José Virtuoso (UCAB): «Hay que reagrupar fuerzas, Venezuela tiene que seguir adelante después del 6D»
El rector de la Universidad Católica Andrés Bello, historiador, politólogo y activista social, José Virtuoso, traza un diagnóstico descarnado y realista acerca de la situación actual de Venezuela. En el último semestre, la dictadura chavista encabezada por Nicolás Maduro se ha radicalizado y sigue en su empeño con todas sus fuerzas, dispuesta a aniquilar a la oposición política y perpetuar su modelo a través del Partido Socialista Unido (PSUV), advierte en entrevista vía Zoom con El Estímulo y The Objective.
«En la medida en que se agrava el conflicto político se agrava también la situación del país, porque las reacciones y acciones que va emprendiendo el gobierno de Maduro en el Estado venezolano buscando posicionarse en el poder, controlar el poder, no hacen más que continuar en ese proceso acelerado de destrucción nacional. Ese es el contexto en el que lamentablemente estamos», dice el rector de la UCAB, hoy por hoy la universidad más prestigiosa y reconocida de Venezuela y una de las pocas del país que figura en los rankings de América Latina.
“En lenguaje llano -y para que nos entendamos-, a mi modo de ver, esto claramente es una dictadura”, dice este doctor en Historia de las Ideas Políticas de Venezuela por la Universidad Católica Andrés Bello (2003) y licenciado en Ciencias Políticas por la Universidad Rafael Urdaneta, del Zulia.
«El conflicto se ha agudizado. La búsqueda de una salida democrática, constitucional pacífica y negociada por la vía electoral prácticamente se ha mandado a un lado. No han valido ni siquiera los esfuerzos hechos por la Unión Europea para postergar el proceso electoral», dice al observar que se intentó sin ningún éxito ayudar a crear una suerte de ínterin, de paréntesis que permitiera una negociación de las condiciones políticas, no solo electorales.
Más allá de la política
«Esta imposición por parte de un gobierno con claras tendencias totalitarias genera mucha más crisis, no solamente por un conflicto entre actores políticos», señala.
«Porque en el fondo lo que está es un país que se hace mucho mas inviable, donde se profundiza la tragedia de los venezolanos (…) un país sin gasolina, sin electricidad, petróleo sin los servicios básicos, en un proceso inflacionario que destruye cualquier posibilidad de condiciones de vida mínimamente aceptables».
Advierte que no ahora mismo no hay expectativas de cambio, por lo que la crisis se extiende. «Un gobierno democrático y una institucionalidad rescatada, o al menos un proceso de transición a la democracia, aceptado a nivel internacional e interno, es lo que daría posibilidad de articular articular esfuerzos, de que entre capital nuevo al país, tengamos inversiones externas y haya apoyo internacional», advierte.
La respuesta que da Maduro para perpetuarse en el poder en este escenario es su llamada Ley Antibloqueo, que se apresta a imponer a través de la Asamblea Constituyente creada en 2017 para usurpar las funciones del parlamento opositor y aniquilar sus funciones.
Esa ley, señala Virtuoso, ha sido cuestionada hasta por importantes voceros del chavismo, que incluso pertenecen al entorno de Maduro, o de los que han roto con Maduro.
«Ha habido un cuestionamiento, porque esa ley inconstitucional. Fundamentalmente le deja las manos totalmente libres al Ejecutivo Nacional para desarrollar distintos tipos de contratos, disponer y privatizar empresas públicas sin ninguna trasferencia ni control. Estaríamos yendo a un régimen al estilo ruso, en el que prácticamente el Estado dispone el manejo de la economía con un conjunto de empresarios, del ámbito nacional e internacional, y sin ningún tipo trasparente de control», observa.
Un referente en el salón
Virtuoso es un intelectual y a la vez activista social que conoce de cerca los estratos más pobres de Venezuela, donde ha trabajado con el Centro Gumilla (centro de investigación y acción social de los jesuitas en Venezuela- desde 1996 al 2002, y entre 2007 y en 2010). Es rector de la UCAB desde hace 10 años, en los que desde primera fila ha estudiado los movimientos de la alta política venezolana y es una referencia de consulta en las filas de la oposición.
Insiste en que es importante el diagnóstico, saber en qué lugar está Venezuela para poder emprender y coordinar acciones y enfrentar a este monstruo.
«Es ciertamente una dictadura totalitaria. Intenta meter a todo el mundo en medio de una corriente, de una forma de pensamiento, elimina los distintos espacios de libertad de pensamiento, conciencia, actuación, a través de una suerte de monolitismo ideológico, que además tiene una alineación clara con la égida cubana», define.
En medio del deterioro de las condiciones sociales, económicas y políticas del país, de la inminente imposición de una nueva Asamblea Nacional con total dominio de Maduro y el PSUV, se espera el agravamiento del escenario futuro.
«Tenemos que ser muy claros en el diagnostico: no nos podemos engañar con el diagnóstico de un presente que es calamitoso. La tragedia humana y social que vivimos es muy angustiante para la gran mayoría de los venezolanos. A la luz de hoy, lo que tenemos es un gobierno que es una dictadura represiva y con elementos de totalitarismo, que domina e impera», dice.
«Lo que realmente tenemos que trabajar y desarrollar es por dónde pueden venir las posibilidades de cambio, las alternativas de futuro. El hecho de que no las tengamos claras hoy no quiere decir que no las haya. Lo último que podemos perder los venezolanos es la capacidad de soñar, de pensar, idear, imaginar».
«Lo peor que le puede pasar al pueblo venezolano es naturalizar su tragedia, decir que ya peor no podemos estar, que esto no tiene salida, simplemente resignarse y cuando podamos hacer algo nos vamos de este país. El día que esto nos pase como sociedad se perpetuó la dictadura en manos de este gobierno o del que venga, y evidentemente eso no puede ser», afirma.
«Hay mucha energía, mucho entusiasmo, mucha resistencia interna, moral, de personas y grupos. El primer gran reto que tenemos los venezolanos es rearticularnos en una estrategia de cambio en el nuevo contexto. Creo que es necesario evaluar lo que nos ha pasado, pues las estrategias no han resultado exitosas. Eso hay que evaluarlo».
Virtuoso puntualiza que hay una serie de causas «que provienen del monstruo que estás enfrentando. Pero también tendrías que preguntarte de este lado (de la oposición), efectivamente, qué es lo que no hemos hecho bien de lo que nos hemos planteado, dónde hemos errado en el cálculo», dice en su crítica.
«Esa evaluación serena hay que hacerla y sobre esa evaluación reagruparse en torno a una estrategia de cambio que responda a estas condiciones de contexto, de un gobierno como el de Maduro. Una estrategia que, lo hemos visto, tiene que partir de la debilidad de las fuerzas de oposición. Hay que ser consientes de dónde estamos. Y los que son dirigentes sufren el duro rigor del embate de todas las fuerzas» (del chavismo).
Vidrios rotos
La oposición agrupada en los partidos políticos de Venezuela ha sido criticada internamente y por sus aliados en el exterior porque no ha sido capaz de mantenerse unida en medio de los embates del chavismo y de las estrategias de Maduro y las fuerzas militares que lo respaldan. Analistas políticos observan que en el pasado solo los procesos electorales medianamente competitivos, de los permitidos por el chavismo, unieron a líderes opositores en torno a una plataforma de campaña en pos del voto.
Cuando esas posibilidades electorales quedaron fuera del mapa, no hubo forma de articular un frente común.
Recientemente, Henrique Capriles, dos veces ex candidato presidencial, rompió con lo que quedaba de la aparente unidad opositora al llamar a votar en las elecciones del 6 de diciembre y a luchar por condiciones justas. Poco después tuvo que retirar su jugada al admitir que no hay condiciones.
Ya el frente de Juan Guaidó, el presidente del parlamento reconocido de forma nominal por unas 60 de mocracias de corte occidental como «presidente encargado del país», hasta que haya elecciones libres, había advertido que todo ese proceso era un fraude anticipado y no que no hay forma en tan corto plazo de conseguir un proceso justo.
Tras recapitular su posición, Capriles desapareció por completo del mapa, aunque se mantiene activo en las redes sociales, observan otros críticos
La alta jerarquía de la iglesia católica, a la que es muy afín a Capriles, también había rogado por un activismo más claro, al advertir que no era suficiente llamar a la abstención.
Desde el exterior, también sirvió de intermediario el canciller de la Unión Europea, Josep Borell, muy vinculado al PSOE, de Pedro Sánchez, quien junto a su vicepresidente Pablo Iglesias, de Podemos, apoyan al gobierno de Maduro en esta espinosa trama.
Ciegos, sordos y mudos
«El conflicto se ha agudizado, la búsqueda de una salida democrática, constitucional pacífica, negociada por la vía electoral, prácticamente se ha mandado a un lado», dice Virtuoso sobre los últimos acontecimientos.
«No han valido ni siquiera los esfuerzos hechos por la Unión Europea para postergar el proceso electoral. El eje de esa estrategia e intento estaba en crear una suerte de paréntesis, que permitiera una negociación bajo el tema de las condiciones políticas. Pero sabemos que no se reduce únicamente a las condiciones electorales, va un poco más allá», agrega.
En el pasado, Virtuoso ha expuesto sus dudas acerca de ese supuesto proceso de diálogo entre Maduro y algunos frentes opositores. Advertía que si eso fallaba y el gobierno renunciaba a esa puerta, «realmente está condenándose él y a la sociedad a entrar en una espiral de violencia indetenible”.
Y el gobierno ha renunciado a abrir esa posibilidad de entendimiento.
Cuando Capriles apareció con su propuesta, y se supo que había estado negociando con el gobierno, provocó revuelo en las filas de la oposición más radical. El propio gobierno se encargaría de lesionar más su imagen ante el picadero del circo de las redes sociales, al decir que el dos veces ex candidato presidencial se había reunido con el mismísimo Maduro.
Según otros analistas, estos daños colaterales son parte de lo que tendrá que restañar la oposición.
Capriles «convulsionó las aguas y eso fue un efecto terremoto. Creo que Capriles en la ola de ese llamado impulsa fundamentalmente este acercamiento al gobierno de Maduro, buscando abrir ese espacio para la negociación de condiciones», dice el rector sobre la inesperada movida.
«Hay que decir que Capriles fue arrojado e impulsó un esfuerzo importante (al insistir) en que no tenemos condiciones, en que compartimos que no los hay y vamos a tratar de luchar, de acercarnos al gobierno a ver si es posible presionar por unas condiciones electorales distintas».
«Una de las cosas que ha pasado es que no se puede decir que la oposición venezolana se ha cerrado totalmente a la posibilidad, incluso en medio de este proceso de tranca y cerrazón por parte del gobierno, a buscar un escenario distinto, a tratar de construir».
«El gobierno tenía muy claramente establecida su estrategia. Quizá pensó que podría ganar tiempo, aprovecharse de esa situación de alguna manera. Como resultado, el gobierno se ha mantenido tercamente en su actuación y los esfuerzos por lograr condiciones distintas no se han alcanzado, ni por el esfuerzo interno de un sector de la oposición encabezado por Capriles», recapitula.
«La verdad es que vamos a avanzar hacia un último trimestre de 2020 en el que el gobierno seguirá llevando con todo su vigor esta estrategia de posicionamiento, de control del espacio político venezolano», dice.
Invitados de piedra
“Al final no resultó», responde a la pregunta acerca de si el gobierno tomó a Capriles y al llamado de la Iglesia como tontos útiles.
«Hubo un llamado muy válido de la jerarquía de la Iglesia Católica señalando algo que estaba sobre la mesa. No basta con abstenerse ante este escenario. Los partidos agrupados en torno a Guaidó manifestaron públicamente su decisión de no participar en el proceso por calificarlo de fraudulento. La iglesia católica llamó claramente a que la abstención no era suficiente, temía el gran peligro de generar inamovilidad, de dejar sin salida a cualquier otro tipo de acción».
(Las gestiones de Capriles al menos ayudaron a la liberación de algunos presos políticos).
«Ciertamente, son unos riesgos muy serios comparado con lo que pasó en el 2005 y ha podido pasar en otros momentos», dice sobre la abstención a la que llamaron los partidos políticos ese año para las elecciones parlamentarias, en las cuales el chavismo obtuvo la totalidad de los escaños del Parlamento y otorgó poderes especiales a Hugo Chávez para gobernar por decreto, a través de las llamadas leyes habilitantes.
Otros analistas observan que, hoy día, en Venezuela sigue ocurriendo esa forma autocrática de gobernar. A través de su constituyente (que le atribuye poderes supremos, soberanos y originales), Maduro ejerce con decretos constitucionales y estados de excepción.
Cuando gane el Parlamento, en su esfuerzo por legitimarse, Maduro podrá desmontar esa Constituyente, en su esfuerzo por aprobar leyes que lo ayuden a atraer inversiones para reactivar la economía.
Pero expertos juristas advierten que ese formato legislativo no ofrecerá suficientes garantías a inversionistas provenientes de países democráticos.
Ley Antibloqueo
Con la excusa de responder a las medidas y sanciones de Estados Unidos contra la alta cúpula civil y militar del régimen chavista, Maduro impondrá una llamada «Ley Antibloqueo», que le permitirá flexibilizar ciertas inversiones de la mano de capitales privados amigos.
En definitiva, su escenario es muy racional, basado en las evidencias:
«Yo, como todos los venezolanos, he visto la agudización del conflicto político en Venezuela, especialmente en este ultimo semestre, que tiene que ver fundamentalmente con el empeño del gobierno de Maduro en terminar de despachar, de sacar a un lado a las fuerzas de oposición», resume de entrada.
«Para ello, se ha organizado un proceso electoral que, a todas luces, tiene cantado el resultado final, el cual no es otro que una Asamblea Nacional controlada totalmente por las fuerzas leales a Maduro, fundamentalmente por el PSUV».
«Es un escenario político donde, además, se ha buscado sacar de juego a los principales partidos políticos de la oposición. No solo sería una Asamblea Nacional controlada por el PSUV, sino también un entorno político en el que las principales fuerzas de la oposición quedan prácticamente fraccionadas, o divididas, destruidas», dice al recordar que en medio de este proceso ha ocurrido la intervención judicial de los principales partidos de la vida política venezolana, incluso algunos vinculados al gobierno.
«No aparece en el escenario un cambio político. Nos queda un trimestre y es obvia y clara la decisión de Maduro, que ha privilegiado frente a cualquier necesidad de relegitimación en el ámbito internacional, el mantenimiento, reposicionamiento y control del poder internamente».
Pero Virtuoso mantiene firme la esperanza activa, no en la acepción errónea de esperanza como sentarse a esperar que ocurra algo.
Dice que dentro de las filas de la oposición está en marcha un proceso para recomponerse en medio de las arremetidas de la dictadura.
Ese fin del mundo no existe
«Creo que hay que transmitir al mundo, a los venezolanos, que esta experiencia de confrontación al interior de la oposición, esta dispersión de fuerzas, desunión y rupturas que se han manifestado, fruto de la diversidad de opiniones, ha sido un momento trágico en medio de la terrible situación que vivimos», admite.
«Sin embargo, hay que transmitir con firmeza que sí hay movimientos en esa dirección. Tanto en el sector que lideriza el presidente Guaidó hay un esfuerzo por entender la situación actual y los puntos de vista de actores, como en el de Capriles y el de María Corina Machado».
Señala que dentro del chavismo hay sectores que también se sienten oposición y que no se pueden dejar de lado.
«Creo que sí viene un momento que se está preparando, está en la conciencia de todos para volver a reagruparse como una fuerza unida en torno a una estrategia. Lo que está en juego es cuál es esa estrategia. La división entre Capriles y Juan Guaidó no es simplemente de que me caes bien o mal. No es personal, son percepciones, acentuaciones de aspectos de la estrategia que se visualizan como contrarios y distintos», resume.
Insiste en que es importante ese diagnóstico común sobre cuáles son las principales líneas que se van a impulsar en ese cambio en las filas de la oposición.
«Viene esa discusión. Ya dejamos atrás el debate acerca del contexto electoral del 6 de diciembre, donde el gobierno va a hacer lo imposible por mover a un grupo de participantes. Es claro: lo que va a pasar ahí será unas elecciones que no cuentan con el respaldo nacional ni internacional. Se darán y terminará asumiendo, instalándose, una Asamblea con abierta y clara mayoría a favor del gobierno de Maduro. Esa estrategia va y está a todas luces clara y puesta en escena», advierte.
«Sabiendo que ese es el derrotero, quizá este momento puede ser propicio para el reencuentro de esa fuerza de oposición en torno a la estrategia que se debe seguir. Porque el mundo sigue. Venezuela sigue adelante, no se acaba el 6 de diciembre. Aquí seguimos los venezolanos, los partidos, el descontento, las necesidades de cambio y, en torno a eso, tenemos que mirar ese futuro con serenidad, sana autocrítica y un debate que comienza siendo confrontativo y duro, pero que se irá decantando hacia mayores rutas».
«Ese proceso viene. Hay un conjunto de actores, entre los que me cuento, que estamos a la orden para lo que podamos ayudar, para facilitar en este proceso. Somos venezolanos que no pertenecemos a ningún partido político. Nuestro interés es más como ciudadanos que estamos en la disposición de ayudar al cambio», remata.
En el siguiente vídeo puedes ver la entrevista completa: