Envejecer en Venezuela: trabajar y sufrir por un salario mínimo
En uno de los peores países de América para vivir la vejez, el régimen de Nicolás Maduro lanza un programa social que ofrece trabajo y ocupaciones a las personas de la llamada “tercera edad”, y a partir de este sábado 11 de mayo abre un censo para quienes estén dispuestos a ocupar sus horas a cambio de un salario mínimo y algunos bonos en devaluados bolívares. Los críticos advierten que es un programa demagógico.
En uno de los peores países de América para vivir la vejez, el régimen de Nicolás Maduro lanza un programa social que ofrece trabajo y ocupaciones a las personas de la llamada “tercera edad”, y a partir de este sábado 11 de mayo abre un censo para quienes estén dispuestos a ocupar sus horas a cambio de un salario mínimo y algunos bonos en devaluados bolívares. Los críticos advierten que es un programa demagógico.
Se llama Chamba Mayor y llega en momentos en los cuales los mayores, muchos de ellos abuelos a cargo de nietos dejados atrás por la diáspora, necesitan más atención, medicinas, alimentos y verdaderas políticas sociales.
El régimen chavista promete darle trabajo a los abuelos jubilados, pensionados y desempleados que quieran o necesiten nuevamente volver al mercado laboral. El programa fue lanzado el pasado 22 de enero, con la meta de darle trabajo a las personas que por su edad no son empleadas y tampoco pueden obtener una pensión, para satisfacer sus necesidades, porque están fuera de los parámetros legales.
Aristóbulo Iztúriz, ministro de Educación y responsable del área social está a cargo de organizar y poner en funcionamiento la Misión Chamba Mayor, que es promovida en asambleas informativas que piden opiniones, sugerencias y proyectos a los propios involucrados.
Las propuestas laborales pueden ser individuales o grupales, pero que se requiere realizar un censo para conocer cuántos abuelos quieren participar, cuáles son las profesiones o los oficios que manejan, así como su ubicación geografía, según la propaganda oficial.
Los jubilados en el área de enfermería y docencia son bastante requeridos para suplir las vacantes de los profesionales de la salud y educación que han emigrado a otros países y que han dejado puestos vacantes, en medio de una severa crisis en esos sectores.
El pago “por la chamba” será a través de un bono único o por honorarios profesionales. Los salarios aún se discuten. En Venezuela, los pensionistas solo cobran un salario mínimo por mes, que equivale a unos seis dólares, lo suficiente para pagar un almuerzo barato, o un kilo de queso blanco.
Gladys Requena, presidente del Instituto Nacional de Servicios Sociales, Inass, ha informado que en el censo del año 2011 los adultos mayores representaban el 13% de la población venezolana. Afirma que esta cifra va en aumento “gracias a los programas sociales que se manejan en la revolución y que alargan la esperanza de vida de nuestros abuelos”.
Pero, el propio Gobierno oculta los indicadores sociales de Venezuela, desde las cifras de pobreza hasta incidencia de enfermedades endémicas y epidémicas, lo que revela que esa consigna de Requena es pura propaganda oficial.
Esta ex potencia petrolera es además el cuarto país más pobre de América, después de Nicaragua, Honduras y Haití. Pero, según la tendencia de indicadores medidos por organismos como el Fondo Monetario Internacional (FMI) y el Banco Mundial, al cierre de 2019, la pobreza habrá proliferado tanto que solo el malogrado país insular caribeño será más pobre en América y el Caribe.
Los niños y los ancianos son las poblaciones más vulnerables en medio del colapso económico y social del país que durante años fue el más rico de América Latina.
Hoy en los registros del Inass están los casos de unos 3.000 abuelos que se encuentran abandonados y para los que se buscan mecanismos para su atención. “Con la Chamba Mayor, estamos dando la oportunidad a los adultos mayores que así lo quieran de reincorporarse al sistema productivo, a seguir ofreciendo sus conocimientos para el desarrollo del país”, afirmó Requena, en una de las asambleas informativas de la nueva misión.
Opiniones divididas
Francisca Sepúlveda vive en la parroquia El junquito, tiene 58 años y dice que le gustaría participar en la misión, pues aún se siente competente para trabajar “me gustaría dar clases de cocina a mis vecinos y a los niños”.
Antonio Parra tiene 60 años, de profesión albañil, y es pensionista. “Yo tengo la capacidad de seguir en el área de la construcción, soy capaz de construir una casa como me la pidan, a mi me gustaría ingresar en esa misión”, dice.
Por su parte, José Suarce, militante del Partido Socialista Unido de Venezuela, PSUV, sostiene que más que estas misiones sociales para buscar trabajo a los abuelos, se deben escuchar las necesidades que tienen estas personas. “Los representantes del Gobierno siguen siendo unos burócratas, que no escuchan al pueblo y sus necesidades, además que aplican unas políticas neoliberales disfrazadas”.
Entre tanto Casto Gil, secretario General Nacional del partido Movimiento Electoral del pueblo, MEP, quien apoya al régimen de Nicolás Maduro, señala que la Misión Chamba Mayor, puede ayudar algunos abuelos que estén dispuestos a seguir trabajando, pero que hay una gran mayoría que lo que reclama son mejoras en la atención y servicios: “Definitivamente hay que revisar todas las políticas sociales”.
«Es un programa lleno de demagogia»
Vestida con un uniforme tipo militar, encontramos en una estación del Metro de Caracas a la señora Paula (nombre ficticio), que señala tener 60 años y pertenecer a la Milicia Bolivariana. Desde hace varios meses, Paula junto a otras personas de la tercera edad, se dedicaba a organizar las colas de los usuarios del metro, les pedía el ticket amarillo, los rompía por la mitad y los colocaba en una caja.
Pero desde algún tiempo el servicio de metro es gratis, por la falta de boletos y Paula, junto a sus compañeras se dedican a ofrecer servicios de vigilancia en algunas estaciones. “Pero ya he comenzado a enfermarme, tengo que estar parada todo el día, ya queda muy poco personal, aquí hacemos lo que podemos, me pagan un salario mínimo y me dan una caja de alimentos, pero lo que gano no me alcanza para comprar las medicinas que requiero”, señala.
Por la avenida principal de La Urbina, en el municipio Sucre, la señora Brenda (nombre ficticio para protegerla de represalias), de 58 años de edad, barre las calles junto a otros compañeros contratados en el programa “Venezuela Bella”, sin contar con uniformes, guantes y tampoco otro equipo de seguridad requerido para estas labores.
Dice que tiene una pensión, pero que eso no le alcanza para sostener los gastos de su hogar, pues la comida es muy cara. «No me quedó otra que salir a buscar trabajo, tuve la oportunidad de entrar en la cuadrilla para barrer las calles y aquí estoy, pero llego a mi casa sumamente cansada”, señala.
Edgar Silva, coordinador nacional del Comité por la Defensa de los Derechos Humanos del personal jubilado, pensionado y persona con discapacidad, es tajante al señalar que la nueva Misión Chamba Mayor, es un programa lleno de demagogia, que no ofrece solución a los graves problemas sociales que afecta a los abuelos venezolanos.
“La época de jubilación es un tiempo que debe ser utilizado por los adultos mayores para realizar actividades que durante su juventud no pudieron hacer, como es por ejemplo viajar, estudiar, descansar, compartir con la familia, siendo responsabilidad de las autoridades, de los Gobiernos ofrecer las políticas sociales necesarias para tener una buena calidad de vida, obligación que no es cumplida por el Gobierno en Venezuela”, dice Silva.
Indica que en vez de estar creando misiones para ofrecer más trabajo a los abuelos, deberían centrar sus esfuerzos en mejorar las políticas sociales. “El gobierno de Nicolás Maduro viola todos los derechos humanos de los abuelos en Venezuela, por ejemplo, cada vez que acuden a cobrar su pensión y solo les pagan solo un porcentaje y con billetes de baja denominación que luego no les quieren aceptar en los negocios, con las colas que tienen que calarse y los maltratos. También es violatorio la escasez y los altos precios de la comida, así como de los servicios, así como la falta de transporte”, señala Silva.
Indica que uno de los problemas más graves que enfrentan los abuelos son las pésimas condiciones de los hospitales y la falta de medicamentos.
“Las personas de la tercera edad, por razones naturales puede sufrir de distintas patologías, que ameritan cuidados especiales y medicamentos especiales, pues aquí no tienen ninguno de los dos servicios, el departamento de las medicinas de altos Costos del Instituto de los Seguros Sociales, Ivss, así como las farmacias de los hospitales, se mantienen vacíos y los abuelos se mueren de mengua”, indica.
Recuerda Edgar Silva la gran cantidad de protestas que se han realizado por la falta de presupuesto para las casas de retiro y los ancianatos, muchos de los cuales han tenido que cerrar por la carencia de comida y medicinas. Esto ha dejado a los abuelos en situación de minusvalía, “una situación que es sumamente grave, pues en estos últimos años ha aumentado el cantidad de abuelos que han quedado solos en el país, pues su familias han emigrado en busca de un mejor futuro”.
Indica que todas estas situaciones fueron denunciadas en una audiencia ente la Comisión Interamericana de Derechos Humanos de la Organización de los Estados Americanos (OEA) en donde también estuvieron presentes los representantes del Gobierno de Maduro “quienes presentaron una informe lleno de falsedades, de la situación que padecen nuestros abuelos venezolanos”.
Silva asegura que ciertamente en Venezuela hay personas de la tercera edad que aún se sienten con la vitalidad de seguir trabajando, “pero lamentablemente es mayor la cantidad de abuelos y personas con discapacidad que no tienen las condiciones de seguir laborando y lo que merecen y reclaman son mejores políticas de atención, y no promesas llenas de demagogia”.