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Soraya Sáenz de Santamaría: la mujer que llegó a la política por casualidad

Quién le iba a decir hace 18 años a Soraya Sáenz de Santamaría que dedicaría una parte de su vida a la política activa, una actividad que ahora abandona.

Soraya Sáenz de Santamaría: la mujer que llegó a la política por casualidad

Quién le iba a decir hace 18 años a Soraya Sáenz de Santamaría que dedicaría una parte de su vida a la política activa, una actividad que ahora abandona. Entonces, esta abogada del Estado se incorporó como asesora jurídica en La Moncloa del ministro de Administraciones Públicas Mariano Rajoy, cuando aún era presidente José María Aznar, con quien nunca tuvo mucha sintonía, por no decir ninguna. Ahí empezó la estrecha colaboración con Rajoy, que ha durado hasta que éste dejó la Presidencia del PP y su escaño en el Congreso de los Diputados tras perder la moción de censura del PSOE. Soraya sigue ahora sus pasos.

De la mano del expresidente del Gobierno y del PP, Soraya fue escalando posiciones dentro y fuera del partido, pero sobre todo fuera, ya que si algo hay que destacar de ella es esa distancia que se encargó de marcar, cuando era vicepresidenta del Ejecutivo, entre éste y el PP con motivo de los numerosos casos de corrupción. Y es que las aspiraciones políticas de la abogada del Estado antes de llegar a Moncloa eran nulas. Ni siquiera era simpatizante del PP.

A tenor de los resultados de la votación en el Congreso extraordinario del PP de julio, no parece que a los compromisarios les importara esa distancia que tanto criticaron sus oponentes, sobre todo su archienemiga María Dolores de Cospedal, quien, por cierto, también parece haber dedicado el verano a deshojar la margarita tras anunciar a la vuelta de las vacaciones su decisión de dejar la Presidencia del PP en Castilla-La Mancha y cuyo futuro político se sabrá antes de Navidad, según explicaba ella misma en Onda Cero.

Volviendo a Sáenz de Santamaría y su paso por la política y el PP, sus ausencias en las reuniones del PP con Pablo Casado ya como presidente eran un síntoma. Sin embargo, cuando ganó la primera vuelta de las primarias, parecía dispuesta a todo. “Para no ser del partido, he sido la más votada por los afiliados”, dijo entonces, satisfecha por ganar y por haberse impuesto a Pablo Casado y, sobre todo, a Cospedal.

El objetivo final de esta mujer menuda era volver a llevar al PP al Gobierno en las próximas elecciones generales previstas para el años 2020. Por eso se presentó a la Presidencia del PP. Porque es en las labores ejecutivas donde siempre se ha sentido más a gusto Sáenz de Santamaría. Un objetivo que no pudo ser. Perdió en segunda vuelta ante un Pablo Casado alzado por los compromisarios de Cospedal y de los otros candidatos. Quedó evidenciado que la exvicepresidenta tenía muchos enemigos en el partido.

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Sáenz de Santamaría y Casado en el Congreso extraordinario del PP. | Foto: Zipi | Efe

Tenaz y trabajadora, con un currículum académico brillante – Sáenz de Santamaría se licenció en Derecho, siendo primera de su promoción, y con 27 años ganó la oposición a abogada del Estado -, no pudo lograr un hito en la historia reciente de España: convertirse en la primera mujer en presidir el PP, el principal partido de la oposición, el más votado en las últimas elecciones, con más representación en el Congreso y con mayoría absoluta en el Senado. No es mujer a la que le guste perder y eso quedó claro tras el Congreso extraordinario. No aceptó la mano tendida del ganador, Casado, realizada, todo hay que decirlo, con la boca chica, y decidió quedarse fuera de los órganos de dirección del PP.

Pasado el verano, ese momento del año en el que la mayoría de los mortales lo dedica a desconectar y descansar, Soraya ha sopesado los pros y los contras de seguir o no en política. La balanza se ha decantado por esto último.

Se califica a sí misma como una persona del “centro derecha”, ese lugar que no se sabe muy bien qué es pero que, en su caso particular, no hay duda de que está más en el centro que Pablo Casado, considerado por muchos como representante del ala más a la derecha del partido.

Sáenz de Santamaría nunca ocupó cargos de relevancia en el partido – más allá de su cargo como secretaria ejecutiva de Política Territorial – y nunca estuvo en las famosas reuniones de los lunes, conocidas como maitines, donde el presidente se reunía con un reducido grupo de dirigentes donde se tomaban las decisiones del PP. Su poder ha estado en el Gobierno.

Esta vallisoletana de 47, casada y con un hijo, obtuvo su primera acta de diputada por casualidad en 2004. Aparecía en el número 18 de la lista del PP en Madrid y se quedó a las puertas. Sólo 17 escaños obtuvo el partido en esta circunscripción. Pero los avatares de la vida hicieron que la lista corriera cuando Rodrigo Rato, el ahora denostado dirigente popular, dejó el escaño al ser nombrado vicepresidente del Fondo Monetario Internacional.

La joven abogada del Estado saltó a la arena política y debió de gustarle aquello porque a partir de ese momento comenzó una carrera fulgurante, convirtiéndose en una de las caras más conocidas del PP. Primero como portavoz de Grupo Popular en el Congreso, a partir de 2008, sustituyendo en el puesto a Eduardo Zaplana – también denostado y en prisión – donde demostró su capacidad dialéctica.

Leal a Rajoy

Para entonces ya se había convertido en una persona imprescindible para Rajoy, quien tras ser nombrado presidente del PP en 2004, fue quitándose de en medio a todos los aznaristas de pro. Soraya, además, daba una imagen nueva al PP dejado por Aznar donde predominaban los Acebes, Mayor Oreja, Zaplana, Ruiz-Gallardón…y escasas mujeres.

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Soraya Sáenz de Santamaría y Mariano Rajoy en una imagen de 2017. | Foto: Francisco Seco | AFP

En 2011, el PP ganó las elecciones y Mariano Rajoy llamó a Soraya a su lado. La nombra, nada más y nada menos que vicepresidenta del Gobierno y ministra de la Presidencia, además de portavoz. Todo un desafío para quien hasta hacía apenas unos años no tenía nada que ver con el PP. Su lealtad a Rajoy siempre estuvo a prueba de bombas, como ha demostrado durante todos estos años y, más recientemente, en el intenso proceso de primarias, en el que Pablo Casado fue poco elegante al criticar la política de Rajoy y su Gobierno en cuestiones como la crisis catalana, como si él no tuviera su parte de responsabilidad como vicesecretario de Comunicación del PP.

Soraya dedicó la campaña a repetir hasta la saciedad la palabra “integración”. El PP, aseguraba, debía volver a ofrecer a los electores la ilusión y estaba dispuesta a dejarse la piel para lograr ese objetivo. Consciente de que el PP de Casado no es el suyo y que la nueva dirección no contaba con ella – fue relegada en el Congreso de los Diputados al escaño 3301, junto al pasillo opuesto al que ocupan Casado y la portavoz del grupo, Dolors Monserrat -, ha optado por hacer mutis por el foro.

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Soraya, relegada a un escaño poco visible, el día antes de renunciar a la política activa. | Foto: Zipi | Efe

Antes del verano algún medio de comunicación se hizo eco de una supuesta oferta de trabajo realizada por la presidenta del Santander, Ana Botín, que ni ésta ni la exvicepresidenta confirmaron. El tiempo dirá si era algo más que un rumor.

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