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De ecologista a negacionista: la inestable relación de Trump con el planeta

El presidente republicano será recordado –en materia medioambiental– por retirar a su país de los Acuerdos de París, aunque su relación con la emergencia climática ha pasado por diferentes y sorprendentes fases

De ecologista a negacionista: la inestable relación de Trump con el planeta

Carlos Barria | Reuters

Donald Trump[contexto id=»381723″] ha pasado, a grandes rasgos, de pedir acción contra el cambio climático a negarlo, para más tarde mencionarlo en sus discursos de campaña. Él, que sacó a Estados Unidos de los Acuerdos de París, históricos porque básicamente el mundo entero –o casi– se ponía de acuerdo en aunar esfuerzos y afrontar la emergencia climática[contexto id=»381816″], cada vez más acuciante y que, como planeta único –con permiso de Elon–, nos atañe a todos.

Un ejemplo de la actitud desdeñosa del actual presidente de Estados Unidos hacia esta cuestión es lo que les comentó a unos expertos que, en mitad de los graves incendios que se propagaron por California en septiembre de este año, advirtieron al mandatario sobre los riesgos del cambio climático. Unos riesgos visibles, precisamente, en esos fuegos. El presidente, socarrón, les replicó: «Va a refrescar, ya veréis».

A Chinese hoax: negacionismo, polémica e inacción

Antes incluso de jurar el cargo, cuando tan solo era presidente electo, Trump nombró a un negacionista del cambio climático para liderar la agencia medioambiental de Estados Unidos. Se trataba de Scott Pruitt, un veterano fiscal de Oklahoma que no creía en la contribución del hombre al cambio climático y que había dedicado años a bloquear en los tribunales las regulaciones de Barack Obama para luchar contra el calentamiento global. Básicamente, Pruitt rechazaba el consenso científico de que las emisiones de dióxido de carbono causadas por el hombre son un contribuyente primario al cambio climático. El cargo le duró poco más de un año. Le gustaba viajar mucho en avión, hacerlo en primera clase y cargárselo al erario público. Aunque lo importante no es cómo empiece la cosa, sino cómo acabe, este nombramiento supuso una contundente declaración de intenciones.

Durante su mandato, el presidente ha dejado claro que lo del cambio climático no iba con él. Durante todos estos años, además de retirarse del mencionado Acuerdo de París, su equipo ha trabajado para eliminar lo que ven como obstáculos para la producción eficiente de energía. Enemigo de regulaciones específicas –como las necesarias para controlar esta emergencia climática–, Trump ve todo esto como un coste económico a corto plazo, no lo concibe como una inversión a futuro.

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Trump visita un barrio afectado por los incendios en California con gesto esclarecedor. | Foto: Evan Vucci | AP

Sus políticas, como era de esperar, han tenido un efecto negativo sobre la emergencia climática: recientemente, un grupo investigadores de la Universidad de Columbia anunciaba que solo en los últimos tres años había identificado más de 160 retrocesos significativos en términos de regulación medioambiental en Estados Unidos. La Administración Trump, a lo largo de estos cuatro años, ha puesto todo tipo de obstáculos en esta lucha. Entre otras cosas, ha planteado una serie de enmiendas para relajar los requisitos técnicos con los que se controlan las fugas de metano en pozos, oleoductos y gasoductos. La desregulación ambiental, como decíamos, es una constante en su política.

Todas estas acciones, hay que reconocer, han sido consecuentes en todo momento con el discurso con el que se presentó al mundo como candidato a ocupar el despacho oval. Durante la campaña electoral de 2016, el republicano dijo en repetidas ocasiones que el cambio climático era a hoax, es decir, «un timo». Aunque después negó haber dicho tal cosa –da igual, para eso está la hemeroteca–, Trump llegó a afirmar que no se consideraba «un gran creyente» de la «contribución del hombre» al cambio climático. Es decir, que hay un cambio en el clima, sí, pero que la raza humana poco o nada tiene que ver con ello. En línea con el argumentario clásico de los negacionistas del cambio climático. «Había enfriamiento global en los años 20 y ahora tienen calentamiento global pese a que ahora no saben si tienen calentamiento global. Lo llaman todo tipo de cosas», afirmó con un tono despreciativo al consenso científico. Ah, también cargó contra «los chinos». El presidente una vez tuiteó: «El concepto de calentamiento global fue creado por y para los chinos con el fin de hacer que la fabricación estadounidense no fuera competitiva».

De cuando a Donald Trump sí le preocupaba el cambio climático

Después de la campaña llegó lo que hemos comentado: el nombramiento de Scott Pruitt, la retirada del Acuerdo de París, las declaraciones incendiarias y la inacción durante los últimos cuatro años que, en un contexto de emergencia, puede salir muy cara. Pero la relación del presidente con la cuestión medioambiental no es una cuestión de blanco o negro, se acerca más a una escala de grises.

Si escarbamos un poco más en la hemeroteca, nos encontramos con un hecho sorprendente. El amigo Donald, cuando todavía no era más que un magnate de los negocios conocido por sus incursiones televisivas, fue uno de los 50 líderes empresariales estadounidenses que firmaron un anuncio a página completa en The New York Times en el que pedían a la Administración Obama que defendiera «medidas significativas y efectivas para combatir el cambio climático» y que adoptara los cambios necesarios «para proteger a la humanidad y nuestro planeta». Este anuncio se publicó el 6 de diciembre de 2009, un día antes de la Conferencia de las Naciones Unidas sobre el Cambio Climático de ese año, que tuvo lugar en Copenhague.

Cómo y por qué Trump cambia de opinión sobre el cambio climático 1
El anuncio para proteger el cambio climático firmado por Trump y sus hijos. | Imagen: The New York Times

Al lado de su firma podemos ver la de sus hijos Donald Jr., Eric e Ivanka. Esta última se convertiría más tarde en una de las mayores defensoras de permanecer en el Acuerdo de París. Visto está que no logró convencer a su padre.

Plot twist en el discurso medioambiental

Ahora parece que Trump quiere hacer un viaje en el tiempo y mostrarse preocupado por un tema del que ha hecho bromas y sobre el cual ha provocado importantes retrocesos. Después de calificar esta emergencia de «timo», el presidente ha suavizado su discurso. ¿Por qué? Porque hay que rascar votos en las elecciones que se celebrarán el próximo 3 de noviembre.

El 74% de los estadounidenses considera importante que el cambio climático sea abordado en los debates presidenciales (el 43% de ellos incluso lo califica de «muy importante»), según un estudio de la Universidad de Yale. Y, a pesar de la creciente preocupación social por el tema, en el primer debate de esta campaña ni siquiera se mencionó el asunto. Ahora bien, los políticos saben que preocupa y sobre todo que en estados como Florida, clave en el recuento electoral, la inquietud crece. Y mientras la inquietud crece por las evidencias físicas –tornados, huracanes, incendios–, el discurso de Trump cambia.

Las encuestas muestran que a cada vez más votantes conservadores, especialmente en Florida, les preocupa la emergencia climática. Trump, que se apunta a un bombardeo, pronunció en septiembre un discurso ante la ONU diseñado para su reelección. En esa ocasión, defendió su política medioambiental y acusó de nuevo a China de ser la raíz del problema. «Quienes atacan el excepcional historial medioambiental de Estados Unidos mientras ignoran la polución rampante de China no están interesados en el medioambiente», dijo.

Trump vs. Biden: el futuro del planeta en una sola elección

Visto el historial errático, cambiante y confuso del presidente sobre cuestiones medioambientales, queda preguntarse: ¿y ahora qué? Pues ahora Trump se enfrenta a Joe Biden en las urnas y hay quien pinta esta elección como una cuestión de vida o muerte. Por ejemplo, Michael Mann, uno de los científicos climáticos más respetados del mundo –que no el cineasta–, cree que evitar una catástrofe climática a escala global sería «esencialmente imposible» si Donald Trump es reelegido.

A los científicos les preocupa especialmente que un segundo mandato garantice el uso de combustibles fósiles durante las próximas décadas, al asegurar y mejorar la infraestructura para la producción de petróleo y gas en lugar de eliminarlos gradualmente para apostar por energías más limpias. Económicamente no le ha ido mal el plan de arruinar el planeta: gracias al fracking, Estados Unidos se convirtió brevemente en el mayor exportador de petróleo del mundo a finales de 2019. En términos medioambientales no es tan buena noticia.

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Un manifestante enfrenta a Trump a Greta Thunberg. | Foto: Ahn Young-joon | AP

Después de que Estados Unidos saliera del Acuerdo de París, Trump ha intentado infructuosamente renegociar el pacto. Incluso ha coqueteado con la idea de volver a entrar. Mientras tanto, su política ha facilitado que otros países, como Brasil y Arabia Saudí, obstaculicen el progreso en la reducción de emisiones.

La decisión de dar la espalda a este gran pacto intergubernamental podría ser revocada con la victoria de Joe Biden. El demócrata mantiene un discurso mucho más comprometido con la causa, y ha asegurado que Estados Unidos regresará al Acuerdo de París si es elegido. De hecho, la salida del país del pacto será efectiva el 4 de noviembre, justo un día después de las elecciones, por lo que ese mismo día podríamos conocer el devenir de las políticas medioambientales en Estados Unidos y en todo el mundo. Veremos.

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