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"Impone que tu profesor haya sido vicepresidente hasta que das la primera clase", así recuerdan los alumnos a Rubalcaba

Una de las últimas fotografías que subió a su página de Facebook el que otrora fuera vicepresidente del Gobierno es en el laboratorio con sus alumnos

«Impone que tu profesor haya sido vicepresidente hasta que das la primera clase», así recuerdan los alumnos a Rubalcaba

Una de las últimas fotografías que subió a su página de Facebook el que otrora fuera vicepresidente del Gobierno es una en la que sale con bata blanca y acompañado de una decena de chavales. «Con mis alumnos, el último día de prácticas de laboratorio«, escribió el 1 de marzo Alfredo Pérez Rubalcaba. El hombre de Estado, una de esas mentes brillantes de la política española, una de las figuras clave en el fin de ETA quiso volver a ser, después de la política, lo que siempre había sido: un profesor de Química.

Rubalcaba tenía 67 años y falleció este viernes a consecuencia del ictus que sufrió dos días antes. Su capilla ardiente ha reunido en el Congreso de los Diputados a miles de ciudadanos y a prácticamente toda la plana política e institucional de nuestro país. Pocas veces un nombre ha generado tanto consenso sobre la importancia de su papel en la política española.

Pero, para ellos, sus alumnos de la Universidad Complutense, Rubalcaba era el profesor de Orgánica, de teoría y de laboratorio. «El primer día de clase te impone un poco que tu profesor hubiera sido vicepresidente, pero esa sensación desaparece nada más das la primera clase«, cuenta a The Objective Elena Caballero, de 21 años, a quien Rubalcaba dio clase el año pasado. En esa misma idea profundiza otro de sus alumnos, Víctor Pérez: «Que te dé clase un vicepresidente del Gobierno es algo muy sorprendente hasta que te da clase un vicepresidente del Gobierno. Al final le ves todos los días, y te has acostumbrado. Termina siendo uno más».

La imagen que recogen de Rubalcaba sus alumnos es prácticamente unánime: cercano, didáctico, amable y, en definitiva, muy buen docente. “Alfredo ha sido uno de los mejores profesores que he tenido durante la carrera, se notaba mucho que le encantaba dar clases y además explicaba su temario muy bien”, asegura Elena.

David Villa lo tuvo como profesor en los 90, durante la etapa de Aznar: “Iba con dos escoltas por la facultad y saludaba a todos los alumnos por los pasillos. En clase era muy didáctico. Yo como era de juventudes socialistas alguna vez hablé del partido con él después de clase”.

Esa es otra de las cualidades que más destacan estos alumnos: lo fácil que era acercarse a él. «Estaba accesible para nosotros en todo momento si se encontraba en la facultad. Era muy sencillo pasar tiempo hablando con él, tenía interés en saber lo que opinábamos sobre la universidad y cómo nos iba en el resto de asignaturas», cuenta Pérez. “Lo que más me sorprendió fue la facilidad con la que podías contactar con él. Él era una persona bastante ocupada y siempre sacaba tiempo para sus alumnos”, recuerda Caballero en la misma línea.

Rubalcaba no hablaba allí de política. Tenía separadas, como él mismo decía, sus dos vidas. «Solo la utilizaba para hacer pequeños chistes entre el temario, o alusiones vacías en contenido para amenizar la clase. Hablaba más de fútbol, incluso. Aunque hasta para esto era moderado», se ríe Víctor.

Fue ministro del Interior, de Educación, de Presidencia. Sus decisiones influyeron en la vida de millones de españoles. También ahora en la de sus alumnos. Para Elena Caballero, él “asentó las bases” para que ella se quiera dedicar ahora a la Química orgánica. Víctor Pérez recuerda las palabras que le ayudaron a salir de una mala racha.

En el despacho de la Complutense, Rubalcaba tenía colgada una foto en grande del grupo socialista aplaudiendo. Era su ovación de despedida en el Congreso. Allí hoy, en el centro de su otra vida, ha recibido la última. “Descanse en paz, profe”.

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