¿Enfermedad o hambre? Venezuela vive una cuarentena sin comida en la nevera
Con un sector privado disminuido, un acceso al crédito restringido, una escasez general de gasolina y cero ingresos petroleros, la situación para Venezuela se complica
«Primo sé que esto está difícil para todos, pero… me podrías prestar algo de dinero? Es que me quedé sin comida». Guillermo nunca había llamado a su primo que vive en Argentina para pedirle nada. Sin embargo, en este momento fue la única opción que se le vino a la mente.
Prefirió escribirle un mensaje para evitar la vergüenza de que escuchara su voz. No sabía si en una llamada podría encontrar las palabras para decirle lo que le pasaba. En medio de la cuarentena, Guillermo no ha podido salir a «rebuscarse» comprando y vendiendo cosas por allí. Sin eso no tiene dinero para comprar comida.
Aunque tiene un sueldo por el Ministerio de Educación de Venezuela, de allí no recibe más que cerca de 5 dólares al mes. Con una Canasta Alimentaria que, según el Centro de Documentación y Análisis para los Trabajadores (Cenda), se ubicó en marzo en 355 dólares, su sueldo mensual no le alcanza para que su familia coma ni un día.
A pesar que la pandemia es un mal que está viviendo el mundo entero, no en todos los países se vive igual. Venezuela ya cumple más de un mes en cuarentena con una población que logra sobrevivir del día a día.
Con una economía en recesión desde hace más de 7 años y una hiperinflación que, según el FMI podría cerrar el año en 15.000%, la realidad del venezolano en medio de la cuarentena puede ser catalogada de catastrófica.
Tras 40 días de «cuarentena social y voluntaria», la nevera de muchas familias están vacías. Salir a la calle a trabajar «de lo que sea» pasa por asumir el riesgo de contagiarse con COVID-19.
Sin embargo, ante el hambre en la casa, muchos deciden salir a buscar comida, así sea saqueando.
No todos ven Netflix
La imagen del Quédate en Casa y mira tus series favoritas en Netflix no es para todos. En Venezuela más de la mitad de la población vive del trabajo informal. En muchas casas se come con lo que se logra vender en el día a día.
Según la consultora Datos, un 50% de los venezolanos pertenece al sector informal de la economía. Sin embargo, esto no implica que el otro 50% que trabaja en empresas públicas o privadas pueda sobrevivir del sueldo. El mismo estudio señala que 33% de la población asegura que tiene un trabajo extra para generar ingresos.
Esto implica que un 88% de los trabajadores venezolanos realmente vive de los trabajos informales o extra que le genera un mayor ingreso, o lo que es más importante aún, le genera unos ingresos en dólares, la moneda que realmente vale algo en una economía como la venezolana.
La misma encuesta realizada por el Gobierno de Maduro revela que el teletrabajo no es opción para la mayoría de los venezolanos. Según los datos del Sistema Patria, solo el 31% de los encuestados señaló que trabajaba a distancia.
En medio de la cuarentena y el distanciamiento social, gran parte de estos trabajos informales que aseguraban la comida en la mesa ya no son posibles de realizar. Además, quienes se saltan la cuarentena y salen a vender productos en la calle, se encuentran con otra la realidad. El flujo de personas que desea o puede comprar no es el mismo.
El dólar el protagonista de las transacciones
Con una moneda nacional en coma y con pocas esperanzas de sobrevivir, el dólar se ha convertido en el protagonista de las transacciones en Venezuela.
Según el último estudio publicado por la consultora venezolana Ecoanalítica, el 64,3% de las transacciones en Venezuela se paga mediante divisas, siendo el dólar, la principal moneda de cambio en el país caribeño.
Los precios de los productos también se marcan en dólares y su valor, en algunas ocasiones, incluso supera el precio de los referentes internacionales. Por esta razón, conseguir dólares en Venezuela es vital para poder sobrellevar la nueva dinámica nacional.
Con un sueldo mínimo que apenas llega a 1,3 dólares, el venezolano mira en la informalidad la opción que necesita para transar con divisas. Así pueden entrar en la dinámica de cobrar en dólares.
Sin embargo, el flujo de ingresos dolarizados también viene de vías externas. El enorme éxodo venezolano (4 millones de personas) ha generado un impulso en el flujo de remesas que entran al país y que logran mantener la mesa de muchas familias.
En 2019, se estima que en el país entraron 3.400 millones de dólares por concepto de remesas, y para 2020 se esperaba que esta cifra se ampliara a 4.000 millones de dólares. Sin embargo, la pandemia por COVID-19 ha cambiado esta perspectiva radicalmente.
Según los datos manejados por Econalítica, se podría esperar una caída de 50% en la proyección de remesas. En el mejor de los casos, en Venezuela entrarían tan solo $2.000 millones.
La razón para esta enorme caída en las remesas se evidencia en la frontera venezolana. La imagen de miles de venezolanos entrando nuevamente al país no es una muestra de que la economía está mejor en Venezuela, sino de que la crisis también cerró opciones para muchos fuera de la frontera venezolana.
La pandemia de la COVID-19 está ocasionando, según el FMI, una recesión comparable con la Gran Depresión de 1929. El desempleo aumenta a pasos agigantados y los empleos de muchos migrantes son los primeros en recortarse.
A juicio del director de Ecoanalítica, Asdrúbal Oliveros, la estimación de una caída de apenas 20% en las remesas mundiales se queda corta para el caso venezolano. El drama inicia cuando los hijos de las personas de tercera edad, quienes solo reciben una pensión de 1,3 dólares al mes, dejan de enviar dinero para comida.
Un dólar en ascenso y bonos inservibles
En medio de la cuarentena y de una economía que se mueve en divisas, el precio del tipo de cambio se ha disparado, tanto en el mercado paralelo, como en la tasa oficial publicada por el Banco Central de Venezuela.
Desde el inicio de la cuarentena en el país, el pasado 17 de marzo, el precio del tipo de cambio se ha disparado un 153%. La pandemia y la paralización de la economía por la cuarentena han hecho que el Gobierno vuelva a inyectar liquidez en el mercado monetario, lo cual se traduce en una escalada del precio del dólar.
En el peor momento de la industria petrolera, sacar efectivo de la industria estatal Petróleos de Venezuela (Pdvsa) ya no es algo que pueda hacer el Gobierno. Por el contrario, necesita de forma acelerada inversión en el sector para poder recuperarse, algo que no se espera, al menos en el corto plazo.
Entonces, la Administración de Maduro ha recurrido a la emisión de moneda inorgánica, lo que inyecta una gran cantidad de bolívares a una economía sedienta de dólares. Si tomamos en cuenta que los dólares también son escasos, entonces la ley de oferta y demanda juega en conjunto para disparar el precio de la divisa. Y también de la inflación.
En marzo la liquidez monetaria aumentó un 21,34%. Para el mes de abril el panorama no ha mejorado. El Gobierno podría inyectar al menos 20 billones de bolívares al sistema para cubrir los próximos bonos, por lo que el precio del dólar seguirá en aumento.
Sin embargo, la inyección de bolívares en la economía para cubrir bonos tampoco representa un alivio importante para las familias venezolanas. El último bono otorgado fue de $2 al cambio.
Sobrevivir sin créditos
En medio de la pandemia, la opción de sobrevivir el peor momento a través de créditos no es una opción ni para el Gobierno de Maduro, ni para las empresas privadas, ni para el ciudadano venezolano. Mientras otros países esperan por un financiamiento del Fondo Monetario Internacional, para Venezuela esta no es una opción.
El Gobierno ya solicitó un crédito al FMI por 5.000 millones de dólares que le fue rechazado prácticamente de forma inmediata. La razón principal que esgrimió el Fondo fue la falta de reconocimiento del Gobierno de Maduro por parte del organismo. Sin embargo, el FMI tampoco reconoce como presidente del país al parlamentario venezolano, Juan Guaidó.
Además de esto, Venezuela es un país que está en default desde 2018 y que tiene cerradas las puertas de financiamiento en el exterior.
Dentro de casa la situación es similar. Ni las empresas ni los ciudadanos venezolanos tienen las opción de acudir a la banca privada en busca de créditos que le permitan trazar un plan de acción para los meses por venir.
Desde finales de 2018, el Gobierno de Maduro mantiene un fuerte encaje legal a la banca que hace del crédito un sueño lejano para los venezolanos. Esto significa que solo 7% de los ahorros de la banca puede ser otorgado en créditos.
La tarjetas de crédito que se usan en cualquier país para cubrir gastos en momentos tan complicados como el actual, se han convertido en solo un recuerdo del pasado entre los venezolanos.
Desempolvan la Ley de Precios Justos
En medio del repunte del dólar y de la inflación en el país, el Gobierno de Maduro se ha propuesto dar una respuesta de lo que sucede a la población. Al crear un «plan para la contención de la especulación», Maduro pretende culpar nuevamente al sector privado de la falta de comida en las neveras de los venezolanos.
De esta manera, el régimen desempolvó la Ley de Precios Justos y ordenó la ocupación de la empresa de alimentos Coposa y la supervisión de las ventas de Empresas Polar, Plumrose y el matadero de Turmero, de las principales en el país.
Las declaraciones de la vicepresidenta Delcy Rodríguez sobre un «despliegue cívico militar» con la finalidad de «proteger los derechos» y corregir «las distorsiones» en la estructura y cadena de costos forman parte de un discurso que muchos empresarios habían pensado ya había quedado en el pasado.
Las fiscalizaciones de las empresas de alimentos habían cesado en el último año. Se había creado una ilusión de flexibilización de precios por parte del régimen que muchos empresarios aplaudieron.
Sin embargo, el repunte que ha registrado el precio del dólar desde el inicio de la cuarentena condujo a que el Gobierno tomara de nuevo la carta de la Ley de Precios Justos que tenía debajo de la manga. Con esto, el Gobierno intenta controlar una economía que, según el FMI, cerrará el 2020 con una hiperinflación de 15.000%.
La medida ya fue repudiada por la mayor empresa de alimentos de Venezuela, Empresas Polar. Su presidente, Lorenzo Mendoza, ha dejado claro en un comunicado que la compañía no puede mover «ni un kilo» de nada porque el Gobierno la tiene controlada.
¿Qué pasara con los controles? Los analistas apuntan a que llegará la escasez. Venezuela ya vivió un periodo de colas y escasez de alimentos que podría repetirse en este momento.
Los controles de precios siempre terminan en escasez, mercados negros, revendedores (bachaqueros), colas… Y en estas condiciones en la destrucción del poco sector privado que queda de pie. #PobrePaís
— Asdrúbal R. Oliveros (@aroliveros) April 24, 2020
La escasez llega primero con la gasolina
En Venezuela no hay gasolina. La escasez es tan alta que solo 0,23% de las estaciones tiene un flujo contante del mismo.
Por mucho tiempo la capital venezolana se había salvado de una escasez de combustible que la mayoría de los venezolanos en el resto del país viven desde hace más de un año. Pero en medio de la cuarentena, el escenario ha cambiado.
La escasez generalizada de combustible en Venezuela coincide con el inicio de la pandemia por COVID-19 y el decreto de cuarentena en el país. Sin embargo, el virus que tiene al mundo paralizado solo es la cereza del pastel del grave problema que enfrenta la industria petrolera venezolana.
Con una producción petrolera en picada, una enorme caída en los precios del crudo y unos socios estratégicos que abandonan el barco, la empresa estatal Pdvsa se encuentra en su peor momento.
En Venezuela, la falta de gasolina también genera hambre. Tanto la industria como los productores del campo denuncian que no tienen forma de transportar sus productos a una población que necesita comer.
Según el presidente de la federación de agricultores Fedeagro, Aquiles Hopkins, la situación en el sector agrícola es alarmante por la falta de gasolina. Por ejemplo, los andes venezolanos han reportado pérdidas en sus cosechas de hortalizas porque no han podido transportar sus productos.
De hecho, en el estado andino de Trujillo, la semana pasada los productores cargaron sus hortalizas en cerca de 90 mulas. Fue la única que encontraron para bajar a la ciudad y vender su producción en un mercado local de mayoristas.
Con hambre y sin dinero… ¿empiezan los saqueos?
Al conteo del número de casos de COVID-19 en el país, también se le está sumando el caso de saqueos por distintas regiones del país caribeño.
Durante la última semana se han registrado saqueos en cinco estados del país: Bolívar, Sucre, Monagas, Miranda y Nueva Esparta. Aunque la mayoría fueron en locales comerciales, en la isla de Margarita el saqueo se generó en un reconocido hotel de la entidad.
En medio de estos disturbios se han reportado detenciones y lesionados. Sin embargo, la temporada de saqueos no ha podido ser frenada y día a día se reportan nuevos casos.
De acuerdo con el Programa Mundial de Alimentos de Naciones Unidas, uno de cada tres habitantes de Venezuela se encontraba en situación de inseguridad alimentaria antes del inicio de la pandemia. La situación se espera que se agrave más en medio de la pandemia.
La salida para el entramado de la crisis venezolana no parece sencilla. Mientras la instauración de un gobierno de emergencia, que abra la posibilidad de financiamiento externo, es la bandera de la oposición venezolana, el régimen de Maduro no ha mostrado ninguna intención de tomar esta opción como una medida viable.
Con un sector privado disminuido, un acceso al crédito restringido, una escasez general de gasolina y cero ingresos petroleros, la situación para Venezuela se complica aún más. En este maremoto de la COVID-19, muchos venezolanos se encuentran sin barco ni salvavidas al que sujetarse.
Este artículo fue publicado originalmente en El Estímulo.