Desaparecidos del franquismo: cuatro décadas de búsqueda para cerrar heridas
Cerrar heridas que llevan abiertas casi 80 años. Eso es todo lo que piden los familiares de las víctimas de desapariciones forzadas durante el franquismo. “Fosas cerradas, heridas abiertas”, se escucha cada jueves en la Puerta del Sol, donde se celebra cada semana la ronda de la dignidad, una concentración de familiares de desaparecidos durante el franquismo que se niegan a que sus historias caigan en el olvido.
Cerrar heridas que llevan abiertas casi 80 años. Eso es todo lo que piden los familiares de las víctimas de desapariciones forzadas durante el franquismo. “Fosas cerradas, heridas abiertas”, se escucha cada jueves en la Puerta del Sol, donde se celebra, todas las semanas, la Ronda de la Dignidad, una concentración de familiares de desaparecidos durante el franquismo que se niegan a que sus historias caigan en el olvido.
Como muchas de las personas que acuden a la Ronda de la Dignidad cada jueves, Purificación López Peña y Purificación Gallardo tienen algo más en común que el nombre: una lucha que, para ellas, lleva más de 10 años y para muchos otros, varias décadas. Se trata de la búsqueda de los restos de sus abuelos, que fueron fusilados durante el franquismo.
“Solo queremos cerrar esas heridas que siguen abiertas”
Álvaro López Ruiz y Pedro Gallardo Escribano llevan desaparecidos casi 80 años, y más de cuatro décadas después del final del franquismo, sus familiares no han logrado encontrar sus restos o, en el caso de Purificación Gallardo, sacarlos de la fosa común en la que fueron enterrados.
“Solo queremos cerrar esas heridas que siguen abiertas”, explica Gallardo. Yo suelo decir, también: “Fosas abiertas, heridas cerradas”, porque si se abren esas fosas, esas heridas se cierran.
Sus abuelos son víctimas de desapariciones forzadas, es decir, aquellas que cometen agentes del Estado o personas que actúan en su nombre y que se niegan a reconocerlo, y que después ocultan el paradero de la víctima, por lo que la dejan desprotegida ante la ley.
En España, miles de estos casos siguen esperando a ser resueltos desde que acabó el franquismo. Durante la Guerra Civil (1936-1939) y la dictadura de Franco (1939-1975), miles de personas fueron fusiladas o arrestadas y separadas de sus familias sin ninguna explicación, y sus descendientes siguen sin saber dónde están sus cuerpos o cómo terminaron sus historias. Lo seguro es que todas terminaron.
España es el segundo país del mundo con más personas desaparecidas después de Camboya, con alrededor de 114.000 casos de desapariciones que todavía no se han resuelto, según los datos de Amnistía Internacional.
Fusilamientos y entierros en cunetas
Muchos de los fusilados durante la Guerra Civil y durante el franquismo acabaron enterrados en cunetas comunes, muchas de las cuales no fueron localizadas hasta muchos años después.
Álvaro López Ruiz, el abuelo de Purificación López, fue asesinado por unos jóvenes vestidos de falangistas en una finca de Extremadura.
“Mi abuelo llegó al pueblo al 14 de abril de 1939, cuando ya había acabado la guerra hacía 15 días, y el 17 de abril por la noche había seis personas, cinco más con él, esperando a que llegaran otros cuantos para sacarlos y llevarlos a ver al juez”, cuenta López. “Unos chavales, que no tendrían más de 15 y 18 años, vestidos de falangistas, pidieron al alcalde permiso para jugar con los presos. Los sacaron, los metieron de madrugada en un camión pequeño y los llevaron a ocho kilómetros del pueblo”, a una finca en la que se habían abierto unas trincheras para la guerra que no se habían llegado a utilizar. “Ahí los llevaron y allí los fusilaron, los asesinaron a los seis y ahí los dejaron tirados”, explica, resumiendo los pocos datos que conoce sobre la muerte de su abuelo y que ha recogido a través del testimonio de algunos testigos.
El padre de López, que tenía tan solo nueve años cuando se llevaron a su padre “para jugar” en una cuneta, donde lo fusilaron sin piedad, lleva prácticamente toda su vida queriendo saber dónde está.
Ahora su hija está moviendo cielo y tierra para localizar los restos de su abuelo y que su padre no muera sin poder trasladarlos con los de su madre. “Sería una de las mejores cosas que me pueden pasar, sobre todo por él”, dice, emocionada. Si esto no sucede ya le ha hecho la promesa de que seguirá buscando los restos de su abuelo por el resto de sus días. “Yo empecé buscando a tu padre, pero voy a seguir buscando a mi abuelo”, le prometió hace años.
Sin embargo, espera que esto no suceda y que, antes de que su padre muera, pueda encontrar los restos de su abuelo y enterrarlos junto a los de su abuela. “No sé cómo describir la alegría, la tranquilidad con la que él se iría y se quedaría si esto pasara”.
Lo mismo cuenta Purificación Gallardo, que afirma que, aunque comenzó buscando los restos de su abuelo por su padre, ahora lo hace también por ella, y para que se recuerde a su abuelo como la persona que era y no por lo que quisieron mostrar de él. “Lo que en un principio hice por él, por todo lo que ha sufrido, ahora lo hago por mí y por mi abuelo que, por encima de todo, merece que se le reconozca que fue una persona justa y que jamás hizo daño a nadie, todo lo contrario”, afirma. “Que por lo menos la gente sepa que mi abuelo existió, que está ahí”.
“Es tan duro que una persona que está con un pie en la tumba necesite despedirse de su padre porque no le dejaron ni eso”
Pero, por encima de todo, quiere ver en su padre, que ahora tiene 91 años, la alegría de poder despedirse de quien le arrebataron con tan solo 12 años. “Es tan duro que una persona que está con un pie en la tumba necesite despedirse de su padre porque no le dejaron ni eso”, dice, perdiendo por un momento la firmeza con la que narra la historia de su familia.
Su abuelo fue fusilado en el año 1940, tras volver de la guerra. Fue asesinado por haber fundado una asociación socialista y por haber sido alcalde republicano de un pueblo de Badajoz.
Cuando lo mataron, su mujer estaba en la cárcel, también por sus ideas políticas. Sus tres hijos, de 12, cinco y un año y medio, pasaron tres días en un cobertizo, al que los vecinos no se atrevían a entrar, hasta que un familiar pudo ir a por ellos.
Al salir de la cárcel, la abuela de Gallardo, a quien soltaron porque pensaban que iba a morir, preguntó dónde había sido enterrado su marido, pero las amenazas fueron tales que nunca más se atrevió a buscarlo, ni siquiera tras la muerte de Franco. No volvió a hacer la pregunta en voz alta a diferencia de su nieta.
Tras años de búsqueda, en el año 2014, los familiares de Pedro Gallardo descubrieron que se encuentra enterrado en una fosa común en el cementerio de Badajoz. Sin embargo, cuatro años más tarde, todavía no han logrado exhumar los restos, ni siquiera poner una placa con su nombre y de los otros asesinados que están en la fosa.
¿Quién se encarga de la búsqueda?
Durante el franquismo, buscar a los desaparecidos tras la guerra no era una opción. Simplemente hacer preguntas era considerado una locura. El miedo se apoderó de todos aquellos que vivieron los horrores de la guerra y la posguerra, y muchos asumieron que nunca sabrían dónde se encontraban sus familiares.
Cuando acabó la dictadura, algunos de los hijos de los desaparecidos comenzaron una búsqueda tímida, sin apoyos, aún con el miedo a las posibles represalias. Años después, han sido los nietos de estas víctimas los que finalmente han emprendido una búsqueda incansable y ruidosa.
Durante años, ellos y muchos voluntarios se han encargado de buscar los cuerpos, y todavía se preguntan por qué los gobiernos y la Justicia no investigan sus casos, por qué no abren las más de 1.000 fosas comunes que quedan por abrir.
Durante el Gobierno de José Luis Rodríguez Zapatero, el Ejecutivo dio subvenciones a las asociaciones de víctimas, quienes se encargan de buscar y abrir las fosas donde creen que se encuentran los cuerpos de los desaparecidos. Sin embargo, estas ayudas duraron poco, pues el Gobierno de Mariano Rajoy eliminó las partidas presupuestarias dedicadas a la Ley de Memoria Histórica para la apertura de fosas e identificación de los cuerpos.
“El Gobierno ha estado desde 2011 sin hacer ninguna aportación a la memoria histórica, no ha habido dinero”, explica López. “El presupuesto de memoria histórica era cero, y lo decía alto y claro”, añade.
Desde entonces, las fosas, en algunas de las cuales hay más de 1.000 cuerpos de personas desaparecidas, han sido abiertas con las donaciones de sindicatos noruegos, de premios de Estados Unidos o exhortos de la justicia argentina, pero principalmente con el dinero de los propios familiares de los desaparecidos, que dedican su tiempo y sus ahorros a llevar a cabo una tarea que consideran que debería ser realizada por el Ejecutivo.
En algunas comunidades, la apertura de las fosas se puede realizar tanto por vía administrativa como por vía judicial, pero la Ley de Memoria Histórica obliga a comunicar a un juez cualquier apertura de una fosa, para que este decida si quiere personarse o no. En la mayoría de los casos, los jueces no acuden a la apertura por considerar que los hechos han prescrito.
Con el Gobierno de Pedro Sánchez, hay algunas esperanzas de que las cosas cambien. Al menos, así lo prometió la ministra de Justicia, Dolores Delgado, que anunció en julio que el Ejecutivo asumirá la búsqueda de desaparecidos del franquismo. Además, afirmó que el Gobierno elaborará un censo oficial de víctimas de la Guerra Civil y la dictadura de Franco.
Sin embargo, las asociaciones y los familiares que buscan a estos restos esperan a que concrete esta promesa antes de cantar victoria. “No dijo ni cómo, ni cuánto, ni qué hay que hacer”, lamenta López. “Son buenas intenciones, pero ¿cómo se materializa eso?, ¿cómo se lleva a cabo?, ¿qué pasos hay que dar?”.
A Gallardo, la pregunta sobre las ayudas del Gobierno le provoca resignación. Después de años sin ayudas, tampoco le parece suficiente una simple declaración, y espera que se materialicen las palabras de la ministra de Justicia.
Las críticas internacionales
Los familiares de los desaparecidos no son los únicos que piden al Gobierno de España que se haga responsable de las búsquedas. La inactividad de los diferentes Gobiernos españoles no ha pasado desapercibida internacionalmente, y numerosas ONG y organismos internacionales han criticado a España por dar la espalda a las víctimas del franquismo y le han exigido que dedique los medios necesarios para abrir las fosas comunes e identificar los cuerpos de todas aquellas personas que fueron enterradas sin conocimiento de su familia durante la Guerra Civil y la dictadura.
La Organización de Naciones Unidas (ONU) ha sido uno de los organismos que ha instado a España a tomar medidas para poner fin a esta situación y, además, ha pedido a España que coopere con la justicia argentina en la investigación de la querella presentada por víctimas de la dictadura.
¿Qué piden los familiares?
“Para nada es venganza, yo jamás he pensado en buscar venganza, es hacer justicia”, afirma Gallardo con la mirada cansada, como quien repite lo mismo una y otra vez.
“Medios y voluntad para sacar los cuerpos”, es lo que pide al Gobierno López. “Que quieran, que pongan los medios y que se pongan a ello”, porque “yo no puedo hacerlo sola”. “Solo pedimos los tres principios básicos: verdad, justicia y reparación”, añade Gallardo.
Estas dos mujeres representan solo a dos de los más de 114.000 desaparecidos en España, pero aseguran que lo que piden todos es que se admita públicamente la verdad, que se haga justicia y se abran las fosas donde están enterrados sus familiares para poder cerrar, por fin, esas heridas que se abrieron hace casi 80 años.