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Temporada de huracanes

Las protestas de Portland por la muerte de George Floyd se han recrudecido tras la llegada de un centenar de agentes federales (hay más en camino) a la ciudad. ¿Qué pretende Trump con este despliegue?

Temporada de huracanes

Carlos Barria | Reuters

Ya se ha presentado en sociedad, un poco antes de lo previsto, el primer huracán de la temporada. Se llama Hanna y tocó tierra en el sureste de Texas el 25 de julio hacia las diez de la noche. Al ser un huracán de Categoría 1 el desastre ocasionado no ha sido gran cosa: los daños materiales se han registrado en un área muy concreta, la ciudad de Corpus Christie, y tres de los cuatro muertos que ha dejado hasta la fecha fallecieron al sur de la frontera, en territorio mexicano. Así que, visto lo visto, Donald Trump[contexto id=»381723″] puede tachar a Hanna de su lista de preocupaciones y volver a centrarse en otros frentes.

Frente republicano

Frentes como el de Portland, por ejemplo, donde las protestas por la muerte de George Floyd, que nunca se apagaron del todo, han vuelto a subir de nivel tras la llegada de un montón de agentes federales a la ciudad. La misión de estos agentes, que se desplegaron por esos lares hace unas semanas, consiste en proteger edificios gubernamentales como los juzgados que se encuentran en pleno centro de la ciudad.

El problema es que la presencia de los agentes federales, lejos de calmar los ánimos del personal, ha convertido las protestas en enfrentamientos. ¿Por qué? Pues en opinión del Donald el porqué se encuentra en la naturaleza de los manifestantes: anarquistas violentos que aman el caos y que ante la presencia de agentes federales, la figura más odiada por semejante muchedumbre, no podrían contenerse. Sin embargo, en opinión de los políticos locales el aumento de las tensiones tiene que ver con la actitud de los agentes. Según ellos la fuerza federal desplegada está preparada para lidiar con terroristas, narcotraficantes, asesinos en serie y otros delincuentes profesionales de alta gama. No para lidiar con grupos de manifestantes que tienen las emociones por las nubes.

Temporada de huracanes 1
Imagen: Caitlin Ochs | Reuters

Sin estar allí las evidencias que a uno le van llegando sugieren que, si bien hay manifestantes en Portland muy por la labor de enfrentarse a las autoridades y de okupar edificios gubernamentales, no es menos cierto que a estos agentes lo de torear con la mano izquierda les suena a chino. Que se lo pregunten al alcalde de la ciudad, Ted Wheeler, cuando se acercó a hablar con los manifestantes la semana pasada. Su intención, por lo visto, era marchar pacíficamente junto a sus conciudadanos. Lo que se llevó, en cambio, fue una buena ración de gas lacrimógeno.

Además, sucede otra cosa: lo que está ocurriendo en Portland no se ha quedado en Portland. En otras ciudades como Seattle, Austin o Aurora, ciudades en donde ya no se estaba protestando por nada, muchos han salido a la calle para solidarizarse con quienes pelean en Portland y, en algunos casos, para emular la belicosidad de aquellas protestas. ¿El resultado? Disturbios, al menos un muerto y un plan para desplegar más agentes federales a lo largo y ancho del país. (La Casa Blanca sostiene que buena parte de esos agentes federales terminará “combatiendo el crimen” en diversas ciudades y que su despliegue no tendrá nada que ver con las protestas.)

Varios comentaristas políticos estadounidenses consideran que, con esta actitud, Trump está intentando dos cosas. La primera: desviar el foco de otros problemas mucho más incómodos para él como, por ejemplo, el coronavirus y sus efectos sobre la economía. La segunda sería tratar de erigirse, una vez más, como capitán al mando; como la alternativa a esas hordas de criminales que, como señala uno de sus últimos anuncios de campaña, podrían multiplicarse bajo la presidencia de Joe Biden.

 

Frente demócrata

En Casa Biden, mientras tanto, se han llevado las manos a la cabeza porque el tipo declaró que Trump es el primer presidente racista de los Estados Unidos. El candidato del Partido Demócrata soltó la astracanada durante un encuentro virtual tras ser preguntado por una mujer que qué opinaba de que Trump siguiese culpando a Asia por la pandemia.

Biden contestó como sigue: “Ningún presidente ha hecho algo así antes. Nunca, nunca, nunca. Ningún presidente del Partido Republicano ha hecho algo así. Tampoco ningún presidente del Partido Demócrata. Hemos tenido racistas, han existido entre nosotros, y han intentado salir elegidos presidente. Pero él es el primero que lo consigue”.

Temporada de huracanes 2
Imagen: Jonathan Ernst | Reuters

Hombre, Biden, hombre. Dejando a un lado los doce presidentes que tuvieron esclavos, basta centrarse en líderes como Andrew Jackson o Woodrow Wilson para entender que te has venido arriba. Que le pregunten a los nativos norteamericanos qué tal Jackson. Y qué decir del camarada Wilson; alguien que volvió a implantar políticas de segregación racial en las instituciones y que simpatizaba con el Ku Klux Klan.

Curiosamente, días antes de la declaración de marras, y ante los números que ofrecen las encuestas, varios medios de comunicación se dedicaron a elaborar listas de factores que podrían dar la vuelta a la tortilla y hundir la popularidad de Biden. Uno de los factores señalados era –adivina adivinanza…– hablar más de la cuenta. Pues eso.

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