Pere Rusiñol es periodista y fundador de la revista satírica ‘Mongolia’. Anteriormente, trabajó en Público, como adjunto al director de 2008 a 2012, pero fue denunciado por Jaume Roures por unas declaraciones suyas en el periódico local Regió 7 en las que le llamaba «estafador» por haberse sentido engañado en lo personal sobre las intenciones del magnate.
En esta entrevista en THE OBJECTIVE, explica las condiciones en las que Roures despidió a los trabajadores del rotativo y asegura que el «marxismo» del propietario de Mediapro es solo «marketing». Asimismo, sostiene, que los vínculos de la multinacional con la política no es una cosa reciente y limitada a Podemos o al independentismo, sino que con Rajoy logró dos importantes operaciones -la centralización de los derechos del fútbol y la autorización de la fusión entre La Sexta y Antena 3- que fueron vitales para la «supervivencia» de su compañía.
En la actualidad ha iniciado una campaña para costearse la defensa contra Roures y, según dice, ha reunido 5.000 euros para afrontar el juicio en primera instancia.
Pregunta. Ha sido denunciado por Jaume Roures. ¿Cómo son sus perspectivas judiciales, cree que le darán la razón?
Respuesta. Espero que sí, porque en la vía penal, que es la que ha utilizado Roures, hay mucha jurisprudencia de que realmente es muy difícil condenar a un periodista por injurias y calumnias. Otra cosa es la vía civil, pero tengo esperanzas de que por la vía penal se archive la querella.
Roures es conocido por denunciar a todos los periodistas que le llevan la contraria.
El objetivo principal de la querella es asustar, que es lo que suelen hacer los poderosos para amedrentar a periodistas: ir por la vía penal aunque no ganen.
La vía penal puede comportar cárcel.
Sí, en las querellas penales las penas suelen ser de cárcel. Aunque técnicamente y según dicen los abogados sea más difícil de ganar, es la que más asusta. Es una estrategia judicial típica de los ricos. Por suerte en España la libertad de prensa y de opinión está muy protegida por la Constitución.
Entonces, ¿lo ve como una estrategia de Roures para intimidar a los periodistas o confía en ganar en los tribunales?
Es la impresión que tengo, que busca amedrentar. No solamente en este caso sino en la mayoría de casos contra periodistas que se dirimen por la vía penal. En especial, por cuestiones que están absolutamente contrastadas, como es mi caso. No es la atribución de ningún delito a la ligera, sino la exposición de unos hechos con una enorme acreditación documental a través de textos oficiales y documentos de su propia empresa.
Usted ha afirmado que os despidió de forma irregular y que dejó más de 20 millones sin pagar. Además de tener la sede de la empresa en Holanda.
Pronto hará diez años del cierre de Público, que fue una experiencia muy catastrófica desde el punto de vista laboral. El dueño y accionista principal, que era Jaume Roures, y quien llevaba las negociaciones, cerró de muy mala manera la edición en papel, despidió al 85% de la plantilla, nos mandó a Fogasa [Fondo de Garantía Salarial], dejó a deber más de 20 millones de euros y encima recompró la cabecera a través de una sociedad instrumental a pesar de que había un colectivo de trabajadores, entre los cuales yo no estaba pero sí compañeros míos, que intentaban mantener la cabecera como una cooperativa…
Esta situación, por parte de un patrón que dice ser de izquierdas, nos causó una gran decepción. Y en ese contexto, consideré que nos había estafado. En el sentido que dice la Real Academia, que no es un delito, sino de que los trabajadores nos sentimos engañados. Toda esta información de que la matriz de la sociedad estaba en Holanda y que dejó de pagar dos millones y medio de euros a Hacienda la sabemos por los documentos presentados en el concurso de acreedores por la propia empresa. En aquel momento Roures y su socio Tatxo Benet tenían la mayoría accionarial.
¿Se ha sentido apoyado dentro de la profesión?
Sí, hay muchas querellas contra periodistas todos los días, pero mucha gente me ha expresado solidaridad de forma pública y privada. Han hecho notas del sindicato de periodistas en Cataluña y en el conjunto de España.
Usted trabajó con Ignacio Escolar en Público. ¿Cómo ve él su caso?
Él era el director que me incorporó al proyecto. Nacho es amigo mío y hablamos a menudo, ninguno de los dos tenemos en buen concepto a Roures como patrón. De hecho, a Nacho le despidió como director y después él siguió como columnista. Después de cerrar la edición de papel de Público, él no ha tenido ninguna relación más con Roures y ha emprendido su propio camino, pero en todo caso es Nacho quién tiene que hablar al respecto.
Dice que el «marxismo» de Roures es solo «business», pero apoya a Podemos y se compromete políticamente, por ejemplo, en el 1-O. ¿Cree que ese compromiso responde a una lógica empresarial o a convicciones políticas?
Él está al frente de una empresa que hace negocios con todos, con el PP, con Convergència… Y se reparten los papeles. Él tiene una imagen pública más vinculada a lo que es la izquierda por un mero reparto de papeles internos. Pero fíjate que un mes después de organizar la sala de prensa del 1 de octubre, Rajoy, como presidente del Gobierno, le adjudicó a una filial de Mediapro la señal de televisión interna de Moncloa. Con el PP de la época de Rajoy hicieron muchas cosas juntas.
Roures tiene como ejecutivos a gente históricamente muy importante del PP, como Cardenal, que había sido secretario de Estado del PP, o Ruiz de Gauna, que fue el hombre de televisión más próximo a Aznar y quien hizo toda la guerra contra Prisa en la década de los 90. Hay muchísima gente del entorno del PP y Convergència que está vinculada con esa empresa, y a mí me da la impresión que su presunta ideología izquierdista es solo marketing.
¿Y la amistad que presume de tener con Pablo Iglesias? Están trabajando en un nuevo proyectos audiovisual.
La amistad es una cosa distinta… Se puede ser amigo de gente que no tenga las mismas ideas. Aunque estoy convencido de que en Madrid piensan que es de izquierdas, porque solo se fijan en lo que dice, y no en el conjunto de sus empresas o si tienen la matriz en Holanda, o cómo tratan a sus trabajadores o con quiénes hacen negocio… Si solo te fijas en lo que dice parece un trotskista marxista. Pero hay que mirar los hechos.
Entonces, en España sale rentable ser marxista de boquilla, ¿no? Los empresarios y los llamados poderes fácticos que colaboran con él muy amigos del comunismo no deben ser…
No, porque son muchos socios y cada socio va a un segmento determinado del mercado. Otros socios hicieron negocios con el PP. Públicamente Roures no aparecía al lado de Rajoy, lo hacía otra gente de la misma empresa que son los que llevan las unidades con las que hacen negocio con la derecha. Gane quien gane las elecciones, siempre hay algún Ejecutivo que hace negocio, como Tatxo Benet. Y quiero subrayar que nada de eso es delictivo, son negocios totalmente legales.
Tatxo Benet también era accionista de la cabecera. Él representa al segmento independentista, entiendo.
Tatxo Benet tenía participación en Público y su empresa en la que participaba también tenía la matriz en Holanda. Eran dos vehículos financieros distintos. Nos enteramos de ello por los papeles que presentaron en el concurso de acreedores. Ambos, justo después de despedirnos abrieron un restaurante de lujo en Barcelona.
En Francia le pararon los pies a Roures. El ministro francés de Educación y Deportes, Jean Michel Blanquer, llegó a decir que «Mediapro ha hecho cosas que no están bien».
En España no se ha informado específicamente de una causa que es muy grave, que es el FifaGate. La matriz de Mediapro, Imagina, reconoció en 2018 en un documento oficial con Estados Unidos pagar una multa de 23 millones de dólares por unas comisiones pagadas para adquirir unos derechos de fútbol en América. Hay un fundador de Mediapro, Gerard Romy, que está pendiente de juicio porque los fiscales americanos le han aplicado la ley antimafia y le piden penas de cárcel que suman 80 años.
TV3 es de las televisiones que más paga a Roures. La oposición criticó que una cadena pública contratara a la matriz de una empresa condenada por corrupción.
Mediapro es un proveedor muy importante de TV3 desde hace muchos años, todos los fundadores de Mediapro vienen de esta cadena y es verdad que en 30 años han tenido una proximidad muy grande con mucha gente que trabaja en TV3 y que luego se han ido a trabajar a Mediapro. Son muchísimos los altos ejecutivos de la cadena pública que se han ido a la empresa de Roures. Es evidente que hay una relación muy particular entre esta empresa pública y la multinacional. Esto en la izquierda suele llamarse puertas giratorias
Muchos señalan a Zapatero como precursor de ayudar al negociado de Roures. Y que el Gobierno de Pedro Sánchez no se ha prestado a seguir ayudando al empresario.
No tengo ni idea. Lo que sí sabemos es que Mediapro como tal está en una situación financiera muy complicada. Moody’s le ha bajado todo el rating, están prácticamente en bono basura. Han pedido ayuda a través de la SEPI y por ahora no se ha concedido. Yo insisto en que lo de Zapatero es verdad, pero también es verdad lo de Mariano Rajoy. El expresidente popular le dio dos cosas extremadamente importantes que ayudaron mucho a esta compañía y fue mucho más de lo que jamás hizo Zapatero. Lo primero fue centralizar todos los derechos del fútbol de primera división, que resultó importantísimo para esta empresa, y la segunda es que autorizó una fusión muy controvertida entre La Sexta y Antena 3 que para nada era segura y que era muy importante para la supervivencia del grupo. Ambas cuestiones las hizo Rajoy y me parece muy difícil de superar por mucho que el mito diga que Zapatero le ayudó tanto…
Antes de recalar en Público, usted fue periodista de El País.
Sí, pero apareció este proyecto dirigido por Nacho Escolar que me parecía muy interesante y me convenció para que me sumara. Existía un potencial, y yo creo que todavía existe, para tener un gran diario nacional más progresista que El País y más adecuado a los nuevos tiempos de España, como el 15-M, etc.
Después fundó la revista Mongolia.
Cuando cerró Público vimos que no nos podíamos fiar de estos empresarios, decidimos crear nuestras propias herramientas para hacer lo que nos gustara sin depender de estos empresarios que tenían otros intereses. Y montamos con gente distinta Mongolia y otra de cuestiones económicas que se llama Alternativas Económicas. En ambos casos los periodistas que hacemos las revistas somos también los dueños de las empresas que las editan.
El abogado Gonzalo Boye también formó parte de Mongolia.
En el inicio cuando salió Mongolia fue una de las personas que participó como abogado y también era accionista minoritario. A partir de 2017 dejó el proyecto, vendió las acciones y se fue. No tenemos ninguna relación desde entonces. Pactamos la salida en un momento donde los proyectos respectivos no encajaban porque había otros horizontes.
Por cierto, ¿cómo va su campaña para costear su defensa?
Estoy muy contento porque en dos días logramos los 5.000 euros que necesitábamos para afrontar la primera instancia. Ahora el objetivo es contar con una caja de resistencia más a largo plazo y al mismo tiempo sumar el mayor número de apoyos posible para mostrar que, a diferencia del obrero despedido de ‘El buen patrón’, no estoy solo en esto.