización, «un poderoso recuerdo de la mayor pérdida de vida resultado de un ataque extranjero en suelo estadounidense y la mayor pérdida de personal de rescate en la historia de Estados Unidos».