Trump regala briconsejos mientras los Demócratas prefieren volar bajo
El optimismo de Trump choca con la desesperación de sus mejores asesores mientras el Partido Demócrata aguarda el desarrollo de la pandemia sin hacer aspavientos.
Hace unos días Kyle Pope, decano de la Columbia Journalism Review y una de las personas que vela por la buena praxis periodística en los Estados Unidos, publicó un editorial explicando la mejor manera de cubrir la crisis sanitaria, económica y social provocada por el coronavirus. Su segundo consejo era sencillo: no dar cancha a Donald Trump. Informar de sus decisiones sí, por supuesto, pero sin obsesionarse con sus declaraciones, tuits o patinazos.
Pope, al que por supuesto no se le ha hecho demasiado caso, demostró que tenía razón cuando se supo que en Arizona un tipo había fallecido tras ingerir el líquido que utilizaba para limpiar la pecera. Por lo visto, dicho líquido tiene el mismo componente activo que un medicamento recomendado por Trump como posible remedio casero frente al virus. “Si queréis podéis pedírselo a vuestro médico de cabecera, ¿qué tenéis que perder?”, espetó durante una de sus ruedas de prensa.
HYDROXYCHLOROQUINE & AZITHROMYCIN, taken together, have a real chance to be one of the biggest game changers in the history of medicine. The FDA has moved mountains – Thank You! Hopefully they will BOTH (H works better with A, International Journal of Antimicrobial Agents)…..
— Donald J. Trump (@realDonaldTrump) March 21, 2020
Aunque muchos medios se hicieron eco del briconsejo para criticarlo y aclarar que las autoridades sanitarias no han dado garantías de la efectividad del remedio casero, la repercusión hizo que llegara a muchos hogares que sienten adoración por el Donald. Y claro. La señora del muerto, por ejemplo, comentó que tanto ella como su marido habían escuchado al presidente con atención antes de decidir mezclar el líquido con refresco y beberlo.
Frente republicano
Vaya por delante que Trump jamás ha sugerido tomar líquido de pecera como forma de combatir el coronavirus. Sin embargo, la recomendación de aquel medicamento fue la enésima demostración de que el presidente habla más de la cuenta. Y es una demostración, no una impresión, porque empieza a ser común ver al Donald hacer comentarios que son inmediatamente matizados por Anthony Fauci, uno de los epidemiólogos más prestigiosos del país y el principal asesor de la Casa Blanca en esta cuestión. Unas correcciones, por cierto, que están empezando a minar la moral de Fauci, tal y como dejó entrever en una entrevista publicada el fin de semana en la revista Science.
El último desencuentro entre la comunidad científica y Trump tuvo lugar este martes, cuando el presidente declaró que le encantaría tener el país listo para hacer vida normal en un par de semanas. “Podemos mantener la distancia social mientras vamos al trabajo”, dijo. No fue un comentario tan radical como aquel que decía que los abuelos estadounidenses igual tienen que plantearse el sacrificio para evitar una debacle económica que nuble el futuro de las próximas generaciones (un Republicano de Texas dixit), pero iba en la misma línea.
Sin embargo, los expertos no lo ven. Con más de 50.000 infectados en todo el país, casi 800 muertos, el gobernador de Nueva York pidiendo 140.000 camas de hospital (ahora mismo no tiene ni la mitad) y la Organización Mundial de la Salud advirtiendo que los Estados Unidos pueden convertirse en el nuevo epicentro de la pandemia, un sinfín de científicos y médicos han advertido al Donald que se prepare, que la cosa va para largo. De modo que el propio Fauci se ha visto obligado, una vez más, a realizar malabares. Tras la declaración del presidente salió a la palestra para decir que quizás, si todo va bien, dentro de algunas semanas aquellas zonas del país que no hayan tenido un gran número de contagios podrían regresar a la normalidad de forma gradual mientras que otras, como Nueva York, deberán mantener el cierre más tiempo.
Las prisas de Trump por volver a poner el país en marcha tienen una explicación: la economía. El Donald se jacta, no sin razón, de que bajo su mando la economía del país ha ido bien. Este era, de hecho, uno de sus argumentos de cara a las elecciones presidenciales que, si la cosa no se tuerce demasiado, tendrán lugar en noviembre. Un argumento que el coronavirus acaba de hacer añicos, claro. Hoy por hoy las previsiones son siniestras: crisis sectoriales brotando como champiñones, unos mercados financieros desbocados y, a consecuencia de todo ello, un paro galopante.
Por eso, precisamente, esta madrugada los Republicanos han logrado acordar con los Demócratas el mayor plan de estímulo económico jamás firmado en la historia del país: más de dos billones de dólares destinados a las empresas y los ciudadanos más afectados por el parón del país. Aunque el plan todavía debe ser votado, todos en Washington asumen que antes de que termine la semana estará listo para servir.
Frente demócrata
En la trinchera del Partido Demócrata no ha ocurrido gran cosa desde la semana pasada. Esto se debe a tres factores. El primero es que buena parte de las primarias estatales que estaban previstas para estos días han sido pospuestas debido al tema de marras. El segundo es que los famosos rallies –baños de masas, para entendernos– que tanto le gustan a Bernie Sanders y en menor medida a Joe Biden no se están celebrando por razones obvias. Y el tercero es el coronavirus como tal; existe cierta prudencia a la hora de criticar la gestión de la Casa Blanca porque nadie quiere dar la impresión de estar sacando rédito de una desgracia nacional en un país tan patriota como los Estados Unidos. Sí, hay algunos grupos activistas afiliados a los Demócratas que están metiendo anuncios en la tele y en redes sociales para recordar a la población que quizás no están en las mejores manos. Pero en líneas generales el perfil es bajo.
En términos puramente electorales, la nueva fecha a tener en cuenta es el 2 de junio. Diez estados, además del Distrito de Columbia, planean celebrar sus primarias entonces. Y entre esos diez estados se encuentran Ohio –que tenía que haberlas celebrado la semana pasada– y Nueva Jersey; dos lugares con muchos delegados a repartir entre Sanders, que todavía no se ha retirado pese a tenerlo muy crudo, y Biden. Las previsiones dicen que Biden quedará por delante de Sanders, que este tirará por fin la toalla y que la Convención Nacional Demócrata que se celebrará a mediados de julio pondrá de manifiesto a un Partido Demócrata unido tras un único candidato. Pero ya veremos.