Las mujeres, aliadas esenciales para acabar con el hambre y las guerras
El 70% de los conflictos en el mundo tienen su origen en la inseguridad alimentaria, según asegura Acción contra el Hambre. Así, aunque las guerras pueden provocar que la población pase hambre, la falta de alimento también puede llevar a que surjan conflictos armados.
El 70% de los conflictos en el mundo tienen su origen en la inseguridad alimentaria, según asegura Acción contra el Hambre. Así, aunque las guerras pueden provocar que la población pase hambre, la falta de alimento también puede llevar a que surjan conflictos armados. En 2018, 113 millones de personas vivían en 53 países con una situación de crisis alimentaria y de ellos 74 millones estaban en 21 países en situación de conflicto, con Yemen, República Democrática del Congo y Afganistán a la cabeza de las principales crisis alimentarias del mundo.
Contra esto tratan de luchar las organizaciones humanitarias, que cada vez encuentran más trabas para hacer llegar su ayuda a los lugares que la necesitan, según denuncia Manuel Sánchez Montero, director de Incidencia y Relaciones Institucionales de Acción contra el Hambre, en un desayuno informativo ante varios periodistas.
En esa lucha por conseguir llevar ayuda humanitaria a los países en guerra, en Acción contra el Hambre se han dado cuenta de que “la aliada esencial para poder revertir el hambre” es la mujer.
¿Qué papel juega la mujer?
Las mujeres tienen una relación directa con la reducción del número de conflictos y de la inseguridad alimentaria, asegura Sánchez Montero. Aunque a menudo son presentadas como víctimas de primer nivel, las mujeres pueden asumir un papel protagonista en la prevención de conflictos, pues a menudo asumen de manera repentina el liderazgo del hogar por la muerte o el reclutamiento de los hombres.
“Este cambio en los roles de género tradicionales comportan una restructuración económica y social que a largo plazo podría ser beneficiaria para la equidad de género y la seguridad alimentaria”, explica Sánchez Montero.
En los países de desarrollo, las mujeres producen entre el 70% y el 80% de los alimentos, por lo que pueden ser la clave en los conflictos que se deben a la competición por la tierra, el agua u otros recursos de producción.
La ayuda a mujeres, una inversión rentable
Por estos motivos, las organizaciones que se encargan de llevar ayuda humanitaria a países en conflicto han comenzado a centrar parte de sus esfuerzos en las ayudas dirigidas a mujeres.
“Entre el 50% y el 70% de los microcréditos y otro tipo de apoyos financieros a mujeres acaban teniendo éxito”, asegura Sánchez Montero, que señala que estas cifras no se igualan en proyectos destinados a otros grupos de población. Por eso, considera que dedicar dinero a los proyectos de mujeres no es simplemente rentable, sino que además “es una inversión que salva vidas”.
Para lograr el desarrollo de los negocios y proyectos de las mujeres en lugares como Siria, Nigeria y Yemen, Acción contra el Hambre, igual que otras ONG, han comenzado a dedicar parte de sus recursos a darles no solo apoyo financiero, sino también formación y acompañamiento técnico. De esta manera, mujeres que han quedado como cabezas de familia reciben ayuda no solo para financiar su negocio, sino para aprender a gestionarlo de una manera que resulte rentable.
El hambre como arma de guerra
Para acabar con el hambre en situaciones de conflicto, Acción contra el Hambre pide que se desarrollen mecanismos para que se cumpla la resolución 2417 de la ONU, que condena el uso del hambre como arma de guerra y considera ilegal negar el acceso humanitario a la población civil que necesita ayuda.
A menudo, en los conflictos se queman campos de cultivo, se bombardean pozos y establos y se impide la llegada de ayuda humanitaria a las poblaciones más necesitadas. Por eso, desde Acción contra el Hambre piden que haya “mecanismos de sanción proporcionados y efectivos para este tipo de prácticas” que permitan llevar ante la ONU lo que consideran que debería ser tratado como un crimen de guerra.
En este sentido también piden que se acabe con la criminalización de las organizaciones humanitarias, a quienes diferentes actores acusan en numerosas ocasiones de trabajar con organizaciones terroristas y que a menudo ven impedido su trabajo en las zonas donde el hambre afecta a la población.